Estaba en el bosque sentada en una roca pensando, estaba pensando de nuevo en las palabras que Carlisle me había dicho el día anterior cuando he visto como un borrón pasaba ante mis ojos y mis sistemas de alerta se han activado, es un vampiro ¿será uno de los que me atacaron? Me he quedado petrificada, la vampira ha dado la vuelta rápidamente pero antes de saltar sobre mí se ha detenido y me ha mirado extrañada.
- Casi te mato, hueles muy bien…
Me he quedado en silencio, la vampira se parece a Victoria, pero su pelo es más rizado y de un color más claro tirando hacia dorado, sus ojos son castaños, me ha olfateado.
- ¿Qué eres? – yo he tartamudeado, ella da miedo aunque parece amable.
- Yo, medio vampira – ella ha sonreído.
- Yo soy vampira entera – me he reído por su comentario.- bueno vamos a presentarnos bien, yo soy Mai - me extendió la mano y yo se la cogí.
- Y yo Ann – nos miramos un rato en silencio – bueno… ¿y que te pasó? - ella me miró fijamente.
- Es una historia muy larga – he sonreído.
- Creo que tengo tiempo de escucharla – me ha mirado y me he apartado ligeramente de la piedra para dejarle un hueco ella se ha sentado a mi lado y ha comenzado a relatarme su historia.
“Hace mucho tiempo yo quise mucho a una persona, tanto que habría dado mi vida por él, pero él no sentía lo mismo y me lo hizo saber muy bien, me ridiculizó y convirtió mi vida en un auténtico infierno, tanto que me planteé morir en varias ocasiones para terminar con aquel horrible dolor. Ese día todo era extraño, el cielo estaba encapotado y de pronto tuve la sensación de que algo importante iba a pasar, algo que cambiaría mi vida para siempre, miré al cielo y recordé que hoy me aguardaba un día más, un día más en el que le vería sin poder hacer nada, a lo lejos, en el que trataría de nuevo, en vano completar su sueño de salir con aquella chica con la que compartía una leve amistad, un día más en el que me sentiría peor que la basura que pisaba con mis zapatos, un día más en el que desearía desaparecer, morirme, que la tierra me tragara y no quedase rastro alguno de mí. Cogí mi mochila y me marché sin despedirme de mis padres, sin saber que después de ese día no volvería a verlos de nuevo, me encaminé en silencio a mi propio infierno. Pasé las clases turnando mis miradas entre la pared, la ventana y alguna que otra mirada hacía mi tormento para deprimirme aún más al tratar de identificar cual sería el grado de desprecio que sentiría hacia mí. Salí de clases y lancé mi mochila a la entada de mi casa sin siquiera preocuparme de que algo se rompiera, pensé de nuevo en el chico y lancé mi teléfono lo más lejos que pude, sin preocuparme por donde caía, corrí hacia el bosque, internándome en su más profundo laberinto, corrí y corrí soltando todo lo que me quedaba dentro hasta que tropecé y caí de bruces contra unas ortigas, no me moví, seguí llorando en silencio, mi cuerpo escocía pero no me importaba, nada era comparable a lo que llevaba tanto tiempo sintiendo en mi pecho, nada era comparable a aquel nudo que me impedía, respirar, que me impedía comer, que no me dejaba vivir. Oí los pasos de alguien acercándose y me obligué a incorporarme aumentando el escozor al rozar de nuevo mi piel con las ortigas. Ante mi apareció un hombre.
- Vaya, que tenemos aquí ¿un conejillo perdido? – El chico me miró sonriente – voy a matarte – sonrió más aún pero yo solo me incorporé y me quedé en silencio – corre.
No me moví, todo mi cuerpo ardía y mi sentido común me indicaba que huyera para salvar mi vida pero no lo hice, ya no quería vivir, no me quedaba nada, realmente nunca tuve nada, ese pensamiento me entristeció pero no dejé que el lo notara, tan acostumbrada a como estaba por ocultar mis pensamientos no lo notó.
