Luego de una larga estadía en casa de los Cullen, la incertidumbre se acrecentaba. El olor que había descubierto nada parecido al de los vampiros era un constante rompecabezas que no podía y no conseguía armar. Después de que Alice me contara la historia de los Cullen, lo único que conseguí fue sentir más curiosidad por saber cada uno de los detalles de esta misteriosa familia de vampiros, lo que me impulsó a preguntarle a cada uno de ellos su historia. Aunque a regañadientes, (aunque sólo fuera por parte de algunos de ellos, como Rosalie, Jasper y Emmett) me la contaron.
Con dos semanas con los Cullen ya sabía cada una de sus historias, y los comprendía bastante bien, y sin ningún nuevo tema que distrajera mi atención, mi curiosidad por ese tremendo olor era monumental.
Cierto día me encontraba regresando de una expedición de caza con Alice, Bella y Edward, y vi la oportunidad perfecta para aclarar mis dudas sobre ese olor.
–Oye Edward –comencé –y después de todo… nunca me dijiste de donde venía el olor que siempre merodea por la casa, o más bien los olores.
Edward y Bella se pusieron rígidos y apretaron un poco el paso. ¿Por qué? ¿Qué se escondía detrás de esos olores que los ponía tan nerviosos? Bah.
Alice simplemente los miró, y luego de un asentimiento por parte de Edward me dijo:
–Bueno Cynthia, ya llevas varias semanas con nosotros, y te creemos suficientemente capaz de… comprender y de contenerte…
Fruncí el ceño, confundida y llena de dudas. ¿De qué habla?
–A… ¿A qué te refieres?
–Verás, no has visto todo lo relativo al mundo “mítico” –hizo comillas en el aire –como crees, nosotros no somos las únicas criaturas que son más allá que humanos, hay otros… debes comprender que es difícil hacer esto ¿Recuerdas la historia de Edward y Bella?
–No terminaron de contármela.
–Bueno creo que podemos culminarla, después de su boda Bella… quedó embarazada de Edward y dio a luz a…
– ¡¡ ¿Qué?!! –interrumpí.
¿Cómo me hacía esto? Me bombardeaba con tanta información que me sentía mareada. ¿Una humana embarazada de un vampiro? ¿Qué? ¿Cómo? ¿Bella había quedado embarazada? ¿Quién era su hijo? ¿Qué era su hijo? ¿Por qué nadie me había dicho esto?
–Es la verdad Cynthia, el fruto de ese embarazo es… de donde proviene el olor… ella no es mala, sólo es diferente, es muy especial, es una niña muy inteligente.
Sonrió. ¿Ella? Era una ella. ¿Quién? ¿A qué se refería con diferente? ¿A caso tenía tentáculos, tres ojos o algo parecido? Alice sólo consiguió asustarme más.
–Y en cuanto al otro olor… proviene de otra criatura…
¿Otra criatura? A Alice no se le daban muy bien las explicaciones. Iba a terminar matándome del susto. Miré a Bella en busca de apoyo, quien me sonrió y dijo:
–Es un hombre lobo.
Abrí los ojos como platos. ¿De qué demonios hablaban? ¿HOMBRE LOBO? ¿De esos que se convierten con la luna llena, que matan a diestra y siniestra? Más les valía una explicación congruente.
–Te equivocas Cynthia, Jacob no es malo. Los hombres lobo no son iguales a como los humanos los describen, o más bien debería aclarar que es un metámorfo, no un hombre lobo. El punto es que es un buen muchacho –dijo Edward, tras leer mi mente.
¿Jacob? Jacob. Claro ahora la criatura tenía nombre. Ag. Sólo de imaginarlo me daban escalofríos… ¿Ahora que? ¿Grito, corro, lloro? ¿Qué hago?
–Gg-enial. –tartamudeé.
Los tres rieron y me dirigieron mirada de comprensión.
– ¿Quieres conocerlos? –preguntó Alice, Bella y Edward sólo suspiraron y se miraron preocupados.
–Ah… no me matarán o algo… ¿o sí?
–Claro que no. Vamos.
Me arrastraron por unos dos kilómetros hacia el bosque. Me asustaba el darme cuenta que los extraños olores se hacían más notables mientras más nos acercábamos a donde fuera que me llevaran.
