Un Verano En Paris.

Autor: Nataliarendon2121
Género: Romance
Fecha Creación: 21/01/2013
Fecha Actualización: 07/03/2014
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 53
Visitas: 38716
Capítulos: 24

Tras la muerte de su madre, Isabella no encuentra otra solución que pedir ayuda al único familiar que tiene. Su tía, Rene -como le dicen de cariño- es un duquesa viuda. Su tía reside en París desde su juventud.

 

Entre el glamour y las fiesta de principios del siglo XX; Isabella, es cortejada por El ilustre Jasper Whitlock... pero no con buenas intenciones....

 

Isabella se ve envuelta en un drama de amor y espionaje, intrigas y malas decisiones.

 

Los personaje pertenecen a Stephenie Meyer.   = )

 


Estos son mis otros fics:

 


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Capítulo 11: Isabella estaba convencida...

Isabella estaba convencida de que el Barón le desagradaba. Eso no era normal, de hecho muy pocas veces le sucedía; Tenia la sensación de que se divertía secretamente con todo lo que ella decía, y odiaba la forma como la tomaba del brazo diciéndole cumplido de mal gusto con un tono hipócrita.

Pero no había duda de que a tía Rene le encantaba. En cuanto llegaba, corría hacia el con el ímpetu de una colegiala.

Concordaba en todo con el y lo miraba de un modo peculiar.

Por su puesto, se dijo Isabela, tía Rene era una mujer mayor y por eso podía ser amigable con un hombre sin que se le tomara a mal, como ocurría con alguien mas joven. Pero no dejaba de ser extraño que el Barón gozara de tanta libertad en la casa. De echo, esa noche, por ejemplo se comportó en varias ocasiones como si fuera el anfitrión.

Todo comenzó cuando bajo a cenar con el vestido nuevo que le enviaron de Brandon's y que había llegado exactamente una hora antes de que empezara la cena.

Isabella se había sentido nerviosa y aprensiva por que se hacia tarde y como no tenia que ponerse, tenia que permanecer en la habitación.

Cuando al fin Bree le entrego triunfante la caja con el vestido, lanzo un grito de alivio.

-Mon Dieu, c'est magnifique! -exclamo Bree mientras le quitaba el papel de ceda y al instante apareció un vestido de chiffon blanco hábilmente bordado con piedrecillas, como gotas de diamante.

Las dos jóvenes lo extendieron sobre la cama, de momento Isabella se quedo contemplándolo. Jamás soñó que pudiera llegar a poseer un día algo tan bello y costoso. No pudo evitar sobresaltarse al comprender que con la centésima parte de su costo, su vida hubiera sido muy diferente durante los últimos meses de pobreza, cuando tubo grandes dificultades para conseguir alimentos para su madre.

A pesar de ello no estaba amargada. Comprendía muy bien por que tía Rene se había olvidado de sus penalidades y por que no podía entenderlas. No obstante, se sentía casi culpable al permitir que se gastara tanto dinero en un simple vestido para ella. Pero que ganaba con afligirse? A su madre le hubiera emocionado saber que tubo la oportunidad de estar en Paris, vistiéndose con trajes exquisitos. Pero también le hubiera sorprendido un poco el estilo de vida de tía Rene.

De momento lo único importante era vestirse y estar lista a tiempo para cenar. Después de que Bree le arreglo el pelo, se veía muy distinta de la desaliñada joven que llego de Londres. Bree había recibido instrucciones de tía Rene, quien a su ves, lo recibió de Monsieur Brandon, acerca de como debería arreglarse el cabello. En lugar de rizárselo en la parte superior de la cabeza al estilo "Viuda Alegre" , le caía en suaves hondas desde la frete hacia atrás en un gran bucle que se extendía desde la parte superior de la cabeza hasta la nuca. Era un estilo muy distinguido  y al mismo tiempo la hacia verse muy joven.

Al principio, Isabella se pregunto si no se vería rara y anticuada; pero, cuando le abotonaron el vestido, este revelo las perfectas curvas de sus senos y su breve cintura.

Monsieur Brandon conocía su oficio: el efecto era juvenil, etéreo y a la vez sutil y provocativo.

-Es exquisito, mademoiselle -musito Bree en Frances, e Isabella comprendio que el cumplido era sincero.

-Todos los hombres la miraran esta noche -agrego la doncella.