- Vaya, he encontrado a alguien que no quiere vivir, que decepción.
Se acercó lentamente tratando de hacerme retroceder, pero eso no pasó, me miró más decepcionado aún y me cogió del cuello, su tacto era gélido pero ni me inmute, la temperatura ya no me importaba, el acerco sus labios a mi garganta y me mordió, noté un doloroso pinchazo pero seguí mirándole a los ojos sin inmutarme y seguí así cuando mi cuerpo empezó a arder, el me miró hastiado.
- Qué asco de niñata, ni aún a punto de morir reacciona, te dejare aquí para que te pudras.
En cuanto se marchó me dejé caer y me apoyé en un árbol, ese hombre me había envenenado por lo que aguardé en silencio a mi fin, estuve tres días agonizando sin que nadie viniera a buscarme por lo que supuse que no habrían notado mi ausencia, mis padres nunca estaban en casa y en el colegio no había nadie que se preocupaba por mí, pasé tres días en aquel bosque mirando al cielo y rogándole que terminara con mi vida, incluso rogué a Dios implorándole que acabara con mi sufrimiento pero fue en vano, nadie vino a por mí, nadie se preocupó por mí, nadie notó mi ausencia, a nadie le importó. Al tercer día empecé a notar cambios en mi cuerpo, el dolor fue disminuyendo noté como mi corazón se detenía, recuerdo que lo primero que pensé fue “¿Ya estoy muerta?” pero no era así y al levantarme lo verifiqué me movía realmente rápido y notaba la garganta seca, me dirigí a mi casa y no pude salir de mi asombro al observar un cartel pegado a la puerta de casa, “hemos ido a un funeral, si necesitan algo llamen mañana” me enfadé ¿Quién avisa que va a un funeral de forma tan normal como si se fuese a hacer la compra? Y lo más frustrante ¿Quién celebra un funeral sin preocuparse de si la persona estaba realmente muerta? Porque supuse que ese sería mi funeral, fui al cementerio y vi un ataúd, mi familia estaba alrededor de él pero nadie lloraba, vi a alguien unas lápidas más atrás escondido y me acerque con sigilo, era él chico que tanto dolor me había causado pero, ¿Qué hacía aquí?
Al acercarme pude oír como pensaba en voz baja, hablando para sí mismo “tenía que asegurarme de que de verdad aquel incordio había desaparecido, ya era hora de que se muriera” no podía creer que estuviese diciendo algo como eso, ¿acaso no me había hecho sufrir bastante ya no había vuelto mi vida el peor infierno? Noté como mi cuerpo reaccionaba ante el enfado, me acerque a él y me puse a su espalda sin que él lo notara.
- Asique… estoy mejor muerta ¿no es así? - se giró y me miró asustado, noté el temor que le imponía en sus ojos y vi mi reflejo, estaba muy pálida y tenía los ojos rojos como la sangre, él me miró con enfado.
- ¿Vas a seguirme incluso muerta? – sus palabras ya no me afectaban, no sentía más que desprecio por él, sonreí maquiavélicamente.
- Oh no, yo no estoy muerta pero tú lo estarás en breve – le tape la boca y le llevé lo más alejada de la civilización que pude para evitar que nadie oyese sus gritos.
- ¿Y ahora qué quieres hacer? – le miré sonriente.
-Ya lo descubrirás pero primero, ¡corre! – se quedó quieto aterrado por mis palabras.
- ¿De verdad piensas matarme, tanto te he hecho sufrir? – me miró apenado y por unos instantes mi confianza se desmoronó, momento que él aprovecho para reírse mientras corría gritando – eres aún más patética de lo que recordaba.
Yo salté apareciendo ante él y haciéndole detenerse y retroceder asustado mirando a su alrededor.
