Obsesión Oscura (+18)

Autor: dany*_cullen-patt
Género: + 18
Fecha Creación: 29/05/2010
Fecha Actualización: 08/11/2010
Finalizado: SI
Votos: 81
Comentarios: 317
Visitas: 360200
Capítulos: 33

Link de la Secuela

Todo en La vida de Isabella Swan era perfecto, Pero ... Despues De que su padre muriera y su madre se volviera a casar, termino en manos de Edward Cullen por unas cuantas monedas de oro T/H U/A. Fic oscuro.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 4: inesperado...cap 3

Obsesión oscura

este cap me gusto muxxo espero ke ustedes tmbn lo disfruten...

Capitulo 3. Inesperado

Un mes, si llevaba encerada en esta casa un mes, Edward seguía como siempre, aunque ahora los cumplidos salían mas a menudo de su boca, ahora sabia que además del pescado, también le gustaba el asado de carne con verduras, el pastel de chocolate y aunque parezca extraño le encantaba el chocolate con leche, recuerdo que eso paso hace como 2 semanas…

Me encontraba como siempre a punto de terminar de preparar la cena, él por supuesto ya había llegado y se había encerrado en su despacho, me encontraba pensando en mi madre y el porque no había venido ni siquiera a ver como estaba o que había pasado conmigo, eso me hacia sentir muy triste, así que decidí mejor recordar mis momentos felices y decidí hacerme una tasa de chocolate como el que me preparaba la abuela; la abuela también la extrañaba mucho, ella murió cuando yo tenia 5 años, pero eso no ha impedido que la olvidara o a su increíble chocolate.

Así que me puse manos a la obra, saque una olla pequeña, de solo un par de litros de capacidad, Edward como siempre disfrutaba su comida con una copa de vino, así que… el chocolate seria solo para mí. Camine a la alacena y como siempre suspire antes de entrar, no se porque pero ahora no me gustaba, tal vez era porque me había encerrado en ella, así que con cuidado encendí la luz de la pequeña lámpara que siempre ocupaba para alumbrarme, la coloque en una de las repisas logrando así iluminar todo; camine hasta el fondo de la alacena que era la parte mas oscura y fresca, abrí el pequeño muebles que contenía además de leche, verduras, frutas, un poco de carne y demás, tome una de las botellas de leche, y cerré la puerta del mueble, me gire al área de especias y tome un poco de canela y azúcar, salí y deje las cosas en la mesa para regresar por la lámpara.

Una vez que tuve en mi poder todo lo necesario, vertí la leche en la pequeño olla, luego le agregue la canela y espere pacientemente a que hirviera, agregue el chocolate y el azúcar; sin darme cuenta una sonrisa se instalo en mis labios, hacia mucho que no olía esta bebida, y sonara tonto, pero me sentí como en casa, como si estuviera en la mesa esperando a que mi abuela que me entregara una taza de espumoso chocolate.

Pero mi pequeño mundo de fantasía no duro mucho ya que sentí que era observada por algo, o mas bien por alguien, me gire lentamente, me imaginaba que estaba aquí para que le sirviera la cena, pero me sorprendió ver su rostro, se veía sereno, pacifico y sus ojos… esos que siempre parecían vacios, tristes, llenos de furia; ahora se veían llenos de paz, ¿pero eso no podía ser o si?

– Enseguida sirvo la cena, yo… lo siento, es que… – pero no me dejo continuar, levanto su mano y entonces temí lo peor, ya me había golpeado una vez, y el retraso en la cena probablemente era lo suficiente para que repitiera la acción, agache mi mirada, no quería ver su mano aproximándose a mi cara, no quería sentir el dolor en mi mejilla, apreté los ojos cuando escuche sus pasos acercándose, mis manos se cerraron en puños, esperaba el golpe.

