La promesa

Autor: sachiko065
Género: One-shoot
Fecha Creación: 19/06/2013
Fecha Actualización: 01/07/2013
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 16
Visitas: 4451
Capítulos: 1

Bella Swan es novia de Edward Cullen quien la deja cuando están a punto de tener su primera vez. Llevaban dos años de novizgo los cuales no significaron nada para Edward. Isabella jamás lo odiará porque le tiene un amor intenso. Cuando le cuenta a su madre todo lo que pasó ella se enoja y le hace prometer algo... Que se olvidará de Edward y que se casará con otro. 

 

Tres años después Isabella estudia Derecho en Londres. En su primer día de tercer grado conoce a Alec, un chico que le cambiará la vida y que logrará lo que Bella pensaba casi imposible. Olvidar a Edward. Así, ella cumplirá la promesa que le hizo a su madre... Pero... ¿Lo logrará? ¿Qué pasará cuando Edward regrese a su vida de nuevo? 

 

Hola! Este es mi primer Oneshot jeje. Es algo diferente a lo que escribo. Tenía ganas de hacer que Bella olvide un poco a Edward. Plis comenten si les gusta. De eso dependerá si tiene continuación o no. 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 1: LA PROMESA

 

POV Bella:

 

-¿Crees que alguna vez me has gustado?- me preguntó riéndose. Me sentí muy lastimada.

 

-Edward…

 

-Nunca lo has hecho, solo te hice el favor, así que lárgate que ya van  llegar mis padres

 

Comencé a vestirme apresuradamente. Las lágrimas caían sin cesar por mis mejillas. Edward estuvo a punto de quitarme la virginidad. Él había sido el mejor novio del mundo hasta hoy. Me había enamorado perdidamente de él. Ya llevábamos dos años de novios y ahora que estábamos a punto de dar ese gran paso se burlaba de mí. Jamás iba a odiarlo, eso no iba conmigo. Lo amaba más que a nada a pesar de eso.

 

Terminé de vestirme y me volteé hacia él quien me miraba con una enorme sonrisa. Me limpié las lágrimas y le sonreí.

 

-Está bien Edward, ya me voy, gracias por estos dos años maravillosos que me diste aunque fuesen de mentira

 

Edward se carcajeó y yo solo salí de su cuarto. Sentía que me moría pero no se lo iba a demostrar. No iba a darle el gusto de hacerlo.

 

Me fui de aquella casa a donde nunca volvería. Tenía que empezar una nueva vida sin él aunque me costara trabajo.

 

“Sabía que no me amaba, lo sabía” pensé mientras conducía a casa. No podía parar de sollozar. Me dolía tanto.

 

Llegué a mi casa tratando de calmarme. Mi madre no debía verme alterada.

 

-Hola pequeña, ¿Qué pasa?- me preguntó mamá cuando entré a la casa. No pude contenerme. Lloré y le conté todo lo que me pasaba.

 

-¡Edward es un imbécil!- gritó como loca. Estaba dando un paseo por toda la sala como si estuviera loca-. Eres una niña preciosa, ha sido tu novio dos años y sale con esto… Voy a ir a hablar con Carlisle

 

-¡No!- le grité-. No mamá, no hagas nada, no quiero problemas, él era amigo de papá, Carlisle no tiene la culpa

 

-No lo haré si me prometes algo

 

-¿Qué?

 

-Prométeme que vas a olvidarlo, que te casarás con otro hombre

 

-Lo prometo mamá… Nunca voy a odiar a Edward pero jamás en mi vida volveré a ser suya, lo juro

 

-Sé que algún día te va a rogar… Por favor no vuelvas con él nunca, nunca, nunca

 

-Te lo juro mami, pero cálmate

 

No estaba segura de poder cumplir esa promesa. Si Edward me suplicaba perdón estaba segura de que lo perdonaría.

 

Al día siguiente en el instituto busqué a Edward. Tal vez era un error, tal vez si me amaba.

 

-No te amo- contestó cuando le pregunté sobre sus sentimientos por mí. Ahora no se burlaba. Era serio-. Discúlpame por haberme reído ayer Bella, pero no sabía muy bien como decírtelo, lo que tuvimos estos dos años no significó nada para mí, quería que me odiaras por eso porque merezco  tu odio, nunca te he amado, te juro que lo intenté pero no… La manera de decírtelo rápido fue burlándome pero te pido disculpas, una chica tan linda no merece eso, tampoco que me entregue tanto…

 

-Calla- lo interrumpí-. Ya me ha quedado claro- sonreí aunque de verdad lo que quería era morirme.

