Pervirtiendo a Edward (+18)

Autor: mari584
Género: + 18
Fecha Creación: 19/06/2010
Fecha Actualización: 09/12/2011
Finalizado: SI
Votos: 89
Comentarios: 256
Visitas: 335797
Capítulos: 34

"Bella es la chica linda de la escuela y también es malvada, pervertida y coqueta. Siempre tiene lo que desea. Es por eso que verá en Edward, un tímido y sencillo estudiante, la materia prima ideal para su hombre de ensueño. El problema es que necesita unos "pequeños toques" por lo que Bella sumergirá a Edward en un océano de lujuria, desenfreno y libertinaje, para obtener lo que desea de ese hombre… pero en el intento, las cosas pueden no resultar como esperaba… al final, puede haber terminado creando un monstruo…"

chicas nueva historia y un nuevo comienzo...! =D

esta historia no es mia es de Natalia alias nandir77, es una excelente historia de esta maravillosa autora, espero que sea de su completo agrado para todas uds...! =D

espero que les guste y me lo hagan saber mediante sus comentarios y votos...! =D

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 34: Epilogo


EPILOGO

Bella POV

Edward está enfermo. Y no digo de algún tipo de enfermedad mortal o algún virus. Está más bien adicto. Al sexo. Y es toda mi culpa. Quizás yo también este bastante enferma.

Claro que no es que me queje. Es solo para explicar las cosas que nos suceden por eso.

Hacía ya un par de meses desde que Edward se convenció de que había que desechar los mimos y cariños excesivos conmigo y su máxima ahora era "tirar que el mundo se va a acabar". Y era en serio. Edward era incansable y tenía la mente más retorcida que se puedan imaginar. Siempre tenía ideas extrañísimas y lo peor era que a mí me encantaban sus ideas. Dios, no sabía cómo demonios habíamos salido vivos hace un par de meses, cuando se le ocurrió ponerse malo. Y encerrarme en casa una semana seguida solo con sexo y algunas dosis ocasionales de comida. Habíamos prácticamente redecorado toda la casa y no había sitio en el que no hubiésemos tenido sexo. Edward estaba convencido de que nuestra mejor terapia era tener sexo en todos los sitios posibles. Creo que solo nos falto el techo de la casa. Y eso fue porque yo no quise que nos vieran los vecinos.

En esa ocasión había bajado casi cinco kilos de peso, dos menos que él, que bajó siete. No nos vieron durante una semana y en realidad pensaron que habíamos muerto, hasta que Emmett se decidió a aparecer en la casa y nos encontró teniendo sexo en la cocina. No podía creer el desastre que teníamos en la casa. Estuvimos todo un día limpiando y cuando regreso Charlie tuve que decirle que había decidido redecorar y por eso había tantas cosas nuevas. La verdad es que habíamos roto casi todo.

Además de esto, Edward se escabullía de todas maneras a mi habitación todas las noches. Había aprendido una forma de llegar a mi habitación trepando por la pared, y no lo desperdiciaba. Charlie nos había pillado durmiendo juntos en dos ocasiones y creo que luego ya se canso de correr a Edward.

La novedad más importante consistía en el matrimonio.

No.

No se trata de Edward y yo… ¡ni de broma! Todavía no tengo intenciones de casarme… por ahora. En realidad se trata de Emmett y Rosalie. Ellos habían decidido casarse y habían tenido la brillantísima idea de nombrarnos a mí y a Edward como sus padrinos de boda. Ellos debieron aceptar que todo iba mal cuando el día del ensayo no aparecimos porque nos quedamos tirando en el nuevo volvo de Edward. El decía que quería probar los amortiguadores. Resulto que el volvo era bastante cómodo finalmente. Pero nos ganamos la ira de Rosalie, al llegar casi una hora más tarde, cuando el ensayo iba por más de la mitad. Tratamos de convencerla que cambiara de padrinos, pero ella nos dijo que los partes de boda ya estaban enviados y que si le arruinábamos la boda simplemente nos mataría. Y yo le creía. Edward se lo tomaba con más humor.