-Me temo que no conoceré a nadie.

-Eso no importara. Ellos no tardaran en presentarse a si mismos -repuso Bree, mirando de reojo.

-Estoy segura de que mi tía me presentara a aquellos que desea que conozca -agrego Isabella, replicando a lo que consideraba una leve impertinencia de Bree.

-Muchos no esperaran a ser presentados -añadió la doncella sin poderse contener.

Isabella dio vueltas frente al gran espejo  oscilatorio de marco de caoba. El vestido adquirió un tenue brillo y la luz se reflejo en las piedrecillas dándole la sensación de estar cubierta de rocío.

Ya lista, bajo la escalera lentamente hacia el pequeño recibidor de la planta baja, donde sabia que su tía planeaba recibir a los invitados.

Cuando llego al pie de la escalera, vio la puerta y escucho voces. No tubo duda de quien hablaba. El sonido profundo y grutual del Barón era inconfundible.

-Eso es ridículo -decía enojado-. No esperas que una jovenzuela lo altere todo.

-No todo, Sioba -repuso la tía con voz melosa-. Solo quise decir que debemos ser cuidadosos. Ella es muy joven.

-Demasiado joven. Si quieres oír mi consejo, llévatela lejos de aquí si no la quieres involucrar.

-No, Sioba, no puedo hacer eso. Amaba a mi hermana y la chiquilla solo me tiene a mi; no puedo rechazarla, y creo que no seria bueno involucrarla en lo que hacemos.

-Muy bien, entonces debe aceptar las cosas como son. Y te advierto que si se repiten cenas como esta, no asistiré.

-Lo Lamento, Sioba; lo lamento -dijo tía Rene con voz trémula, a punto de llorar.

Isabella comprendió entonces que estaba escuchando furtivamente. En silencio, esperando que nadie la hubiera oído decender  la escalera, corrió al primer piso, donde se quedo temblando con las manos oprimidas. Que significaba esa conversación? Que habría venido a interrumpir ella y por que al Barón le desagrado tanto su llegada? Que derecho tenia el para interferir?  Se había mostrado amable la primera ves que la vio, cuando llego a las cinco y se introdujo en el boudoir de tía Rene, igual que la noche anterior.

De que hablaban? Por que llego primero, temprano, por la tarde, y después regreso a la hora de la cena? Isabella no podía responder a esas preguntas. Ahora, se daba cuenta que eran casi las ocho. De nuedo descendió la escalera, luchando por controlarse, decidida a no demostrar su desconcierto.

Por fortuna, varios invitados llegaron cuando ella entraba al salón de recepción. No hubo tiempo de decir nada; solo pudo escuchas a tía Rene que alababa su vestido.

-Se ve encantadora; No es cierto Barón? -la voz de tía Rene era suplicante e Isabella noto que, aunque en privado lo llamaba por su nombre, en publico se dirigía a el de manera formal.

-Encantadora en efecto -dijo el Barón con una de sus sonrisas maliciosas y a Isabella le hubiera gustado hacerle tragar el cumplido.

Llegaron mas invitados, hombres jóvenes, ingleses la mayoría. Había sin embargo, varios franceses y un vivas italiano que acababa de llegar a la embajada de su país.

Las damas la sorprendieron; casi todas eran de la misma edad de tía Rene. Las pocas jóvenes que habían, parecían estar con un hombre en particular, sin que se les interesara hablar con nadie mas. El Barón, ceñudo acompaño a la mesa a una de las contemporáneas de tía Rene, e Isabella observo que cuando llegaron al comedor su tía hablaba demasiado aprisa con fingida sagacidad y alegría.

Isabella, sin embargo, quedo admirada ante la mesa repleta de adornos de oro y la profusión de orquídeas color púrpura colocadas entre la bajilla, quedándose sin aliento, ya que iba a ser la primera ves que comía en platos de plata.

Transcurrió un rato antes que mirara a su alrededor.
Al hacerlo, vio que el Barón continuaba con la misma mirada hostil. Los hombre parecían estar a gusto y se veían muy elegantes con sus cuellos blancos y almidonados, los sacos con cola y los claveles rojos que solo los ingleses llevaban en el ojal.

Isabella encontró demasiado ruidosas las risas de las damas. No se podía imaginar a su madre o a ninguna de sus amigas celebrando exageradamente algún chiste o inclinándose sobre las mesas hasta el punto de dejar casi al descubierto, en forma indecente, los blanquecinos senos.