Después de unos minutos me vi plantada enfrente de una casita, mas bien una cabaña, muy pequeña, pero sin embargo hermosa. Había flores y cierto encanto a su alrededor.
Aunque en esos momentos me preocupaba que el olor provenía de ahí.
–Esperen aquí –dijo Edward –nosotros las llamaremos.
Y entró con Bella en la casa. Agucé el oído en busca de algún grito, aullidos o algo por el estilo. Nada. Sólo se escuchaban susurros demasiado bajos.
Al cabo de unos cinco minutos Edward nos habló desde dentro de la cabañita y Alice y yo entramos.
El interior era hermoso, las paredes estaban tapizadas de cuadros con pinturas que parecían sacadas del propio museo. Había tanta armonía que me sentí… como un intruso nuevamente ahí adentro.
–Vengan aquí, alguien quiere conocerte Cynthia. –dijo Bella desde otra habitación.
Seguimos el sonido de su voz. Detrás del cuerpo protector de Edward se hallaba un pequeño cuerpecito sentado en la cama, Bella la tomaba de la mano y ella intentaba ver más allá de la espalda de su padre.
Fui presa de un extraño deseo de complacer a esa pequeñita, quería que me viera, y a mi vez verla yo.
Cuando Edward se apartó con un suspiro pude ver el rostro de la niña.
Era color crema, no tan pálido como el de un vampiro, pero se acercaba. Tenía un par de mejillas sonrosadas que le daban la apariencia más encantadora que había visto. Sus rizos le caían en dos trenzas, casi hasta la cintura. Sus ojos eran color avellana y relucían de curiosidad. Algo me parecía familiar en ese hermoso rostro pero… ¿Qué era? Jamás había visto a nadie como a esa pequeña niña… ¿O sí?
–Hola –susurró y me sonrió –me llamo Renesmee.
El sonido de su voz era como el tintineo de las campanillas, como el suave trinar de los pájaros y me quede ahí observándola con la boca abierta, como una estúpida. Habiendo escuchado las explicaciones de Edward, Bella y Alice un millón de veces en el camino, y también habiendo escuchado su corazoncito latir, no podía dudar. No era un vampiro. Era algo más.
–H-hola Renesmee, yo soy Cynthia –le sonreí y me acerqué un paso.
Bella se puso rígida a la espera de algún movimiento en falso o muy brusco por mi parte. Pero yo no estaba sedienta, podía controlarme. Además ¿Quién en su sano juicio querría dañar a esta preciosa criatura? Yo no lo haría. Jamás.
–Tranquila Bella, no le hará daño –susurró Edward situándose al lado de ella.
Di un tranquilo paso más y me puse en cuclillas para verla bien, con cuidado para no alterar a Bella.
De repente la niña me puso la pequeña mano en la mejilla, a lo que yo respondí quedándome sumamente quieta.
Antes de que pudiera preguntarle por qué había hecho eso algo cambió dentro de mí. De repente, como si mis pensamientos fueran total y completamente libres de hacer lo que quisieran en mi mente, llegaron dos imágenes que yo no recordaba haber visto.
La primera era ella y un enorme lobo huyendo de la casa de los Cullen, ella sumamente nerviosa y curiosa del porqué su familia no la dejaba ver a la nueva amiga que tenían.
La segunda mostraba su entusiasmo, quería que le contara por qué había llegado a su casa, quién era yo, y si querría ser su amiga.
Estos pensamientos se formaron tan claramente que fue como si yo no hubiera sido la autora de los mismos, sino como si la niña frente a mí los estuviera mostrando. Eso era, me mostraba eso.
Ella retiró su mano de mi rostro y yo la miré atónita cuando las imágenes desaparecieron de mi mente. De nuevo era yo, sola y mandando en mi mente.
– ¿Qué fue eso? –le dije a la niña.
–Ella se comunica de una manera distinta Cynthia –comenzó Alice –te dije que era especial. Ella te puede mostrar lo que quiere sin necesidad de palabras.
Renesmee sonrió. Pareciera que esa reacción aparecía ante ella cada vez que conocía a alguien nuevo.