 

Me fui de allí sin dejar hablar a Edward. Este me gritaba para que volviera pero era mejor que las cosas quedasen así.

 

Pasaron los meses y por fin terminé el instituto. Yo seguía amando con locura a Edward pero ya no me producía dolor el recuerdo de lo que me hizo. Sabía que me esperaba algo mejor y que este amor acabaría algún día.

 

Ese año entre a una universidad en Londres. Estudiaría derecho. Siempre quise ser una abogada. Me gustaba defender a los demás.  Ya llevaba dos años viviendo allí. En todo ese tiempo me dediqué a mi persona. Comencé a hacer ejercicio para bajar un poco de peso, me maquillaba, me ponía ropa más moderna. En fin, mi autoestima había subido mucho. Había hecho dos amigos. Rosalie y Emmett pero ellos iban a otra universidad. Eran pareja y querían casarse. Eso me ayudó a seguir creyendo en el amor. Edward no era para mí, pero en algún lado estaba mi alma gemela.

 

El primer día del tercer grado me sentí muy nerviosa y contenta. Me senté en el único asiento que estaba disponible al lado de un chico. Era demasiado guapo.

 

-Hola- me saludó. Su acento inglés me encantaba-. Soy Alec Halminton ¿Y tú eres…?

 

-Isabella Swan- balbuceé. Estaba perdida en sus hermosos ojos azules. El chico parecía modelo.  Cabello negro, nariz recta, labios carnosos, largas pestañas y esos ojos...

 

-Mucho gusto Isabella- sonrió.

 

-Dime Bella- le pedí-. No me gusta que me digan Isabella, es como si me regañaran

 

-Pero tu nombre es hermoso- replicó-. Pero bueno, también tu sobrenombre, te queda perfecto

 

Me ruboricé y en ese momento la clase comenzó lo cual agradecí. Alec no se percató de mi sonrojo.

 

La clase fue lenta y no supe casi nada de lo que hablaban. Solo me interesaba el chico que tenía al lado quien estaba sonriéndome.

 

Las demás clases ya no me tocó compartirlas con él lo cual fue una pena. Estaba ilusionada por verlo de nuevo. Pero pronto volví a la realidad… ¿Yo le gustaría a un chico así? No… Jamás me tomaría en serio así como Edward hizo conmigo. Cerré los ojos y pensé en mi amado Edward… ¿Cómo estaría? ¿Pensaría en mí? No, no lo hacía.

 

Me quedé un rato recordando aquellos ojos verdes que tanto adoraba. Edward era casi tan guapo como Alec. Su cabello era cobrizo, su piel pálida, su cuerpo esbelto… Me preguntaba si Alec tendría un cuerpo así… De pronto ya no era Edward en quien pensaba. Alec ocupaba mis pensamientos ahora lo cual era bueno. Podría cumplir la promesa que le hice a mi madre a quien ya extrañaba con toda mi alma. Reneé se había tenido que quedar en Forks. Ella dijo que siempre estaría allí porque no quería alejarse de la casa en donde formó su familia con Charlie. Él había fallecido hacía cuatro años en un  accidente automovilístico. Yo sufrí demasiado pero traté de mantenerme fuerte por mi madre. Yo era lo único que tenía ya que solo me había tenido a mí. No tenía hermanos.

 

Alejé esos recuerdos de mí antes de que me pusiera a llorar. Ahora tenía que concentrarme en que rayos iba a almorzar. Fui a mi departamento y allí me preparé un emparedado. Por suerte ya estaba bien instalada en Londres gracias a Carlisle, mi padrino quien me había conseguido todo. A él ni a Esme les había dicho los verdaderos motivos de mi separación con su hijo. Solo dije que las cosas no funcionaron y ya. Se pusieron muy tristes pero no intervinieron en esto porque me respetaban.

 

Me quedé profundamente dormida después de haberme acostado y a la mañana siguiente me desperté entusiasmada. Iba a volver a ver a Alec. Aunque no me hiciera caso nunca, verlo me entusiasmaba. Era tan guapo…

 

Desayuné, me arreglé y salí directo a la universidad. Allí estaba él. Le sonreí y me senté a su lado. Pasaron dos meses en los solo nos veíamos en la clase. Me caía demasiado bien. Un día al llegar a nuestro asiento sucedió algo emocionante.