– Isabella – yo seguía con la cabeza agachada, tenia miedo – Isabella, te estoy hablando, mírame – resignada levante la mirada lentamente, esperaba toparme con su furia pero la paz que había visto seguía en ellos y de hecho parecían brillar como esmeraldas frente a un rayo de sol.

– ¿Si? – sonó mas como pregunta que como afirmación, estaba confundida, este hombre me confundía, un segundo estaba de malas y al siguiente era toda paz y amor, bueno no amor.

– ¿Que estas preparando? – su pregunta fue suave y me sorprendió, ya que no aparto la mirada de la pequeña olla y de hecho me pareció que levantaba su cara para oler el aire sobre nosotros. Eso era extraño.

– Eh… yo bueno… preparo chocolate con leche – lo último casi lo dije en un susurro, no estaba segura si esto me traería problemas o no, con Edward nunca se sabía.

– Podrías repetirlo, no te escuche – y diciendo esto se acerco mas, ahora se encontraba del otro lado de la mesa que había aquí en la cocina, su mirada seguía siendo la misma, lo que me indico que no esta en problema, aun.

Me aclare la garganta y le respondí – chocolate con leche – espere su reacción, la cual fue extraña, me miro por lo que me pareció una eternidad antes de caminar hasta mi y de manera suave pero firme me aparto de la estufa, inclino su cabeza para acercarse mas a la olla, cerro sus ojos e inhalo profundamente, su expresión se relajo aun mas, a tal grado de llegar a una sonrisa, sonrisa que me dejo embobada; se giro hacia mi y sin que me lo esperara deposito un suave beso apenas rozando la piel de mi frente, si no hubiera tenido los ojos abiertos hubiera jurado que jamás paso.

– Quiero una taza, en lugar de mi copa de vino, te espero en la mesa en 5 minutos – se giro para salir de la cocina, yo aun seguía como ida, no podía creer esto que acaba de pasar – e Isabella, espero que el sabor sea igual se bueno a como huele – y diciendo esto dio media vuelta para encaminarse nuevamente a su despacho.

Aun sin creerlo lleve mi mano a donde hacia tan solo unos segundo el había posado sus labios, sentí mis mejillas enrojecer a mas no poder, me sentía extraña, feliz de cierta forma, después de todo paso lo opuesto a lo que mas temía, él don señor frialdad se había comportado como nunca me lo espere, bueno eso era mas que notable, y mejor para mi, de verdad que no quería volver a ver esa furia en sus ojos, no sabia que había pasado en su vida para se comportara así, pero lo descubriría.

Ahora, como ya era costumbre cada tercer día le servía su tasa de chocolate con leche, el día de hoy había decidido preparar algo nuevo; pollo en salsa de tomate con espinacas, también había preparado pastel de chocolate, sabia que el pastel y el chocolate con leche le fascinarían, me encetaba verlo un poco mas alegre, si eso se puede aplicar a él claro esta, pero era mejor que verlo con esa mascara de frialdad que por lo general siempre traía consigo.

Estaba a media hora de servir la cena, se me había hecho un poco extraño que no hubiera llegado a la hora habitual, pero bueno, ¿Qué podía hacer yo? Solo me quedaba esperar a que llegara y servirle la cena.

Escuche la puerta de la entrada se cerrarse, indicación de que había llegado, solo me faltaba el chocolate para que todo estuviera listo, después de aproximadamente unos 10 minutos escuche sus pasos acercarse a la cocina, rara vez lo hacia, en este mes solo lo había hecho unas 5 veces, no me gire, sabia lo que me iba a decir, que estaría en su despacho, los segundos o minutos pasaron pero, no decía nada, sabia que seguía ahí porque sentía su mirada sobre mi, cosa que a veces no me gustaba, me hacia sentir incomoda.

– Isabella – su voz sonaba un poco… extraña, como dudosa, me gire para saber que era lo que quería.

