CON LAS GANAS

Autor: vickoteamEC
Género: One-shoot
Fecha Creación: 21/09/2012
Fecha Actualización: 28/09/2012
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 22
Visitas: 4929
Capítulos: 2

 

Decir todo, no decir nada.

Quedarse con la necesidad de más... con las ganas



 
 
 
Bueno, aquí les traigo un pequeño obsequio, es un "song fic" con la canción "con las ganas" de Zahara. Moría por compartírselos!!!! 

NO PERMITO PUBLICACIONES SIN LA CORRESPONDIENTE AUTORIZACIÓN.

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, sólo la idea que surgió a partir de la canción es mía. 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 2: FORGEETING *OUTTAKE*


No podía dejar ésta historia así... la idea del punto de vista de Edward surgió casi al mismo tiempor que el mismo Song Fic y creanme cuando les digo que me ha hecho llorar. 

Espero que les guste y no me maten mucho por esto.

La canción de la parte de Edward es "Forgetting de David Gray" (da clic en el título para que abra el enlace)

Disfrútenlo.

Besos de bombón.

 

 

 

EDWARD POV

 

Crawling then walking
Then running and sweating
Forgetting

 

Hacía veinte minutos que Isabella había salido. Todo era un desastre. ¿Por qué tenía que ocurrir así? ¿Qué debía hacer? ¿Ir tras ella? ¿Dejaba que arreglara su parte del problema con Caroline?

Me preocupaban las calles nevadas y el frío.

Suspiré, dejándome caer sobre el sillón de la sala que daba hacia el ventanal, dejé mi vista perdida en el lindero del bosque, enterré el rostro entre mis manos y suspiré de nuevo.

Mi mente viajó hacia tras. Recordando.

 

Era más de mediodía, pero no importaba. Lo único importante era la hermosa castaña que dormía entre mis brazos cómo un verdadero ángel. Era la primera vez que estábamos así, la noche anterior se había entregado a mí antes que a nadie, me regaló su virginidad. El gesto, aunque pudiera parecer simple, significaba mucho para mí.

Yo no era perfecto, pero trataría de llevar lo nuestro de la mejor manera posible. Ella lo merecía. Y Caroline… bueno, a ella le deseaba lo mejor. La quise mucho, no lo niego, pero estar con Isabella hizo que me diera cuenta de a quién amaba y quién era la mujer con la que quería estar, por siempre.

Lo complicado era Caro. A pesar de terminar lo nuestro dudaba que aceptara tan fácilmente mi decisión de estar con su prima, la que consideraba su hermana.

Mis pensamientos se vieron interrumpidas por un par de manitas que se ciñeron posesivamente a mí alrededor. Sonreí y acaricié su cabello.

—Buenas tardes, floja— le susurré.

—Humm… buenos días— se quejó con un adorable puchero.

—Hoy vamos a estar todo el día en cama. Supongo que estás cansada— ella sonrió y asintió, aún sin abrir los ojos, cómo si en verdad no pudiera hacerlo por lo cansada que estaba.

—Tengo hambre— murmuró, haciéndome reír.

— ¿Qué te parece… una hamburguesa y papas fritas?

—Rico. ¿Con coca cola? — reí de nuevo.

—Sí, con coca cola— la miré por un rato más, apreciando su rostro apacible y su respiración acompasada. De no ser porque acabábamos de entablar una conversación juraría que dormía.

Ese fue sólo el principio de algo maravilloso para los dos. Fue uno de tantos amaneceres. Después de ese momento vinieron muchos más, cada uno tan único que ni siquiera podía numerarlos o ponerlos en una lista de preferencias; no había nada más importante mientras estuviera a su lado.

Cada instante con ella era digno de mencionar, pero la primera vez que me dijo que me amaba… fue inexplicable, me hizo flotar con sólo dos palabras.

