Noche sin tregua

Autor: neni_bella
Género: + 18
Fecha Creación: 21/07/2011
Fecha Actualización: 21/07/2011
Finalizado: SI
Votos: 4
Comentarios: 5
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Capítulos: 14

-si, soy una puta. -cada uno trabaja en lo que el gusta. -no me gusta mi trabajo. esa noche pretendía ser como otra cualquiera pero un incidente hará que su vida cambie para siempre.

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Capítulo 1: prologo

Noche sin tregua

Capítulo 1-salvando al damiselo en apuros

-¿Qué tal la noche?

-bastante escasa: hay poco negocio hoy.

-si, los hombres deben de andar cansados hoy.

-o a sus mujeres les ha dado por complacerles.

Ambas mujeres rieron escépticas a que sus clientes habituales les sucediera eso.

-bueno, me voy-dijo una-que hoy voy a la quinta avenida a ver si cojo buen sitio.

-bien, que tengas suerte-le dijo la otra.

-a ver si es verdad-suspiró-hasta mañana, Angie.

-hasta mañana, Bella.

Las dos mujeres se separaron para tomar diferentes caminos. La mujer llamada Bella, tomó el camino de la derecha mientras que la otra cogía el contrario. Bella caminó lentamente ya que los altos tacones de aguja de 12 centímetros de sus botas no le ayudaban mucho a ir cómoda.

Iba ataviada con una minifalda de plástico negra y un top de tirantes azul oscuro con el que enseñaba su terso y plano vientre. Las botas, blancas y de plástico también, le llegaban hasta por encima de la rodilla y casi se confundían con su pálida piel. Su pelo, naturalmente marrón, estaba escondido dentro de una peluca color rubio que llegaba hasta la altura de los hombros totalmente lisa. Su maquillaje no era exagerado, a diferencia de las de su profesión; Kohl negro que acentuaba sus ojos chocolate y carmín rojo que resaltaba sus carnosos labios.

Bella era una prostituta. Llevaba siéndolo casi dos años y como casi todas en ese gremio, tenía una historia detrás que explicaba el porque de su trabajo.

Poca gente sabía su verdadero nombre, solo los más cercanos a ella. Para todos los demás, sus clientes incluidos, ella era "Delice" solía tener bastante clientela que requiriese sus servicios, la mayoría ejecutivos de alto standing a los que sus mujeres no sabían complacer.

Pero ese día parecía que todos ellos habían desaparecido y Bella caminaba aburrida por las desiertas calles. Incluso sus compañeras parecían haber desistido en la búsqueda de clientes aquella noche.

Por una parte le alegró aquello; no le gustaba su oficio. Pero por otra parte maldijo en voz alta dado que necesitaba urgentemente el dinero que ganaba. Era fácil; si no había clientes, no había trabajo y si no había trabajo, no había clientes. Una regla de tres simple. Y ella lo necesitaba, sino, no estaría trabajando de ello.

Se rodeó con los brazos cuando una repentina y fría ventolera se le coló hasta los huesos. Soltó un par de improperios. ¡Como odiaba tener que vestir así para conseguir clientes! Pero tenía más que comprobado que si se ponía pantalones largos y cuello alto la tasa de trabajo bajaría hasta un 70% y eso era algo que ella no podía permitirse.

Estaba llegando a la esquina elegida cuando unos ruidos en un callejón sin salida a su derecha la hicieron detenerse. Forzó a sus ojos a habituarse a la oscuridad y pude vislumbrar un grupo de unos diez hombres que se dedicaban a patear algo que estaba en el suelo. Cuando sus ojos se acostumbraron un poco más pudo ver de quien se trataba; ahí estaba la banda de Jared y sus matones.

Suspiró en voz alta. ¿Quién sería el pobre chico al que habían cazado esa vez? Siempre buscaban excusas para zurrar a chicos más jóvenes que ellos sin razón alguna; solo para sentirse hombres. Bufó. ¡oh, si, por Dios que machos! ¡Diez contra uno!

-¡Jared!-gritó.

El aludido detuvo los golpes y se envaró para ver quien lo llamaba. El hombre era alto y moreno; con pelo y ojos oscuros y expresión fiera en la cara. Su 1,90 estaba por bastante por encima del 1,60 de Bella pero ella no le tenía miedo.