– La cena casi esta, en cuanto…

– No – mi cara debió reflejar algo porque se disculpo y eso me confundió mas – lo siento, si te he hecho hacer la cena el día de hoy, pero… – lo vi dudar un poco y fijar su vista en la olla – vamos a… salir – su vista regreso hasta mi – hay un vestido para ti en tu habitación, espero que te guste.

Mi cara debió ser todo un poema ya que ni siquiera podía moverme, y apenas y podía asimilar las palabras que había pronunciado, ¿a que se refería con salir? ¿Y con que un vestido estaba en mi habitación?

– Isabella… antes de que subas a cambiarte serias tan amable de servirme una tasa de chocolate – una pequeña sonrisa cruzo su rostro, y sus ojos se suavizaron aun mas, creo que tarde más de lo debido porque él se acerco a mi – ¿Isabella?

– Eh… si chocolate y vestido – me gire y saque una taza en la cual serví la bebida, después me gire y empecé a retirar la comida de la estufa, la coloque sobre la mesa donde había un par de tablas de madera – ¿vestido?

– Si, saldremos esta noche Isabella – y sin decir mas se giro y salió de la cocina, esto definitivamente cada vez era mas extraño.

Aun un poco aturdida, comencé a caminar hacia mi habitación, al llegar abrí la puerta lentamente, no sabia con lo que me toparía, la habitación se encontraba en penumbra, me acerque a la pequeña cómoda y encendí la luz, al girarme a la cama, no pude evitar que un jadeo salera de mi boca al contemplar el hermoso vestido que reposaba en la superficie, azul, ese era el color predominante, aunque había pequeños toques de color blanco en las orillas y un hermoso bordado en plata que resaltaba unas hermosas rosas. Jamás había visto un vestido tan elegante, era… demasiado, pero que podía hacer ¿negarme? No lo creo.

Suspire y comencé a quitarme mi ropa, para reemplazarla por ese hermoso vestido, que para mi sorpresa me quedo a la perfección, aunque me costo un poco de trabajo acomodarlo por el corsé que venia a juego, una vez puesto en su lugar, me dedique al peinado, no quería algo extravagante y además Edward no había especificado nada, así que solo lo recogí y deje que algunos mechones cayeran libres; estaba a punto de salir cuanto note que faltaba algo, no pensaba llevar mis zapatos, eran… comunes, lo malo es que eran los únicos que tenia, se suponía que mi madre me compraría unos pero… bueno no era momento para esto, debía hacer algo, camine hacia la puerta dispuesta a informarle el pequeño inconveniente a Edward, y para sorpresa mía al abrir la puerta el estaba enfrente.

– Olvide esto – me tendió una caja – son parte del vestido – su mirada me recorrió completa y me sentí un poco incomoda, sabia que mis mejillas estaba sonrojadas.

– Gracias.

– Te espero abajo – dijo y dio media vuelta.

Cerré la puerta y abrí la caja, dentro se encontraba unas hermosas zapatillas, no zapatos, no, era unas autenticas zapatillas, su tacón no era muy alto, gracias al cielo, pero el decorado era exquisito, y hacían juego a la perfección con el vestido; me las coloque y me sorprendió que me quedaran, me encogí de hombros y decidí no darle importancia. Salí de mi habitación y me encamine a la puerta, que era donde yo esperaba que él estuviera. No lo había notado, pero él también se había cambiado, traía un traje negro, también bastante elegante, en su brazo reposaba un abrigo el cual me ofreció y que yo me puse sin decir nada.

Abrió la puerta y me tendió su mano, el exterior era alumbrado por la luna, por lo que no se preocupo por llevar una pequeña interna, el portón estaba abierto y del otro lado esperaba un carruaje. El cochero abrió la puerta y yo subí seguida de Edward.

Me sentía ansiosa y nerviosa, no sabia a donde nos dirigíamos y mi miedo a preguntar y hacerlo enfadar era un buen incentivo para mantenerme callada; aunque la luna alumbraba no era suficiente para ver mas allá de un par de metros, él debió haber notado mi nerviosismo porque trato de entablar conversación.