Claro que las mayoría de las mujeres eran francesas y le pareció a ella que esa era la razón principal de tal comportamiento.

A un lado de ella se encontraba un hombre de edad madura y al otro, un hombre joven de la embajada italiana. Se veía claramente que l hombre maduro no deseaba entablar conversación con Isabella hasta que hubiera dado cuenta de una buena parte de la comida y de la bebida.

Isabella hizo algunos intentos para platicar con el, y como respuesta solo recibió monosílabos incongruentes y lacónicos. Pensó que era descortés y que no la consideraba importante al no prestarle atención.                      

En contraste, el joven italiano se deshacía en sonrisas y platica.

-Es usted muy hermosa, muy hermosa! -le dijo a Isabella-. No esperaba el placer de encontrar en París tanta belleza; belleza elegante, si, pero no la de una diosa.

-Se ve que todavía no ha estado mucho tiempo aquí -dijo riendo Isabella -, le aseguro que hay infinidad de mujeres francesas a quienes podrá usted decir eso en menos de una semana.

El movió la cabeza.

-Como mis paisanas, las francesas son latinas, morenas, muy atractivas y algunas hasta poseen la belleza de una madona, pero usted con su precioso cabello y su vestido blanco, tiene la apariencia de un ángel.

-De momento no quiero ser un ángel -dijo con las mejillas sonrosadas por el cumplido-. Quiero disfrutar Paris, ver todo: los hermosos edificios, el Sena, los parques y todos los sitios divertidos.

-Y, me permitirá ser su acompañante?

-Tendrá que preguntárselo a mi tía Rene -le respondió Isabella preocupada por no herir sus sentimientos, y noto la mirada de sorpresa de el.

-No puede ir a donde le plazca, ni hacer lo que desea?

-No sin consultarlo a mi tía! Sucede que vivo con ella. Mis padres murieron y como es natural, ella es muy estricta acerca de lo que hago y adonde voy.

Los asombrados ojos del italiano se agrandaron aun mas.

-No comprendo; pero hablare con su tía. Pero, Es realmente su tía?

-Por supuesto. Quien pensaba que era?

El italiano no respondió, pero Isabella tubo la impresión  de

que no se atrevía a decir lo que pensaba.

Cuando la cena llego a su fin, aumento el bullicio entre los invitados. Los lacayos de esplendidos uniformes y bien peinadas pelucas llenaban las copas en cuanto estas se vaciaban. Por fin, el Barón se hablando un poco y desde el extremo de la mesa, elevo su copa hacia la duquesa.

-Por nuestra encantadora anfitriona -dijo-. Creo que todos estamos de acuerdo en brindar por ella caballeros.

Los caballeros en cuestión se levantaron un poco tambaleantes.

-Dios bendiga a la duquesa -cantaron a coro y de un trago escanciaron el vino de sus copas.

-Gracias -sonrío tía Rene, e Isabella noto que se sonrojaba, pareciendo en aquel instante mas joven y hermosa-. Gracias; deseo que todos se diviertan esta noche. Otros amigos vendrán mas tarde y espero que, aparte del juego, algunos de ustedes bailen. Mi sobrina es joven, se que disfrutara la música de la orquesta de Ventura.

Tía Rene se puso de pie mientras hablaba y guió las damas fuera del comedor, pero Isabella alcanzo a escuchar el comentario del desagradable hombre que tubo a su derecha en la mesa.

-La orquesta de Ventura! Vaya, vaya, vuela alto, No es cierto? Pensé que esa orquesta solo tocaba para la realeza y las embajadas.

Una mujer, al pasar junto a el y oírlo, se detuvo a murmurarle al oído:

-Por que se queja? No sabe acaso que Rene de Forks es ahora la reina de la vida alegre parisiense?

El viejo lanzo una risotada que a Isabella le pareció injusta.

Pero no había nada que ella pudiera decir. De hecho, no comprendió el significado de las palabras de la mujer.

Su tía llego a la puerta del comedor seguida por las damas en tumulto. Solo una de ellas permaneció en un extremo de la mesa. Antes de moverse, extendió el largo y pálido brazo hacia la cabeza del hombre sentado junto a ella y, atrayéndolo hacia si lo beso apasionadamente en los labios.

