Un amor perdido... ¿por siempre?

Autor: Sasha_amane
Género: Romance
Fecha Creación: 26/06/2015
Fecha Actualización: 30/06/2015
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 0
Visitas: 6065
Capítulos: 4

A pocos días de la boda, Bella descubre a Alice y a Edward en una situación muy desagradable. Sintiéndose devastada, toma la decisión de empezar una nueva vida en otra ciudad, sin embargo, el rencor la obliga a quedarse y a idear una venganza junto a su hermana mayor. Edward, por su parte, tratará de reconquistar al amor de su vida y enmendar aquel error que sigue sin comprender.

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Esta historia también la pueden encontrar en fanfiction, con el usuario Mary1996z2. Espero que alguna chica que lee fics aquí le guste n.n 

 

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Capítulo 3: PLAN EN MARCHA

Un amor perdido… ¿por siempre?

Capítulo 3: Plan en marcha

-Tan, puedo explicarte…— Bella intentó hablar pero los brazos de su hermana la rodearon. Tanya lloraba de forma histérica y detrás de ella se encontraba Dimitri quien la miraba con desaprobación.

-¡Jamás en tu vida me vuelvas a hacer esto!—exclamó ella antes de soltarla.

-Tanya, lo siento…— susurró Bella como niña regañada.

-Bella, lo que hiciste fue una locura— la reprendió Dimitri con tono calmado—. Casi matas a tu hermana y a María de un susto…

-¿Por qué lo hiciste?— Tanya la miraba enojada—. Si deseabas irte me lo hubieras dicho de frente ¿por qué dejar una simple nota?

-No ibas a dejar que me fuera— explicó Isabella tranquilamente. Se tenía bien merecido el regaño por haber huido como lo hizo.

-Tienes razón, no iba a dejar que te fueras— admitió Tanya—. Por lo menos no en el estado en el que estás…

-¿Lo dices por el bebé?

-No, Isabella… — gruñó Tanya—. Lo digo por el estado en que Edward te dejó, cualquier cosa podría pasarte en una ciudad desconocida…

-Sé cuidarme sola…— suspiró Bella—. Además me dirigía a San Diego, con Rosalie

-¿Y por qué no hablaste conmigo sobre tu decisión? Te habría entendido e incluso apoyado. No puedo creer que no confíes en mí, soy tu hermana, Bella. He visto por tu bienestar desde que nuestros padres murieron ¿y es así como me pagas? — su voz tembló e Isabella se sintió inmensamente culpable, tanto que sus ojos picaron.

-Lo lamento tanto, hermanita— Bella sollozó y se abrazó a Tanya quien se puso rígida al principio pero después correspondió al abrazo.

-¿Por qué no confiaste en mí?— reprochó su hermana.

-Confío en ti, hermanita…

-Bella, lo lamento pero tuve que decírselo a tu hermana— intervino María.

-No te preocupes, María— dijo Bella antes de soltar a Tanya—. Hiciste lo correcto…

-En la nota dijiste que no sabías a donde ibas— masculló su hermana mayor—. Y ahora me dices que te dirigías a San Diego…

-Lo decidí de camino al aeropuerto…

-Eres una irresponsable, Isabella— resopló Tanya—. Ahora que lo pienso ibas a abandonar tus estudios…

-¿No lo pensaste antes?— preguntó Isabella, sorprendida.

-Bella, tu hermana solo quería encontrarte— le gruñó Dimitri—. Estuvimos a punto de ir a buscarte al aeropuerto…

-Pero regresé, eso es lo importante…

-Sí, y eso me alivia, pero no te salvas de que tome medidas de precaución contigo, jovencita— le advirtió Tanya—. Me quedaré contigo en casa lo más que pueda para evitar que te escapes de nuevo y Dimitri vendrá cuando yo tenga que irme. Eres una adulta, no puedo castigarte, pero dejaré de darte tu mensualidad y las llaves de tu auto me las regresas ya…

-Están en mi cuarto— murmuró Bella, sintiéndose como una adolescente rebelde de diecisiete años. Aceptaría sin protestar el castigo que su hermana quisiera imponerle ya que se lo merecía.