- ¿Cómo has hecho eso? – yo sonreí de una forma siniestra que aceleró los latidos de su corazón que ahora eran muy rápidos.
- Deberías tomarte más en serio las amenazas de muerte.
Lo último que vi fue su mirada asustada mientras rompía su cuello.”
Le miré un rato en silencio.
- No me ha parecido una historia tan larga.
- He decidido ahorrarte los momentos más macabros – me miro a los ojos - ¿no me tienes miedo? – Negué con la cabeza - ¿no te doy asco por lo que hice? – volví a negar y ella me miró sorprendida.
- Probablemente yo habría hecho lo mismo de estar en la misma situación que tú, y… ¿probaste su sangre?
- No, no quería tener nada de él, le dejé allí en el bosque esparciendo las distintas partes de su cuerpo para que no le encontraran jamás aunque no creo que quedara de una forma muy reconocible, después de eso estuve vagando mucho tiempo sin un rumbo concreto hasta que hace unos días tuve la sensación de que tenía que venir aquí y eso es lo que hice, y me encontré contigo y ¿Cuál es tu historia?
Cuando terminé de contarle mi historia me miró sorprendida.
- ¿Los hombres lobo existen?
- ¿Sí, no has visto ninguno nunca? – negó con la cabeza.
- Había oído muchas leyendas pero nunca había hablado con alguien que hubiese visto uno, realmente hace mucho que no hablo con nadie – yo sonreí.
- Bueno pues aquí tienes a una persona con la que hablar– me quedé un rato en silencio - ¿Y cómo te alimentas? Porque no he visto a nadie con los ojos como los tuyos.
- No suelo alimentarme, únicamente me alimento de algún animal cuando me empiezo a sentir realmente débil pero no mato a ninguno.
- ¿Nunca has matado a nadie después de… aquello?
- Bueno al principio sí, me era muy difícil controlarme pero con el tiempo lo fui mejorando asique no creo que vaya a causar ningún problema.
- Vaya… ¿entonces te quedas? – me miró sonriente.
- Parece que si.
Mai me caía bien, era un poco alocada pero parecía de confianza, me contó que tenía la misma edad que yo, bueno que llevaba tiempo con la misma edad que yo. Decidí que lo mejor sería llevarlo ante los demás antes de llegar a la casa de los Cullen ellos ya estaban esperando fuera, supuse que Alice les habría avisado, si Alice tenía visiones, al igual que Jasper controlaba los sentimientos y Edward leía las mentes de todos algo que no me agradaba mucho pensar porque eso significaba que también leía la mía… Le miré y me pregunté que estaría viendo en la mente de Mai, probablemente lo mismo que me había contado a mí dado que ella no tenía pinta de ser alguien con muchos secretos.
Alice se lanzó a abrazar a Mai y esta la recibió sorprendida.
- Vaya Mai, por fin llegas – miró su reloj – aunque con un poco de retraso, ¿Qué tal el viaje? Estoy segura de que nos llevaremos genial ¿verdad que si? – Mai estaba callada y parecía sorprendida, Edward seguía sonriendo y no pude evitar preguntarme de nuevo que estaría pensando.
- Alice tiene visiones – Mai miró a Edward y sonrió
- Eso lo explica.
Le presente a Mai los amigos de la familia y vi como esta los examinaba con disimulo buscando alguno de su gusto aunque no obtuvo éxito, lo supe cuando al cabo de un rato bajó la mirada y suspiró mirando al suelo.
Fuimos hasta la casa de los Cullen y empezamos a pensar en lo que podríamos hacer.
-¿Qué crees que es esto? ¿Una ONG vampírica? No puede quedarse aquí, no hay espacio – esa era Rosalie, tan positiva como siempre.
- Bueno podemos decir que es una prima vuestra y que se quede conmigo en casa alegando que en la vuestra sois muchos – Mai me miró extrañada, y con disgusto.
- ¿Instituto? – yo recordé su historia y me arrepentí.
