EL CUERPO DEL DELITO (+18)

Autor: Indi
Género: Misterio
Fecha Creación: 20/08/2013
Fecha Actualización: 09/11/2013
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 1
Visitas: 7036
Capítulos: 10

Riley Biers, un joven atleta, es acuswado del asesinato de su antigua novia, la hermosa Tanya Denalí. Las pruebas son abrumadoras, pero falta lo más importante: el cuerpo de la víctima. Para el defensor Edward Cullen, un caso de asesinato sin "cuerpo del delito" es una golosina que no puede dejar escapar aunque le cueste su puesto en el bufete donde trabaja.La búsqueda de la hermosa joven desaparecida lleva a Edward y a su ayudante de viaje a un viaje mortalmente peligroso por el sur de california y las Vegas. Ademas Edward se ve envuelto en una relacion tortuosa con Bella Swan, abogado también y una de las mejores amigas de Tanya. Edward acaba descubriendo "algo" que amenaza con hundir su caso y su vida.... Esta historia es una adaptacion del libro de Michael C. Eberhardt del mismo nombre, como asi los personajes pertenecen a Stefani Meyer y al autor de la historia,  yo solo la adapte ........ espero les guste.      Indi

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Capítulo 1: PROLOGO

 

Ben llevaba allí a todos sus ligues: la torre 18 de vigilancia de la playa de Newport. Hasta que tuvo un apartamento como el de su hermano mayor, con sonido estéreo, cama de agua de matrimonio y un refrigerador lleno de cerveza, era el mejor sitio para llevar a una chica por la noche. Todas la torres bordeaban el largo talud que delimitaba la playa y en el que se aparcaba en batería con los faros mirando al mar; pero Ben prefería la número 18 por estar situada en una hondonada, de modo que los faros de los coches pasaban por encima de ella y morían a lo lejos en la negrura del agua.

Tenían todas un cuarto acristalado y una terraza de un metro ochenta de ancho en la que los vigilantes se pasaban el día tumbados con las manos detrás de la cabeza y la nariz bañada por el sol apuntando al agua. Cuando el sol naranja comenzaba a descender en el horizonte la¿ y la sombra de la torre se alargaba treinta metros sobre la arena, los vigilantes guardaban en el cobertizo, situado bajo la terraza, la escala gris de madera junto con las tablas de surf, los flotadores y el bañador, y se marchaban. Sin la escalera había que tener la atlética habilidad de un campeón de salto para encaramarse en la torre. Y no valía la pena, ya que en la plataforma no había nada que robar.

El decorado era ideal. Ben llevaba su propia escala de cuerda, mantas y un almohadón para que la chica estuviese lo más cómoda posible. Bastaba con eso. Aparte de seis cervezas y la chica, claro.

-¿otra cervecita?- pregunto a Lauren, la nueva dirigente del grupo de animadoras del equipo; una bulliciosa rubia con el pelo hasta media espalda y unas tetas preciosas.

-un momento- contesto ella alzando la botella hasta los ojos y agitándola para ver cuánto quedaba- . de acuerdo.

Ben abrió otra botella y se la tendió, pasándole el brazo por los hombros para ponérsela delante. Ella sonrió y se bebió media de un trago hasta eructar, llevándose con malicioso gesto de los dedos a los labios y profiriendo una risita.

Ben se inclino sobre ella y le beso la mejilla con ternura, pero ella se volvió hacia él y lo beso en la boca. Ben le introdujo la lengua en la boca y ella se la succiono, bendita Madonna, que con sus videos da clases de educación sexual, pensó él.

Al estrecharse los abrazos y fundirse furiosamente sus bocas, el deslizo una mano bajo la blusa y ella dejo que le acariase los senos enfundados en el sujetador. Minutos después, toben deslizaba la otra mano por detrás y, con una habil maniobra de pulgar e índice, desabrochaba el sostén.

Mientras lo hacían, ben miraba a la playa, y no fuera a aparecer la policía, o alguien que pudiese aguarles la fiesta. Alzo la vista al oír el ruido de un Mustang blanco que aparcaba a escasos centímetros del borde, asomando el moro por encima de las piedras que lo delimitaban.