 

-Bella- me llamó.

 

-¿Si?

 

-Quisiera… Invitarte a salir- sonrió-. Me has caído muy bien, cosa que casi nadie logra, es que en serio, soy muy antisocial- admitió un poco ruborizado. Se veía tan hermoso.

 

-También a mí me has caído excelente- sonreí.

 

Comenzamos a charlar sobre nuestras vidas. Él había nacido y vivía aquí. Era hijo de un empresario lo cual me intimidó pero él me aseguró que nunca sería presumido.

 

Realmente la había pasado muy bien con Alec. Era muy divertido. Nos tuvimos que callar porque la clase comenzó.

 

Después de que terminara la clase me pidió mi número del celular. Gustosa se lo di.

 

Esa misma tarde me llamó y salimos a tomar un café. Yo estaba entusiasmada.

 

-Bella,  eres muy hermosa- suspiró y alzó la mano para acariciar mi mejilla. Me ruboricé y él se rió.

 

-Eh.. No sé qué decir- contesté.

 

-Nada…

 

-Bella, ¿Eres tú?- preguntó alguien a mis espaldas. El corazón se me aceleró como loco. Era Edward. Volteé a verlo.

 

Todos los esfuerzos que había hecho por recuperarme se fueron al maldito infierno. Mi amor seguía allí. Edward estaba más guapo que antes y un poco más alto. Me miraba embobado lo cual me dejó confundida.

 

-Hola Edward- le sonreí. No sabía de donde sacaba las fuerzas para actuar normal. Alec se tensó.

 

-Estás hermosa- me dijo cuándo me levanté para saludarlo. Nos besamos en la mejilla. Sentí su olor de nuevo, ese que tanto amaba.

 

-Tú no estás nada mal- dije divertida. Miré a Alec-. Él es Alec

 

-¿Es tu novio?- preguntó Edward entre dientes…. ¿Qué le ocurría?

 

-Soy su compañero de la universidad- aclaró él sonriendo-. Pero tal vez más adelante sea algo más

 

Enrojecí a más no poder. Edward alzó una ceja.

 

-Entonces eres soltera…

 

-No, no lo soy, Alec está bromeando, estamos dándonos una oportunidad, no somos novios pero estamos saliendo- le dije sin pensar.

 

-Sí, así es- sonrió Alec.

 

-¿Ya te olvidaste de mí?- preguntó Edward. Parecía dolido.

 

-Lo que tuvimos tú y yo fue hermoso- suspiré-. Pero no eras para mí y te lo agradezco porque gracias a que te diste cuenta de que no me amabas lo conocí a él- señalé a mi amigo.

 

Mis palabras eran sinceras. Le agradecía a Edward que se hubiese dado cuenta de que no iba a lograr amarme. Yo me estaba dando una oportunidad de volver a enamorarme.

 

-Quisiera que hablemos, esto no se puede quedar así- insistió. Negué con la cabeza.

 

-Todo está terminado entre tú y yo Edward… Me dijiste que no me amabas, yo lo acepté y gracias al cielo pude olvidarte… Pero, brindarte mi amistad si puedo hacerlo…

 

-Yo…

 

-Mi amor- cantó alguien detrás de él. Era una chica rubia y de ojos azules. Era toda una belleza.

 

-Ella es Jane- me dijo Edward-. Mi prometida

 

El mundo se me vino abajo pero no dejé que  se viera. Asentí sonriendo y conocí a aquella chica.

 

-Mucho gusto, soy Isabella- le dije. Jane sonrió.

 

-Soy Jane, la prometida de este travieso- se rió. Se veía muy enamorada. Me alegraba por Edward. Me dije a mi misma que así debían ser las cosas. Edward no era para mí.

 

-¿Estás bien con eso?- me preguntó Alec cuando me fue a dejar a mi casa.

 

-No, me duele mucho, me duele mucho- dije sin poder contener el llanto.

 

Alec me abrazó. Me sentía tan bien entre sus brazos.

 

-Háblame de eso…

 

Pasamos a mi departamento y nos sentamos en un sillón. Le hablé de todo. Necesitaba desahogarme con alguien.

 

-No puedo creer que te haya hecho esto- masculló-. Es un idiota, tú eres una hermosa mujer

 

-¿De verdad lo crees?