– Se que esto es repentino, pero… bueno yo… se que no he sido amable, y… quería recompensarte de alguna forma – me sorprendió que estuviera nervioso, él siempre se veía seguro y fuerte, por mi parte solo le sonreía – esta noche iremos a una pequeña cena, por eso el vestido – yo asentí, no me sentía segura como para utilizar mi voz – e Isabella no quiero que hagas nada estúpido – y si, de nuevo el Edward frio de siempre.

El camino transcurrió en silencio, de vez en cuando lo miraba, y él a mí, de verdad que si no fuera tan frio seria una persona diferente, y sobre su advertencia… bueno no sabia a donde íbamos y por supuesto que no haría nada estúpido, el viaje comenzaba a hacérseme eterno, y mas con el silencio entre nosotros, y entonces decidí hacer algo.

– Gracias por el vestido y los zapatos – lo observe para ver su reacción.

– No fue nada – respondió, su voz no denotaba emoción alguna, así que me resigne a tener a mi lado al Edward de siempre.

El carruaje se detuvo y Edward fue el primero en bajar, me ofreció su mano para ayudarme, una extraña sensación atravesó todo mi cuerpo cuando nuestras manos se pusieron en contacto, era la primera vez que tocaba su piel, bueno el me había tocado pero solo para golpear mi mejilla. Y había tomado mi brazo pero la tela impedía el contacto piel a piel; al parecer el también lo sintió porque me miro fijamente, luego escuche que alguien se aclaraba la garganta para llamar nuestra atención.

– Buenas noches – nos saludo un joven, aunque mas que joven parecía un niño de no mas de 12 años.

– Buenas noches – respondió Edward y sin mas se encamino hacia una mansión, si no fuera porque Edward me llevaba el brazo seguramente me hubiera quedado plantada en la entrada, al llegar a la puerta un par de jóvenes la abrieron para nosotros, y si el exterior era sorprendente el interior no se comparaba en nada, todo estaba lleno de artículos de lujo, muebles, cuadros, las cortinas y el piso, de un color blanco impecable, Edward seguía guiándome por entre la gente, a la cual por supuesto saludaba con un "buenas noches" o con un simple asentimiento de cabeza; lo pero es que sentía todas las miradas en mi, y eso no me gustaba, nunca me gusto ser el centro de atención, y pareció que hoy lo era.

Se detuvo frente a un joven pareja, ambos eran total mente opuestos, él alto y musculoso, de pelo negro y por otra parte ella era delgada, no tan alta como el y rubia; el tenia una sonrisa amable, mientras que ella tenia la misma cara que por lo general Edward tenia.

– Emmett, Rosalie – al nombrarla tomo su mano y deposito un beso en ella – les quiero presentar a Isabella – ambos me miraron, el tal Emmett me sonrió, mientras que Rosalie, parecía que quería fulminarme con la mirada.

– Un gusto – sin que me lo esperara Emmett tomo mi mano y la beso.

– Un placer – dijo ella e intento que una sonrisa se instalara en sus labios, pero más parecía una mueca que otra cosa.

– Isabella porque no vas a tomar algo, solo recuerda lo que te dije – y para afirmar las cosas apretó su mano sobre mi brazo, yo solo asentí y tome rumbo a la gran mesa donde un sin fin de comida y postres reposaban.

Trate de caminar lento, casi un paso a la vez, no quería caerme o tropezar, algo me decía que eso no seria bueno, además llamaría mas la atención y era lo que menos quería, escuchaba murmullos pero no les preste atención, mi objetivo era llegar a la mesa lo antes posible, la mesa estaba casi desierta, solo una niña se encontraba allí.

– Desea comer algo señorita – ofreció, su voz era delicada y cantarina, esta niña me recordaba al niño que nos recibió a la entrada.

– Eh… yo… bueno – no sabia que hacer.