Una mujer salto del coche antes de que el motor se parece y se vio su imagen en medio del halo de polvo del frenazo; cerro la portezuela de golpe con las dos y comenzó a bajar por el declive, momento en que un hombre corpulento y de largos brazos salto tras ella en su persecución. Ben movió sus labios sobre el lado del cuello de Lauren para ver mejor.

-no te pares- musito ella; y, al abrir los ojos y ver su cara, comprendió que estaba detraído-. ¿Pero qué pasa?

-¡chis!

La mujer iba corriendo por la arena, directamente hacia la torre de salvamento. El hombre soslayo el declive en dos zancadas y aterrizo en la arena de un buen salto atlético, para dar una voltereta e incorporarse sin necesidad de apoyar la manos, y siguió persiguiéndola. Aunque se hundía hasta los tobillos a cada zancada, avanzaba de prisa, haciendo salt6ar la arena. La alcanzo justo cuando llegaba a la torre y, al sujetarla de un brazo, ella se detuvo a medio correr.

Les daba de lleno la luz situada bajo la terraza de de la torre y los dos jóvenes los veían claramente. La mujer era rubia con el pelo largo como Lauren, pero mucho mayor; de esa edad que no se puede precisar con exactitud, esa en que según pensaba Ben, les da igual hacer lo que sea mientras su pareja tenga apartamento y un BMW para ir a él.

Estaba hecha una pena; el labial rojo corrido por la mejilla y el pelo alborotado como si le hubiesen tirado de él, y por lo que le costaba tenerse en pie Ben estaba seguro de que iba borracha. El hombre la hizo girar hacia él y ella farfulló algo sobre “matar”al tiempo que intentaba arañarle con sus rojas uñas.

Ben y Lauren se aplastaron contra la pared de la torre, lo más lejos posible del borde de la terraza para que no los descubrieran pero aun así pudieron ver que él la agarraba de los hombros y la zarandeaba. Era un hombre muy alto- de casi un metro noventa- y musculoso. La mujer, por efecto del zarandeo, movía cabeza y hombros como una muñeca; y eso que tampoco era pequeña. Era una mujer alta, de contextura parecida a la de una nadadora, de hombros anchos y piernas bien torneadas. Finalmente, el hombre le dio una cachetada; le había sacudido de lleno en la mejilla y, a pesar del ruido de las olas, Ben oyó claramente el tortazo.

Por efecto del golpe, la mujer interrumpió su llanto un instante y quedo atontada, tratando de aspirar aire como un niño que va a romper a llorar. Luego se derrumbó en los brazos del hombre, llorando a lágrima viva sobre su pecho. Él le pasó un brazo por el cuello y la abrazó. Al cabo de un minuto ella dejó de llorar, al levantar los ojos hacia él, la luz de la torre dio en su cara como un fogonazo de estudio fotográfico, de manera que a Ben le pareció una bellísima estrella de cine.

Ben y Lauren permanecían quietos, escuchando, pero el ruido de las olas apagaba las voces y no oían más que trozos de conversación; el estruendo del rompeolas y el roce del agua barriendo la arena con su espuma hasta la siguiente ola únicamente dejaban oír, en la breve pausa, algunos retazos del diálogo.

-dios mío, Garrett – decía ella, la situación es grave

- ¿qué te propones…? – comenzó a replicar el hombre en el momento en que otra ola ahogó el resto de la frase

- nos va a coger – fue lo siguiente que oyeron decir a la mujer.

- espera… - contestó él - . Tú eres…. El problema, Tania. Nos deshacemos de ti, nos deshacemos….

Una gran ola sacudió la torre.

Siguieron gritándose mutuamente palabras ininteligibles y ella retrocedió un paso, le dio una cachetada y echó a correr de nuevo. Él salió detrás y la alcanzó junto a las rocas del rompeolas, agarrándola de un hombro y cayendo encima de ella, que se debatía en vano, pues la mantuvo tumbada en la arena con un brazo mientras con la otra mano le pegaba una y otra vez.

-Le está dando una buena paliza- musitó Lauren.

El hombre se levantó y tiró de la mujer por un brazo arrastrándola hasta sus pies, pero ella volvió a soltarse y echó a correr desapareciendo detrás del rompeolas con el hombre detrás dando voces.