Cuando la reconoció, levantó una mano para que los demás parasen y la sonrió seductor con una sonrisa que hubiera derretido a la más fría; Jared era un hombre muy atractivo. Pero ella lo miró con indiferencia mientras se acercaba.

-Delice, nena-la saludó.

-¿Quién es esta vez?-preguntó cruzada de brazos-o mejor dicho… ¿Qué te ha hecho?

-me ha mirado mal-respondió encogiéndose de hombros.

-¡cada vez buscas excusas más patéticas!-exclamó ella con odio-déjalo en paz.

Jared volvió a sonreír socarronamente mientras se acercaba a ella más aún.

-¿y que me das a cambio?-preguntó-ya sabes que por ser tú estoy dispuesto a negociar-añadió recorriéndola de arriba abajo lascivamente.

-no me pienso acostar contigo, Jared-cortó ella fríamente.

-no se porque me rechazas siempre, Delice-dijo él algo mosqueado-sabes que estoy dispuesto a pagar lo que sea. Te follaré como solo un hombre lo haría.

-un hombre no le pegaría una paliza a un chico entre diez personas-replicó ella mordaz.

-él se lo ha buscado.

-déjale en paz-repitió ella.

-¿o sino que?-se burló-¿me vas a pegar?

-a Sam le encantaría saber lo que andas haciendo por ahí-lo amenazó implícitamente; la mirada del hombre se volvió seria.

-no serás capaz…-Sam era el todopoderoso de esos barrios.

-pruébame-la que sonreía socarronamente era ella.

Jared hizo un gesto con la mano derecha en el aire y todos sus camaradas dejaron de rodear al chico al que estaban pegando; lo dejaron caer al suelo y ahí quedó inerte mientras ellos rodeaban a su cabecilla.

-porque eres tú, Delice, pero llega a ser otra puta la que me reta y está muerta-le dijo.

-lo que quieras pero desaparece-contestó sin pizca de miedo.

-nos vemos, Delice-cogió su mano y la besó ganándose un gesto de asco de parte de la chica-espero que sigas igual de bien

-¡piérdete!

La banda despareció confundiéndose con la oscuridad de la noche al salir del callejón y Bella corrió hasta el cuerpo que yacía en el suelo. Gracias a Dios aún respiraba pero aún así estaba muy débil.

Sin pensárselo dos veces, corrió hasta una cabina telefónica cercana y marcó un número al que solía llamar cuando tenía problemas allí, en Manhattan. El teléfono sonó dos veces antes de que una voz masculina contestase.

-¿diga?-habló con aparente mal humor.

-Seth, soy Bella-dijo la chica con rapidez.

-si llega a haber sido otra persona me habría levantado y le habría buscado para pegarle un tiro-dijo aún sin animarse-¿Qué es tan importante, Bella? Estoy algo ocupado…no se si me entiendes…

-necesito ayuda, Seth-siguió ella ignorando que su colega estuviese insinuando que estaba a punto de acostarse con alguna mujer fácil que habría conocido en algún bar.

-¿Qué pasa, Bella?-preguntó él a sabiendas de que no lo llamaría si fuera una tontería.

-no hay tiempo de explicaciones-cortó ella-estoy en el callejón de al lado de la esquina de la quinta avenida. Ven rápido, por favor.

-estoy en diez minutos.

-gracias. Seth-agradeció la chica colgando.

Volvió todo lo aprisa que pudo al callejón y llegó hasta el chico. Lo giró, porque estaba boca abajo, y volvió a comprobar sus pulsaciones. Estaba inconsciente y tendría un par de costillas rotas pero por lo demás nada grave. Decidió llevárselo a casa y curarlo. Perdería toda una noche de trabajo pero visto el panorama y dadas las circunstancias le pareció lo más lógico.

Seth llegó varios minutos más tarde, como había prometido, y se acercó rápido adonde la chica. Al ver el panorama, gimió.

-¡joder, Bella!-exclamó-¿me vas a hacer cargar con un muerto? Se que eres una buena amiga y que te debo un par de favores por sacarme de líos con Sam pero… ¿Qué cojones te ha hecho este tío para que te lo cargues?