- Ella no hará nada- decía él, riendo, esa noche en mi cama -o más bien nuestra cama- Y la conozco y ella solo es buena para gritar. No te preocupes amor, todo saldrá a la perfección ese día… -

- Eso es si no piensas en sexo- le dije yo, riendo

- Mira quién habla, sexópata- me contesto el

- Vaya, tú me ganas por paliza Edward- le dije yo, dándole un almohadazo.

- Oye, no a los golpes- dijo el quitándome la almohada- O quizás te guste lo rudo- murmuro luego, acariciando mi muslo desnudo

- Edward- me queje yo- Ya ha sido suficiente… son las 3 de la madrugada-

- Genial, es la hora de nuestra dosis- murmuro él, haciéndome rodar en la cama y subiéndose sobre mí.

- Edward…

Claro que no me dejo hablar. Sus labios sellaron los míos con un poderoso beso, el cual me dejo para variar, la mente en blanco. Sus manos volaron por mis costados, acariciando mi piel y haciendo que se me erizara ante su contacto. Edward tenía un toque mágico. Podías estar cansadísima, pero no bastaba más que un solo roce de sus dedos y me sentía viva de nuevo. Mi cuerpo lo deseaba tanto como mi mente. Y me dejaba llevar.

Nos fundimos entre gemidos ahogados y suspiros contenidos. La cama crujía verdaderamente y no sabía cómo era que Charlie no notaba nuestras incursiones nocturnas. Estaba segura que pronto debería cambiar la cama. Eran más de las cinco cuando Edward finalmente se sintió agotado y se escabullo por mi ventana, dejándome dormir la enorme cantidad de cuatro horas. No lo podía creer al levantarme.

Los días pasaron rápidamente y en menos tiempo de lo que pensé había llegado el día de la boda. ¡Dios! No podía creerlo cuando Alice llego a levantarme a eso de las 8 de la mañana. Edward se había ido hace solo tres horas.

- Pero Bella, ¡mírate! - me chillaba ella, molesta a más no poder- Una madrina no puede tener esa cara… ¡pareces una muerta! ¿Qué estuviste haciendo por la noche? ¿Leyendo toda tu colección?

- Ojala hubiese sido eso Alice- me queje aun entre las sabanas, sin ánimos para levantarme

- ¿Es Edward verdad?- dijo Alice, haciendo un mohín

- ¡Ese hombre quiere matarme! – gemí

- Eso te lo buscaste Bella, además recuerdo que era lo que tú querías… ¿no era que deseabas a un hombre que siempre estuviese haciéndote el amor y que no se cansara nunca? Según tu no existía…y aquí estas ahora, quejándote como una vieja- rio Alice

- Si, supongo que tienes razón… es mi creación monstruosa- reí yo, levantándome

- Bien, ve a darte una ducha… yo arreglare todo... ¡tenemos tanto por hacer!

Me di una larga ducha, lo suficiente como para que Alice me sacara a gritos del baño. Ya sabía que sería un día de sufrimiento. Alice tenía todo preparado, pero no me libre de las sesiones interminables de belleza, de la peluquería y de un maquillaje extremo para desvanecer mis ojeras. Alice no podía creer que desde la última vez que me probé el vestido este ya me quedara algo suelto. Me sonreí internamente, ya sabía quién era culpable de esto.

- Ni se te ocurra decir que esto es culpa de Edward- gruño Alice dándole unas puntadas al vestido- Tu podrías negarte también, pero no… ¡ella no puede mantener las piernas cerradas!

- Cállate Alice, no seas una perra- le chille, molesta- nadie te dice nada porque te la pasas en la casa de los Cullen tirando con Jasper…

- No es lo mismo… ¡al menos yo me detengo a comer!- me gruño ella

- Seguro- sisee yo, mirándola- ¡como si no te conociera!

Alice de pronto rio, alivianando el ambiente.

- Bueno, está bien… ¡pero es que son tan irresistibles! No puedo evitar tirármelo donde se pueda… en la cama o en el baño, en la cocina… ¡Igual que hicieron tu y Edward!

Reímos ambas, mientras Alice terminaba de afinar los detalles del vestido. Finalmente y luego de muchas horas, estábamos oficialmente listas. Apenas si había probado bocado durante todo este tiempo.

