Todo en ella me parecía hipnotizan te: Su cabello, sus labios, la curva de su cuello bajando hacia los hombros descubiertos…Pero era su aroma lo que intensamente hacía desvariar mi mente, en esos lejanos tiempos en donde mi sangre acostumbraba todavía hacer sus solos de batería detrás de mi esternón. Mala cosa, estar atraído por tu enemiga. Su piel pálida como la mía, y su sangre igual de liviana que la que corre en mis venas, ella me encontraba, en un nivel más metafórico que el actual, sin vida y a la vez ansioso por vivir. Perdí por eso el acceso a las ideas, los sueños y las historias que incubaban en las veneradas neuronas. Mala cosa, estar enamorado de tu enemiga.
Puede robarse un cuerpo, o al menos la visión de ese cuerpo en un día de abril. Puede robarse un beso bajo los astros propicios de una noche de noviembre… Pero no puede robarse lo que yo deseaba tener. A pesar de lo que ella provocaba en mi, tenia que defender lo que había esperado tanto tiempo, esta noche me encuentro ansioso y confundido.
Sediento de ese aroma, a paso lento en puño mis manos, alzo la cara como aquel lobo que aúlla, pero es un gemido ronco lo que sale de mí. Dejo escapar el grito que sale de mi más profundo temor:
--¡Victoriaaaaaaaaaaaaa!--
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