 

-¿Qué si lo creo? Es la verdad… Eres tan hermosa, tan educada, tan gentil, me has deslumbrado desde el primer momento en que te vi…

 

En ese instante me percaté de que estábamos muy, muy cerca. Sus labios estaban rozando los míos. El pulso y la respiración se me aceleraron. Moría por besarlo y lo iba a hacer. Por fin nuestros labios se encontraron. Comenzó a besarme de una manera tierna. Me sentía tan emocionada. Le correspondí  y de pronto el beso comenzó a volverse más profundo. No sabía que estaba pasándome con Alec pero lo iba a averiguar. Esto no era simplemente atracción.

 

Cuando terminamos de besarnos él besó mi frente.

 

-Te amo Bella- susurró-. Te he amado desde que te vi

 

Se me escaparon unas lágrimas. Nadie me había dicho así excepto mis padres. Pero escucharlo de un chico del que probablemente pronto estaría enamorada era hermoso.

 

-Sé que tú amas a ese tonto, pero estoy dispuesto a hacer que lo olvides

 

-Hazme olvidarlo- le supliqué-. Alec, estoy sintiendo algo muy fuerte por ti- confesé-. Si no, no te hubiese besado… Me has gustado desde que nos vimos, pero ya sabes que no he olvidado a Edward

 

-Lo sé, lo sé… Sé que pronto me amarás y te olvidarás de ese…

 

Asentí y lo abracé.

 

-¿Quieres ser mi novia Bella?- me preguntó emocionado-. Te juro que voy  a hacerte la mujer más feliz, dame una oportunidad

 

Lo besé.

 

-Claro que acepto

 

-Te amo princesa, te amo…

 

Ya habían pasado cinco meses desde entonces. Yo cada vez estaba más enamorada de Alec. Lo amaba como nunca antes había amado a nadie. Él que no sabía sobre mis sentimientos era Alec. Quería decírselo en la cena a la que iríamos hoy en la noche.  

 

Él había hecho que  mis sentimientos de amor por Edward se fueran. Ya no dolía lo que había ocurrido. Mamá estaba feliz de verme tan enamorada de mi novio. Adoraba a Alec. Se habían conocido en vacaciones de navidad. Alec y yo viajamos a Forks. Aunque tuvimos oportunidad Alec y yo nunca tuvimos relaciones. Él me trataba como una princesa y decía  que nuestra primera vez debía ser especial.

 

Me arreglé lo más guapa que pude. Salí de mi departamento y conduje hacia el restaurante en donde íbamos a vernos. Cerré la puerta del Mustang que él me había regalado. Le supliqué mil veces que no lo hiciera pero ganó él. Me quería llenar de lujos siempre lo cual me parecía excesivo.

 

Cuando me disponía a entrar al restaurante alguien se puso en mi camino. Me quedé paralizada. Era Edward.  Sonreí al saber que ya no causaba el mismo efecto en mí. Es más, ya no causaba ninguno. Mi amor por él estaba más que enterrado.

 

-Hola Edward, ¿Qué haces por aquí?

 

-Estás más hermosa que nunca- susurró.

 

-Eh… Gracias, dime, ¿Qué se te ofrece?

 

-Quiero hablar contigo, ya no soporto verte con ese tipo, tenemos que hablar sobre lo que pasó entre nosotros…

 

-No pasó nada, Edward, yo soy feliz, no me hiciste nada terrible

 

-Terminé con Jane, he decidido recuperarte

 

-¿Qué hiciste qué?- casi grito-. Edward, estás loco

 

-Por ti… Bella, siempre te amé, pero me obligaron a terminar contigo

 

-¿Quién?

 

-Tu madre, ella no me quería cerca de ti

 

-A mi madre no la metas en esto- le dije enojada.

 

-Bella, entiende, te amo y demasiado, no soporto ver como haces tu vida con ese tipo…

 

-¿Me has estado espiando?- mi incredulidad iba en aumento.

 

Edward me miraba con culpa lo cual confirmó mi pregunta.

 

-Estás loco- afirmé-. Yo te dije que nunca te odiaría pero creo que lo haré, no es posible que me hayas espiado… Lo que pasó entre nosotros no fue nada importante, estás loco, loco

 

-Ya te dije que loco por ti- susurró cerca de mí. Quería alejarlo. Quería llamar a Alec. Deseaba tantas cosas excepto tenerlo cerca.

 

-Aléjate de mí por favor, ya no me molestes

 

-Bella, te amo

 

-Pero yo a ti no- le dije muy seria. Se formaron lágrimas en los hermosos ojos verdes de Edward. Me dolía lastimarlo así pero era la verdad. Ya no lo amaba.