Era sábado en la madrugada; estaba agotado, había tenido una caótica semana de trabajo. Aún así no podía negarme a los encantos y mimos de mi hermosa Bella. Después de un delicioso masaje que terminó en un par de rondas haciendo el amor, estaba a punto de caer inconsciente por mucho, mucho tiempo. La sentí salir del baño, trepó por la cama hasta acomodarse a mi lado; luego sentí la frescura de su piel contra la mía, producto de la ducha que se  había dado; sus brazos y piernas me rodearon y yo dejé caer perezosamente un brazo a su alrededor.

Sentí sus labios en mi hombro y su risita vibrar sobre mi piel cuando logró que me estremeciera y suspirara a causa de sus caricias lentas y delicados besos húmedos. Sus dedos acariciaron mi cabello haciéndome caer más en la sensación de pesadez y cansancio. Se removió hasta que pudo besar mis labios, correspondí con un movimiento cansado y torpe, Bella sonrió y me besó de nuevo.

—Te amo, Edward— susurró con un tono de voz que tenía impreso tanto amor… olvidé todo el cansancio y abrí mis ojos mecánicamente para encontrarme con su hermosa mirada luminosa y su espectacular sonrisa—. Descansa— susurró de nuevo, acariciando mi cabello otra vez.

— ¿Soñé lo que dijiste? O ¿En verdad lo dijiste? — dije también en susurros.

—No lo soñaste— sonreí a sus palabras—. Te pedí que descansaras— reí flojo también por eso.

—No me refería a eso.

— ¿Entonces a qué?

—Me dijiste que… tú…

— ¿Te amo? — asentí—. Sí, eso también lo dije, mi amor— le sonreí y ella devolvió el gesto con una de sus maravillosas sonrisas.

—Te amo— dije con convicción y me besó.

—Yo también te amo. Ahora descansa, Edward— nos acurrucamos y dormí mejor de lo que jamás hubiera pensado.

Los meses pasaban y nosotros éramos más felices cada día. Al estar uno frente al otro ya nada más importaba, el mundo era irrelevante y sólo estábamos nosotros en nuestro “lugar feliz”.

Hablamos mucho, hicimos muchas cosas, planeamos, soñamos y añoramos.

 

Lying and cheating
Aiding and abetting
Forgetting

 

Un día por la noche, mientras cenábamos, recordamos con cierto pesar a Caroline. Sabíamos de algunos miembros de su familia que ya habían notado nuestra relación… pero ella no. Decidimos esperar a su regreso para hablar con ella.

Hoy había llegado muy entusiasmado por un mensaje que había recibido en mi celular, era de mi Bella, tenía un reto impreso en el texto y moría de ganas por descubrir el misterio. Abrí con la llave escondida en el macetero de la entrada, pensé guardarla en el bolsillo de mi pantalón; pero al final decidí dejarla en su lugar. Me recibieron un par de amorosos brazos, unos dulces y  cálidos besos y un almuerzo recién preparado.

Después de comer decidimos ver una película en su habitación. Mientras elegíamos el titulo para ver recordé lo que me había traído con tanta alegría.

—Y dígame, señorita Swan, ¿a qué se debe el entusiasmo de su mensaje de texto?

—Hum… ¿mensaje de texto? — dijo haciéndose la desentendida, comenzando un inocente juego.

—Sí, mensaje de texto— respondí asechándola.

— ¿En serio había un mensaje de texto?

—Vaya que tiene mala memoria, señorita Swan— calló de espaldas sobre la cama, subí gentilmente sobre ella y ella comenzó a reír—. Amo cuando ríes.

— ¿Ah sí? — preguntó con inocencia y mordiendo su labio.

—Sí y amo cuando haces eso con tus dientes— me acerqué a ella y la besé con ahínco. Bella enrolló sus piernas a mí alrededor y dio un pequeño gemido cuando atrapé su labio entre mis dientes.

—Te amo, mi hermosa Bella. Más que a nada. Más que a nadie.

—Te amo— respondió con su maravillosa sonrisa. Juraba que un día de estos me daría un colapso mental sólo por apreciar su espléndida sonrisa.