- Estoy que muero de hambre- gruñí, mirándome al espejo

- Ya cállate, comerás en la recepción… ¿y Edward? Espero que no se le ocurra no asistir…

- No, el saldría junto con Emmett- le aclare- De hecho ya deben de estar en la Iglesia

- Bueno, vámonos… quiero ver a mi Jazz antes de llegar a la Iglesia…

Nos fuimos en mi auto hasta la casa de Alice, en donde nos esperaba Jasper.

- ¡WOW! ¡Chicas… que bellezas! Seré la envidia de todo Forks cuando me vean llegando con ustedes- rio Jasper, abrazando a Alice

- Es todo obra de Alice… ella lo hace todo bien- reí yo

- Ni que lo digas- dijo Jasper, abrazando a Alice y deslizando una mano por su trasero

- Hey, vayan a un hotel- les gruñí yo

Ellos rieron y finalmente nos dirigimos a la iglesia. No sabía si era por el hambre o alguna otra cosa, pero mi estomago se quejaba rabioso y ya me estaba haciendo sentir unas horribles nauseas. Lo único que me faltaba. Alice me miro preocupada.

- ¿Te sucede algo?- dijo, poniendo una de sus manos en mi cara.

- No, solo son los nervios… creo- dije tratando poner mi mejor cara.

- ¿No estarás embarazada?- chillo Alice, poniendo cara de horror

- No seas tonta Alice- le gruñí- No podría estarlo…

- Bueno… deberías considerarlo… si vives tirando de esa manera, me extraña que todavía no lo estés…

Le hice una seña con el dedo medio a Alice para que se callara. No era algo de lo que quisiera hablar en este momento…

Llegamos a la Iglesia antes que la novia, gracias a Dios. Edward y Emmett ya estaban aquí, lo mismo que nuestros padres y los padres de Edward. Charlie y Renne habían llegado hace poco y se veían muy juntos, mirando a Emmett con orgullo. Mi hermano se veía muy bien, elegante en su traje, pero en su rostro se veía reflejado todo el terror del momento.

Y Edward… ¡Oh Dios!

En dos segundos se me olvido todo. La iglesia, Rose, Alice… todo. Nunca había visto a Edward tan guapo. No me lo podía creer.

Vestía muy similar a Emmett y Carlisle, pero el realmente destacaba entre ellos. O quizás eran mis hormonas. No sé. Pero lo único que sabía era que lo deseaba… otra vez. Hasta me dieron ganas de casarme…

Corrí hasta donde estaba él y lo abrace como si no lo hubiese visto en años. El aroma particular de Edward me envolvió y yo suspire, envuelta en su cálido abrazo.

- Bella- susurro él en mi cabello-

- Edward- respondí yo, pegándome a el

- Te ves increíblemente hermosa… quizás deberíamos casarnos nosotros…- murmuro él, apretando mi cintura

- Tú te ves muy guapo…

- Haces que te desee- murmuro él a mi oído

- Yo pienso algo similar…

Ambos nos reímos de nosotros mismos. Edward me dio un casto beso en los labios y me abrazo por la espalda, apretándome disimuladamente a su erección. Dios. Y eso que estábamos en la iglesia. Carlisle carraspeo y nos dios una sonrisa cómplice. Al parecer nos había estado mirando.

Mi rostro se enrojeció al momento y sentí la tibia y cálida risa de Edward haciéndome cosquillas en los hombros.

Emmett apretó el brazo de Edward en un verdadero arranque histérico.

- ¡Ella no vendrá, lo sé!- chillo de pronto- ¡lo ha pensado y desea a alguien más inteligente... o más guapo… Dios, quizás no soy lo suficientemente bueno en la cama!- chillo Emmett, como una chica

- Emmett, cálmate- le gruñí, tirando de su brazo- todos te miran…

- ¡Bella, ella se arrepintió!- me dijo remeciéndome y mirándome con los ojos velados por un verdadero terror- ¡Debería haber llegado hace más de cinco minutos!-

- Emmett, la novia siempre se retrasa… ¡además solo van cinco minutos… hombre! Cálmate por Dios- gruño Edward, aunque se estaba riendo

- Ella vendrá Emmett, por favor relájate- dijo Charlie, tratando de calmar a un exaltado Emmett, que temblaba como hoja

- Sí, yo conozco a mi hija… probablemente se está demorando a propósito para hacerte sufrir- rio Carlisle

Luego de varias sesiones de tranquilización y quince minutos más, por fin llego Rosalie. Gracias a Dios, porque ya no había fórmula para calmar a Emmett.