 

-No es cierto- dijo con voz temblorosa.

 

-Es verdad, no te amo… Después de que me dijiste que no me amabas decidí respetarlo, me alejé de ti ¿Y ahora vienes a decirme que si me amas y culpas a mi madre de esto? 

 

-Está bien, tu madre no tuvo la culpa… Yo creí que no te amaba, pero cuando te fuiste lo supe, te amaba y decidí buscarte sin éxito alguno… No me querían decir dónde estabas… Me cansé y me hice novio de Jane para poder olvidarte pero no lo logré… Me comprometí con ella pensando que así me olvidaría pero entonces me dijeron por fin donde estabas… Te vine a buscar y vi que conociste a ese tipo… No sabes los celos que tuve, aun así te quise dejar en paz, pero ya no lo soporto… Desde aquel día no he dejado de vigilarte y veo que me estás olvidando, ya no lo resisto Bella, ya no lo resisto, quiero recuperarte

 

No me dejó hablar. Me acercó a mí y me besó desesperadamente. Quise llorar. Edward solo me quería hacer daño. No le respondí. Aquel sentimiento que alguna vez tuve por él había muerto y jamás reviviría. Lo confirmaba con esto.

 

Estaba a punto de empujarlo pero un grito de dolor hizo que Edward dejara de besarme. Era Alec quien nos miraba furioso.

 

-Bella, ¿Por qué lo hiciste?- sollozó.

 

-Alec, déjame explicar

 

-No le expliques nada, nunca me has olvidado- dijo Edward.

 

-¡Cállate!- le grité.

 

-Yo sabía que no me amabas, pero pudiste decirme que no habías podido olvidarlo- me reprochó Alec-. No es justo Bella

 

-Alec, por favor…

 

-No me expliques nada, yo te amo y pensé… Qué tú lo hacías, pero ya me di cuenta de que no…

 

Alec se fue de allí. Quise detenerlo pero Edward me lo impidió.

 

-¡Suéltame Edward!- bramé.

 

-No, no quiero…

 

-Déjame ir, lo amo Edward, lo amo… Más que a nadie

 

-¿Más que a mí?

 

-Mil veces más- sollocé-. Si tanto dices amarme, déjame ir, por favor

 

Me soltó. Se estaba rindiendo.

 

-Fui un estúpido- dijo lleno de dolor-. Te deseo una feliz vida con él

 

Y se fue. Traté de llamarle a mi Alec. No me respondió.

 

Me dirigí rápidamente a su casa. Él se estaba bajando de su auto.

 

¡Alec!- grité. Me volteó a ver. Se veía tan guapo con su traje negro. Él iba a ser mío.

 

-¿Qué quieres?- preguntó en voz baja.  Me acerqué a él.

 

-Eres un tonto- le dije.

 

-¿Qué?

 

-Edward fue quien me besó, me ha estado espiando todo el tiempo y por eso supo dónde estaba… Yo, lo he rechazado… Lo olvidé porque te amo a ti… Solo a ti, mi amor

 

-¿Qué dijiste?- preguntó feliz y con lágrimas en los ojos.

 

-Te amo Alec, más que a nada, si no te lo dije antes fue porque…

 

No pude terminar la frase porque Alec corrió para abrazarme. Me besó por toda la cara.

 

 

-Dilo de nuevo

 

-Te amo, te amo y  nunca dejaré de hacerlo ¿Me oyes?

 

-No puedo creerlo, esperé tanto para oírte decir esas hermosas palabras, te amo Bella, te amo…

 

-Yo más y por eso no iba a dejar que te fueras, Edward es mi pasado, tú eres al único que amo

 

-Oh Bella, no sabes lo feliz que me haces- sonrió y luego nos besamos. Me sentí tan afortunada de tenerlo en mi vida-. Perdón por esto, pero necesito hacerte el amor

 

-Yo también lo necesito, quiero demostrarte lo mucho que te deseo y te amo

 

-Vamos

 

Entramos a la casa de Alec la cual era muy grande. Fuimos a su habitación y allí fue donde me entregué por primera vez a él. Le entregué mi virginidad.

 

Cuando terminamos de hacerlo Alec me abrazó con fuerza.

 

-Te amo, mi niña, te amo- susurró antes de quedarnos los dos dormidos…

 

Desde ese día fuimos la pareja más feliz del mundo, o eso creía yo.  Edward ya no había vuelto a mi vida lo cual me alegraba.  Alec me pidió matrimonio cuando habíamos terminado nuestras carreras. Ambos éramos abogados.  Estaba feliz pues ya estábamos a dos días de la boda.

