Después de un sermón por parte de Sam sobre “no quiero que vayas sola a ningún lado”, nos pusimos a cenar.
-Por cierto Bella, ¿a dónde fuiste?-interrogó Quil mientras masticaba un trozo de pollo.
-A mi casa.
-¿Estás loca?-gritaron Jacob y Paul a la vez.
-¿A qué viene eso?
-¿No te das cuenta de que es precisamente allí en dónde espera que vayas sola para poder atacarte?-me reprochó, tenso Jacob.
Nunca le había visto así.
-Te repito que no necesito una niñera que me vigile las 24 horas del día.-contesté tajante.
-Bella, sabes que la necesitas-añadió con una nota de burla, Paul.-Ese tío es un maldito sádico que no parará hasta verte muerta.
-No si antes le matamos nosotros.-dijo Leah.
-Bueno, dejadlo ya. Bella ha estado allí y no la ha pasado nada.-me defendió Emily.-No la regañéis por algo que no ha ocurrido, ¿quieres más pollo?-me ofreció.
-No, gracias, se me ha quitado el hambre.
Me levanté de mala gana y fui derecha al dormitorio.
-¡Bella!-me llamó Sam.-Prométeme que dejarás que alguien vaya contigo cada vez que salgas.
No respondí.
“¿Mañana tenía una quedada de amigas de compras y pretendía que llevara a un lobo con nosotras? Lo llevaba claro.”
Cuando estuve tumbada sobre la cama y con los auriculares a todo volumen, me puse a reflexionar sobre quién sería mi nuevo guardaespaldas y cómo podría quitármelo de encima si quería ir con Alice a Port Ángeles. No sería fácil, eso seguro.
-Bella, ¿estás dormida?-habló Jacob.
-No.-contesté pesadamente mientras me quitaba los auriculares.-¿Qué quieres?
-Disculparme.
-Anda, pasa.-le invité a que se sentara a mi lado.
-Mira, sé que a veces puedo parecer algo antipático, pero es que no quiero que nadie te haga daño.
Le sonreí dulcemente. Cuando Jacob me decía esas cosas con mirada suplicante era incapaz de enfadarme con él.
-Lo sé, y también lo odio. Odio teneros a todos preocupados. Lo único que siempre he querido es ser una chica normal y feliz, pero por alguna razón no ha podido ser así.-suspiré.
-Lo bueno de que no seas una chica normal es que gracias a ello nos hemos conocido.
Me sonrojé. No estaba acostumbrada a que Jacob me dijera ese tipo de comentarios.
-Bueno, ¿me vas a dejar que sea tu guardaespaldas?
-Sabes que siempre lo has sido.
-Sí, pero de ahora en adelante quiero que me cuentes las cosas igual que yo te las cuento a ti.
-¿A qué te refieres?
-Bella a mí no puedes mentirme. Has dicho que estuviste dando un paseo por tu antiguo barrio, pero en cuanto has entrado por la puerta venías oliendo un tanto raro, ¿qué has hecho en realidad?
-He descubierto que mi casa se la han vendido a una familia que se acaba de mudar, los Cullen.
-¿De qué me suena ese nombre?-masculló para sí.
-¿Los conoces?
-Creo que mi padre sí. Vivieron aquí antes de lo que te pasó a ti y justo después se mudaron. Las pocas veces que Billy los mentó fueron con repulsión. Cree que forman parte de “los fríos”. No he vuelto a hablar con él de ellos. Pero te aseguró que lo descubriré.
-¿Y por qué dices que huelo mal? A ti siempre te ha encantado mi perfume de lavanda.
-Ya, pero se ha desvanecido, ahora hueles a …
-¿A qué?
-A nada. No es posible.-y se marchó del cuarto.
MIERDA. Tenía un problema. Si Jacob había detectado olor extraño en mí, es que porbablemente la familia de Alice eran vampiros, pero no quería darle plantón a mi nueva amiga... Algo en ella me otorgaba confianza.
Cuando me levanté a la mañana siguiente y bajé a desayunar, Seth me recordó algo de lo que prácticamente me había olvidado.
-¡Venga, Bella! Que ahora tenemos examen de matemáticas ¡eso sí que es empezar bien el día!-dijo irónico.
-Sí, pero lo bueno de vivir con el maestro en casa es que nunca llegas tarde a clase.-vacilé a Sam.
Después de lo de mis padres seguí asistiendo al colegio público pero mi situación social allí no era muy favorable que digamos. Casi no tenía amigos y con la víbora de Jessica arruinándome la vida, sería imposible que tuviera una vida feliz. Y como Sam les daba clases en casa a todos los lobos, decidió apuntarme. Mis padres siempre habrían querido lo mejor para mí, incluso hasta pensaron cambiarme de colegio para sentirme integrada, pero mis altas calificaciones defendían que tenía un buen nivel académico.
Ahora, los únicos que continuamos estudiando somos Seth y yo, ya que el resto tuvo que dejarlo en cuanto hormonaron los llamados “genes de lobo” para protegerme. Y aunque Seth también los tiene y se muere de ganas por protegerme, Sam le mantiene estudiando porque cree que es demasiado pronto.
-Más os vale que hayáis estudiado.-nos advirtió el “profesor”.
-¡Ya verás! Te voy a hacer un examen que vas a alucinar.-continuaba mi compañero.
Cuando me preparé el tazón de leche con cereales y me senté en la mesa junto a Jacob, le noté algo más distante que anoche.
-¿Qué te pasa?