-Tanya asintió y se dirigió al cuarto de Bella. Dimitri tomó la maleta y le quitó la bolsa e Isabella caminó hasta la sala para sentarse en el sofá grande. Su cuñado no tardó en sentarse a su lado y colocar una mano en su hombro. María avisó que iría al jardín a regar las plantas y se marchó.

-Eres lo más importante para Tanya— le dijo Dimitri—. No deberías darle estos sustos y menos en su estado…

Bella miró a Dimitri con los ojos abiertos como platos, entendiendo lo que él quería decirle.

-¿Qué?

-Shhh… Tanya no quería que lo supieras todavía

-Y ella me reprocha que no le tengo confianza— dijo Bella mordazmente.

-Ella iba a decírtelo en la despedida de soltera, pero pasó lo que pasó y…

A Bella se le formó un nudo en la garganta al pensar en esa despedida de soltera. De forma inexplicable no quedaba nada de la decoración y hasta ese momento Isabella se había percatado de eso. Miró a su alrededor y no encontró objeto alguno que indicara que en esa casa se llevó a cabo una despedida de soltera.

-Tanya y yo lo limpiamos todo ayer por la noche— respondió Dimitri a la pregunta que Bella estaba formulando en su mente.

-Vaya, deberían poner una empresa de limpieza— bromeó Isabella pero su voz no denotaba alegría sino todo lo contrario. Dimitri sonrió ya que a pesar del tono de Isabella le causó gracia el comentario.

-Ya está, guardé esas llaves— dijo Tanya mientras entraba a la sala. Se dejó caer en el sofá pequeño y Bella se preparó mentalmente para ser sermoneada—. Ahora, sí, Bella… explícame en qué demonios pensabas cuando decidiste huir

-Solo quería iniciar una nueva vida lejos de todo y de todos

-¿Incluso de mí?— preguntó Tanya, dolida.

-Sí, Tanya, incluso de ti— admitió Bella con pesar.

-¿Por qué?

-Cuando te sientes triste lo único que quieres es estar sola, así me sentía en ese momento...

-¿Y ya no te sientes así?— su hermana la miró confundida. Isabella negó con la cabeza.

-No, una persona me hizo entender que no debía huir como si fuese la culpable de lo sucedido. No tengo por qué abandonar mi vida por alguien que no lo merece…

-Así es, nena— Dimitri asintió—. Debes seguir adelante y no alejarte de las personas que realmente te aprecian, al menos no tan bruscamente. Si quieres estar sola, está bien pero debiste comunicarle a Tanya lo que pensabas hacer

-Lo sé y pido perdón por hacer eso…

-Yo te perdono, tonta— dijo Tanya—. Pero no voy a desistir con las medidas que te quede bien claro…

-Y yo no me opongo. No quiero estar sola y mucho menos después de lo que decidí…

-¿Qué decidiste?— preguntaron Tanya y Dimitri al mismo tiempo—. Me debes una Coca Cola— se apresuró a decir su hermana, haciendo reír a la pareja.

-He decidido…— Bella respiró profundamente antes de continuar—. Que me vengaré de Edward, lo haré sufrir igual o más de lo que él me hizo sufrir a mí. Pagará caro ese momento de calentura con mi mejor amiga…

Tanya la miró boquiabierta un segundo para después sonreír perversamente al igual que Dimitri. Aquello había extrañado a Bella pero la animaba el hecho de saber que quizá tendría la aprobación de ambos.

-¿Y qué piensan?— preguntó Isabella al ver que no decían nada.

-Que apoyamos tu plan totalmente— contestó Tanya—. De hecho ya planeábamos una venganza contra Edward así que bienvenida a la operación jodamos al cerdo…

-Convencí a Tanya de cambiar el nombre. Quería llamarla "matemos al cerdo"— dijo Dimitri.

-En otras circunstancias Bella se habría carcajeado por las ocurrencias de su hermana y cuñado pero no tenía humor para reír y menos por algo relacionado a Edward.

-Van a ayudarme entonces— dijo Isabella.

