UN AMOR DELICIOSO

Autor: paoswan
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2013
Fecha Actualización: 15/08/2013
Finalizado: NO
Votos: 4
Comentarios: 6
Visitas: 6595
Capítulos: 6

Bella ha conocido a Edward en la clase de cocina a la que se ha apuntado con la intención de ser capaz de cocinar algo comestible. Él es guapo, inteligente y domina las artes culinarias…
A pesar de ello, no es lo suficientemente perfecto como para que Bella no le encuentre alguna carencia, real o inventada, que le permita justificar su reticencia hacia él. Ya que ella no está interesada en romances apasionados con hombres atractivos y educados, ¡JA! Al menos eso es lo que Bella insiste en repetirse con muy poco éxito.

terminaran encontrando un amor delicioso....

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La historia no es mia es una adaptacion de la obra del mismo nombre de la autora Olga Salar quise compartirla con ustedes.... espero que les guste...

muchos besos y espero sus opiniones... gracias por leerme...

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Capítulo 2: CAPITULO 2

CAPITULO 2

 

 

Tras dos viernes seguidos en los que Edward no apareció en las clases de cocina, Bella se planteó la posibilidad de hacer lo mismo y no asistir esa tarde. Había tenido un día horripilante, las telas les habían llegado con retraso y ahora iban a tener que trabajar más horas extra para llegar a tiempo a la entrega. Para colmo se trataba de Esme Cullen, una clienta a la que quería impresionar a toda costa, además se le había roto un tacón de sus Louboutin al salir del taller, y después estaba Emmet  y su corazón roto.

 

Suspiró, permitiéndose durante unos segundos, dejarse llevar por la autocompasión, la misma que no le había permitido sentir a su hermano.

 

—Suficiente. —Se dijo en voz alta— hay que moverse o te deprimirás todavía más.

 

Decidida a no dejarse vencer por el desánimo se atusó su cabello dorado y corto, se puso el abrigo, se colgó el bolso y salió por la puerta, dispuesta a volver a quemar la comida o a confundir la sal con el azúcar, qué más daba cuál fuera la catástrofe culinaria de la tarde. Cualquier cosa era mejor que quedarse en casa lamentándose.

 

Edward estaba impaciente porque comenzara la clase de cocina, había estado fuera de Londres varias semanas para tratar la compra de un viñedo en el que su padre estaba interesado, y tenía ganas de retomar su rutina. El viaje a España había sido agradable, el tiempo cálido a pesar de estar en otoño, la comida deliciosa, no obstante, no había disfrutado de la estancia tanto como habría sido de esperar. En esos días se había encontrado a sí mismo pensando, en numerosas ocasiones, en recetas de cocina y en compañeras morenas y menudas con sonrisas angelicales y ojos que brillaban traviesos.

Se giró cuando notó que alguien le tocaba en el hombro, su corazón se aceleró de anticipación y… se desaceleró en cuanto vio de quién se trataba o mas concretamente de quien no se trataba.  Jessica, una de las compañeras del curso que llevaba haciéndole ojitos desde el primer día, le sonreía con picardía parada ante él en una postura que hacía que sus senos estuvieran a punto de salirse de su ajustado jersey de cachemira.

 

—Re bienvenido Edward. —Le saludó con una sonrisa expectante.

—Muchas gracias, Jessica. —Contestó tratando educadamente de señalarle que no estaba interesado.

—Te hemos echado mucho de menos, sobre todo tu compañera. —Dijo con intención de hacer quedar mal a Bella—. Aunque yo no me he quedado corta, y eso que la pobre ha estado muy desanimada estos días que no te ha visto. ¡Ha quemado más sartenes que nunca!

 

Edward notó la mordacidad de sus palabras, pero no le importó, ni siquiera le prestó atención a lo que trataba de insinuar. Su mente se había quedado atorada en la primera parte de su discurso, una parte que deseaba con todas sus fuerzas que fuera cierta, aquella en la que según Jessica, Bella le había echado de menos.

 

—A mí me ha sucedido lo mismo, la he echado mucho de menos. —Respondió casi sin pensar, movido por la necesidad de protegerla.

—¿De verdad? —preguntó detrás de él la voz de la susodicha—. Cualquiera lo diría, puesto que no me has llamado en todos estos días.