-¡no está muerto, imbécil!-gritó ella-solo está inconsciente- la bandita de Jared le acaba de pegar una paliza por "mirarle mal".

-así que Jared sigue haciendo de las suyas…-murmuró pensativo-bueno, ¿Qué quieres que haga con él?-señaló al muchacho-no puedes llevarlo a un hospital; tendrías que dar demasiadas explicaciones.

-ayúdame a llevarlo a mi casa-le pidió-yo lo curaré.

-¿vas a llevar a un hombre a tu casa?-preguntó asombrado y cuando ella asintió puso cara de enfurruñado-¡es injusto! ¡Dijiste que nunca llevarían a uno! ¡Ni siquiera yo he ido!

-venga, Seth, no te piques-le dijo ella-está malherido y no pienso dejarlo aquí.

-si quieres me lo llevo yo-ofreció; ella ni lo pensó.

-ni de coña-negó-lo dejarías tirado por ahí. Te conozco como si te hubiera parido.

-está bien, está bien-acabó por aceptar el hombre-te ayudaré a llevarlo a tu casa.

-¡gracias, Seth!-agradeció ella dándole un beso en la mejilla.

-vas a tener que darme algo más que un simple beso en la mejilla para agradecerme el estar metiéndome en este marronazo.-replicó él.

-te debo un desayuno completo en el bar de Sam.

-eso está mejor.

Seth cargó al muchacho en el hombro con tanta facilidad que parecía que pesase diez kilos en vez de los 80 mínimo que debía pesar. Se puso a caminar hacia el coche en el que había ido hasta allí con Bella detrás corriendo literalmente.

-¡Seth! ¡Ve más despacio!-chilló sin aliento-llevo tacones y tengo las piernas más cortas que tú. ¡Por un paso que tú das yo tengo que dar cuatro!

Él se paró y se giró sonriendo burlón dejando que la chica llegará a su altura. Ella se plantó en frente de él cruzándose de brazos y mirándole con odio. Seth soltó una carcajada y ella entrecerró más sus ojos hasta que fueron solo dos pequeñas rendijas.

Bufó contemplando el hombre; tenía cuatro años más que ella y casi 30 centímetros más. Su piel era morena y tanto sus ojos como su pelo eran negros. Podía tener mal genio cuando lo necesitaba, y aplomo en las situaciones malas, pero era un tipo agradable y, para la "desgracia" de Bella, chistoso y burlón. A Bella le hubiese encantado pegarle un puñetazo o una patada para quitarle la sonrisa que bailaba en su cara pero estaba segura de que se hubiera hecho más daño ella del que conseguiría producirle a él.

-eres una enana paticorta-se burló.

-¡vete a la mierda, Seth!-gruñó ella.

-venga, Bella, es broma-levantó los brazos en señal de rendición haciendo que el chico se le escurriera del hombro.

-¡Seth!-gritó ella alarmada.

-¡relájate, pequeña!-dijo con normalidad mientras se volvía a colocar al chico otra vez-bueno, ¿me vas a tener aquí parado mucho tiempo o llevo a este pringui a tu casa antes de que palme?

-a casa-contestó ella-pero no lo zarandees, que está herido.

-¡vaya hombre!-exclamó-¡llevar a un blandengue me ha tocado!

Pero calló al ver la cara de Bella fulminándolo.

-vamos, anda-dijo ella-si no fueses mi amigo creo que le pediría a Sam que te pegase una pequeña paliza para que aprendieses.

-yo también te quiero, pequeña-rodó los ojos-pero te aprovechas mucho de ser la protegida de Sam…

-ya ves.

Anduvieron el último trecho que les quedaba y el hombre abrió el coche con el mando a distancia. Bella le sujetó la puerta de atrás indicándole que pusiese al herido en el asiento trasero a lo que Seth contestó lanzando al chico de golpe sin demasiados miramientos ni cuidado alguno. Bella lo reprendió.

-oye, te he dicho que te ayudaría a llevarlo a tu casa, no que iba a tratarlo como a la reina de Saba-replicó él.