 

Mi amiga Rosalie me había ayudado con todos los preparativos.  Ahora estábamos almorzando en un restaurante.

 

-¿Y la vida de casada es difícil?- le pregunté. Ella ya se había casado hacia tres meses.

 

-No, para nada… Vas a ver que te va a ir muy bien peque…

 

Todos me decían “Peque” por culpa de Alec. Me había puesto así. No me desagradaba, al contrario. Me hacía feliz.

 

En ese momento llegó una chica de cabello corto a nuestra mesa. Era Alice, la hermana de Edward. Me quedé casi boquiabierta.

 

-Alice, ¿Qué haces aquí?

 

-Venía a decirte que Edward está hospitalizado, tuvo un accidente, parece ser que no le queda mucho…- dijo triste.

 

-¡No!- grité asustada. Aunque no amara a Edward no me gustaría que le sucediera algo. Mataría de dolor a Carlisle y a Esme.

 

-Ven a verlo por favor, tal vez sean sus últimas horas

 

-Yo… Yo no sé qué decirte, lo lamento, pero…

 

-Por favor, Bella… Mi hermano siempre te amó, pero fue un tonto…

 

-Alice…

 

-Ve Peque- me aconsejó Rose. La miré confusa-. Es lo correcto, bueno, eso creo

 

-Vamos Bella- insistió Alice.

 

-Ok, está bien

 

Me despedí de Rosalie y me fui con Alice. No era un hospital a donde nos dirigíamos.

 

-¿A dónde vamos, Alice?

 

-Con Edward, pero… Él está bien, solo quiere hablar contigo

 

-¡¿Me engañaste?!- pregunté alterada.

 

-Sí, lo siento pero si no lo hacía no ibas a querer venir

 

-No, Edward ya me ha molestado mucho, ya me recuperé por fortuna, ya no lo amo

 

-No puedes decir eso…

 

-¡Sé lo que siento Alice!- grité-. Disculpa ser grosera, pero tú no sabes de mis sentimientos

 

-Habla con él- suspiró-. Te prometo que si ya no quieres nada con Edward lo respetaré… Bella, ya no aguanto ver a mi hermano así, está mal… No deja de tomar, destrozó su vida por completo, Jane ya se casó con alguien más y es feliz, pero… Él, solo quiere estar contigo

 

-Dile a tu hermano que…

 

-Díselo tú, a mí no me hace caso, por favor, es un último favor que te pido

 

-Está bien Alice- dije con amargura-. Veré que puedo hacer por él, pero no me pidan nada más

 

Alice asintió. Llegamos a un edificio. Subimos hasta el último piso donde estaba el departamento de Edward.

 

Alice tocó la puerta. 

 

-Edward, te he traído a alguien, más vale que me abras

 

-¡No quiero ver a nadie!- gritó Edward. Me sobresalté. No me gustaba oírlo así.

 

-Soy yo- le dije-. Soy Bella, he venido a verte

 

-¡¿Bella?!- exclamó. Se oyó el sonido de unas cosas que se caían. Solté una risita. La puerta se abrió.

 

Me quedé pasmada. El olor que despedía el departamento era asqueroso. Demasiado alcohol. Edward estaba hecho una mierda. Ya no quedaba casi nada del hombre atractivo que era. La barba estaba muy larga, su cabello más revuelto que nunca. Parecía como si su última visita a una ducha hubiera sido hacía un siglo.

 

-¡Bella, mi amor!

 

-Edward, por favor contrólate- le pidió Alice quien arrugaba la nariz ante la peste del lugar-. Me largo de aquí, te espero afuera Bella

 

Iba a protestar pero me callé. Tenía que poner las cosas en orden.

 

-Dime que te pasa Edward- le exigí enojada-. Estás hecho una pena, hueles fatal, ¿Qué diablos te hiciste?

 

-Es por ti- sollozó y me abrazó. No podía ni respirar. Apestaba demasiado… ¿A dónde se había ido su exquisito aroma que tanto me enamoraba antes? ¿Dónde estaba Edward?

 

-No, no es por mí… Tú solo te hiciste esto, quiero saber por qué- gruñí alejándolo.