—¿Bella? ¡Edward! — la voz de Caroline hizo que nos tensáramos al mismo tiempo.

Nos miramos con el mismo pánico, su respiración se dificultó mientras la mía se atoró en mi garganta. Rodé a un lado al tiempo que Bella me empujaba por el pecho. Nos sentamos para encontrarnos con la atónita mirada de mi ex y prima de Bella.

Caroline comenzó a despotricar palabras hirientes hacia nosotros, me reclamó por haberla dejado, dijo mil cosas horribles y fue en contra de Isabella sin importarle mis argumentos o protestas. El caos se desató y estalló cómo mil barriles de pólvora.

Luego vino la confusión, más caos, gritos y desorientación. Bella se puso muy mal, estuvimos un rato más en la casa, luego ella decidió hablar con Caroline… a solas.

—Bella, creo que deberíamos esperar a que se calmen las cosas… darle su tiempo…

—Edward, si le damos tiempo le daremos oportunidad a que esto se haga más grande. Debo hablar con Caro lo antes posible.

—Bella está helando, hay nieve por todas partes y preferiría que no salieras— se acercó y tomó mi rostro entre sus manos.

—Voy a ir con cuidado. Tengo que hablar con ella.

—Pero con mucho cuidado, Bella— dije con derrota—. Te amo, no lo olvides.

—Te amo, Edward— fue lo último que dijo antes de salir y antes de que yo le gritara que no fuera.

 

Itching and scratching
Punching and hitting
Forgetting, Forgetting, Forgetting
Forgetting

 

Ya habían pasado horas y yo aún paseaba por la casa con impaciencia, comenzó a oscurecer y el sentimiento de tener una campana repicando dentro de mi pecho no cesaba, era una extraña sensación que se había instalado en mí desde que la vi salir.

Vagué por todas las habitaciones con mi teléfono celular en la mano. ¿La llamaba? ¿Llamaba a Caroline? ¿Salía tras ella? ¿La citaba en un lugar? ¿O mejor iba directamente a buscarla? Después de horas y horas de cavilaciones me dejé caer pesadamente sobre el sillón más grande de la sala, me acosté después de un largo suspiro de frustración y tapé mis ojos con un brazo.

 

Bella me sonreía, ese gesto me cautivaba cada vez más, su hermosa mirada me tenía hipnotizado. Comencé a caminar hacia su encuentro correspondiendo a su resplandeciente sonrisa, mostrándole mis dientes en una mueca de total felicidad.

¿Por qué no podía alcanzarla?

Lentamente la luz se volvió escasa, tuve que enfocar los ojos para no perderla de vista. Su rostro se transformó en una mueca de miedo, ella gritaba pero yo no podía escuchar nada, su cuerpo comenzó a llenarse de hematomas y había sangre por todas partes.

Corrí, corrí con todas mis fuerzas. Pero Bella estaba tan lejana, tan desprotegida… tan débil.

Mis piernas pesaron más y más. Hasta que por fin me detuve y sólo pude ver cómo se hacía cada vez más pequeña, desapareciendo, marcando una fuerte impotencia en mí al no poder hacer nada, viendo su mirada de terror y dolor.

Luego… no había nada.

Estaba solo.

 

Desperté sobresaltado, con la frente perlada en sudor y la respiración agitada. ¡Demonios! Me había quedado dormido. Tomé mi celular, no había nada. Eran casi las 5 de la mañana. Di un brinco y corrí hasta la habitación. Estaba vacía y exactamente igual cómo yo la había dejado.

Comenzaba a preocuparme.

Los siguientes minutos fueron realmente angustiantes, eternos. Decidí esperar a que fuera una hora prudente para llamar a casa de los padres de Caroline y preguntar qué había pasado.

Las 6:30 me pareció suficiente. Marqué el número y sonó una vez, dos, tres, cuatro… ¿¡Por qué demonios no contestaban!? ¿¡Qué rayos pasaba!? Al sexto tono contestó el padre de Caroline con voz adormilada.