Ella bufó por enésima vez en la noche para luego rodear el coche y sentarse en el asiento de detrás poniendo la cabeza del chico desmayado en su regazo. Seth se sentó al volante y arrancó camino al apartamento de la chica. Mientras tanto, ella apartó los mechones del largo pelo negro del chico de su frente. Lo contempló con interés; aún cuando tenía la cara manchada de sangre se veía que era muy apuesto. Tenía rasgos marcados haciéndole parecer que no era de allí y aunque tenía cuerpo grande, sus facciones delataban que como mucho tendría su misma edad. Bella pensó que el quedaría mejor el pelo corto.

Seth condujo sin cuidado alguno con Bella y el chico zarandeándose detrás por los frenazos, acelerones y giros. No tardaron mucho en llegar al edifico de Bella. Eran apartamentos no muy buen estado. Tenía un color grisáceo con algo de desconchado por algunas partes. Tenía ventanas pero muchas de ellas estaban tapadas con cartones por falta de cristales. La puerta del portal, de un verde grisáceo y desconchada también, estaba abierta de par en par. Un hombre rubio y muy musculoso, con camisa de tirantes blanca sudada y pantalones anchos estaba haciendo abdominales a su lado. Bella se giró hacía Seth.

-vas a tener suerte-le dijo-entrarás en mi casa.

-¿de verdad?-preguntó con ojitos brillantes.

-si-afirmó-el chico pesa mucho y yo no puedo con él así que lo subirás tú.

-ya decía yo…

El hombre volvió a echarse al chico en el hombro mientras ella caminaba hacia el hombre que estaba en la puerta.

-buenas noches, James-saludó.

El hombre levantó la cabeza y la miró. Se enderezó y se cruzó de brazos a la altura del pecho; Bella sabía que lo hacía para lucir músculos.

-buenas noches, Bella-contestó-que pronto vienes hoy.

-he tenido un problema-explicó-dime que tu padre no está… ¡por fa!

-está durmiendo, ¿Por qué?-ella se mordió el labio nerviosa-ya sabes las reglas, Bella, nada de clientes en el piso.

-¡oh, no! No es eso-en ese momento Seth llegó.

James examinó cuidadosamente al hombre para luego posar su vista en el muchacho que este llevaba cargado; abrió los ojos con sorpresa.

-¿está muerto?-preguntó.

-¿Por qué todos pensáis lo mismo?-bufó la chica frustrada-solo está inconsciente.

-¿Qué le ha pasado?-inquirió curioso.

-Jared-se limitó a contestar.

James bufó.

-debería pegarle una paliza como le ha dado a este pobre chaval-dijo flexionando sus músculos-encima seguro que no le ha hecho nada.

-le ha mirado mal-los dos rodaron los ojos al mismo tiempo-entonces… ¿me dejarás subirlo? Se que tu padre no me dejaría pero…

-si, súbelo-sonrió-no le diré nada a mi padre, tranquila.

-gracias, James.

-de nada, Bella.

La chica le hizo una señal a Seth y este le siguió escaleras arriba después de hacerle un gesto de despedida al hombre. Bella lo guió hasta el quinto piso y luego giró a la derecha. Se agachó delante de una puerta y se desabrochó su alta bota para sacar de allí una pequeña llave que después metió en la cerradura. Le abrió la puerta y Seth entró primero.

-déjalo en la habitación del fondo-le indicó.

-¿Cómo es que el hombre del portal sabe tu nombre?-preguntó curioso Seth desde la habitación.

-solo sabéis mi nombre los más cercanos-contestó ella mientras preparaba unos trapos y una palangana con agua-Ángela, James, mis conocidos de Forks y tú. Ni siquiera Jared o el padre de James, que es mi casero, lo saben. No quiero que me reconozcan; ya sabes que no estoy aquí para destacar. Para el mundo en general soy Delice.

-te tomas muchas molestias-dijo él entrando al salón.

-a la noche llevo pelucas-contestó-ya puedes irte.

-puedo quedarme a ayudarte-se ofreció.

-no, gracias, puedo sola-respondió y viendo el mohín que haría prosiguió-no te quejes que ya has entrado, cosa que nadie, salvo que mi casero para revisar, ha conseguido.

-pero el muerto se va a quedar más-se quejó.