–Fascinante –susurré.
– ¿Qué te mostró? –inquirió Bella, visiblemente más relajada.
–Ah… a ella con un lobo y me preguntó si… seríamos amigas… –le sonreí a la pequeña niña –me encantaría que lo fuéramos cariño, claro que lo seremos.
Ella soltó unas risitas de ángel.
– ¡Espera a que mi Jacob te vea! ¡Le demostraré que no eres mala como él creía!
Miré impasible a Alice al reconocer el nombre del tipo. Jacob. Ag. ¿Sería de esos tipos peludos por todos lados, que son todo elegancia hasta que la luna aparece? Y ¿qué había querido decir Renesmee con eso de mi Jacob? ¿Acaso era su mascota?
–Vamos… –me apremió la niña saliendo de la cama y dirigiéndose a la salida de la casa.
Yo la seguí con Alice, Edward y Bella detrás de mí. Era extraño, hacía más o menos dos semanas jamás habría dejado que ni siquiera un vampiro estuviese detrás de mí, por miedo a que me arrancara la cabeza. Renesmee me llevó hacia la arboleda, no demasiado lejos de ahí, y de nuevo un olor repugnante se hacía presente.
En cuanto estuvimos lo suficientemente cerca pude escuchar con claridad los golpes. Pum, Pum, Pum. Como tambores. No eran lo suficientemente lentos para ser de un humano, y además desentonaban para alguien como Renesmee, ya que sus latidos eran, aunque minúsculamente, más rápidos. No hallamos entre unos pequeños arbustos cuando lo vi por vez primera.
Un lobo enorme del tamaño de un caballo se alzó frente a mí, y al ver a Renesmee tomándome de la mano se acercó a nosotros y yo, como era de esperarse, le gruñí y alejé a la niña de su alcance.
Adopté una posición de ataque frente a la niña y aquel lobo igualmente me gruñó.
–Tranquila Cynthia… –dijo Renesmee alejándose y corriendo hacia el animal –Jacob no nos va a lastimar.
Ante mis ojos aquel lobo se agachó y dejó a la niña acariciar su cabeza, después la rodeó con su enorme y peludo cuerpo, como acunándola.
Me quedé estupidizada mirándolos, el no parecía con intenciones de hacerle daño, ni a mí.
Como si aquel lobo se diera cuenta de que mi vacilación se debía a la confusión que sentía, asintió una vez hacia mí. Miro a Renesmee y me pareció que un atisbo de sonrisa lo invadía, una locura. Huyó hacia los árboles más lejanos.
Unos cinco minutos más tarde yo seguía estática en la misma posición y Renesmee veía interesada el área de árboles donde se había ido el lobo. De repente entre los arbustos llegó corriendo un hombre, que apestaba igual que el enorme lobo. Usaba unos shorts gastados de mezclilla y nada más. No llevaba zapatos, que envidia.
Era moreno, con cabello corto y con una enorme sonrisa, llegó a nuestra posición y levantó a Renesmee en sus brazos, le besó la mejilla y le dijo:
–Así que esta es la chupa-sangre que nos apartó de la casa por tantas semanas ¿eh?
Yo no respondí nada y me quedé mirándolo como idiota.
Él miró a Edward y Bella que soltaban risitas detrás de mí, y nuevamente dijo:
–Eh… soy Jacob –extendió la mano –tu eres…
Miré su mano y luego de comprender que quería que se la estrechara, lo hice torpemente, incluso para ser un vampiro. Su piel quemaba, así que la retiré con brusquedad.
–Cynthia –dije arrugando la nariz sin querer –no te ofendas pero… ¿Eres tú ese olor?
El rió para mi sorpresa y dijo:
–Sip, ese soy yo.
–No te vendría mal algo de colonia… o algo, lo que sea…
Rió con más ganas mientras asentía.
–Es graciosa… –le dijo a Edward –al menos.
–Ves… te dije que no era mala –intervino Renesmee.
–Está bien Nessie, tienes razón, siempre la tienes.
Sonrió. Sus ojos mostraban una adoración imposible hacia la niña ¿Acaso yo me veía igual cada vez que la miraba? No lo creo. ¿Qué clase de locura es esta?
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