— ¿Diga?

—Hola, Señor. Buenos días.

— ¿Edward?

—Sí, soy yo. Disculpe la hora…

—Hola, muchacho. Caroline nos contó lo que pasó y… bueno, eso es cosa de ustedes tres. Tienen que arreglarse entre ustedes, mi esposa y yo no somos nadie para juzgarlos….

—No hablo por eso— interrumpí impaciente.

— ¿Entonces por qué?

—Me gustaría hablar con Isabella.

— ¿Bella? — al escuchar el nombre su voz se despabiló por completo.

—Sí. Ayer salió detrás de Caroline y no he sabido nada de ella. Me preguntaba si…

—Espera, Edward. Isabella no ha venido para acá.

— ¿Qué? P…pero… pero… ella salió detrás de Caroline.

—No, Edward, ella nunca llegó aquí— sus palabras fueron cómo cien azotes, mi corazón se aceleró y mis nervios se dispararon.

—Oh no— me dejé caer sobre un sofá mientras jalaba mi cabello con la mano que tenía libre.

— ¿Intentaste llamarla a su celular?

—Varias veces y no entra la señal.

— ¿No estará con alguna amiga?

—No lo creo, ella iba directo a la casa de usted.

— ¡Demonios! ¿Desde cuándo no sabes de ella? ¿Cuándo fue la última vez que la viste?

—Ayer a las 3:00 P.M., más o menos.

—Aproximadamente quince horas sin saber de ella. Avisaré a mis conocidos en la jefatura, tenemos que comenzar una búsqueda cuanto antes. Edward, ¿estás seguro que no está en otra parte?

—Sí.

—Salgo inmediatamente a la comisaría. Sabes cómo llegar, ¿cierto?

—Sí.

—Nos vemos allá.

 

Reminding rewinding
Removing regretting
Forgetting

 

Salí disparado de la casa. Conduje lo más precavidamente que pude dentro de mi frenesí. Mi mente era bombardeada con miles de recuerdos. No, no, no, no. Esto no puede estar pasando.

¡Maldita sea! ¡No!

Cuando entré lo primero que vi fue a los tíos de Bella, él organizando a un grupo de oficiales que hablaban de equipos esparcidos por el bosque, equipamientos, entre otras cosas. Cuando ella me vio fue a mi encuentro y me abrazó.

—Vamos a dar con ella, la vamos a encontrar. Tiene qué aparecer— dijo a punto de romper en llanto. Se hizo un nudo en mi garganta.

—Por supuesto— dije con seguridad y me acerqué al grupo de hombres.

Mientras todo se organizaba, los tíos de Bella y yo tratamos de localizarla con conocidos y familiares. Nada.

Comenzaríamos la búsqueda.

Había tres posibles rutas que pudo tomar para ir a casa de sus tíos y dos porciones importantes de bosque en medio. Había cuatro grupos de hombres para cubrir  más territorio.

 

Your smiles at the wake and
Your tears at the wedding
Forgetting, Forgetting, Forgetting
Forgetting

 

3:00 P.M.

24 horas.

24 malditas y angustiantes horas habían pasado y no teníamos noticias de Isabella.

Estábamos internados en las profundidades del bosque, hacía frío y todo parecía más lúgubre. Era como si el bosque entero se hubiera sumido en las penumbras, como un mal presagio, igual que la insistente campana en mi pecho… mi desbocado corazón.

Estaba totalmente concentrado a la búsqueda y a cualquier movimiento que hubiera en torno a mí, pero al mismo tiempo estaba distraído pensando en mil cosas, recordando otras tantas y lamentando haber llegado hasta éste extremo una y otra vez.

 

Forgetting, Forgetting, Forgetting
Forgetting

 

01:15 A.M.

Poco más de 34 horas.