- ¡Es ella!- chillo Emmett, poniéndose blanco

- Debemos esperarla adentro – murmuro Edward-

Charlie y Carlisle se llevaron a Emmett y la gente que faltaba comenzó a entrar a la iglesia. Alice entro también, junto con Jazz y quedamos Edward y Yo, viendo descender a Rosalie del automóvil. Se veía radiante. Hermosísima era quedarse cortos.

- ¡Dios, y esta mujer es mi hermana!- murmuró Edward abrazando a Rose, que irradiaba felicidad.

- Deséenme suerte- murmuro Rose, mientras entraba, tomada del brazo de un sonriente Carlisle

Rose y Carlisle entraron y yo tome la mano de Edward, y camine hasta la entrada de la iglesia. Al dar unos tres pasos dentro, Edward se detuvo.

- Bella- me dijo, mirándome con los ojos oscurecidos

- Edward…- murmure, mirándolo

Dios, no… yo conocía muy bien esa mirada.

Antes de que pudiera decir nada, me sentí arrastrada hacia un costado de la iglesia, en donde se encontraban los confesionarios.

- ¡Edward… estás loco, la ceremonia va a comenzar…! -chille, asustada

- Bella, lo haremos rápido, no notaran nada- me susurró, acariciando mi brazo- llegaremos a nuestros sitios en unos cinco minutos… por favor… - me rogo

- No puedes estar hablando en serio- le dije, pero mi cuerpo ya estaba reaccionando.

- No lo sé… pruébame- dijo él, besándome con desesperación.

Y lo perdí. Demasiado para mí. Diez segundos más tarde estaba manoseando a Edward encerrada en uno de los confesionarios.

Edward mordía mi cuello mientras me alzaba y con rapidez asombrosa se deshacía de mi ropa interior. Gemí en su hombro, tratando de que no nos escucharan.

- Edward... – gemí, entre ansiosa y asustada

- ¡Oh Bella, como te deseo… mierda! - murmuro él, apretándome contra su erección.

Baje una de mis manos hasta la cintura de su pantalón y con un rápido movimiento, saque su miembro hasta tenerlo en mi mano. Edward gimió, buscando el mejor ángulo para poder entrar en mí, dentro del reducido espacio en que estábamos.

De alguna forma, Edward consiguió tenerme en la posición adecuada y de pronto me sentí en el cielo, cuando el miembro de Edward se enterró en mí con toda su fiereza. Tuvimos que besarnos, para evitar que nos oyeran, mientras los gemidos apagados de Edward no hacían más que encenderme más y más…

- ¡Dios!, Bella, todo esto… yo… no soportaré demasiado - murmuro Edward en mi oído, mientras me asestaba feroces estocadas que hacían vibrar el pequeño sitio.

- Edward, yo… Edward…- gemí despacio, mientras mis manos se aferraban de sus hombros, apretando

- Di que me amas- susurró Edward, jadeando

- Te amo, te adoro…. ¡Eres toda mi vida!- gemí, sintiendo que el orgasmo estaba próximo

- Bella, mi vida… te amo, te amo….-

Y eso fue suficiente. El problema es que por un segundo a Edward se le olvidó por completo que estaba en la Iglesia. Y no gimió. En realidad gritó. Y muy fuerte.

Trate de tapar su boca, pero el orgasmo de Edward había sido demasiado y no conseguí acallarlo. Además, sus estocadas erráticas y desesperadas desencadenaron mi propio orgasmo, haciéndome gemir tan fuerte como él. Dios… ¡cómo demonios íbamos a hacer para salir vivos de esta!

De pronto, nos quedamos en silencio y nos dimos cuenta de que el silencio era demasiado.

Y entonces, sobrevino el desastre.

Edward trato de abrir la puerta, pero esta no se abría. Estábamos encerrados.

Me arregle como pude el vestido y trate de ayudar a Edward.

