Narra Alma

Mi primer día en el instituto. No conocía a nadie, iba un par de cursos más avanzado ya que no pasaba por una niña de doce años, aparentaba de unos 15. Así pues empecé el curso de cuarto de la ESO. Menos mal que todo esto de la gripe se calmó y volvimos al instituto.

Mi vida era fantástica, mis padres eran vampiros y yo semi vampira y mitad humana.

Por la otra parte estaban los de la Push, los licántropos. Me sabía todas las historias sobre Vampiros y Licántropos.

Jacob, venía todos los días a verme, pero ahora que iba a empezar con el instituto, me prometió dejarme un poco a mi bola, por los estudios, etc. Pero yo aun así lo quería ver.

Era más que mi tío postizo. Era mi mejor amigo, incluso algo más, para mi.

Pero el tenía 18 años. Y yo tan solo 15? Si se puede decir que ahora tengo quince años.

Es verdad lo que me contó tía Alice, mi crecimiento era más rápido que el de un ser humano normal y corriente, pero eso era antes ahora e parado de crecer, por lo menos por ahora. Así que este curso espero que sea lo mejor.

Mentimos con los papeles del instituto pero… es una mentira piadosa.

-         Hija… que guapa, estas.- me dijo mamá.

-         Gracias mamá. Tengo muchísimas ganas de empezar ya.

-         Solo unos minutos.

-         Si.

Me preparé el desayuno y luego me dijo mi padre de llevarme al instituto ya que era mi primer día, acepte.

Subimos al volvo gris. Mi madre se despidió con un beso en mi mejilla.

-         Asta luego amor.

Nos encaminamos hacía el instituto. Una vez allí mi padre me dio un beso frío en mi frente.

-         Luego te vengo a buscar.

-         No hace falta papá, ahora ya se por donde tengo que ir, mejor así ¿vale? E visto que está cerca de la Push, me pasaré a ver a Jacob y a mi tete Seth.

-         Vale, ten cuidado, ¿llevas el móvil?

-         Si, pero voy a desconectarlo para clase.

-         Si pasa algo ya sabes el móvil o…usa tu don.

-         Lo se. Te quiero.

Dije saliendo del coche.

Me planté delante de la puerta, estaba nerviosa, pero tenía que ser fuerte.

Tranquila Alma…  me decía yo misma.

Entré y fui a conserjería.

-         Buenas, tu debes de ser Alma Cullen, verdad?

-         Si, quería saber donde tengo que ir.

-         Si, enseguida.

Me entregó un papel y me indicó donde estaban las clases, se me quedó todo más o menos.

Mientras buscaba la primera hora, me tocaba atención educativa.

No era nada especial, pero no quería llegar tarde.

Encontré la clase y entre, no había todavía mucha gente, me senté en un pupitre a la última fila.

Una chica entró por la puerta y parecía tímida, también se sentó por la última fila.

-         Hola.- le dije a la chica.

-         Hola.- dijo casi susurrando.

Me giré a ella para sacarle conversación y a ver si conseguía amiga.

-         Me llamo Alma, soy nueva.

-         Ah, eres la nueva, yo me llamo Clara. No soy nueva.

-         Encantada.

Fin de conversación, no parecía muy razonable, ella.

Sonó el timbre y empezó a entrar gente.

Delante de mí se sentó un chico, era guapísimo, se sentó solo, a su lado había otra mesa, pero nadie se sentó a su lado.

Me picaba mucho la curiosidad por saber quien era.

Era de tez blanca casi igual como la de mi familia.

Entró la profesora.

-         Buenos días, cuantas caras tan familiares… ¿como ha ido el verano?

Todos contestaron un bien, han sido demasiado cortas…

Pasó lista y me dijo a mí.

-         Alma Cullen

-         Yo.- dije casi sin voz.

Se giraron para mirarme menos el chico de delante… no era como los demás.

Empezó la clase y nos dijo que en esta hora solo teníamos que llevar a clase un libro de lectura el que quisiéramos y luego cuando lo termináramos decírselo para hacer como una ficha de lectura.

Yo no sabía que libro cogerme… pero eso seguro que mi padre me ayudaría.

Cuando terminó la clase tocaba Historia, era otra clase, no sabía donde estaba.

Entonces me atreví a hablar con este chico.

-         Hola.- le saludé educadamente.

-         Hola, quieres algo.- me dijo un tanto grosero.

-         Esto… da igual, lo siento si te e molestado.

-         No, tranquila, es que no estoy acostumbrado hablar con gente.

-         ¿No?

-         No, me evitan. Me llamo Andrew y tu ¿Alma verdad?

-         Si, lo siento por interrumpirte pero soy nueva…

-         Lo sé. Estás algo, pérdida, ¿verdad?

-         Si, solo quería preguntarte si sabía donde esta la clase de Historia

-         Ah, si claro, a ver déjame tu horario a ver si nos toca alguna clase juntos.- entonces me miró a los ojos.

Que preciosos ojos, eran verdes. Me sonrió entonces me entraron como unas mariposas en la barriga. ¿Por qué la gente no se aproximaría más a él? Si era un ángel.

Le di el horario y entonces esbozó otra sonrisa, perfecta.

-         Pues resulta que vamos juntos en todas las clases. Nos ha tocado juntos este curso.

-         OH, que bien. Pues, ¿puedes guiarme asta donde tenemos que ir?

-         Claro. Oye

-         Dime

-         Gracias por mantener una conversación conmigo y no mirarme mal.

-         ¿Por que tenia que hacerlo?

-         No se, así es como se comportan todos…

-         Pues bien tontos que son, no saben lo que se pierden.

Rió entre dientes.

-         Eh, no quería decirlo en esas palabras digo que eres una buena persona. Oye conoces a Clara

-         La de la clase de atención educativa?

-         Si, esa.

-         No se relaciona con la gente mucho

-         Ah, entiendo por que me ha hablado así.

-         Tranquila, ya iras acostumbrándote.

-         Andrew, gracias a ti también por ayudarme.

-         Es un placer. Seremos grandes amigos.

-         Si.

Fuimos a Historia, entramos y yo me senté en la última fila como la misma que la clase de antes. Andrew se quedó de pie delante de mi y mirándome.

-         ¿Qué pasa?- le pregunté

-         Pensaba que querías sentarte conmigo.

Entonces cogí mis cosas y me senté en el pupitre de al lado del suyo, él hizo lo mismo pero en su sitio.

-         Lo siento, me tengo que acostumbrar, ¿recuerdas?

Reímos por lo bajo.

Empezó la clase.

A la hora del almuerzo fui con Andrew a una mesa.

Estuvimos hablando.

Me cogí una manzana y agua para almorzar y Andrew cogió una pequeña ensalada.

Cuando terminamos de comer, habló.

-         Luego de clase, que haces?

-         Pues me iba andando a mi casa.

-         Si quieres que te acompañe…

-         No, tranquilo. Tengo que pasar por La Push a visitar a un amigo.

-         ¿La Push?

-         Si, la playa de los quileutes.

-         Si, lo se.

-         Otro día si quieres quedamos, ¿vale?

-         Encantado.

Le dediqué una sonrisa y me la devolvió.

Terminaron las clases y Andrew me acompañó un trozo ya que su casa paraba también cerca por ahí.

Me sonó el móvil.