Mis pulmones trabajaban más por impulso que por otra cosa. El frío era intenso, capaz de congelar el más cálido pensamiento con una devastadora realidad. Mis fuerzas parecían congelarse conforme la temperatura bajaba, pero no me daría por vencido. Por supuesto que no.

El equipo se movía con eficiencia y la búsqueda continuaba a pesar de la hora, el frío y las pocas esperanzas.

El radio que nos mantenía comunicados con otro de los grupos nos hizo virar hacia el este para encaminarnos hacia una pista. No pude evitar sonreír cuando escuché las presuntas pruebas que se habían encontrado y la voz esperanzada que nos decía que al parecer estaban cerca de ella.

Fuimos en los coches tanto y cómo no los permitió la maleza, luego anduvimos por una empinada ladera alrededor de 40 minutos más hasta que llegamos a un primer grupo de hombres, al fondo se notaba un espacio amplio e iluminado.

Uno de ellos se acercó y me mostró un par de cosas: pertenencias de Bella, sin duda.

Me abrí paso entre ellos, corrí tanto cómo pude, avancé más y más… hasta que lo vi. Aquello que hace más de 30 horas era el automóvil de Bella, ahora no era más que un gran bulto de fierros retorcidos, vidrios rotos y piezas sueltas y desbalagadas por todo el lugar.

Mis ojos captaron la escena, aunque mi mente no la asimiló. Cómo un ser que se movía por inercia comencé a avanzar entre los hombres del equipo de rescate. Empujé a un par de personas hasta que llegué al lugar exacto.

Bella estaba tendida en el piso sobre una lona amarilla, los paramédicos sólo la observaban y llegué para ver justo cuando uno de ellos dejaba su pequeña mano sobre su estómago.

Oh, mi pequeña Bella, mi amor. ¿Qué le había pasado? Tenía golpes, la cara y el cuerpo ensangrentados y el cabello enmarañado. ¿Cuándo me miraría para dejarme sin aliento con una de sus espléndidas sonrisas? ¿Cuándo abriría sus ojos? ¿Dónde estaba la chispa de sus ojos? ¿Por qué nadie hacía nada?

— ¿¡Por qué no se mueven!? ¡Hagan algo! — demandé.

—Edward…— llamó uno de los oficiales que había conocido por la mañana—, lo lamento mucho, ella…

— ¡No!

—Hicimos todo lo posible.

— ¡No!

Corrí el corto espacio que me alejaba de mi hermosa Bella, tomé su cuerpo entre mis brazos y la estreché con fuerza.

—Está fría. Necesitamos hacerla entrar en calor. Denme mantas— volteé a verlos, sintiéndome desesperado—. ¡Denme las malditas mantas! ¿¡Qué no ven que está fría!?

Alguien me alcanzó un par de mantas, la cubrí y comencé a frotar su cuerpo. Seguía fría, pero aún podía percibir un leve halo de calor irradiando desde su interior.

—Vamos, Bella, vamos— pedí en susurros sin detener mi tarea.

La miré por un momento, ¡Dios, no!

Tomé un extremo de una de las mantas y lo pasé por su rostro, quitando la sangre de su piel; con una de mis manos despejé el cabello que caía sobre su rostro. Tomé su cara entre mis manos, implorándole que abriera los ojos… no tuve éxito. La tomé con fuerza entre mis brazos y la apreté contra mí, hundí mi cara en el hueco de su cuello y dejé que las lágrimas se esparcieran, sollocé, me sentía tan miserable.

—Vamos, Bella. ¡Vamos! — dije sacudiéndola con fuerza… nada—. No, por favor. Por favor, mi amor, por favor, no. No, no, ¡no! Por favor, no.

Sentía un dolor tan grande que hacía estragos en mi pecho y en mi garganta. Lloré, la abracé, grité, la aferré a mí cómo si eso pudiera arreglar algo… seguí llorando.

No fui consciente de otra cosa más que del bosque envolviéndonos. Bella inerte entre mis brazos, fría, sin vida. No podía ser… ¡No podía ser!