Isabella contemplo la escena sorprendida. Nunca se imagino que una dama se atreviera a hacer nada semejante durante una cena, ni en sitio alguno donde pudiera ser vista.

El atractivo joven que se balanceaba en el respaldo de su silla recibió imperturbable el beso y después, dio una palmada al trasero de la mujer, mientras estas se alejaba contoneando la cadera.

Fue entonces cuando Isabella advirtió que llevaba un vestido rojo brillante, profundamente escotado en el pecho y la espalda.

"Que diría mama?" se repetía, sin poder evitarlo. Siguió a las mujeres a la planta alta, un poco temerosa de lo que pudiera hacer o decir, pero tía Rene no le dio oportunidad de hablar con ninguna de ellas.

-Sube a retocarte a tu habitación, Isabella -dijo con firmeza-. Y cuando estés lista ven a la mía.

Isabella solo pudo obedecer.

Los hombres tampoco permanecieron mucho rato en el comedor; no se quedaron de sobremesa como acostumbraba su padre cuando tenia invitados, y muy pronto el salón se fue llenando cada ves mas de gente que llegaba a estrechar la mano de tía Rene y que después se apresuraban hacia las verdes mesas de juego.

La orquesta tocaba suavemente en el recibidor. Para su sorpresa, la habitación pareció haberse transformado desde que la vio esa mañana. Había flores frescas por todas partes, grandes guirnaldas en las paredes,  y las pequeñas luces en forma de estrellas que colgaban del techo, conferían al lugar una atmósfera de romántico misterio. Pero nadie parecía escuchar la excelente música que ejecutaba una docena de violines.

Estaba segura de que el italiano le pediría que bailara con el pero, cuando bajo de su habitación, lo vio en un rincón murmurando con una mujer muy atractiva que llego después de la sena, y que vestía un ajustado traje negro de malla, y se adornaba el rojo cabello con una tiara de diamantes.

-Debes permanecer junto a mi para recibir a los invitados -dijo tía Rene. Sin embargo, en ocasiones no se molestaba en presentarle a algún recién llegado. Solo lo saludaba y lo enviaba de inmediato a las mesas de juego o al bar, que se encontraba a un extremo de la habitación, donde estaban el champaña y el caviar.

Por fin, cuando le pareció que ya llevaba demasiado tiempo de pie, Isabella vio un rostro conocido y observo a Lord Whitlock, acompañado de su primo, Lord Cullen, se encontraban en lo alto de la escalera.

Se alegro de verlos. Eran dos personas que no le resultaban del todo extrañas y también sentía el natural deseo juvenil de pasarla por fin bien disfrutando de la música y tal vez la platica.

Tía Rene extendió su enguantada mano diciendo:

-Oh Lord Cullen, estoy encantada de verlo! Me apenó mucho que no pudiera venir esta tarde a tomar el te con nosotras.

-También yo lo lamente -repuso el-, pero como se lo indique en la nota que espero haya recibido, tenia mucho trabajo y no pude salir de la embajada.

-Toma la vida demasiado enserio -sonrío tía Rene-. Y como esta usted, señor Whitlock? Ha sido amable al venir -apoyo una mano sobre su brazo y mientras Lord Cullen estrechaba la mano de Isabella, continuo diciendo:

-Isabella a sido muy buena, ayudándome a recibir a los invitados. Baile con ella, Lord Cullen. Ventura nunca me perdonaría si nadie aprecia su exquisita música. Y usted señor Whitlock tendría la bondad de ofrecerme una bebida? Mi garganta esta casi ceca.

Los hombres tuvieron que acceder a las peticiones de la duquesa.

-Claro que si, bailemos -dijo Lord Cullen a Isabella con vos seria, casi ruda, mientras Jasper acompañaba a la anfitriona al final del salón donde se encontraba el bar. A isabella no le paso desapercibida la mirada triste y desilusionada en los ojos del señor Whitlock, por lo cual se lamento ni el destello casi vil en los ojos de su tía justo antes de darles la espalda.

-Espero que mis pies no se enreden -dijo Isabella mientras sentía sus mejillas arder-. Mi madre me enseño a bailar, pero no baile a menudo con hombres. Deberá disculparme si soy torpe.

-Estoy seguro de que no será así -dijo el.

Tenia razón, Isabella pudo seguirlo sin dificultad pues el bailaba sin grandes pretensiones y ambos se deslizaron con ritmo y suavidad.

