Narra Jacob
Me desperté como si no hubiera ocurrido nada, después de ahí fuimos de camino a casa de Alma para comer, y estar allí un rato.
- Cariño… -me susurró mi novia.
- Dime. –le sonreí mientras ella conducía.
- Esta tarde me quedaré para coger apuntes y estudiar un poco, cuando termine te llamo y si quieres… no se. Hacemos algo.
- Como… ver una película y luego… fiesta de pijamas… -dejé en el aire y ella empezó a reírse y yo la seguí.
- Por mi bien, podríamos quedar con Embry y la novia… o no se… Leah, ¿Qué es de ella? Hace tiempo que no la veo.
- Vale, pero la fiesta de pijamas solo la hacemos nosotros. –le dije sonriendo.
- No… y ese moreno. –dijo señalando a un chico que pasaba por ahí. Y la fulminé con la mirada y ella no pudo contenerse y empezó a reírse. –No tiene ni pizca de gracia.
- Sí… sí que la tiene, tenías que verte la cara. Era broma cari. –me dijo.
- Lo sé, tonti.
Cuando llegamos a su casa entramos y Edward nos recibió.
- Buenas. –dijimos ambos y pasamos al comedor que allí se encontraba Bella.
- Pasar, pasar.
Entramos y Bella se puso al lado de Edward de inmediato y Alma aun seguí a mi lado.
- Bueno… vinimos a comer, y estar aquí un rato. –dijo Alma.
- Muy bien, ¿Qué queréis comer? –nos preguntó mi vieja amiga.
- Me da igual, lo que quieras Alma. –le dediqué un sonrisa.
Pensó.
- Yo quiero un poco de macarrones.
- Vale. –dije y Bella sonriente se fue a la cocina y nosotros dos y Edward nos sentamos en el sofá.
Alma dejó sus cosas en la habitación y Edward y yo nos quedamos solos.
- Ahora luego de comer me iré para dejar estudiar a Alma.
- Tranquilo. Estás en tu casa.
- Lo se. Bueno esta noche Alma se quedará en mi casa otra vez, porque quiere pasar esta semana, ¿le dejáis?
- Ella es mayor para saberlo. –rió por lo bajo.
- No pienses mal eh, Edward. –le dije fulminándolo con la mirada.
- Tranquilo.
Cuando bajó Alma empezamos a comer nosotros dos y luego tomamos un café que preparó Bella.
- Bueno, me ha dicho Jacob que ahora te quedas a estudiar… -le dijo Edward a su hija.
- Sí, luego me voy con él.
- Vale, hija. ¿Pero duermes aquí? –preguntó Bella.
Alma me miró y usó su poder.
<Sí>
- Sí, porque vamos a llamar a nuestros amigos a ver si vienen y hacemos una mini fiesta entre nosotros.
- No bebas. –le dijo Edward a Alma.
- Papá, tengo veinte años. Tranquilo.
Hablamos un poco más y yo al poco rato me fui dejando a Alma estudiando.
Llegué a mi casa y me puse manos a la obra a terminar la moto que tenía por terminar así llamaba a su dueño.
Me costó de terminar como una hora, se pasó muy rápido.
- Hola. –dije al llamar a su dueño.
- Hola, Jacob. ¿Cómo estás?
- Bien, la verdad. ¿Y usted?
- También. ¿A quién buscas?
- A su hijo Freddy. ¿Está por ahí?
- Ahora mismo no, se ha ido hacer un recado, dime y luego le digo.
- Pues nada, que su moto ya está arreglada, ¿le podría decir que puede pasarse cuando quiera?
- Claro que sí, hijo.
- Gracias, señor Weder.
- Adiós, Jacob. Dale recuerdos a tu padre.
- Lo aré.
Cuando colgó dejé la moto a un lado y empecé con el coche que me dejaron hace dos días y tan solo le tuve que poner aceite, le faltaba eso.
Probé a ver si iba bien, iba perfecto.
Era un coche de marca honda, era muy bonito.
- Hola, señor. –llamé a su propietario.
- Jacob, buenas. Tío me puedes llamar por mi nombre.
- Lo sé, pero quería parecer más serio. –reímos.
- ¿Cómo estás?
- Bien, y tú. ¿Dónde te has dejado a la novia?
- Pues nada, aquí esperándola. Apunto de ir a tu casa a ver a Billy.
- Bueno Rob que ya tienes el coche, solo le he tenido que poner aceite. Entonces mi hermana está por ahí… Dile que la hecho de menos.
- Se lo digo, tiene ganas de veros ya.
- Asta luego.
Colgué el teléfono.
Sí el coche bonito era de mi cuñado, era el hombre de mi hermana.
Él me trajo su coche pero aun mi hermana no estaba en su casa de aquí que se compraron recién casados, estaba en un viaje de empresa.
Al poco tiempo llamaron la puerta y fui abrir.
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