Ben alargó la mano y abrió otra cerveza y se sentó, apoyándose en la pared de la plataforma. Bueno, el encanto se había roto irremediablemente. Una hora entera haciendo arrumacos a Lauren y, de repente, un gorila se pone a dar un palizón a una mujer delante de sus narices.

- será mejor que nos vayamos Ben – dijo Lauren

- ¿otra cervecita? - no. Es que tengo que irme a casa. Mi madre llega de trabajar a las nueve.

- sí, claro – replicó él cogiendo la escala de cuerda y descolgándola por un lado. Ya se agachaba sobre los tablones de la terraza cuando se quedó parado: el hombre regresaba hacia la torre.

Retrocedió cautelosamente un par de pasos y se llevó un dedo a los labios para prevenir a Lauren

- ¡que vuelve el hombre!- musitó Ahora iba cargando con la mujer, de quien veían brazos, piernas y cabeza desmadejados como un pelele. Los dos jóvenes contuvieron la respiración mientras el hombre pasaba por debajo con su carga inmóvil. La mujer parecía desmayada, pero tenía la cabeza caída hacia atrás con el cuello doblado extrañamente y se le veían los ojos vidriosos, abiertos como sus labios hinchados.

-¡está muera! – gimoteó Lauren entre dientes.

Ben alzó la mano para hacerla callar, rogando al cielo que el hombre no reparase en la escala de cuerda.

El hombre siguió avanzando pesadamente por la arena y comenzó a salvar el declive, resbalando un par de veces en las plantas que cubrían la cuesta. Ben veía balancearse el pelo y los brazos de la mujer mientras él se esforzaba por llegar arriba.

El hombre siguió coronó el declive y superó las piedras del borde de una potente zancada. Abrió la portezuela del Mustang, abatió el asiento delantero y echó a la mujer en de atrás; luego se sentó al volante y cerró la portezuela de golpe. Acto seguido, los faros del coche iluminaron la torre. Aquel Mustang llevaba unos faros inclinados que casi incidían en el suelo y, al hacer la maniobra, su luz dio de lleno sobre Lauren y Ben.

Los jóvenes se echaron al suelo. El coche retrocedió un poco más, pero se detuvo el hombre proyectó sobre la torre las luces larga.

-¡dios mío, nos ha visto!

-cállate, Lauren!

-¡la ha matado, Ben!¡ha matado a esa mujer!

-¡maldita sea! ¡Calla!

Se abrió la portezuela del coche y el hombre se apeó si parar el motor mientras los faros seguía iluminado la torre.

-¡VAMONOS!- exclamó Lauren

Ben miró a su alrededor. Sabía que no había adonde ir. Si echaban a correr por la playa, no había hacia un lado y otro nada más que la oscuridad. Él quizás corriese más de prisa que el hombre pero lo dudaba. Aquel tipo era un atleta; se le notaba.

No, lo mejor era recoger la escala de cuerda y si e tipo intentaba encaramarse golpearle con una botella de cerveza.

El hombre se llegó al borde del declive y miro a la playa iluminada por los faros. Lauren seguía tumbada en la terraza y el vidrio marrón de una botella de cerveza arrojó un extraño reflejo sobre su rostro.

De pronto, el hombre saltó por encima de las piedras del borde. Ya esta, se dijo ben tirando de la escala de cuerda y cogiendo la botella de cerveza.

El hombre se detuvo a la mitad de la cuesta, se agachó y recogió algo

-el jersey- musitó Lauren-. Es su jersey.

-sí-asintió Ben dejando la botella.

El hombre volvió a subir al coche, culminó la maniobra de marcha atrás y arrancó.

Ben miró a Lauren y vio que temblaba como quien acababa de darse un baño nocturno. La cogió de la mano y la ayudó a empezar a bajar por la escalera.

-¿estaba muerta, verdad? – dijo ella, llorando, mientras se dirigían al coche.

-que va; solo desmayada o borracha.

-parecía muerta.

-que va- repitió Ben en un fingido tono animoso. Pero Lauren tenía razón: parecía muerta. Y bien muerta.

Capítulo 2: CAPITULO 1

 


 


 
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