Lo que significas para mi

Autor: Ainely
Género: Romance
Fecha Creación: 20/02/2012
Fecha Actualización: 20/02/2012
Finalizado: NO
Votos: 4
Comentarios: 4
Visitas: 9817
Capítulos: 7

¿Que pasa cuando en el pasado optaste por huir, aunque fuese contra tu voluntad? ¿Y si los fantasmas del pasado vuelven más fuertes que nunca cuando habias pensado que todo se había solucionado?

 

Hola chicas os dejo la secuela de Destino, espero que os guste.

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Capítulo 2: El pasado siempre vuelve

La semana pasó tranquilamente para los pequeños, que estaban absolutamente felices y por cada uno de sus poros irradiaban la alegría producida por el inicio de sus clases. Aunque en bastantes momentos me comentaban que echaban de menos los días que pasamos en las preciosas playas de Menorca. Dónde, después de mi mejora económica, había comprado una casita preciosa que se comunicaba con una de las playas más bonitas de la isla (ver en perfil). Este había sido nuestro tercer verano en la isla, y tanto los niños como yo teníamos un uso casi perfecto del idioma. Provocando que mis pequeñines, prácticamente tengan como segunda lengua materna el español. Desde que las clases habían iniciado, todas las tardes, mientras merendaban me explicaban todo lo que habían hecho y lo que les había pasado aquel día en la escuela.

Me encontraba recostada sobre la butaca del salón observando cómo los rayos de sol impactaban sobre el agua de la piscina y creaban una multitud de reflejos de los más diversos colores. Continuaba embelesada cuando unos leves pasitos, me avisaron que no era la única que se encontraba en el salón, a pesar de ser apenas las siete de la mañana.

-Hola mami – dijo Seth sentándose en mi regazo y escondiendo su adormilado rostro en mi pecho.

-Buenos días, mi amor – dije besándole la cabecita – Como que te has despertado tan temprano?-

-Es que he tenido un mal sueño – dijo haciendo un tierno puchero.

-Le quieres explicar a la mami el sueño? – inquirí, provocando que él empezase a narrar lo que había soñado.

-Pues en el sueño estábamos los tres jugando en el parque, te acuerdas de aquel que vimos cuando fuimos a Nueva York? – Cuestiono, simplemente asentí sabiendo que se refería al Central Park – Estábamos jugando con Luna, y de repente una nena empezaba a llorar y tú te ibas con ella y nos decías que nunca más ibas a volver con nosotros porque no nos querías – dijo mientras una solitaria lagrimita se escapaba de su ojito derecho.

-Seth, mírame – le dije levantando su cabecita de mi pecho, obligándolo a que me mirase a los ojos – Jamás, os voy a dejar, porque vosotros sois mi vida. Haría cualquier cosa, con tal que tu hermano y tú seáis felices – le aseguré mientras lo estrechaba fuertemente entre mis brazos.

-Porque estáis llorando? – dijo la vocecita de Anthony, quien nos miraba curiosos desde el otro lado del salón.

-Ven aquí, pequeño – le dije abriendo mis brazos para que se uniese a nuestro abrazo. Nos quedamos en esa posición hasta que el sonido de la alarma de mi dormitorio se escuchó levemente, anunciándonos que era la hora de empezar a arreglarse.

-Enanos, lamento deciros que debemos empezar a prepararnos porque sino llegaremos tarde, así que los dos a la ducha – avisé. Provocando que Seth asintiese enérgicamente, ya que le encantaba. Pero en cambio Anthony se sentó con los bracitos cruzados y poniendo cara de fastidio, uno de sus mayores enemigos era la ducha, debido a que no le gustaba nada.

-Jopetas mami, no es "gusto"- dijo, provocando que Seth y yo estallásemos en carcajadas, ya que le resultaba imposible pronunciar ciertas palabras correctamente, como le había sucedido con la palabra "gusto", cuando en verdad quería decir justo.

-Ni jopetas ni jopetos, a la ducha – dije señalando el pasillo. Él resopló pero accedió a bañarse ya que entró en el lavabo, seguido por su hermano. Después de un baño rápido, en el cual entre los dos hicieron un pacto y consiguieron mojarme enterita. Por fin ya estaban vestiditos y sentados en sus sillas desayunando mientras veían la televisión. Aproveché ese momento de máxima tranquilidad para vestirme. Opte por una camisa blanca, unos tejanos ajustados, una chaqueta oscura de rayas, con un pequeño bolso negro y unos lindos zapatos. (ver perfil)

Una vez di el visto bueno frente al espejó me paré a mirar el reloj de la habitación, llevándome la gran sorpresa que íbamos tarde. Por lo que salí corriendo de mi habitación, apagué la televisión sin avisar, ganándome unas cuantas quejas, por parte de los pequeños, que se encontraban inmersos en la historia.