 

-Tú eres mi vida Isabella, y si no te tengo nada me interesa…

 

-Se nota- dije con tono mordaz. Sacudí la cabeza-. Me decepcionas Edward, has hecho de tu vida un desastre solo porque yo te olvidé

 

-¿Y lo dices así de tranquila? ¿No sabes lo que es saber que la persona que más amas no te corresponda ya?

 

-Mira a quien se lo vas a preguntar- me reí con ironía. Como cambiaban las cosas.

 

Edward palideció más de lo que ya estaba.

 

-Edward, yo te olvidé, pero quiero que sepas que podemos ser amigos… Por favor no arruines así tu vida, algún día vas a encontrar a una mujer que te ame y te vas a enamorar, cuando nos separamos yo pensé que jamás te olvidaría, pero me propuse hacerlo… Lo conseguí

 

-Soy un imbécil- se lamentó.

 

-No, no lo eres, gracias a eso, encontré la verdadera felicidad, por favor recupérate

 

-Sin ti no puedo, siempre voy a amarte

 

-No es verdad… Puede que ahora no lo veas pero lo vas a lograr, además ¿Cómo dices amarme si solo estuvimos juntos una vez? Casi no compartimos nada

 

-Dos años, estuvimos dos años juntos

 

-Los cuales no significaron nada para ti

 

-Claro que sí, fueron los mejores años de mi vida, pero… Dios, me da tanta vergüenza admitirlo…

 

-¿Admitir qué?

 

-Cuando estuvimos de novios te engañé una vez…

 

-Ya no me interesa…

 

-Óyeme bien… Ahora te estoy diciendo la verdad, te dejé por amor… No quería que te contagiaras

 

-¿Contagiarme de qué?

 

-Me acosté con Jessica, ella me dijo después que ella estaba enferma de SIDA, tuve muchísimo miedo y me la creí ya que presenté un síntoma… después de eso te terminé, te dije que no te amaba

 

-¿Y tienes esa enfermedad?- pregunté preocupada.

 

-No, mi padre me hizo los estudios y me confirmó que no tenían nada, la estúpida esa me engañó, yo estoy completamente sano

 

-Menos mal- me reí. Edward me miró sonriendo.

 

-Te ves tan hermosa al reír, siempre me voy a arrepentir de haberte dejado

 

-No lo hagas, simplemente no servíamos para estar juntos

 

-No, claro que sí, pero por mi estupidez de engañarte pasó todo esto

 

-Ya te he dicho que es lo mejor que has hecho… Gracias a eso encontré el amor… Alec y yo nos amamos demasiado y vamos a casarnos en dos días, estás invitado

 

-¡No!- gritó-. Tú no puedes casarte, eres mía, solo mía- gimoteó. Lloró durante un buen rato como si fuese un niño pequeño-. ¿No puedo hacer nada para impedirlo?

 

Negué con la cabeza. Yo también lloraba. Me dolía mucho verlo así.

 

-No, yo lo amo, entiéndelo…

 

-¿Entonces por qué lloras?

 

-Porque no me gusta que estés así, por favor recupérate… A pesar de lo que pasó yo te aprecio… Ya te dije, nunca voy a odiarte

 

-Sé feliz Bella- dijo con intensidad. No me gustaba esa mirada que me estaba dando-. Ahora vete, déjame solo

 

-No vayas a hacer ninguna tontería- imploré.

 

-No te preocupes por mí

 

-No me voy hasta que lo prometas

 

-No te puedo prometer nada

 

-Tú no me amas- lo acusé.

 

-¿Cómo puedes decir eso? ¡Mira como estoy!

 

-Si me amaras estarías bien, yo quiero que lo estés, no serías egoísta, alguien que ama no hace eso

 

Mis palabras parecieron tener efecto en él ya que se recompuso.

 

-Bella, lo siento por haberte molestado- sollozó-. Prométeme que seremos amigos por lo menos

 

-Es una promesa- respondí abrazándolo-. Quiero que estés en mi boda, me haría feliz

 

-Yo…

 

-Está bien, no te obligaré a nada

 

-Allí estaré- prometió-. Dile los datos a Alice y allí me tendrás, a lo mejor conozco a una buena mujer allí

 

Me reí.

 

-Sí, tal vez

 

Me fui del departamento sintiéndome satisfecha conmigo misma. Le di a Alice una invitación para mi boda. Ella me felicitó.

 

-Gracias Alice, por favor cuida a tu hermano, quiero que esté allí, tal vez conozca a alguien

 

Alice sonrió.