– Le recomiendo que pruebe el postre de fresas, esta delicioso – y diciendo esto me sirvió un poco en un plato.

– ¿Gracias? – eso debió haber sonado patético, pero ella pareció no notarlo o lo dejo pasar – ¿y… tu eres? – quise saber.

– La encargada de servir la comida a los invitados – y hablando de comportamientos extraños.

– Um… me refería a tu nombre – ella pareció un poco apenada, yo le sonreí.

– Jane.

– Un gusto Jane – me acerque a ella, pero retrocedió.

– Lo siento – se disculpo al ver mi expresión – se supone que no debo hablar con nadie.

– ¡Oh! – bueno creo que seriamos 2, yo no conocía a nadie, me gire para observar a mi alrededor y pude notar que varias miradas se concentraban en mi, eso me puso nerviosa y sentí mi que la sangre se acumulaba en mis majillas, no sabia que hacer así que centre mi atención en el postre.

– Hola ¿Isabella? – mi cabeza se alzo inmediatamente y frente a mi estaba una joven de mi edad – soy Alice, es un gusto tenerte aquí y conocerte al fin.

¿Qué? ¿Conocerme al fin?

– Yo…

– No digas nada, no te preocupes – seguía sin entender nada, o una de 2 mi cerebro estaba mas lento que de costumbre o todos sabían algo que yo no – de verdad no se como lo puedes aguantar, perdón que te lo diga así.

– ¿Eh? – esta vez no pude evitar expresar mi duda en voz alta.

– Edward, debe ser difícil soportar su carácter no, recuerdo que siempre ha sido así, aunque mi Jasper y Emmett dicen que cuando tenia como 8 años era un niño muy alegre y feliz, pero después de lo que paso todo cambio.

– ¿De lo que paso? – no pude evitar preguntar.

– Ups… creo que… olvida lo que te dije, si se entera me mata, y bueno Isabella.

– Bella – corregí, nunca me ha gustado mi nombre completo y ella me agradaba.

– Bueno Bella, por que mejor no hablamos de otras cosas, ¿debes estar emocionada no? Yo lo estuve cuando Jasper me lo dijo, y mis padres mas, se como debes sentirte, si necesitas ayuda con alguno de los preparativos no dudes en pedírmelo.

De verdad que esto se ponía mas extraño cada vez, no tenia ni la mas remota idea de a que se refería.

– Aunque… bueno no se tu, pero la gente murmura porque viven juntos, sabes eso no es bueno, y es lo que no entiendo de Edward, pero allá él, lo malo es que te afecta a ti también, yo viví con Jasper hasta después de la boda.

¿Murmuran? ¿Boda? Solo quería saber de que estaba hablando, de verdad que esto ya no me estaba gustando. Ella seguía hablando, pero yo me encontraba envuelta en mis pensamientos, tratando de aclarar todo, la actitud de Edward, la de Emmett y Rosalie y la de Alice, sobre todo de ella, lo que decía me confundía mas. Mire a mi alrededor todos los hombres vestían traje gris y las mujeres usaban vestidos en color vino o café, yo era la única con vestido azul, y la única que resaltaba entre la multitud, al fijarme en Edward me di cuenta que era el único con traje negro, algo extraño pasaba y todos parecían saberlo menos yo, me sentía atrapada, excluida.

– Lo siento – me disculpe con Alice y camine hasta lo que parecía ser una pequeña terraza, mi cabeza daba vueltas con todas las palabras de Alice, mire mi vestido otra vez, mire a mi alrededor, todo era un caos para mi, una broma, con dificultad llegue al barandal de madera y apoye mis manos en el, sentía que el aire no me era suficiente, mi cabeza comenzó a formar miles de ideas, pero ninguna coherente. Respire profundamente para calmarme, no quería dar un espectáculo desmayándome, después de casi una docena de respiraciones profundas, sentí la calma regresar a mi, observe la hermosa vista al frente de mi; un jardín, lleno de flores y una péquela fuente en la que el agua resplandecía con el reflejo de la luna, cerré mis ojos para tranquilizarme aun mas, debía volver, si Edward no me veía tal vez pensaría que había escapado y eso… no seria bueno.