-Ya sabes que si— le sonrió Tanya—. Somos un equipo y juntos haremos que Edward viva un calvario. El muy maldito deseará no haber nacido

-Yo no soy partidario de hacer estas cosas pero este caso requiere que haga una excepción— Dimitri tenía en la mirada el mismo brillo perverso que su novia—. Vamos a vengarnos de este bastardo

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-Te amo demasiado, pequeña— las lágrimas de Edward mojaron el vidrio del portarretrato donde él había colocado una foto de Isabella—. No entiendo todavía como accedí a tener sexo con Alice, mi cuerpo solo te necesita a ti…

El dolor de su pecho lo estaba matando. Saber que su princesa lo odiaba era horrendo, la peor sensación de su vida y peor era ser consciente de que se lo merecía. El precio por haber tenido un momento de pasión con Alice, del cual no tenía muy nítidos recuerdos, había sido muy alto.

-Haré todo lo que esté en mis manos para recuperarte, no puedo perderte, mi amor. Simplemente no puedo…

Se levantó de la cama en donde llevaba horas acostado y que se encontraba en la habitación donde había dormido toda su infancia y adolescencia. Por respeto a Bella, decidió abandonar el departamento donde fue descubierta su traición pero debía admitir que también lo hizo para estar cerca de su madre. A pesar de tener veintiséis años, quería que Esme lo abrazara y lo consolara lo que consiguió después de un acalorado sermón por parte ella y su padre. Ambos amaban a Isabella como si fuese su propia hija y le dejaron bastante en claro que se pondrían de parte de ella en este asunto.

Edward no protestó por aquello sino que concordó con sus padres. Merecía quedarse solo después de aquel terrible error, porque eso había sido, un error. Aunque lo que pasó no era algo que quisiese, se sentía un miserable por haber jugado con ambas. Le había fallado a su ángel, al ser que más amaba en el mundo y había ilusionado a una estupenda chica a quien veía como una hermana antes de aquel momento. Era el más grande de los imbéciles, como lo llamó Emmett, su hermano mayor.

-Edward, hijo, voy a pasar otra vez— avisó su madre y Edward abrió la puerta.

-Pasa, mamá— respondió él con la voz rasposa por el llanto.

-Oh, mi amor, mira como tienes los ojos— dijo Esme con mucha tristeza. Edward no se contuvo y abrazó a su progenitora.

-No puedo vivir sin Bella, mamá…

-Ya lo sé hijo, pero lo que hiciste no tiene perdón— le recordó ella.

-Lo sé pero quiero que me perdone, es más, ni siquiera pido eso, solo quiero que vuelva…

-No será tan fácil que eso suceda— suspiró su madre—. Pero te ayudaré, iré a hablar con Bella

-¿Harías eso por mí?— Edward miró a su madre con ilusión.

-Sí, aunque no te prometo nada— contestó seria—. Una traición es algo terrible y aunque esté aquí, ofreciéndote mi hombro para llorar, no quiere decir que no esté sumamente molesta y decepcionada

-Y tienes razón en estarlo, no tengo perdón ni justificación para lo que hice

-¿Qué rayos pasaba por tu cabeza, hijo?

-No lo sé. Mi mente solo se desconectó, tener sexo es muy diferente a hacer el amor, madre. Cuando estoy con Bella, soy consciente de lo que hago, soy realmente feliz…

-Porque la amas a pesar de lo que hiciste— Esme sonrió un poco—. No mereces recuperarla pero te ayudaré a hacerlo porque no quiero verte sufrir. Sé que nunca volverás a cometer ese error…

-Jamás— dijo Edward con vehemencia—. Si ella me perdona seré el hombre más fiel que exista sobre la tierra…

-Solo espero que lo cumplas— masculló Esme.

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Entonces tenemos un plan— se carcajeó Tanya cuando terminaron de discutir el primer paso de su venganza. Isabella no estaba muy segura de llevar a cabo lo que la malévola mente de su hermana planeaba pero Dimitri terminó convenciéndola.