-el día que te den una paliza así te prometo traerte y curarte-le dijo ella entre burlona y tierna.

-lo tendré en cuenta, es una promesa-Bella rió-me voy ya; llámame si necesitas algo más.

-¡gracias, Seth!-se despidió-¡adiós!

Seth se fue y Bella terminó de preparar todo para dirigirse adonde el hombre había puesto al chico, que era su propia habitación. Entró sin encender la luz y colocó en su pequeña mesita de noche la palangana y los trapos. Prendió la lámpara de mesa que tenía en la mesilla para alumbrar lo justo. Se sentó en la cama al lado del muchacho; por lo menos su amigo había tenido la decencia de ponerlo boca arriba.

Lo primero que hizo fue limpiarle la cara entera y con algo de dificultad lavarle el pelo como pudo. Cuando terminó, se puso a limpiarle y curarle las heridas. Esa parte fue más difícil ya que pesaba bastante y ella no tenía la fuerza de Seth para moverlo a su antojo. Así que tuvo que ir a por unas tijeras para cortar la camiseta que llevaba. Con mucho cuidado, metió las puntas del afilado objeto por debajo de la tela tocando lo menos posible. Pero no pudo evitar rozar levemente su piel, y al parecer alguna herida, haciendo que el chico gimiese de dolor aún inconsciente. Poco a poco consiguió cortar toda la camiseta dejando al descubierto su pecho lleno de heridas y sangre.

Bella tuvo que obligarse a sí misma a apartar la vista de su cuerpo y a mover sus manos para limpiar bien sus heridas para que no se infectasen; no es que se hubiera quedado embobada mirándole porque le gustara, tenía demasiados músculos para su gusto y era demasiado moreno ya que degustaban los blanchuchos de piel, sino porque ese tío era enorme y tenía un cuerpo que era como dos de ella. Bella se sorprendió a sí misma preguntándose si iría al gimnasio o todo ese músculo venía de fábrica.

Poco a poco fue limpiando las heridas con cuidado de no lastimar al chico, aunque el daba algún que otro quejido. Le curó todos los raspones que tenía y, con mucha dificultad debido al peso del muchacho y a su poca fuerza, le consiguió poner vendas desde el pecho hasta el estómago para que las heridas cicatrizasen mejor con yodo.

-Dios mío-murmuró cuando por fin terminó-no pensé que curar a una persona fuese tan difícil…

Recogió todas las vendas, trapos y cosas que había utilizado y los llevó a la cocina donde los dejó encima de la mesa. Suspiró cansada mientras se secaba el sudor que tenía en la frente. Era increíble que le costase más eso que acostarse con desconocidos por dinero; quizás el problema era su pavor a las agujas y su mala aceptación de la sangre.

Volvió a la habitación y se sentó en una silla al lado de la cama donde se encontraba el chico. Se quitó la peluca que llevaba, que anteriormente al estar ocupada sanando al inconsciente no se había quitado, y la dejó en la mesita de noche. Echó la cabeza hacia atrás cerrando fuertemente los ojos; ¿Quién diría que una supuesta monótona noche como la de aquel día iba a acabar con un chico inconsciente en su cama, lo que tenía prohibido, y encima sin siquiera haberse acostado con él? desde luego era un cambio total.

Pensó que no podía andar duchándose en ese momento y cambiándose de ropa; no sabía si el chico pero si ella se despertase en medio de la noche, semidesnudo, vendado por la parte superior, en un sitio desconocido y sola, se asustaría mucho, y no era algo que ella quisiera para él. Le miró otra vez. No, esperaría a que se despertase para contarle lo sucedido.

Perdió la noción del tiempo de forma que se quedó dormida sin darse cuenta. La despertó un leve rozamiento en la rodilla que al principio ignoró pero gracias a la insistencia del golpecito por fin abrió los ojos. Miró hacia todos los lados desorientada hasta que escuchó una risita. Al final enfocó su vista hacia delante y pude ver al chico riendo. La frunció el ceño.

-lo siento por reírme-se disculpó-¿Dónde estoy?

-estás en mi casa-le dijo ella relajando levemente la cara-Jared y su cuadrilla te pegaron una paliza y te traje aquí para curarte.