-Que orquesta tan maravillosa! -exclamo ella-. Nunca pensé que la música para bailar pudiera sonar tan hermosa.

Después de dar barias vueltas en circulo al rededor de la habitación, Lord Cullen  dijo:

-Hace calor aquí adentro, no es cierto? El aroma de tantas flores llega a sofocar. Por que no salimos al balcón a respirar aire fresco?

-Desde luego -asintió Isabela mirando los grandes ventanales que conducían al balcón en la parte trasera de la casa.

Un poco retirado, el Barón miraba con complacencia a los dos jóvenes que abandonaban el salón.

En cuanto Isabella y Edward salieron, el alzo el rostro hacia una ráfaga de viento diciendo:

-Esto esta mucho mejor. Los franceses siempre mantienen las casas demasiado calientes.

-Pero tía Rene es inglesa.

-Si lo es! me temo que a menudo lo olvido y pienso que es francesa, debido a su titulo.

-Es verdad.

Isabella coloco las enguantadas manos sobre el balcón y miro hacia el jardín debajo de ellos. Las hojas de los árboles se movían con el viento y a su espalda podía ver las luces de París.

-Se esta divirtiendo? -pregunto el.

-Todo es muy emocionante y bastante diferente de como yo lo esperaba -respondió con sinceridad.

-Usted se ve distinta -añadió el, apoyándose también en la baranda lustrada mirándola con detenimiento-. Supongo que se debe al vestido. Es muy diferente al que traía cuando llego.

-Tía Rene a sido muy generosa, me llevo a Brandon's.

-Si, lo oí decir.

-Fue fantástico, me hizo este vestido en veinticuatro horas! Es increíble. Verdad?

-Usted debió caerle bien. Tengo entendido que monsieur Brandon no permite que lo apresuren , a menos que la persona le agrade y que considere que dará brillo a sus creaciones.

-Isabella elevo los ojos y lo miro sonriendo.

-No creo que piense eso de mi.

-Oh si, créame. Y no se equivoco.

-Usted lo cree?

Casi coqueteaba al preguntarlo. Después de observar a las mujeres durante la cena, se sentía ridícula por la acción y fuera de lugar en aquel extraño ambiente.

-Se ve encantadora. Será igual de amable con el señor Whitlock?

No era la respuesta que ella esperaba y lo miro asombrada.

-Amable con el señor Whitlock? No entiendo lo que quiere decir.

-Creo que si lo entiende, pero su tía parece decidida a que el no se le acerque.

-Tía Rene no me permitió salir a pasear sola con el. Me dijo que no estaba bien. Supongo que fue mi culpa, por haberlo sugerido, pero pensé que en Paris las cosas eran diferentes que en Inglaterra.

-Creo que comprende que eso es solo un convencionalismo. Mi primo esta ansioso por ser su amigo. Es un buen muchacho: amable y generoso. No creo que se arrepienta de permitirle ser el primero en enseñarle Paris.

-Todos parecen desear hacerlo -dijo ella con sencillez y aunque pensó que podría ser su imaginación, le pareció que el rostro de Lord Cullen se endurecía.

-Así que el pobre Jasper ya tiene rival! -dijo el, pero Isabella no comprendió sus palabras.

-Creo que lo que sucede es que tía Rene, quiere mostrarme Paris ella misma. Esta noche no pude evitar pensar que es una tristeza que nunca tuviera hijos. Si tan solo tuviera una hija o un hijo, lo pasaría mejor. Debe ser entretenido dar fiestas para los amigos, pero mucho mas para la propia familia.

Lord Cullen permaneció callado y después de un momento, ella volvió la cabeza para mirarlo, los ojos enormes en contraste con el pequeño rostro. El también se volvió hacia ella y, a continuación, le levanto la barbilla y la hizo elevar el rostro acercándolo al suyo.

-Es usted tonta, o en verdad es tan inocente como parece?
Isabella deseaba responderle, decirle que la había ofendido llamándola tonta, pero algo en aquellos ojos la hizo contener el aliento. Permanecieron mirándose. Ella podía sentir la cálida fuerza de aquellos dedos en su barbilla.

Inesperadamente se estremeció.


Que tal???

Que creen que pase??

Pido por favor muchos comentarios y votos.

Gracias y muchos besos...

Capítulo 10: Mujeres, todas son iguales... Capítulo 12: Luego escucho...

 
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