-Son vampiros. Los Cullen son vampiros, me lo dijo anoche mi padre.-me soltó.-¡Y lo peor es que no sé cómo se atreven a invadir tu casa las mismas criaturas que te dejaron huérfana!-golpeó la mesa, furioso y se marchó. Supuse que se iba a convertir.
Todos los allí presentes se quedaron mirando como Jacob se iba, y segundos tardíos me miraron a mí. Me daba igual que mi nueva amiga y su familia fueran vampiros, yo había quedado con ella y mantendría mi promesa.
-Seth, Bella. Vamos a hacer el examen.
Después de una hora de cálculo mental y operaciones con polinomios, le entregué a mi “profesor” el examen y fui en busca de Jacob. En la cabaña no estaba así que decidí ir a la playa. Y allí le encontré; solo, caminando por la orilla y maldiciendo en voz baja.
-¡Eh!-le silbé, pero antes de poder llegar a su lado él se marchó en dirección contraria.-¡Jacob! ¡Jake!-al final conseguí que me escuchara.-¿Se puede saber qué es lo que te pasa?
-¿Te lo digo? ¡Pues que no los soporto! ¡Me dan asco! ¡Y no comprendo cómo tú te puedes quedar de brazos cruzados sin hacer nada!
-Jacob ha pasado mucho tiempo, por mucho que queramos no podemos permanecer en el pasado para siempre. ¡Si ellos no hubieran comprado la casa lo hubieran hecho otros!
-¡Pero serían humanos! ¡No es lo mismo!
-¿Y tú que sabes? A lo mejor la hubieran comprado una familia de… trols ¡yo que sé!
-No sé por qué los defiendes tanto, te recuerdo que uno de los suyos fue quien asesinó a tus padres delante de tus narices.
-Deja de mencionar de a mis padres, no es… elegante.
Y dañada, terminé la conversación.
Caminé sin rumbo un buen rato, y no sé cómo, pero acabé en el cementerio. Supongo que hacía mucho tiempo que no les hablaba a mis padres. Un laberinto de lápidas escritas se interpuso en mi camino. Con cuidado, las rodeé hasta llegar a la de mis padres. Estaban enterrados uno al lado del otro como pensé que les hubiera gustado: Rennée Jane Swan, nacida el 2 de agosto de 1979, fallecida el 11 de octubre de 2004. Charlie Joseph Swan, nacido el 23 de marzo de 1980, fallecido el 11 de octubre de 2004.
Unas húmedas lágrimas se agolparon en mis párpados, me absorbí la nariz y noté que me faltaba el aire. “Nunca dejaría de añorarlos.”
-Hola, papá. Hola, mamá.-monologué como era mi costumbre.-Sé que hace mucho que no vengo a veros, pero no os penséis que es porque os he olvidado, eso jamás.-hice una pausa para controlar mi sofoco.-O… ojala estuvierais aquí. Os necesito más de lo que creéis.-gimoteé mientras me secaba las lágrimas. Me temía que si seguía allí más tiempo, acabaría agotando todas las lágrimas de mis ojos. Estuve dispuesta a marcharme en cuanto les recé un “padre nuestro” a los dos, pero sentí que alguien me observaba por detrás. Aunque poco me importaba, ya que no sería la única que decidió venir a saludar algún difunto familiar. Me fui alejando de las lápidas mientras caminaba hacia atrás y si darme cuenta, tropecé con alguien y tuvo la amabilidad cogerme antes de que cayera.
-Perdón.-dije instintivamente en cuanto me incorporé, pero en cuanto le toqué, sentí como si hubiera tacado algo parecido al mármol, duro y frío. Me giré y lo miré a los ojos. No podía ser él… es imposible.
Habían pasado apenas unos cuantos años desde que lo vi la última vez: tan maquiavélicamente perfecto, su penetrante mirada que me helaba la piel, con su típico pelo cobrizo alborotado…. No había cambiado en absoluto, excepto los ojos, tenía los ojos de un color miel muy pacífico.
“¡Oh, pero será posible! ¿Bella en qué estás pensando? ¡Es el asesino de tus padres, deberías asquearle!”
Ninguno de los dos dijo nada. Supuse que él también estaba debatiéndose si matarme ahora que podía o esperar a que la cosa se pusiera interesante. Pero su reacción, no me la esperé en absoluto.
-Bella...Lo siento.-balbuceó, acariciándome los dedos contra los suyos gélidos. Su dorados ojos denotaban suplica… ¿me estaba pidiendo perdón por la muerte de mis padres? No sé si fue por la sorpresa que me dio estando allí o por el escalofrió que sentí al escuchar mi nombre en sus labios, solo sé que ya no me daba miedo estar a solas con él.
-¡Eh, jovencitos!-nos interrumpió el enterrador.-¡Iros a otro lado a hacer manitas! ¡Es una falta de respeto que lo hagáis delante de los difuntos!
Tras oír sus palabras, me alejé de él inmediatamente y, huí sin mirarle, hacia La Push. No podía entender lo que acababa de ocurrir… ¿lo había tenido delante de mis narices y lo único que había hecho era acariciarme la mano? Por un lado me aliviaba saber que no me había hecho puré delante los cadáveres de mis padres, pero por otro… ¿cómo había osado a venir a burlarse de mis padres y de mí? Porque eso es lo que había hecho, burlarse de mí, mentirme… ¿de qué narices sino iba a sentir la muerte de mis padres? ¡Maldito cabrón!
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