-¿me has traído tú?-la miró de arriba abajo escéptico.

Bella volvió a fruncir el ceño mientras se cruzaba de brazos.

-un amigo me ayudó-contestó seca y al ver que el chico seguía mirándola añadió-si, soy una puta. Pero te he salvado la vida como quien dice así que deberías agradecérmelo en vez de mirarme tan despectivamente.

-¡vaya! ¡Lo siento!-se disculpó-no quería ofenderte.

-da igual. Estoy acostumbrada-dijo ella algo triste.

-¡Ey, tranquila! ¡Yo respeto todo!-intentó disculparse avergonzado-cada uno trabaja en lo que el gusta.

-no me gusta mi trabajo-aclaró ella cortante.

Bella miró hacia el suelo y el chico se le quedó mirando. Se arrepintió al instante de haberla ofendido o de haberla hecho recordar algo ya que miraba triste al suelo, ensimismada, como metida en sus pensamientos. Se avergonzó de haber sido tan bruto. Se quiso sentar en la cama para poder irse y dejar de molestarla pero al levantarse sintió un dolor agudo al final de la espalda y no pudo reprimir un quejido. Bella se apresuró a empujarlo suavemente a la cama saliendo de sus pensamientos.

-¡oye! ¿Adonde vas?-preguntó-¡todavía no estás curado!

-pensaba irme y dejarte en paz-intentó explicar con los ojos cerrados por el dolor-no quiero molestar más.

Bella rió y el chico la miró confuso.

-¿Cómo te llama?-preguntó ella.

-Jacob, Jacob Black-respondió él.

-¡anda! ¡Como el agente 007!-ambos rieron por la mala broma-yo me llamo…

Jacob vio como dudaba al decir su nombre y le hizo un gesto para animarla a seguir.

-llámame Delice-acabó por decir.

-¿Delice?-levantó una ceja escéptico-¿te llamas Delice?

-se puede decir que es…mi nombre artístico-le contestó ella.

-¿y cual es tu nombre de verdad?-pregunto ahora curioso.

-eso solo lo saben mis verdaderos amigos-respondió rápidamente.

-entiendo…-murmuró él.-oye muchas gracias por ayudarme. No me conocías y aún así me trajiste aquí… ¡por cierto! ¿Qué pasó?

-mmm...…antes que nada voy a darme una ducha y cambiarme de ropa-dijo ella-estaba esperando a que despertases para que no te asustases.

-gracias-agradeció él sonriente.

-no hay de que-contestó a su sonrisa-¡no tardo!

Bella se quitó las altas botas que llevaba puestas y las dejó en un lado de la habitación mientras caminaba hasta el armario y sacaba ropa. Luego anduvo hasta una puerta cercana al armario y la abrió entrando en ella. Ya dentro de la estancia, que resultó ser el baño, encendió el grifo para que se fuese calentando el agua y después de quitarse la ropa entró a la ducha. Para cuando volvió adonde Jacob, llevaba puesto un pijama largo y ancho de color azul de manga larga con pequeños dibujos dorados. Se había quitado la peluca y llevaba su pelo marrón suelto y mojado. Se sentó en la misma silla mientras se cepillaba el cabello con un peine.

-¿Por qué llevas pelucas?-preguntó él confundido-tienes un pelo mucho más bonito que ese estropajoso de pega.

-de día la gente me ve como a una persona normal y no quiero que me reconozcan-explicó-ya te he dicho que no me gusta mi trabajo…no lo hago por placer.

-¿entonces porque?-inquirió curioso.

-es una larga historia…

-creo que dado mi estado-se señaló a sí mismo-tengo bastante tiempo de sobra…si quieres vamos…

Bella suspiró en alto y luego miró hacia la ventana. Pasaron unos segundos hasta que volvió su mirada al chico y se decidió a hablar.

-nadie me ha preguntado nunca mi historia-sonrió tristemente-solo la aceptan y ya está.

-siempre hay una primera vez…-dijo él intentando infundirle ánimos.

-está bien, te la contaré-Jacob sonrió-pero no quiero que después de esto me tengas lástima.

-¿lástima?-preguntó sin entender.

-si; lástima-afirmó ella.

Capítulo 2: La patetica historia de mi vida

 
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