- Mierda, no puede ser- gruño Edward, tratando de abrir con algo más de fuerza, pero sin resultados.

- ¡No podemos quedarnos aquí encerrados!- chille algo espantada

- Bella, ya cállate – me susurró Edward

- Pero Edward… ¡ya todos saben que estamos aquí!- le grite

Edward no dijo nada y aplico algo más de fuerza para tratar de abrir la puerta… pero no lo consiguió. Edward se puso furioso y comenzó a mover con furia la puerta, con fuerza… demasiada…

De alguna forma Edward movió tan fuerte la puerta que todo comenzó a moverse… y antes de decir nada sentimos el ruido típico del clic y la puerta se abrió…

¡Mierda!

Todos, y cuando digo todos es todos, nos estaban mirando salir del confesionario. No me importaba mucho la gente, pero el rostro de Rosalie y de Emmett, no era precisamente de felicidad. ¡Dios, trágame tierra!

Emmett y Rosalie dejaron el altar y se dirigieron hasta donde estábamos nosotros. Edward se tenso y me puso detrás de él, algo asustado. Esto no se veía nada bien.

- ¡No quiero saber que mierda estaban haciendo en ese lugar!- gruño Emmett, empuñando las manos- pero te vienes conmigo al altar ahora… y tu también Cullen- gruño Emmett- ¡nadie malograra mi boda… menos un par de pendejos hormonales como ustedes!

- Vamos al altar- mascullo Rosalie, extrañamente tranquila.

Seguimos a la pareja, mientras Edward se arreglaba la camisa y yo trataba de arreglar algo del desastre que debía de ser mi maquillaje. Sentí miles de ojos sobre mí, pero bueno, esto no era más que una cucharada de nuestro propio caldo.

Apreté la mano de Edward, quien me devolvió una sonrisa cómplice. Esto solo podía pasarnos a nosotros.

- Bien- grito Emmett – Ahora que nuestros queridos y pendejos hermanos ya han quedado más tranquilos, seguiremos con la boda… y espero por tu pendejo bienestar que traigas los anillos que te encomendé Cullen – mascullo Emmett

- Aquí están- dijo Edward, mostrando su meñique y arrancando un suspiro de alivio en la concurrencia

- Bien- dijo Emmett- Ahora pendejos, quédense quietos… y usted padre, siga con la boda-

El padre estaba muy nervioso. Dijo sus palabras, pero la Biblia le temblaba en las manos. O quizás estaba furioso por la notable falta de respeto que habíamos protagonizado. Lo que haya sido, causo estragos en su sermón, pues cuando llegaron las palabras que todos esperaron, el padrecito cometió un pequeñísimo error. Al parecer le hizo muy mal escuchar la palabra pendejo tantas veces…

- Entonces- dijo el padre muy ceremonioso – los declaro pendejo y mujer-

La iglesia quedo en silencio un momento y Emmett quedo frío. A Rosalie se le cayó la mandíbula. Yo apenas aguantaba la risa y Edward estaba en similares condiciones. El pobre estaba tan rojo que parecía que explotaría. Yo aferre el ramo con fuerza.

- ¡Dios me libre!- grito el padre-¡quiero decir, marido y pendeja…!

¡Oh Dios! Strike dos.

El padre sudaba profusamente y casi temblando se aferró de su sotana y con voz grave finalmente dijo:

- Quise decir… ¡los declaro marido y mujer…!

"¡Vaya! ¡Gracias a Dios!" pensé aliviada, mientras el público rompía en un bullicioso aplauso. El pobre padre estaba de todos colores y se abanicaba con los papeles del sermón, mas muerto que vivo.

Finalmente Rosalie y Emmett pudieron besarse, dándose el beso más obsceno que he visto en una iglesia. Lo más seguro es que si decidíamos casarnos, no podríamos hacerlo en esa iglesia. El padre nos dio una mirada envenenada antes de seguir a los esposos, dándoles sus felicitaciones.

Lo que más me impactaba era que Rosalie no se había descompuesto jamás. Ella seguía radiante y sonriente, y ni siquiera se había molestado como lo había hecho Emmett. Pero no nos había dicho nada y eso era motivo para temer. Cuando tocó el momento en que debía saludarla, dude, pero ella misma me atrajo a ella y me dio un apretado abrazo. No me lo podía creer.

