EL CASTIGO (+18)

Autor: Sasha_amane
Género: + 18
Fecha Creación: 22/03/2015
Fecha Actualización: 31/03/2015
Finalizado: NO
Votos: 8
Comentarios: 12
Visitas: 9510
Capítulos: 5

A pesar de su diferencia de edades todo era perfecto, eran almas gemelas. Se amaban con locura, sus padres aprobaban su relación y tenían todo para ser felices hasta que Isabella escucha una conversación donde Edward dice que ya no la ama. Decide desaparecer de la vida de su amado, haciéndose pasar por muerta y huyendo a otra ciudad para comenzar una nueva vida con el bebé que crecía en su vientre, sin sospechar que aquel engaño destruiría por completo a Edward, convirtiéndolo en un hombre muy diferente al que ella conoció. Era un ser vacío por dentro, depresivo y con pensamientos suicidas pero cuando descubra la mentira en la que vivió se convertirá en un hombre obsesivo, paranoico y controlador que hará lo que sea para retener y castigar a Isabella, la mujer que lo mató en vida.  

 

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Espero que les agrade la nueva locura que se formó en mi cabecita :D espero que se unan al club de las camareras castigadas je je. 

 

 

 

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Capítulo 4: Novios

Capítulo 4: Novios

 

Sus palabras eran verdaderas y cobraban más sentido a medida de que las pronunciaba. Isabella se quedó muda tras su confesión de amor y eso le preocupó ¿la habría asustado? Seguramente sí.

 

<< Idiota>> aquella palabra se repetía constantemente en su mente.

 

—    Dime que piensas de todo esto, Isabella— exigió. Ella abrió la boca para responderle pero un tímido carraspeo los hizo voltear. La camarera que los había atendido cuando llegaron les preguntó que querían ordenar—. Pide lo que quieras, cariño— le dijo a Isabella y esta asintió.

 

—    Quiero un café con leche y una orden de pan, solamente eso

 

—    No estás hablando en serio ¿verdad?— le preguntó molesto—. Vas a comer algo más

 

—    Voy a desayunar cuando llegue a casa— murmuró Isabella y él suspiró.

 

—    Está bien, tráigale eso solamente— le pidió a la camarera quien anotó el pedido con rapidez. Parecía ansiosa por irse.

 

—    ¿Usted va a ordenar algo?— cuestionó. Ya no estaba siendo coqueta y eso le agradó. Él solo le pertenecía a la mujer con quien compartía la mesa en ese momento.

 

—    Yo no quiero nada, gracias— contestó e Isabella frunció el ceño.

 

—    ¿No vas a comer nada?

 

—    Yo ya desayuné, mi vida. No te preocupes por mí — le guiñó un ojo y ella se ruborizó. La camarera asintió y se retiró.

 

—    Por cierto, me debes mil dólares— dijo ella.

 

—    ¿Y eso por qué?— preguntó divertido.

 

—    Porque perdí mi bicicleta por tu maldita culpa

 

—    Tú te lo buscaste, Isabella. Fue muy irresponsable de tu parte meterte al tráfico de esa forma 

 

—    Igual vas a pagarme esa bicicleta

 

—    Está bien, te daré dos mil dólares por ella ¿te parece bien?

 

Isabella abrió los ojos impresionada pero después sonrió de forma perversa lo cual lo dejó embobado. Sería una niña ante los ojos de cualquier persona, pero él la deseaba como un loco; aquel deseo iba más allá de lo carnal. Su alma y su cuerpo la necesitaban y el pensar en no volverla a ver le resultaba insoportable.

 

—    Está bien, dos mil dólares es poco pero suficiente… es lo mínimo que puedes darme por haberme secuestrado y dejar mi bicicleta en la calle

 

—    ¿Qué te parece si te doy diez mil? Pero a cambio tendrás que aceptar nunca irte de mi lado— sugirió. Isabella enrojeció por la furia y se arrepintió de haber hecho semejante propuesta.

 

—    ¿Acaso crees que soy una interesada? Se nota que no me conoces nada… ¿sabes? Iba a darte una oportunidad para que nos conociéramos pero la has perdido. Que lastima, realmente me gustas…

 

—    ¿Te gusto?— la interrumpió. Era consciente del efecto que causaba en ella pero escucharla decir aquello lo hacía sentir el hombre más feliz del mundo.