 

-Sí, allí verá al gran amor de su vida- dijo con un tono de adivina. Sonreí. Alice era toda una bruja ya que siempre adivinaba todo. Solo se había equivocado en una cosa. Ella predijo que Edward y yo terminaríamos juntos, que habíamos nacido el uno para el otro. No sucedió. Ahora estaba a dos días de mi boda con Alec.

 

Al fin llegó ese hermoso día. Me observé en el espejo. El vestido que me había diseñado Rose era perfecto. Parecía princesa.

 

-Que hermosa te ves- dijo mi amiga con lágrimas en los ojos.

 

-Quiero llorar- contesté casi llorando también-. Estoy feliz

 

-No llores- me regañó-. Te vas a arruinar el maquillaje.

 

Después de eso nos dirigimos hacia la iglesia donde uniría mi vida con el hombre que amaba. Allí nos esperaban los familiares de Alec y los míos. Los padres de mi novio me adoraban y decían que era lo mejor que le había pasado a su hijo. Ellos no tenían razón. Alec era lo mejor que me había pasado a mí. Lo amaba con toda mi alma.

 

Mi madre me abrazó antes de entrar a la iglesia. Iría tomada del brazo de Emmett, mi cuñado. Si, era mi cuñado. Yo consideraba a Rose como una hermana.

 

Mientras caminaba por el pasillo pude ver que Edward estaba allí entre los invitados. Sonreí. Se veía muy guapo. Se había rasurado y estaba limpio. Lo único que arruinaba todo esto era su expresión de dolor.

 

Traté de no mirarlo más y concentrarme en mi boda. Alec me esperaba en el altar. Lucía más guapo que nunca. Su traje gris hacía ver su cuerpo de infarto. Su rostro era el de un  Ángel. Me miraba con tanto amor. Le mandé un beso. 

 

-¿Preparada para atarte?- me preguntó Emmett al oído. Me reí.

 

-Le voy a decir a Rose- bromeé. Él puso una expresión de horror lo cual me hizo reír.

 

Al fin llegamos con mi futuro esposo.

 

-La cuidas, si no, te golpeo amigo- le advirtió Emmett a Alec.

 

-Te prometo que la cuidaré con mi vida

 

La ceremonia se me pasó volando. No paraba de llorar. Cuando nos declararon marido y mujer fui el ser más feliz de todo el universo.

 

-Te amo, mi cielo, te amo- dijo él cuando nos terminamos de besar.

 

Cuando salimos de la iglesia todos nos felicitaron. Edward seguía allí y se acercó a felicitarme.

 

-Gracias- le contesté. Una lágrima corrió por su mejilla. Deseaba consolarlo pero mi marido me miró mal.

 

-Sé feliz Bella, no te digo lo que siento porque eres una mujer casada y respeto eso

 

-Qué bueno que lo entiendes- sonreí-. Edward, podemos ser amigos

 

-No Bella, esta es la última vez que nos veremos… Yo, me iré a Forks de nuevo, necesito recuperar mi vida… Sabes que este amor nunca se va a morir, pero te has casado, no puedo hacer nada

 

Llegó Alec a mi lado y me abrazó con posesión.

 

-¿Qué haces con mi mujer?- preguntó. Edward le sonrió. Yo lo miraba asustada.

 

-Deseándole una feliz vida y le estoy diciendo que me iré…

 

-Muy bien- lo cortó Alec-. Qué bueno que lo harás

 

-Por favor, recupérate Edward- le pedí.

 

Él sonrió. Dio media vuelta y se fue. Desde entonces no lo he vuelto a ver.

 

El tiempo pasó. Alec y yo vivíamos un hermoso matrimonio. Ahora teníamos a Scarlett de dos años. La concebimos cuando estábamos de luna de miel. Ella hizo que nuestro amor aumentara. No nos arrepentíamos de haberla tenido tan pronto. Era lo mejor de nuestras vidas. El día en que nos enteramos de su venida fue el momento más hermoso del mundo. Alec se volvió loco de alegría.

 

En fin, mi vida era perfecta. Era una abogada exitosa al igual que mi marido. Mi bebita se parecía mucho a su papá. Tenía sus ojos azules, su color de piel, su nariz… De mí solo sacó la boca y el color de pelo lo cual me daba risa. La promesa que le había hecho a mi madre estaba más que cumplida. Nunca había vuelto con Edward, lo había superado. La promesa se mantuvo hasta que… Llegó la desgracia a mi vida.

 

Continuará… 


 


 


 
14636872 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10856 usuarios