- ¡Bella! – dijo ella, abrazándome

- Rose- conteste yo, temerosa- ¿No estás…?

- ¿Enojada?- dijo ella riendo-¡Claro que no! Gracias a Uds. he tenido la boda más inusual y graciosa de todo Forks! Creo que jamás la olvidaran… ¡y yo deseaba que mi boda fuese inolvidable! – rio ella

Yo estaba de una pieza. No podía ser… ¿en realidad esta era Rosalie?

- Bella- dijo ella- Este es el día más feliz de mi vida y jamás podría enfurecerme… tu tranquila… ya me quedara tiempo de desquitarme en su boda- dijo ella, apuntando a Edward, que le sonreía.

- Seguro te las ingeniaras para devolver la mano Rose- dijo Edward- Bueno, pero en realidad nosotros…

- No, está bien- dijo ella- Ya lo hable con Bella… ¡ahora déjenme ser feliz con mi esposo!

Rosalie se aferro al brazo de Emmett que por arte de magia parecía haber olvidado todo. Le sonreía a todo el que pasaba por delante de él.

- ¡Hey par de degenerados!- chillo Emmett abrazándonos- ¿tendrán algo bueno que contarles a sus nietos no?

- ¡Si, y puede que sea pronto!- dijo Alice casi gritando- parece que Bella está embarazada…

- ¿Qué?- escuche gritar a Charlie

¡Oh mierda!

De pronto Charlie estaba demasiado blanco para que fuese cierto. Lo vi demasiado tarde, pero cuando reaccionamos Charlie ya estaba tendido en el suelo a todo lo largo, en plena salida de la Iglesia.

- ¡Alice!- chille yo-¡mataste a Charlie!

- No, yo solo dije que creía… ¡Oh rayos….!

- ¿Charlie? – chille yo, tratando de darle aire- ¿Charlie?

Renne y Esme se trataban de hacer volver en si a Charlie, mientras Emmett y Rosalie, ajenos a cualquier cosa que no fuese su felicidad, se subían al automóvil para partir rumbo a la recepción.

Charlie no parecía reaccionar y fue cuando Edward llego con un florero.

- ¿Edward?- pregunte yo-

- Esto lo despertara – dijo Edward, lanzándole toda el agua del florero en la cara-

Charlie despertó, de hecho. Medio ahogado se quito el exceso de agua de la cara, mientras Charlie parpadeaba, lo primero que vio fue a Edward. Malo, muy malo.

- ¿Charlie estas bien?- pregunto él, preocupado

Pero el rostro de Charlie solo indicaba un sentimiento: furia

- ¡Tu…!- dijo apuntando a Edward- ¡tu desgraciaste a mi hija!

Y se lanzo sobre Edward, haciendo que ambos rodaran por la escalera de la iglesia. Todas las mujeres gritamos, tratando de separar a los dos, pero Charlie tenía muy aferrado a Edward del cuello, casi matándolo.

- ¡Charlieeee!- gritaba Edward medio ahogado, aferrándose a sus manos- ¡me estas… matando…!

- Tu, maldito… tocaste a mi bebe-

- ¡Charlie!- chille yo, desesperada, tratando de que no matara a Edward-

Finalmente Renee consiguió separarlos, mientras yo arrastraba hacia mí un Edward medio muerto, tosiendo como loco y muy rojo.

- ¡Demonios Charlie! – le chille-¿Quieres matarlo?

- ¡Pero el te puso sus manotas encima! – se quejo Charlie

- Charlie, tu sabias eso hace tiempo… ¡por Dios que mojigato…!

- Una cosa es sospecharlo y la otra es confirmarlo… ¡y más aún que te digan que serás abuelo!- gimoteo Charlie

- Charlie… eso ni siquiera es cierto- gruñí

- ¿No?- dijo Charlie esperanzado

- ¡No!- bufe yo molesta-

Edward se acerco a mí y me abrazo posesivo

- ¿Es que no hay bebé?- pregunto acariciando mi vientre- demonios y con todo lo que me he esforzado- se quejo Edward

- Idiota- bufe yo sonriendo

Charlie se acerco a nosotros.