-Bien, eso es lo que haremos…

-Ya le dije a Félix lo que vamos a hacer y se mostró más que dispuesto— anunció Dimitri—. Mañana le daremos muerte al Volvo

-¿No creen que es excesivo?— preguntó Isabella—. Podríamos hacer lo típico como darle celos o cualquier otra cosa pero esto me parece exagerado e incluso ilegal

-Él se merece esto y más— gruñó Tanya—. Y eso que dices acerca de darle celos lo haremos pero más adelante…

-¿Lo vamos a torturar aún más?— Isabella tragó grueso.

-Por supuesto que sí, ¿qué no quieres venganza?— gritó su hermana—. Bueno, no me importa si quieres o no, incluso puedes no participar si así lo deseas pero Edward no se quedará sin recibir un escarmiento…

-No, no me voy a echar para atrás, pero…

-Pero nada, Isabella, si vamos a vengarnos tiene que ser algo que realmente lo lastime

-Físicamente, no— rogó Isabella ya que a pesar de todo lo amaba y la idea de saberlo herido la horrorizaba.

-No te preocupes, no lastimaremos físicamente a tu ex amorcito— Tanya rodó los ojos. Era obvio que no nacía de ella decir eso. Dimitri se echó a reír por el tono de voz de su novia.

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-Por este angelito tienes que reponerte— Tanya señaló la ecografía que Bella se había practicado una semana antes y que ahora sostenía en las manos. Ambas estaban en la recámara de Isabella, guardando en su lugar la ropa que ella había metido en la maleta—. No me gusta verte así…

-No puedo estar de otra forma y más sabiendo que tendré que ver a quien ya sabes…

-Sí no quieres hacerlo, yo...

-No— Isabella la interrumpió—. Seguiremos adelante con el plan, yo no soy ninguna cobarde y quiero que Edward pague por lo que hizo…

Tanya estaba a punto de contestar algo cuando de pronto el timbre sonó. Las hermanas se pusieron rígidas y se miraron largo rato pues intuían que podía tratarse de Edward. Dimitri se había ido hacia un buen rato y éste nunca salía de su trabajo a menos que fuese una emergencia.

María tocó la puerta de la habitación minutos después y Tanya la hizo pasar.

-Es una señora que busca a Isabella…— anunció María.

-¿Te dijo su nombre?— preguntó ella confundida.

-Sí, Esme Cullen…

-Dios mío— susurró Bella. Ella adoraba a su ex suegra pero definitivamente no estaba preparada para verla.

-Yo iré a atenderla— masculló Tanya.

-No, espera. Iré yo— a pesar de no sentirse lista, Isabella consideró que era de mala educación no recibir a aquella mujer que era como su segunda madre.

-¿Estás segura?— preguntó su hermana, frunciendo el ceño.

-Estoy segura. Esme no tiene la culpa de lo que su hijo me hizo…

-Bien, ve a hablar con ella— aceptó Tanya—. Y déjale bien en claro que jamás volverás con él…

-No puedo hacer lo que me pides porque el plan se vendría abajo— le recordó Isabella y Tanya sonrió—. Y tal vez Esme no sepa lo que pasó todavía…

-Es verdad— Tanya miró a María—. Haz pasar a la señora Esme, por favor— María asintió y se retiró de la habitación. Isabella tomó una bocanada de aire antes de dirigirse a la sala donde Esme la estaba esperando.

-¡Hija!— exclamó ella y el corazón de Isabella se encogió.

-Hola, Esme— saludó Bella con timidez antes de besar a su ex suegra en la mejilla—. ¿Quieres algo de beber?

-No, gracias, mi niña— contestó ella cuando ambas se sentaron—. Estás muy pálida, cariño…

-Eh…

-Edward me dijo lo que pasó— dijo Esme al ver que Bella no le diría nada—. Y créeme cuando te digo que yo y Carlisle estamos de tu lado...

-¿En serio?— Isabella sonrió un poco.

-Sí, mi amor. Lo que él te hizo fue una canallada y no sabes cuánto me duele saber que fallé como madre…

-No, Esme, no digas eso— Bella negó con la cabeza. No deseaba que Esme se culpara de las porquerías que hacía su hijo—. Eres una excelente madre…

-Me alegra muchísimo que no me odies. Tenía miedo de que me rechazaras…

-¿Por qué lo haría? Tú no tienes la culpa. Admito que me es muy difícil verte en estos momentos porque eres la madre de Edward, pero el cariño que siento por ti, Carlisle y Emmett nunca va a cambiar, se los aseguro...