—Edward, déjala ir— pidió una voz compasiva a mis espaldas, una voz sufrida y ahogada… el tío de Bella.

—No, no quiero— incluso mi propia voz parecía extraña.

Sólo podía aferrarme a lo que quedaba de ella, sabía que no quedaba mucho tiempo, lo haría mientras pudiera. Lloré un mar de lágrimas. Sentía que todo en mi interior se había roto, que se había caído como un castillo de naipes… dejando una figura irreconocible y amontonada al fondo.

—Te amo. Te amo. Te amo…— entre cada “te amo” dejé un beso en sus labios. Hice eso al menos diez veces.

La apreté con fuerza por última vez y me levanté agonizantemente lento del piso… dejando gran parte de mi alma en aquella trágica escena. Con el amor de mi vida.

 

Spellbound and hellbound
And caught in the netting
Forgetting

 

— ¿Bella?

—Hola, mi amor— ahí estaba, a mi lado, con su espléndida sonrisa. ¿Cómo era posible?

—Hola— contesté, sonriendo maravillado. Ella sólo me miró y siguió sonriéndome… con tanta paz—. ¿Q…qué… qué pasó?

—Sólo he venido a pedirte algo, Edward— ¡Wow! Mi chica sí que era hermosa y no me cansaría de adular su sonrisa.

—Por supuesto.

—No quiero que llores, amor. Quiero que seas feliz.

— ¿Qué? ¿Cómo me pides eso? Yo nunca podré ser feliz sin ti…— puso sus dedos sobre mis labios. De no haber temido perderla de vista hubiera cerrado los ojos.

—No digas eso. Por favor, sé feliz.

—Pero… tú…— sin evitarlo un par de lágrimas rodaron por mis mejillas.

Sentí la delicada caricia de sus dedos sobre mi rostro, mientras limpiaban el rastro de mi llanto.

—No llores, amor mío. Siempre estaré contigo, Edward. Siempre.

—Nunca te voy a olvidar— prometí. Su sonrisa me impactó de nuevo—. Te amo.

—Y yo a ti. Por cierto, gracias por mis besos. Los estuve esperando— le sonreí; sintiendo el nudo, ya tan familiar, en mi garganta.

Pegué su frente con la mía, inhalé su delicado y dulce aroma por última vez y la besé delicadamente. Cuando rompimos el beso me miró con detenimiento, acarició mi rostro y la abracé con fuerza.

—Te amo, Edward— dijo en mi oído.

 

El padre de Caroline me despertó al llamarme a mi celular.

El momento había llegado.

Tal vez fuera extraño, incluso enfermo, pero decidí pasar lo poco que quedaba de la madrugada y parte de la mañana en la casa de Bella. Estaba seguro de que también pasaría los días posteriores ahí.

Él me dio la hora del servicio fúnebre y colgamos despidiéndonos con monótonos monosílabos.

Poco antes de salir tocaron a la puerta, me encaminé a abrir con pereza y me encontré con el oficial a cargo de la búsqueda. Lo hice pasar y antes de decir cualquier cosa me entregó un sobre color manila.

Lo puse en cualquier sitio, al ver la falta de interés comenzó a contarme sobre el contenido.

—El tío de Isabella me dijo que deberías tener una copia. Son los resultados del forense y del peritaje. No había mucho que buscar.

— ¿Qué fue lo que pasó? — mi voz se había convertido en un sonido totalmente monótono.

—Una avería en el coche por las bajas temperaturas. Los pedales se atascaron. Los peritos lo avalaron— asentí sin verlo a él ni a ninguna otra cosa en específico.

— ¿Cómo fue que ella…?

—Tenía el cuerpo lleno de contusiones, pero lo que más la afectó fueron los diversos cortes que tenía por el cuerpo. Poco a poco comenzó a perder sangre y la posición en la que estaba atascada le impedía moverse cómo para intentar salir del coche.

