Cuando abro los ojos aún no es de día, son las cinco de la mañana pasadas de cuatro minutos, así que me levanto y me meto en el baño.
Una ducha caliente a estas horas es lo mejor que puedes hacer, después de una media hora bajo el grifo de agua muy caliente, me pongo un suave albornoz de color azúl oscuro que creo es de hombre y salgo fuera.
Cuando lo hago el señor está sentado en los pies de la cama, acariciando el lomo del gato que ronronea, solo lo ilumina la tenue luz que se filtra de la calle por la ventana, no lleva camiseta y puedo ver sus músculos definidos y fibrosos, perfectos.
Su pantalón es como de chándal de color negro, no se si moverme, este hombre es demasiado guapo, sus manos son grandes y varoniles, en ellas se pueden notar un poco las venas, lleva un par de anillos, bastante sencillos plateados y de su cuello cuelga una fina cadena, con una cruz... católico, cualquiera lo diría. Su pelo está un poco despeinado, me mira cuando se percata de que lo estoy mirando y me sonrojo.
-Hola Jane- dice con voz baja-.
-Hola señor- susurro-.
-¿Como estás?-.
-Bien... me he desvelado-.
-Entiendo... me suele pasar-.
-¿Quiere algo?-.
-Quería verte, después de la cena de hoy, tenía que verte-.
Asiento lentamente y me acerco a donde está. El gato salta de la cama y se va por la puerta medio cerrada.
-Nico tiene mucha suerte por dormir contigo-.
-¿Porque no duerme usted conmigo?-.
-Porque prefiero dormir solo, estoy acostumbrado a eso-.
“No entiendo porque...”-.
Me mira fijamente y abre el cordón que ata mi bata, esa tan suave que llevo puesta.
Mi cuerpo queda expuesto ante su mirada y contengo la respiración.
-Eres muy guapa-.
-Gracias... señor, usted...-.
No aparta su mirada de la mía.
-Usted también es muy guapo- susurro-.
-No creo que verdaderamente pienses eso-.
-Claro que lo pienso... ¿puedo hacerle una pregunta un poco personal?- me siento a su lado en el borde de la cama e intento aparentar normalidad ya que estoy desnuda frente a él-.
-Si... nos estamos conociendo-.
-¿Con cuantas mujeres... ya sabe?-.
-¿Te refieres a mujeres compradas?-.
-Si-.
-Pocas... desde que lo dejé mi mujer, fueron cinco-.
“Oh eso es poco...”-.
-¿Y porque lo dejó con ellas?-.
-Se enamoraron de algo que no podían tener-.
-Entiendo... usted...- carraspeo- usted no quiere volverse a enamorar-.
-Nunca he estado enamorado pequeña Jane-.
-¿Y su mujer?-.
-Era un matrimonio de conveniencia, ya sabes... pero aún así la respeté y ella no lo hizo, eso me cabrea mucho, la confianza con una persona en una relación debe ser mutua, eso nos diferencia de los animales, un hombre se define por lo que posee en exclusividad-.
-Vaya... nunca lo había visto de esa manera-.
-Así que... solo busco compañía-.
-¿Duradera?-.
-Si, por supuesto, pero sin amor, es un poco complicado-.
-Si... lo es-.
-El día que te enamores de mi, esto habrá terminado para siempre perqueña Jane-.
Asiento y le miro fijamente.
“Es difícil... muy difícil caminar por un precipicio y no caerse...”-.
|