-Y tampoco el nuestro. Te apoyamos totalmente, pero aun así…— Esme suspiró profundamente. Parecía bastante nerviosa—. Odio la idea de que tu relación con Edward haya terminado

-Y yo, porque lo amaba…— Bella, no llores, se reprendió a sí misma. Sus ojos ardían nuevamente—. Pero no se puede hacer nada

-Sé que lo que voy a pedirte te ofenderá, pero…

-¿Qué quieres pedirme?—inquirió Isabella con cautela. Presentía lo que Esme diría pero no pudo evitar sentir un poco de indignación cuando ella expresó su petición.

-Que le des otra oportunidad. Edward te ama con toda su alma. Jamás lo había visto llorar de la manera como lo hizo hoy, ni siquiera cuando era un niño…

Bella sintió que el dolor de su pecho aumentaba y no era debido a la traición. El sufrimiento de Edward le dolía como si fuese el suyo.

-Alguien que ama no engaña— una traicionera lágrima escapó del ojo derecho de Isabella. Esme también tenía los ojos llorosos y la tomó de ambas manos.

-Solo dale la oportunidad de explicarte lo que pasó

-Esme, yo le daba todo. Jamás discutíamos, traté de ser la novia perfecta y él me traicionó. Le di una oportunidad para que me explicara y él mismo me dijo que se acostó con mi amiga…

-Para él fue solo sexo, nena…

-Eso lo sé, pero trata de ponerte en mi lugar, ¿qué harías si Carlisle te engañara?

-Me sentiría terriblemente mal porque sería volver a vivir esa terrible experiencia…

-¿Él te engañó?— exclamó Bella. Esme asintió levemente.

Pero lo hizo bajo los efectos del alcohol. Ese día peleamos y él tomó demasiado por lo que no supo lo que hacía. Me costó un tiempo perdonarlo pero finalmente lo hice y somos un feliz matrimonio…

-Pero Edward no estaba borracho— Bella comenzaba a alterarse pero luego recordó la venganza y controló su respiración agitada.

-Lo sé, cariño. Yo tampoco entiendo como Edward pudo haberte engañado pero si de algo estoy segura es de que está muy arrepentido y que jamás lo volverá a hacer…

-¿Tú crees?— Bella fingió un tono de voz esperanzado y Esme comenzó a emocionarse.

-Sí, cariño. Jamás en su vida lo volverá a hacer, yo creo en mi hijo y en el amor que te profesa

-Lo voy a pensar, Esme. Amo a Edward con toda mi alma y me duele estar separada de él— irónicamente estaba mintiendo y diciendo la verdad al mismo tiempo. Mintiendo porque no tenía nada que pensar pero diciendo la verdad porque su amor seguía intacto—. Hablaré con Edward para ver cómo podemos solucionar esto

-Muchas gracias, Bella…

Decir que Esme se fue satisfecha era decir poco. Isabella se sentía mal por haber ilusionado de semejante forma a su ex suegra y para su sorpresa Tanya también. Antes de que se fuera, Isabella le entregó a Esme el celular de su hijo para que Edward la llamara para verse en algún lugar.

-Ella es una buena mujer, creo que nos estamos excediendo— dijo Tanya en un momento de debilidad pero después reaccionó—. No, olvida lo que dije. La operación jodamos al cerdo sigue en pie...

-Está bien— musitó Isabella, un poco insegura.

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Edward permanecía inmóvil y recostado en su cama mirando al techo. Esperaba ansiosamente la llegada de su madre para que le dijera lo que ya sabía: que Bella jamás lo perdonaría. Cuando Esme pronunciara aquellas palabras, comenzaría su plan de reconquista porque si de algo estaba seguro era de que no perdería a Isabella sin antes haber luchado.

Pero sus planes fueron cambiados drásticamente cuando su madre entró a su habitación como un torbellino y le dijo que Bella quería hablar con él.