— ¿Se desangró?

—Sí.

— ¿Cuánto tiempo tardaron en sacarla? — él hizo una pausa y volteé a verlo.

—Alrededor de veinte minutos.

— ¿Y cuánto tiempo llevaba… muerta? — no contestó rápidamente—. ¿¡Cuánto!?

—Aproximadamente diez minutos— mis dientes hicieron un fuerte sonido al chocar violentamente y mis manos se volvieron dos dolorosos y apretados puños.

— ¿Diez minutos? ¿¡Diez malditos minutos!? — arrojé contra la pared lo primero que alcancé a tomar con la mano y di un lastimero grito.

—Ella luchó, resistió mucho y nosotros hicimos lo posible por reanimarla…

—Pero si hubiéramos llegado cinco minutos antes… Si yo no la hubiera dejado salir…

—No tienes la culpa, muchacho— se hizo un largo silencio entre nosotros—. Hay algo más— dijo después de un rato.

Lo miré impasible.

—Edward, antes de morir ella… abortó— no sé qué cara tendría, pero se encargó de dejarme muy en claro la noticia que estaba procesando en mi cabeza—. Estaba embarazada.

Sin poder resistirlo más dejé salir mis emociones en duros golpes contra la pared, al principio él dejó que me desahogara; pero cuando el muro se comenzó a manchar de chispas rojas me detuvo. Prometí no llorar y extrañamente no tenía la necesidad de hacerlo; sólo sentía un inmenso vacío en el interior, como si fuera la carcasa de algo que debía ser… pero ya no lo era.

 

Wiping it clean
My mute Armageddon
Forgetting, Forgetting, Forgetting
Forgetting

 

Llegué a la funeraria media hora antes del servicio. Me escabullí en la capilla y abrí con cuidado la tapa de cristal, puse entre sus manos un mameluco blanco envuelto en una pequeña manta del mismo color. Me dolió cómo jamás imaginé el sentirla tan dura y fría. Le di un último beso y me senté a esperar… sólo esperar.

En el transcurso de la noche vi muchas caras conocidas, vi distintos semblantes, muchos llantos, escuché lamentaciones de todo tipo y mil palabras hermosas para mi hermosa Bella.

Cuando Caroline me encontró en el mesón del café se encargó de recordarme mi pesadumbre, me culpó de que la mujer que consideraba su hermana estuviera muerta, se desahogó golpeándome con sus pequeños puños en el pecho… dejé que me lastimara, dudaba que algo me hiciera más daño que despedir el cuerpo de mi amada.

Todo avanzó muy lento, muy rápido.

Todo terminó.

Después de un par de días decidí mudarme de la casa de Bella, le entregué las llaves a su tío y pasé toda una tarde empacando mis cosas y nuestros recuerdos para emprender mi viaje de regreso a Canadá.

En uno de sus cajones había una nota, se suponía que debía dármela aquel día, cuando Caroline nos encontró. En ella estaba impresa su promesa de amor, el misterio de su embarazo no confirmado y sus últimas palabras que quedaron grabadas permanentemente en mí: “Sé feliz, mi amor”.

Me fui sin mirar atrás, con la promesa de regresar un año después.

¿Olvidarla? Jamás.

 

Forgetting, Forgetting, Forgetting
Forgetting

 

Estaba por cumplirse el primer aniversario luctuoso cuando decidí dar un paseo por un parque que estaba cerca de mi casa en Vancouver.

Al principio no la miré, sólo la escuché mientras yo perdía mi vista en las nubes. Luego la vi directo a los ojos y esa mirada verde, tan pacífica y hermosa me atrapó por completo. Y cuando ella sonrió… me recordó tanto a…

—Me llamo Marie— dijo haciéndome sonreír de nuevo. Cerré los ojos por un momento y un susurro en el viento me dijo al oído: “Sé feliz, mi amor”

Y eso haría.