 

—    Yo no dije eso — Isabella rehuyó a su mirada mientras su rostro adquiría una tonalidad roja. Edward emitió un leve gruñido, sujeto la barbilla de la chica con una mano y la obligó a mirarlo. Su corazón palpitaba deprisa como cada vez que la tenía cerca. Estaba locamente enamorado de Isabella Swan y tenía el presentimiento de que jamás dejaría de estarlo.

 

—    Lo has dicho

 

—    Me refería a agradar. Me agradas, solo eso…

 

—    ¿Sabes qué? No te creo

 

No pudo resistirlo más. Acunó el rostro de Isabella entre sus manos y la besó. Una sensación de plenitud lo embargó cuando sus labios se encontraron; se sentía completo y cerró los ojos, dejándose llevar. Aquellos labios eran lo más delicioso que había probado en su vida y su lengua pidió permiso para entrar en la boca de Isabella, sintiéndose aún más feliz cuando ella suspiró fuertemente y empezó a responder al beso de forma tímida y algo torpe.

 

Sus manos dejaron su rostro y viajaron hasta su cuello. Él soltó un jadeo cuando sus lenguas se rozaron y profundizaron el beso. La torpeza y timidez de Isabella habían desaparecido y ahora lo besaba con la misma urgencia que él. Si no frenaban aquel ardiente beso la haría suya delante de todo el mundo.

 

De pronto se percató de su dolorosa erección pero no se detuvo hasta que a ambos les faltó el aire. Escuchó unas cuantas risillas a su alrededor y se sintió avergonzado por haber ofrecido un espectáculo. Miró a Isabella a quien parecía que iba a explotarle la cabeza por lo sonrojada que estaba.

 

—    Te odio, Edward— dijo ella entre dientes. Él sabía que aquello no era cierto pero le dolió escucharlo—. No quería que mi primer beso fuera frente a una multitud

 

—    ¿Tu primer beso?— preguntó Edward sonriendo de oreja a oreja.

 

—    Sí, mi  primer beso

 

—    Te amo tanto, mi niña

 

Isabella se encogió de hombros antes de responder.

 

—    Supongo que yo también

 

***

 

Isabella no sabía cómo, pero después de ese fenomenal beso se había dado cuenta de que estaba enamorada de él, de que lo había estado desde que se vieron por vez primera.

 

—    ¿Qué has dicho?— le preguntó Edward. Sus ojos dorados brillaban como estrellas.

 

—    También te amo ¿acaso no me entendiste?

 

Edward no pudo responder a eso ya que la camarera llegó con el pedido. Bella agradeció internamente la interrupción de la chica ya que se moría de hambre y además no pensaba volver a repetir que lo amaba.

 

Hizo un pequeño mohín al ver el pan. Estaba demasiado tostado para su gusto pero no dijo nada. La camarera tomó la taza de café que llevaba en la bandeja y la colocó en la mesa de forma tan brusca que unas cuantas gotas de café hirviendo salpicaron el rostro de Bella.

 

—    ¡Ay!— se quejó y Edward la miró angustiado.

 

—    ¡Mi amor!— exclamó él mientras la ayudaba a limpiarse. Luego, se volvió hacia la camarera y se levantó enfurecido—. ¡¿QUÉ DEMONIOS TE SUCEDE, MALDITA PERRA?!— bramó.

 

La chica se quedó petrificada por el miedo al igual que todas las personas que ahí se encontraban. Solo se escuchaban los gritos histéricos de Edward.

 

—    Señor, discúlpeme, yo…— la camarera intentó excusarse pero Edward la interrumpió.

 

—    ¡Esto no se va a quedar así! ¿Me entendiste? Haré que clausuren esta cafetería y que tú no vuelvas a conseguir ningún puto empleo en la vida

 

Los ojos de la camarera se llenaron de lágrimas.

 

—    No, señor, no me puede hacer esto…

 

—    Eso lo hubieras pensado antes de hacer lo que hiciste ¡esa mujer que está sentada ahí es mi vida y querías hacerle daño! Yo sé distinguir muy bien lo que es intencional y lo que no lo es. Te vas a quedar sin empleo, estúpida zorra

 

El dueño de la cafetería no tardó en ir a averiguar que sucedía y cuando vio a Edward su mirada reflejó pánico.