Aun con los ojos cerrado me di la vuelta, estaba tomando mis ultimas respiraciones para poder entrar nuevamente, abrí los ojos dispuesta a regresar pero un par de sombras me detuvieron, veía las siluetas a través de la tela de la cortina, murmuraban algo, mi nombre y el de Edward llamaron mi atención, mi curiosidad me supero y me acerque lentamente.

– No puedo creer que Edward la vaya a hacer su esposa, es ridículo, es tan… simple.

– Tienes razón querida Tanya, pero que se le puede hacer, además ya viven juntos, lo que podría indicar que el heredero Cullen no debe tardar mucho, tal vez ella no sea lo que parece y de hecho puede que ya este embarazada y por eso Edward la llevo a vivir a su casa.

– Irina, Tanya – se escucho otra voz y ellas se alejaron; mi respiración se había vuelto a acelerar, con esas palabras ahora todo encajaba, no lo podía creer, eso no podía ser cierto, él… ¿quería hacerme su esposa?, ¿no se suponía que una escogía?, mi padre jamás me hubiera obligado a esto, él…

– Isabella – su voz me trajo de nuevo a la realidad, su rostro se veía un poco enojado.

– Tu – lo señale, no podía obligarme.

– Debemos volver adentro Isabella, tengo un anuncia que hacer.

– Tu… esposa – mi voz sonó un con una mezcla de burla, enojo, y sarcasmo.

Su rostro se contrajo en una mueca, la cual recompuso – si – dijo firme y sin esperar mas me tomo del brazo y me llevo al interior de la mansión, todos los invitados nos observaron, sabia que mi rostro estaba rojo por la rabia, como se atrevía, seguía tirando de mi hasta que llegamos al otro lado.

– Bueno esta noche nuestro querido amigo Edward tiene un anuncio importante… – la voz de Emmett resonó por todo el lugar, pero comenzó a perderse para mi. Mi vista se nublo, sabia que en cualquier momento las lagrimas correrían por mis mejillas, ya no escuchaba nada, solo un zumbido, no se cuanto paso pero sentí como Edward me giraba y vi su rostro acercarse al mío, una se sus manos se aferro a mi rostro, impidiendo moverme, lo siguiente que supe fue que sus labios estaban sobre los míos.

wow...les gusto? kieren mas? a va:

ADELANTO.....

– Isabella – volví a escuchar mi nombre, me gire para encararlo, mis manos se convirtieron en puños, sentía mis uñas clavarse en mis palmas, pero en estos momentos eso no importaba.

– Tú – dije con todo el desprecio y odio que pude, no iba a permitir esto.

– Si, yo – me respondió acercándose a mi, yo por mi parte retrocedí, no lo quería cerca de mi – eres mía Isabella.

– No soy tuya y nunca lo seré, no puedes obligarme – le respondí desafiante, si el quería pelea la tendría, no me dejaría vencer por él, no me doblegaría.

– Lo eres Isabella, todo el mundo lo sabe y quieras o no lo eres....

----------------------------------------------------------------------

– Te pagare – fue lo único que se me ocurrió decir, él no pareció sorprenderse en lo absoluto, de hecho su sonrisa se amplio mas, pero no era una linda sonrisa, era una sonrisa vacía, cruel.

– ¿Y… con que piensas hacerlo? ¿Tienes dinero?

No, no lo tenia, y mi madre… no, en los últimos meses apenas y podíamos comprar lo necesario.

 

NO OLVIDEN LOS COMENTARIOS JEJE BYE

Capítulo 3: sin sentido...cap2 Capítulo 5: Decisión...cap 4

 
14436158 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10755 usuarios