 

Forgetting, Forgetting, Forgetting
Forgetting

 

Todos los años regresaba a este lugar tan lleno de recuerdos, después de tres años decidí comprarme una pequeña propiedad cerca del centro y regresaba con una cita inamovible a pasar un par de días antes de visitar el cementerio y llevar un ramo de girasoles. Nunca olvidé el día que me dijo que eran las flores más hermosas que conocía y que tenían un significado igual de hermoso.

Estaba en el patio delantero detrás de un pequeño objeto que había escapado de mí desde el patio trasero. Distraídamente vi que pasó un auto y frenó abruptamente en la cochera del vecino, di media vuelta y una voz me detuvo.

—Edward…— giré lentamente y la miré sorprendido.

— ¿Caroline?... Hola, ¿cómo estás?

—Bien, ¿y tú? — me miraba con una sonrisa y una mueca casi de llanto. Imagino que estaba igual que ella. Había pasado mucho tiempo.

—Bien— me sonrió y pude ver cómo parpadeaba para evitar el llanto—. 7 años, ¿eh?

—Sí, 7 años— faltaba un día para el séptimo aniversario luctuoso de mi Isabella.

— ¿Has regresado para… visitarla?— cuestionó con curiosidad.

—Sí.

— ¿Es… tu casa? — dijo apuntando detrás de mí.

—Sí. Aquí me quedo todos los años— Caro asintió.

— ¡Papi, papi! — gritó mi pequeña llegando a mi lado. Estiró su manita y devolví la pelota que se nos había escapado. Al verla, la mirada de Caroline se iluminó con una resplandeciente sonrisa.

—Hola, pequeña. Yo soy Caroline— saludó a mi nena.

—Hoda— respondió ella sonrojada y escondiéndose detrás de mis piernas.

— ¡Isabella, entra a la casa! ¡Es hora de comer! — llamó mi linda esposa a mi bebé, la cual corrió aún avergonzada por la presencia de Caroline. 

—Se llama Isabella— afirmó Caroline despejando su rostro de las lágrimas.

—Así lo decidió Marie. No pude negarme— expliqué.

— ¿Marie?

—Mi esposa— Caroline me sonrió y se lanzó a mis brazos.

—Perdóname por lo que dije cuando…

—Olvídalo— pedí correspondiendo su abrazo.

— ¿Nos vemos mañana?

—Sí, Caroline. Hasta mañana— me separé de ella y la vi marchar.

Cuando arrancó el coche Marie llegó a mi lado.

—Edward, ¿estás bien?

—Sí— contesté asintiendo para reafirmar mi respuesta.

—Belly me dijo que estabas con Caroline.

—Sí, era ella— Marie me abrazó y la rodeé con mis brazos—. ¿Por qué me pediste que fuera tu novio y por qué aceptaste casarte conmigo si sabías lo mucho que me la recuerdas?

—Porque te amo y porque quiero hacerte feliz— contestó ella con su hermosa sonrisa y su clara mirada iluminada.

Siempre pensaba que Marie era una nueva versión de Isabella. Pero estaba convencido de que no era ella, y Marie también. Podíamos vivir con mi pequeña locura.

—También te amo, Marie— le di un pequeño beso—. Vamos con Belly— ella asintió y caminamos de regreso al interior de nuestra casa.

Abrí la puerta para mi esposa, la dejé entrar y la miré tomar a nuestra hija entre sus brazos. Indudablemente las adoraba, eran lo mejor que había en mi vida, mi razón de existir y mis más grandes tesoros, mis amores.

Alcé la vista al cielo, admiré el hermoso color azul, las pocas nubes esparcidas, el sol asomándose cada tanto y la temperatura estupenda. El día perfecto, cómo lo describiría Bella.

¿Olvidarla? Jamás.

Cerré los ojos y un susurro en el viento me dijo al oído: “Sé feliz, mi amor”.

Y eso fue lo que hice. 

 

 

 

Capítulo 1: CON LAS GANAS

 


 


 
14637144 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10856 usuarios