-¿Estás segura de lo que estás diciendo, mamá?— exclamó él con el corazón latiéndole como nunca antes.

-Estoy segurísima, mi cielo. Hablé con Bella y no puedo mentirte, está muy herida pero me dijo que te ama y que le duele estar separada de ti. Quiere que hablen y ah, me entregó tu celular, debes llamarla ahora mismo

Esme le tendió el aparato y Edward de inmediato lo puso a cargar. Abrazó emocionado a su madre y la cargó antes de darle vueltas.

-¡Voy a recuperar a Bella!— gritó emocionado antes de bajar a Esme.

-Llama de una buena vez— lo riñó su madre quien estaba un poco mareada.

-Sí— contestó Edward antes de correr a prender su celular. Aun no se aprendía el número de su amada novia ya que Isabella acababa de comprar el teléfono tres días antes porque el anterior se le había caído a la taza de baño.

La primera vez que llamó nadie respondió pero no se desanimó e intentó de nuevo. Isabella contestó al segundo tono.

-¿Hola?— escuchó la delicada y hermosa voz de su princesa y su corazón se llenó de alegría.

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-Hola mi amor— dijo Edward al otro lado de la línea. Se sentía nerviosa por el hecho de que su hermana mayor la mirara atentamente pero aún más por hablar con -aquel traidor.

-Supongo que tu mamá te habrá dicho lo que…

-Sí y no sabes cuánto te agradezco que me des otra oportunidad. Te extraño a morir, princesa…

-Edward, estoy considerando el perdonarte, no está decidido aún— suspiró Bella.

-Lo sé, mi vida, lo sé… pero me alegra tanto que quieras verme

-No sé si sea lo correcto pero…

-Es lo correcto, ambos nos amamos. No podemos vivir separados…

-Pero eso no te importó cuando decidiste acostarte con Alice— le increpó y Tanya la fulminó con la mirada así que decidió dejar los reproches a un lado—. Pero bueno, no quiero hablar de eso ahora, solo quiero saber cuándo podemos vernos

-Ahora mismo si quieres…

-No seas ansioso, cariño— Bella tuvo que usar todo su talento en actuación para simular un tono bastante meloso.

-Te amo, cielo. Si me das una oportunidad no te vas a arrepentir…

-De eso hablaremos luego, Edward. Solo necesito saber dónde y cuándo podemos reunirnos…

-Te llevaré al Lagnorf nuestro restaurante favorito— dijo con tono sugerente y Bella estuvo a punto de mandarlo a la mierda. El Lagnorf era un restaurante al que solían ir a cenar en fechas especiales y después de eso tenían unos encuentros sumamente románticos y apasionados en el hotel que se encontraba a pocos metros del establecimiento.

-Está bien, pero solo cenaremos. Pasará mucho tiempo antes de que me vuelvas a tocar de esa forma

-Lo sé— dijo Edward con tristeza—. Me lo tengo bien merecido...

-Realmente sí— concordó Bella—. Bueno, te dejo. Tengo algo que hacer, me recoges mañana a las ocho ¿te parece bien?

-Sí, cielo. Estaré esperando ansioso que llegue el momento…

Yo también, pensó Isabella pero no por las mismas razones que su ex prometido.

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Una hora más tarde Tanya recibió una llamada de su novio.

-Hola, cariño— contestó.

-Hola, mi cielo— dijo él—. ¿Cómo va todo? ¿Bella logró hablar con el cerdo?

-Sí y el plan está saliendo a la perfección. Edward pasará por Bella mañana a las ocho de la noche…

-Perfecto, estaremos allí. Tú te irás, no quiero que estés en la escena del crimen

-Está bien

La pareja terminó de ultimar detalles y colgaron ambos con una sonrisa de satisfacción en sus rostros. Se vengarían de aquel imbécil y nada, absolutamente nada, se los impediría.

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Isabella se miró en el espejo, sintiéndose nerviosa. Faltaban dos minutos para las ocho y conocía tan bien a Edward, o al menos eso creía hasta hace dos días, que sabía que llegaría a la hora exacta ni un minuto antes, ni un minuto menos. Edward llegaría a las ocho.