- Bueno… quizás me excedí… solo un poco- balbuceo Charlie, dándonos una mirada de disculpas… creo que deberíamos ir a la recepción.

- Claro Charlie… no hay problema- dijo Edward, con una sonrisa en la cara

- Vaya, que comprensivo!- dije yo, mirando a Edward

- Bueno, de todas formas esta en lo justo… si supiera todo lo que hemos hecho en realidad querría matarme!- rio Edward

- Cállate- susurré yo, tratando de evitar otro escándalo

- Bueno- dijo el dejándome subir a su volvo- ¿y te gusto…?- su mirada me decía exactamente a lo que se refería

Yo me sonroje, aun después de todo el show tenía capacidad para sonrojarme. Era increíble.

- Tu sabes la respuesta mejor que yo- dije sentándome y cruzando las piernas

- A mí me gusto… pero creo que fue muy rápido- dijo él, manejando hacia la recepción

- Quizás podríamos hacer una pequeña parada… ¿recuerdas el prado?- pregunte yo, incitadora

- Seria imposible olvidar eso… ahí fue donde me convertiste en lo que soy- rio Edward, mirándome con ojos lujuriosos

- No te gustaría recordar viejos tiempos?- pregunté, mientras jugueteaba con el escote de mi vestido

- Mmmm- murmuró el- te recomiendo que dejes de hacer eso o no llegaremos al prado- rio Edward, acelerando.

¡Dios, que par de incansables éramos los dos!

Minutos más tarde estábamos recostados en el prado que nos vio hacer el amor por primera vez. La noche y la naturaleza nos reconocieron, desnudos. Edward me miraba y la noche se veía reflejada en sus verdes ojos.

- ¿No crees que deberíamos volver a la recepción? quizás nos extrañen- dije yo, mientras Edward mordisqueaba mi cuello, dispuesto a hacer el amor por segunda vez

- Dudo que siquiera s acuerden de nosotros… además creo que no nos perdonarían otro escándalo… es culpa de Rose, por elegir esta clase de vestidos- dijo el, apretando la suave tela que estaba arrugada a nuestro costado

- ¿Qué será de nuestra vida?- pregunté yo, acariciando su espalda- ¿Crees que estaremos juntos para siempre?

- Quien sabe – me contestó Edward- pero al menos sabrás que esa será mi meta… no quiero que te alejes jamás de mi… - dijo besándome-

- Mmmmmm- conteste yo, mientras los labios de Edward bajaban hasta mi pecho

- Dios, solo espero que jamás se muera la pasión que siento por ti… - dijo él, posicionándose sobre mi cuerpo

Y una vez más, Edward entro en mí. Esta vez, extrañamente, Edward fue cálido y pausado. Su lentitud era tan desesperante como su fiereza, y sentí como mi cuerpo respondía extasiado ante sus caricias, al toque de sus manos.

Edward levanto mis piernas, dándose un mejor ángulo, y entró en mí, con una lentitud y profundidad arrolladoras. El cerró sus ojos y apretó el césped del prado con sus manos, en una muestra excesiva de concentración. Esto era el cielo

Su miembro se deslizo con delicadeza en mi sexo mojado, acariciando cada vez que entraba. Los jadeos de Edward eran profundos y lentos, pero no menos excitantes. Mi piel temblaba y el placer se extendió como olas cálidas por todo mi cuerpo. Mis manos arañaron su espalda, muy despacio, mientras busqué sus labios, deseosa del elixir de sus besos.

El beso también fue suave, cargado del amor que nos teníamos. Mi lengua acaricio la suya y el calor de su boca se extendió por todo mi cuerpo. Edward me abrazo y me puso de costado. Siguió entrando en mí despacio, rítmicamente, mientras sus manos se apoderaban de mis pechos, acariciando con suavidad, dando pequeños y dulces apretones. Me recordó tanto a la primera vez que estuvimos juntos… mi mente se embotó y me sentí de pronto muy mareada, llevada por un océano de deseo.

Pronto el cosquilleo entre mis piernas creció, hasta convertirse en puro fuego. Mi cuerpo se tensó, en anticipación y sentí una leve urgencia en las embestidas de Edward, las que se aceleraron levemente. Creí que moriría cuando sentí sus dientes mordiendo mi cuello cuando Edward se descargo en mi, poderoso y temblando, desencadenando solo con la sensación de su calidez, mi propio orgasmo, extenso y devastador.

