La chica de mis bajas pasiones. (+18)

Autor: Samanthablack
Género: + 18
Fecha Creación: 31/05/2013
Fecha Actualización: 16/06/2013
Finalizado: NO
Votos: 5
Comentarios: 11
Visitas: 11270
Capítulos: 8

Está historia no es una más de solo sexo.

 

El amor, la pasión y el deseo se unen para darle vida a Isabella Swan y llevarla al camino de su felicidad.

 

 Edward Cullen, el típico hijo  de papi, millonario, piensa que tiene todo y que nadie le negara nada, pero un día llega una chica que le pondrá patas para arriba todo su mundo.

 

 

Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer.

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Capítulo 1: Propuesta

Propuesta.

 

No sabía cómo había parado aquí, no sabía cómo era que se le ocurría a alguien citarme aquí, ¿Por qué teniendo más lugares tenía que parar aquí?

 

Mirando al frente y quitando mis lentes de sol suspiro, bajo del auto y miro hacia el frente, saco mi móvil y marco el número que ya tanto conocía.

 

-¿Bueno?-

 

-Te voy a matar cuando llegues, ¿Cómo se te ocurre citarme aquí?- estaba seguro que había rodado los ojos.

 

-Bueno hermanito, te informo que me mataras después, no puedo llegar a la cita me ha salido algunos contratiempos, tomate algo y después vete-

 

-Esta me la pagas Emmet- le colgué.

 

Mi querido hermano me las pagaría, estaba seguro que tarde o temprano me las pagaría.

 

Metí el móvil en mi bolsillo de mi pantalón y deje mis lentes en el auto, tomaría un café y después me iría de aquí, estaba en una inmunda imitación de restaurante.

 

Cuando abrí la puerta sonaron unas campanitas, bufe, me dirigí a una mesa que estaba libre, de hecho no había mucha gente dentro, olor a grasa me lleno mis fosas nasales y apreté mi puente de la nariz.

 

No entendía como mi hermano me había citado aquí y para colmo me había cancelado sin yo saber antes, en vez de que me dijera en casa o en la oficina.

 

Masajee mis cienes, estaba estresado también por tanto trabajo y por estar presionado por mi novia, ella insistía en que yo debería casarme con ella por tantos años de relación, ¡Y una mierda! Jamás me casaría con ella.

 

Saque mi móvil y mande unas indicaciones para la oficina, ser dueño de la empresa más exitosa de modelaje me era algo estresante y más cuando cada una de las modelos querían acostarse conmigo para que yo las ascendiera a algo más.

 

-Buenas tardes, ¿Desea algo?- voltee a mirar la voz de esa chica, la inspeccione de pies a cabeza sin ningún descaro, ella se dio cuenta de eso y frunció el ceño. -¿Desea algo?- pregunto de nuevo.

 

-Un café- dije sin más, ella asintió y se retiró, la mire sin entender porque me había impresionado esa chica.

 

 

 

 

 

(Isabella)

 

 

 

Fui por el café de ese degenerado que no disimulo en ningún momento sus miradas lascivas de mi cuerpo, gracias a mi uniforme, era un vestido ceñido de color azul marino con el delantal blanco, pero aun así algo corto, aun no estaba acostumbrada a este uniforme, pero me era necesario tener este trabajo, tenía que juntar dinero para estar pagando mi universidad, el Liceo Mayori Coller, era uno de esos para niños ricos, pero yo estaba ahí por la carrera, sé que valía la pena, quería ser fotógrafa.

 

Billy me dio el café y fui hasta ahí, este café era uno de esos cafés helados, pero que aun así te despertaba, la especialidad de la casa.

 

Camine con mi bandeja y mi libreta de notas en mi delantal, me acerque con paso algo inseguro, pero al entrar al campo de visión de ese pervertido di pasos seguros.

 

-Aquí tiene, es la especialidad de la casa, que aproveche- estaba por retirarme cuando él me agarro la mano. -¿Desea algo?- pregunto molesta.

 

-Si, a ti- ¿Qué? Este era un pervertido de esos que querían un a costón seguro.

 

-Maldito, suéltame, será mejor que se retire- le gruñí con los dientes apretados, estaba segura que Billy no me diría nada si le corría a un cliente.

 

-Te pagare bien, solo tienes que…- lo calle, le tire el café encima.

 

-Que te quede claro idiota, no me vendo y si estás acostumbrado a eso vete a conseguir a fulanas de la calle, yo no- pero lo que más me dio rabia fue la sonrisa que había soltado, su sonrisa me paralizo, era hermosa, descarada y nada buena, excitante.

 

Lo vi levantarse y sacando una billetera, saco unos billetes y los dejo ahí, después dio unos pasos que hicieron que se pusiera enfrente de mí y yo no pude moverme, acercó su cara a mí, casi rosando su nariz con la mía.

 

-A partir de ahora no dejaras de pensar en mí, vendré todos los días hasta que me ruegues, estarás tan loca por mí que ahora seré yo el que te despreciara- bufe encolerizada, este tipo me saca de mis casillas.

 

Cuando iba a decir algo el tipo este me agarro la nuca con brusquedad y me peso, apretando sus labios con los míos, no moví ni un musculo, apreté mis puños esperando el momento para poder soltar este enojo.

 

Cuando me soltó yo le solté el puño en su quijada, a pesar de que no tenía tanta fuerza como un hombre él se la toco y soltó una carcajada, a pesar de ser una de ironía eso hizo que yo soltara mi aire.

 

Maldito imbécil.

 

Sin más salió del restaurante, agarre los billetes y me fui a la caja registradora, aquí no había nadie más que yo y Billy, y muy poca gente que al contrario de meterse se habían quedado mirando el espectáculo.

 

Aun en mis oídos estaban sus palabras, zumbando en ellos, sentía que reventaría.

 

 

 

….

 

Después de ese episodio tan… ni palabras tenia para eso, salid el trabajo y me fui a mi casa, en casa me esperaban mis padres y Alice.

 

Rosalie no estaba, seguro con el novio de ella, según ella era una persona importante y que valía la pena, a pesar de eso algo no me daba buena espina, yo era la menor de las tres hermanas Swan, Rosalie de diecinueve, Alice de dieciocho y yo de diecisiete.

 

Mis queridos padres no habían pensado en nada antes de nosotros, así que por eso estábamos seguiditas, Charlie y Renee eran de esos padres tan disfuncionales pero que se complementaban, Charlie serio y Renee con mucha vida.

 

Ahora me encontraba en mi habitación, marcando mis libros para sacar un ensayo para mi trabajo de literatura, pero a pesar de eso el chico ese estaba en mi mente, su altanería y su sonrisa que habían sido perversas estaban en mi  cabeza, también estaban esas sensaciones tan extrañas cuando me beso a la fuerza, no era mi primer beso, pero si el primero de tal forma, fue… excitante, tanto que ahora tenía fantasías con ese tipo.

 

¡Maldito bastardo de mierda!

 

Más le valía no presentarse en estos días como había dicho.

 

Deje los libros en el escritorio y me fui a la cama, me sentía agotada, pero no por eso deje de pensar en ese hombre.

Capítulo 2: Cansada

 


 


 
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