Se había arreglado de aquella manera que volvía loco a su ex prometido con la intención de mantenerlo dentro de la casa el suficiente tiempo para que Félix y Dimitri realizaran su trabajo que consistiría en arruinar la pintura del coche con líquido de frenos, poner al tanque una mezcla de gasolina y cloro para que el Volvo jamás volviese a encender, romper los vidrios, entre otras cosas que prefirió no saber. Necesitaba tener una reacción sorprendida para que Edward no sospechara de ella cuando descubrieran el auto.

Los dos minutos pasaron y como esperaba, el timbre sonó.

-Tú puedes, Isabella— se dijo a sí misma para infundirse ánimos—. Nosotros podemos, bebé— miró con amor su vientre plano. Aunque su bebé no podía escucharla, le reconfortaba el hecho de saber que no estaba sola.

La idea de volver a besar a Edward luego de lo que pasó le provocaba un asco terrible aunque muy en el fondo deseaba hacerlo. Necesitaba darle un último beso.

Salió de la habitación con paso firme y decidido. Abrió la puerta de la casa y no vio el rostro de Edward ya que un enorme ramo de rosas se interponía entre ellos.

-Edward, no debiste…— susurró Isabella, conmovida por aquel detalle. Luego recordó que un arreglo de flores era algo que los hombres solían regalar cuando se sentían culpables y la ternura que empezaba a sentir desapareció de golpe.

-Es lo menos que mereces, princesa— contestó él—. ¿Puedo pasar a dejarlas?

-Claro que si— Bella se hizo a un lado y Edward entró a la casa con el ramo de flores—. Déjalas en el comedor…— indicó.

Isabella cerró la puerta mientras Edward hacía lo que ella le pedía.

-Podemos irnos, cielo— le dijo él antes de volverse hacia ella y Bella negó con la cabeza.

-Primero quiero que hablemos…

-¿Aquí?— Edward la miró extrañado pero su mirada cambió repentinamente cuando se percató de su atuendo—. Te ves hermosa— musitó y Bella notó que cierta parte de su anatomía estaba comenzando a crecer.

-Gracias, tú tampoco estás mal— lo elogió ella. Edward estaba guapísimo con la camisa de botones negra que le encantaba que usara. Tenía que reconocer que él se estaba esforzando demasiado en recuperar su amor y eso la hacía sentir un poco culpable.

Los ojos de Edward se llenaron de lágrimas mientras se acercaba. Isabella intentó no retroceder pues necesitaba seguir el plan. Permitió que su ex prometido tocara su rostro y por desgracia su cuerpo seguía reaccionando igual ante su contacto. Su corazón palpitaba como loco y tenía la carne de gallina.

-Te amo tanto— jadeó él haciendo que el pecho de Isabella ardiera ya que sus latidos aumentaron su velocidad.

-Yo, yo igual— reconoció Isabella—. Mi amor por ti sigue intacto

-Vuelve conmigo— suplicó Edward—. Te juro que dedicaré mi vida entera a reparar ese error. Viviré por y para ti y serás la única mujer en mi vida

-No me jures nada— la voz de Isabella tembló ligeramente. Ella también quería llorar.

-No te pido que olvides lo que pasó pero sí que me des una segunda oportunidad…

-No sé si sea lo correcto

-No, no lo es, ¿pero qué diablos importa cuando nos amamos de esta manera? No puedes vivir sin mí y es mucho más obvio que yo no puedo vivir sin ti

-Lo que me hiciste fue horrible pero quiero olvidarlo. Hazme olvidarlo— había pasado el primer minuto e Isabella ahora debía llevarlo a su habitación.

-Oh, por Dios— sollozó Edward antes de estrellar sus labios contra los suyos. Bella le correspondió lo mejor que pudo y se frotó contra él para excitarlo aún más.

-Vamos a mi habitación— dijo Bella cuando cortaron el beso.

-¿Qué? Pero tú…— Isabella lo calló con un pequeño beso.