-Amores, lo siento mucho, pero llegamos tarde – les avisé y en cuanto escucharon las palabras mágicas, salieron disparados por la puerta. Una de las peculiaridades de mis hijos era que no les gustaba llegar tarde a ningún sitio, aunque con lo despistada que yo era, me había llevado más de un regaño por parte de los pequeños. Quién diría que ellos me regañarían a mí.

-Mami, se me olvidaba decirte una cosita – dijo girándose antes de traspasar la puerta de entrada de la escuela – esta tarde tienes que venir a una reunión. Es a las cinco, y sobre todo se puntual y no te olvides, es muy importante – avisó.

-Vale mi amor, que tengáis un buen día – dije despidiéndome. Estaba entrando en el coche cuando una voz muy familiar me llamó.

-Bella? – al girarme me encontré con los curiosos ojos de Esme y Alice. Pero en este momento ellas no se encontraban solas, sino que detrás de ellas estaban Jasper y Edward. En cuanto vi al último cogí las llaves del coche y arranqué rápidamente sin ni siquiera responderles.

Como podía ser que ellos me hubiesen encontrado. No podía ser posible que todo esto estuviese sucediendo, realmente en mi anterior vida debería haber hecho algo muy malo para que Dios me castigue de esta manera. El ver a Edward otra vez, había hecho que los sentimientos que había intentado enterrar volviesen a salir a la superficie e incluso más fuertes que nunca. Pero no me podía permitir acercarme a él, ya que como averiguase la existencia de Anthony y que él pequeño era su hijo, se formaría una disputa muy fuerte a la cual no estaba preparada para afrontar. Sumida en mis pensamientos, no me di cuenta que ya me encontraba en el aparcamiento de la editorial hasta que un repiqueteo en la ventana me asustó. Al girarme me encontré con los negros ojos de Ángela.

-Estas bien amiga? – me preguntó una vez estábamos las dos solas en el ascensor.

-La verdad es que no estoy bien – confesé apoyando la cabeza en la pared y dejándome deslizar hasta el suelo. Mi amiga al verme en ese estado, pulsó el botón de parada y nos quedamos en el ascensor, para poder hablar tranquilamente. – Han vuelto – susurré.

-Quienes han vuelto? – preguntó sin entender nada.

-Mis bebes – susurré, ignorando la pregunta de mi amiga. – No me lo puede quitar – sollocé. – Con lo bien que ahora iban las cosas…-

-No te preocupes cariño, todo se solucionará. – me dijo acariciándome el cabello para intentar tranquilizarme. Pero en mi mente, hasta el más pequeñito espacio de ella estaba dedicado exclusivamente a este tema, y a este encontronazo que me dejó totalmente petrificada. Después de llorar en su hombro lo que me pareció una eternidad, intenté recomponerme y explicarle todo lo que había sucedido.

Ella me escuchó atenta cuando le relataba todo lo que había sucedido esta mañana en casa antes de partir hacia el colegio incluyendo el sueño de mi pequeño. Pero evidentemente su cara de sorpresa fue dedicada al momento en el que le expliqué cuando me giré y en la mismísima puerta de la escuela de mis niños, se encontraban ellos.

-Ahora le doy la razón a mi madre cuando dice que el mundo es un pañuelo – dijo en voz alta, pero en realidad era más para sí misma – Haber Bella, piensa que tu ahora ya no eres la frágil chica que llego a Florida, casi tansolo con las maletas y un niño agarrado de tu manita y otro en tu barriga. Ahora eres una mujer fuerte y poderosa en esta sociedad. Eres una de las personas más ricas e influyentes de todo el país. No te preocupes por nada, los niños no se separaran de tu lado. Aunque lo que no te puedo asegurar es que Edward se entere – me explico su punto de vista – se que no estuvo bien como huiste y más sabiendo que estabas embarazada de él y que os amabais con locura. Pero eres mi mejor amiga y te apoyo, aunque en cierta parte ahora comprendo tu posición mejor que antes – me dijo acariciándose la tripa.

-Un momento, me he perdido algo? – pregunté, ese gesto lo conocía muy bien ya que fue el mismo que yo utilicé cuando les expliqué que en mi crecía una pequeña personita hace tres años.

-Bella, cuando fui a buscarte a tu coche fue para contarte que Ben y yo después de bastante tiempo buscando un bebé lo hemos conseguido – dijo regalándome una sincera sonrisa en la que reflejaba su absoluta felicidad. Por fin su sueño de ser madre se iba a cumplir.

-Ahhhh!– Chillé de la emoción – Voy a ser tía – volví a gritar – Felicidades amiga, realmente te lo mereces, ya verás como serás una gran madre. Por cierto, yo seré la madrina, no? – inquirí mientras pulsaba el botón para que el ascensor volviese a funcionar.

Entre risas llegamos a mi despacho, donde me esperaban las últimas personas que en aquel momento hubiese deseado ver.

Capítulo 1: Nueva vida Capítulo 3: Tres años sin ti

 


 


 
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