- Bueno… si no quieres no hace falta que vayas… - pero ella me miró sonriente.
- ¡Claro que sí que quiero ir! ¿Qué hare sino aquí todo el rato?
A todos pareció gustarles la nueva idea, el ambiente estaba muy alegre y me extrañó, miré a Jasper y este me devolvió la mirada sonriente, estaba manejando la situación. Pusimos en marcha mi plan y la llevé a mi casa, después de presentársela a mi padre comprobé con alivio que se llevaban bien y el no sospechaba nada.
Ella no necesitaba dormir por lo que realmente no era necesario que tuviese una cama pero para seguir con el papel le dimos la habitación de invitados en la que ella dejó la maleta que Alice le había dejado con ropa que ya no iba a utilizar más, a pesar de que estaba nueva. Lo cierto es que Mai tuvo suerte de poder usar la ropa de Alice porque de haber sido más alta habría tenido que hablar con Rosalie y no parecían llevarse muy bien, realmente Rosalie no parecía llevarse bien con nadie.
A la noche después de que mi padre se durmiera alguien vino a mi cuarto abriendo la ventana.
- Hola – me asusté y estaba a punto de gritar cuando noté como una mano fría tapaba mi boca.
– Sshhh, o despertarás a tu padre, soy yo, Mai – respiré relajada.
- ¿Sabes el susto que me has dado?
Oí su risa, de pronto se quedó en silencio olfateando el aíre, me acordé de Kay y me entristecí, hacía mucho que no le veía pero pronto terminarían las vacaciones y volveríamos a vernos en el instituto, esa era la única esperanza que tenía aunque después de lo que había pasado dudaba que las cosas pudieran volver a ser igual.
- Oye… ¿a ti te gusta Edward? – le miré sorprendida.
- ¿Por qué lo preguntas? – ella sonrió.
–Te has sonrojado.
-Bueno… puede que un poco… si… - me miró dándome a entender que sabía que mentía – vale si… mucho – me mordí el labio inferior.
- ¡Lo sabía!
- ¿Por qué lo has preguntado? – me miró sonriente.
- Porque tu cuarto apesta a SU olor.
- ¡¿Qué?! – noté como me sonrojaba.
- Sssshhhhhhh – se quedó un rato en silencio escuchando los ronquidos de mi padre y al rato se relajó – no grites.
- Perdón, ¿pero porque dices que mi cuarto huele a Edward?
- Verás, cada vampiro tiene un olor distintivo, que solo los vampiros y quizás los hombres lobo distinguimos – yo me sonrojé al pensar que Edward había estado aquí sin que yo supiera nada - si quieres saberlo el olor es más fuerte en ese sillon por lo que supongo que cuando viene se queda ahí sentado – me señaló el sillon que había al fondo de mi cuarto, de pronto cerró los ojos – y mi intuición me dice que viene aquí a las noches y creo que va a venir hoy también en un rato, si quieres me voy…
- No espera, quédate un rato más – me miró sonriente – oye te quería preguntar si… ¿te has vuelto a enamorar de alguien? – se quedó un rato en silencio.
- No, no he estado conviviendo con los humanos en todo este tiempo, lo que me recuerda que quería pedirte un favor .
- Dime.
- ¿Podrías estar a mi lado en el instituto? Es que yo no estoy segura de como reaccionaré ante tanta sangre junta.
- Vale, no hay problema aunque quizás deberías decirles también a los demás dado que yo no tengo la misma fuerza que vosotros y no podría retenerte si de veras enloquecieras.
- No creo que eso pase, además se controlarme, es solo que una voz conocida me ayudaría a volver a la tierra si se diera el caso.
- Vale como veas – se quedó un rato en silencio.
- Edward vendrá enseguida, mejor me voy – se dispuso a saltar por la ventana pero en el último momento me miró – hazte la dormida – vi cómo me guiñaba un ojo y la noche se la tragaba.
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