 

Edward sonrió siguiéndole el juego, los dos sabían que era imposible que la hubiera llamado puesto que no tenía su teléfono, pero al parecer Bella había escuchado su conversación con Jessica y quería vengarse de la velada burla de la que había sido objeto.

 

Tanto Jessica como Edward se giraron para encontrarse de frente con una sonriente hadita de rostro dulce y mirada retadora.

 

—¡Oh! ¿Estáis juntos? —preguntó está cada vez más sorprendida.

 

Edward sonrió para sí, a ver cómo sales de esta, morenita, se dijo divertido.

 

—Nos estamos conociendo, pero sí… Podría decirse que estamos juntos.

 

Gracias por preguntar, Jessica. Eres muy amable. —Su sonrisa fue cándida y dulce.

 

Edward estuvo a punto de atragantarse con su propia saliva.

Edward abrió los ojos como platos ante la afirmación de ella. Había que reconocerle el mérito, sabía mentir. Lo había dicho todo con tanta naturalidad que si no hubiese sido porque era uno de los implicados, hubiera creído a pies juntillas sus palabras.

 

Una idea bulló entonces en su cabeza, una idea que caldeó su cuerpo y hipersensibilizó su piel.

 

—Jessica, si nos permites, Bella y yo vamos a tomarnos la tarde libre, tenemos mucho de qué hablar, ¿verdad, preciosa?

 

Esta vez fue el turno de ella para sorprenderse.

 

—Claro. Tenemos que ponernos al día, precioso.

 

Salieron antes de que el profesor apareciera por el aula. Bella volvió a rezarle al mismo dios que la había escuchado la última vez, para que este apareciera y les impidiera marcharse, pero en esta ocasión, Dios debía de estar ocupado porque salieron de allí sin que nadie les llamara la atención.

 

Edward la guió hasta una cafetería cercana. Sin hablar más que para agradecerle que le abriera la puerta, se sentaron en una de las mesas del local. Inmediatamente se acercó una camarera, que le dio un buen repaso a su acompañante, antes de inclinarse sobre él, invadiendo su espacio para preguntarle qué deseaba tomar.

 

Él apartó la mirada de la camarera y le preguntó con una sonrisa.

 

—¿Qué quieres tomar, Bella? ¿Un té, un café?

—¿Té? Odio el té.

 

La camarera la miró como si hubiera cometido un sacrilegio, Edward solo rió por lo bajo.

 

—Si no te importa, prefiero una pinta bien fría.

—Que sean dos.

 

La chica se marchó tras dirigirle otra mirada apreciativa a Edward que a Bella no se le escapó.

 

—Creo que has escandalizado a la camarera. —Bromeó.

—Estoy segura que eso lo has hecho tú. La pobre no podía dejar de mirarte, y la verdad no entiendo porqué. —Le dijo sonriendo.

—Acabas de romperme el corazón y estoy casi seguro de que lo estás disfrutando.

—Me has pillado. —Dijo levantando los brazos en señal de rendición.

 

En ese instante la muchacha regresó con las bebidas, que depositó delante de Edward sin siquiera mirarla a Bella. Esta se mordió la lengua para no decirle lo que pensaba de ella y le brindó una sonrisa alentadora a Edward, en honor de la rubia que les servía las cervezas.

 

—¿Dónde has estado estas semanas? —intentó imprimir a su voz indiferencia, pero la verdad era que estaba muy interesada en la respuesta.

—De viaje de negocios, ¿por qué, me has echado de menos?

—Sabes que sí. Te lo ha contado Jessica delante de mí hace un ratito, qué mala memoria tienes, vas a tener que probar con los rabos de pasa. —Edward se sentía fascinado con esa mujer que bromeaba con él con mordacidad y dulzura al mismo tiempo, sin duda nunca había conocido a nadie como ella.

—Tienes razón, lo olvidé. ¿Y qué tal las clases? ¿Ya eres capaz de hacer una omelette1 sin quemar la sartén?

—Sabes que no, y no deberías burlarte. No es muy caballeroso por tu parte. —Le regañó mucho más cómoda de lo que se había sentido nunca a su lado.

—¿Sabes? Voy a compensarte.

—¿Y cómo vas a hacerlo? —preguntó intrigada.

—Muy fácil. Voy a enseñarte a cocinar. 

Capítulo 1: CAPITULO 1 Capítulo 3: CAPITULO 3

 


 


 
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