Estaba conduciendo de camino a casa con mi perfecta furgoneta roja. Mi primer día de clases ya había terminada, no había sido tan malo.
¿Por qué había acabado de salir de clase y ya tenía ganas de volver al instituto? ¿Acaso era por culpa de ese chico? ¿Estaba enamorada? No, no puede ser. Solo hemos estado hablando un rato. Mis hormonas no están tan revolucionadas como para jugarme estas pasadas. Seguro que debía de ser por otra cosa y no por culpa de ese chico.
Aparque delante de casa, había un coche negro aparcado delante de mí. Charlie tenía visita, seguramente debía de ser uno de sus amigos de la reserva.
Cogí las llaves de mi bolsa y abrí la puerta. Alguien estaba en el salón viendo la televisión, de hecho, por el ruido, me parecía que había más de una persona.
-Hola Bella –dijo cuando entre en el salón-. ¿Recuerdas a Billy Black y a su hijo Jacob? –me dijo señalándolos.
Había un hombre en silla de ruedas al lado de Charlie. Y después un chico alto y delgaducho con una larga melena envuelta en una coleta.
-Bueno… más o menos –dije yo sonriendo.
-Cuanto has cambiado Bella –dijo el hombre acercándose a mí para darme un beso en la mejilla, al igual que el chico.
-Bella ¿Por qué no llamas a que nos traigan una pizza? –propuso Charlie.
-No hace falta, hoy que hay invitados ya cocino yo –dije mientras me dirigía a la cocina.
M puse a calentar el horno y metí un pollo, tenía pensado hacer unas patatas fritas para acompañarlo. Mientras se hacía todo me puse a empezar a hacer los deberes de matemáticas que eran los que más me costaban.
-Charlie pregunta que si ya está la cena –dijo el chico apoyado contra el marco de la puerta. Me quede embobada mirándole, era guapo, la verdad. Pero según recordaba tenía un año menos que yo.
-Em… se está haciendo, todavía tardara un poquito –le dije yo volviéndome a poner a hacer los deberes de matemáticas.
Vino hasta donde yo estaba y se sentó junto a mí en la silla mirando los deberes que hacía.
-¿No te gusta el futbol? –dije sin levantar la vista del libro.
-No, la verdad. Y menos con ellos, son unos aburridos. Es más divertido verlo con mis amigos –dijo señalando la sala donde estaban.
-Ah –fue lo único que supe decir.
Paso el rato, me parece que se estaba empezando a aburrir un poco. Termine los deberes de mates y me puse a terminar de hacer la cena.
-¿Te ayudo? –pregunto Jacob levantándose.
-Vale, saca el pollo del horno. Cuidado, no te quemes –le advertí yo.
-Tengo un año menos que tú, pero eso no significa que sea tonto –me dijo.
-No me digas –le dije sonriendo-. Limítate a sacar el pollo del horno.
Y así hizo, yo termine de hacer las patatas fritas y corté el pollo. Nos sentamos en la mesa a esperar a que Charlie y Billy terminaran de ver el partido de futbol.
-¿Cuántos años tienes? –pregunto el al cabo del rato.
-Diecisiete años ¿Tu? –pregunté curiosa.
-Estoy a punto de cumplir los dieciséis –me dijo bajando la mirada.
-Con que aún tienes quince años, jovencito –le dije riéndome.
-Y tú que… ¿Ya te has jubilado? –pregunto el sonriéndome.
-Casi, casi –le dije yo y entonces entraron nuestros padres, se quedaron mirándonos con cara rara. ¿Pensaban que ya nos habíamos hecho amigos? Quizá si que era verdad, era fácil llevar una amistad con él.
Cenamos en silencio, todos tenían demasiada hambre como para poder hablar, suerte que estaban bien educados y sabían que no se tenía que comer con la boca abierta, que si no, no hubieran callado en todo el rato.
-Bueno, supongo que será hora de irnos –dijo Billy cuando terminamos de cenar.
-Espero veros de nuevo por aquí para el próximo partido –dijo Charlie.
-Sí, claro. Nuestra televisión aún esta estropeada. Seguro que Jake también está encantado –dijo Billy sonriendo y mirandome a mi.
-¡Papa! –le regaño su hijo, dandole un suave codazo en el hombro.
Y entonces se fueron a su casa con la camioneta. Vi que Jake ayudaba a entrar a Billy en el asiento del copiloto y el se sentaba en el asiento del conductor.
-Hare como si no lo hubiera visto, Jake –le dijo Charlie a Jake.
-Papa, quizá les deberías llevarlos. No es seguro que Jacob conduzca –dije yo mirando desde la puerta.
-Jake es un chico muy maduro para su edad ¿Sabes? Se las apañara solito. A cuidado de su padre durante…
-Vale, papa –le corte yo-. No hace falta que me des un sermón. Buenas noches –le dije dándole un beso en la mejilla.
Subí las escaleras a toda pastilla y me di una ducha rápida. Me sento de maravilla, me puse mi pijama medio roto y con ajugeros y me fuí a dormir.
Mañana sería un día nuevo. Quizá conocías más bien a ese chico tan simpático de Biología, Edward. Cada vez tenía más ganas de que llegara la hora de clase.
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