Nos quedamos tendidos sobre el césped, respirando entrecortadamente. Las manos de Edward me seguían acariciando, y lentamente sentí como su agarre se iba haciendo cada vez más débil, hasta que finalmente su mano cayó a su costado. Lo mismo sucedió conmigo. El cansancio era demasiado. Cerré los ojos demasiado cansada hasta para sonreír y me quede así, entre los brazos de Edward, descansando en medio de la noche. Para cuando despertamos eran casi las tres de la mañana.

- Bella, debemos ir a casa… te resfriaras- murmuro Edward, besando mi hombro desnudo

- Lo sé… tengo sueño—me queje, rodando hacia un lado.

- Ven amor, dormiremos juntos…- me dijo

Sentí que me alzaron en brazos y me llevaron hasta el volvo. Edward me envolvió entre sus ropas y cuando entre abrí sus ojos lo pude ver solo con su pantalones y una camiseta liviana. Me sonrió.

- Estas muy cansada- me dijo, acariciándome una rodilla

- Si- dije yo, algo ida- quizás sea mejor intente seguir durmiendo…

- Bella- escuche que me decía Edward- puedo preguntarte algo?

- Mmmmm- conteste yo, a punto de volverme a dormir

- ¿Te casarías conmigo Isabella?- lo oí preguntarme

- No- gruñí yo, entre sueños

Oí la risa suave de Edward.

- Esa es mi chica- dijo el

- Quizás mas adelante Edward- le dije bostezando

- Lo sé, terminaras aceptando- murmuro el

- ¿Cómo estás tan seguro?- le gruñí, abriendo un solo ojo

- Bueno, pues porque mientras hacíamos el amor en el prado aceptaste usar mi anillo… así que estas comprometida.

Curvé las cejas extrañada. ¿En qué momento yo había aceptado algo así?

Mire mis manos y efectivamente, un hermoso anillo adornaba mi dedo. Lo mire algo noqueada y destelló aun entre las sombras. En mi cara se dibujo una sonrisa.

- Es hermoso- murmure- pero no recuerdo haber aceptado usarlo- gruñí

- Eso fue porque estabas muy ocupada teniendo uno de tus orgasmos- rió Edward

- Idiota- bufé yo, pero la sonrisa no se iba de mi cara

- ¿Lo usaras?- pregunto Edward, esperanzado

- ¿Tengo alguna otra opción?- conteste yo, arropándome

- No la tienes- dijo el-

- Pues bien… lo usare entonces- murmure

Aun entre las sombras, pude ver la sonrisa de Edward extenderse ampliamente en su rostro.

- ¿Y cómo harás para que acepte casarme contigo?- pregunte, al borde de la inconsciencia

- Eso es fácil- rio- No hare el amor contigo hasta que aceptes casarte conmigo- dijo serio.

- ¿Qué?- pregunte yo, abriendo los ojos de golpe

- Es una técnica algo devastadora- dijo el- pero sé que cederás tu primero-

- No creo- dije yo, altiva- estoy segura de que cederás tu primero y me rogaras volver a estar juntos… y no necesitare esas pendejadas del matrimonio…

Edward rió y aceleró en su volvo.

Lamentablemente él tenía razón. Un mes más tarde, había aceptado que nos casáramos. El muy maldito no me había puesto un dedo encima en todo un mes. Pendejo egoísta. Eso se llamaba chantaje.

Gracias a Dios luego de eso volvió a ser el maldito pervertido que siempre ame. El mismo que yo cree. Y que siempre amare… Así que gracias a Dios y al Diablo, seguimos siendo pervertidos Y esta vez, sería para siempre…


Saludos a todas y gracias por esperar, en verdad!!! ;D

Chicas quisiera pedirles un favor... pasense por el fic de mi hermana, se llama PARA SIEMPRE basado en romeo y julieta; es una historia muy linda espero que les guste ;D

Aqui les dejo el link del fic:

http://lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=918

Capítulo 33: Demostrando lo aprendido

 
14436471 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10755 usuarios