-No sé si pueda entregarme a ti pero quiero intentarlo— mintió ella. Lo que más deseaba era apartarse de él y limpiar sus labios pero tampoco quería que Dimitri y Félix fuesen descubiertos así que, tragándose su orgullo, llevó a Edward hasta su habitación en donde encendió su equipo de música para que Edward no fuese a escuchar cuando quebraran los vidrios de su auto.

-Es nuestra canción— Edward sonrió. Bella había puesto esa pista a propósito para distraer aún más a su ex prometido.

-Sí… es la canción que bailaríamos en nuestra boda

-Aun podemos casarnos, mi cielo

-No lo sé, no quiero pensar en eso— Bella hizo una mueca.

-Bailemos— susurró él. Colocó una mano en su cintura para acercarla a su cuerpo y Bella se estremeció por completo y no de emoción precisamente. No podía sacar de su mente la imagen de Edward y Alice abrazados y desnudos en su departamento.

Cuando terminó la canción ambos se besaron. Para Edward había sido un momento maravilloso, para Isabella solo un paso del plan.

El beso se intensificó y Bella se olvidó del mundo entero, solo existían los dos y el gran amor que se profesaban. Necesitaba disfrutar de sus labios y caricias por última vez.

-Te necesito— gruñó él contra sus labios antes de recostarla en la cama.

-Te amo, Edward, te amo— gimió Isabella cuando Edward empezó a besar su cuello con frenesí. Bajó los tirantes de su vestido para luego descender lentamente hasta su clavícula.

La alarma comenzó a sonar ruidosamente cuando Edward estuvo a punto de introducir en su boca el pezón derecho de Isabella. Ella reaccionó en ese mismo instante y se abofeteó mentalmente por dejarse llevar.

-Será mejor que nos vayamos— dijo ella.

-¿Para qué pusiste una alarma?— quiso saber Edward después de levantarse y apagar el despertador. Edward detestaba las alarmas.

-No sé por qué está sonando— Bella se encogió de hombros antes de acomodarse la ropa—. Pero yo creo que es una señal de que aún no podemos estar juntos de esa manera

-Yo voy a esperarte todo el tiempo que sea necesario— prometió Edward con una amplia sonrisa—. Lo único que me importa es estar contigo…

-Gracias por entender... ¿podemos irnos? Muero de hambre...— hizo un puchero.

-Sí, por supuesto, princesa…

Los dos terminaron de arreglarse otra vez y salieron de la habitación.

-¿Tu hermana no está?— cuestionó Edward segundos antes de salir.

-No, se ha ido a cenar con su novio también…

-¿Ella sabe de esto?

-Sí. No se lo tomó muy bien pero lo aceptó, supongo que debes darle tiempo…

-Sí, yo la entiendo— contestó antes de abrirle la puerta. La luz que emitía el foco del porche y los faroles de la calle, eran suficiente para ver el perfecto y a la vez abominable resultado del trabajo de Félix y Dimitri.

-¡Oh, por Dios!— exclamó Isabella con sincera sorpresa y en ese momento Edward dejó de mirarla a ella para observar a su amado Volvo plateado que ya no era tal.

-¡Mi auto!— bramó él mientras ambos corrían hacia el vehículo que ahora estaba irreconocible. Las llantas estaban ponchadas, los vidrios rotos y los espejos retrovisores arrancados. La pintura estaba totalmente arruinada al igual que la tapicería de los asientos. Edward abrió el coche y profirió un grito cuando vio el hueco donde antes se encontraba su estéreo—. ¡¿Qué le hicieron a mi auto?!

Bella se tapó la cara para ocultar el hecho de que estaba sonriendo. Tuvo que sacar fuerzas de donde no tenía para ahogar las carcajadas que amenazaban con salir de su garganta.

El plan estaba marchando mejor de lo que esperaban.

-Hay una nota— Isabella se inclinó y miró el pedazo de papel que estaba pegado en el volante el cual habían dejado intacto. Edward arrancó la nota rápidamente y la leyó con avidez antes de pronunciar las palabras en voz alta.

-Esto es solo el comienzo, prepárate

Paso uno de la venganza, completado.

Capítulo 2: VENGANZA Capítulo 4: ZORRAS

 


 


 
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