 

—    Señor Cullen, le suplico que no tome represalias contra mi negocio. Ella será despedida de inmediato, de eso no tenga la menor duda

 

—    Edward, por favor vámonos, no fue para tanto— Isabella decidió intervenir pero él la ignoro. La chica la observó de forma suplicante y aunque no le agradara y la odiara un poco por lo del café, no quería que se quedara sin empleo—. Estoy bien, ella no puede ser despedida solo por esto

 

Edward siguió ignorándola y dictando su sentencia al dueño de la cafetería como si él fuese el culpable de lo acontecido.

 

—    Ya no recibirán nuestro apoyo económico y estará obligado a regresar con los intereses más altos el préstamo que nuestra financiera le otorgó hace dos meses para abrir el otro local

 

Isabella enfureció al ver que los ojos de aquel hombre se llenaban de lágrimas. Era un anciano de estatura baja, pelo gris y arrugas en el rostro. Se le rompió el corazón al escucharlo sollozar y pedir piedad.

 

—    ¡Él no tiene la culpa!— gritó Bella pero de nuevo fue ignorada. Cansada de aquella situación se quitó el saco de Edward y salió con paso firme del establecimiento pero no llegó muy lejos ya que alguien la detuvo.  

 

—    ¿A dónde crees que vas?— le preguntó Edward y ella se volvió para mirarlo, soltándose de su agarre.

 

—    No quiero volver a verte, eres una persona cruel y te odio

 

—    No, tú no puedes odiarme, me amas

 

—    Creía que lo hacía, pero me di cuenta de que yo no puedo enamorarme de un tipo salvaje y estúpido como tú. Si no regresas ahora mismo y te retractas te juro que…

 

Bella no pudo seguir hablando ya que él la hizo callar con un beso desesperado. Se resistió al principio pero terminó correspondiéndole porque a pesar de todo no podía odiarlo.

 

—    Regresa y retráctate— pidió Bella cuando cortaron el beso. Ambos respiraban agitadamente ya que se habían quedado sin aliento.

 

—    Lo haré, solo si me prometes quedarte conmigo

 

—    Prometo darte una oportunidad para conocernos— dijo Isabella—. Tómalo o déjalo

 

—    Lo tomo, obviamente— contestó antes de tomarla de la mano y entrar juntos a la cafetería. Edward pidió disculpas al dueño por lo ocurrido pero no tuvo piedad con la chica e hizo que la despidieran.

 

—    Ella necesita el trabajo— renegó Bella.

 

—    Agradece que todavía pueda encontrar uno en otro lugar— masculló él. Isabella puso los ojos en blanco mientras le abría la puerta del auto—. Te llevaré a casa— le dijo mientras se sentaba en el asiento del conductor—. Hablaré con tus padres sobre nuestra relación

 

—    ¿Qué relación?— preguntó confundida.

 

—    Isabella, yo no beso a cualquier chica. Yo solo beso a mi novia

 

—    ¡Pero yo no soy tu novia! — exclamó poniéndose roja. Quería que la tierra se la tragara en ese mismo momento.

 

—    Lo eres nena, ¿acaso crees que te besé solo porque sí?

 

—    Pero ni siquiera me lo has pedido— dijo ella con indignación.

 

—    Estaré encantado de hacerlo— respondió Edward con una sonrisa seductora mientras encendía el auto—. Pero no lo haré en este lugar ni en este momento

 

—    Entonces no irás a hablar con mis padres porque aún no somos novios— concluyó Bella.

 

—    Te equivocas, mi vida, somos novios aunque no te lo haya pedido… si te lo voy a pedir después es porque quiero que ese momento sea inolvidable y que estés feliz. Pero has sido mía desde que te vi, tenlo por seguro

 

Un escalofrío le recorrió el cuerpo por la intensidad con la que Edward afirmaba que ella le pertenecía. No lo conocía en lo absoluto, pero estaba segura de que él hablaba en serio y eso la asustaba.

 

Bella no pronunció palabra alguna en todo el camino salvo para indicarle a su “novio” donde vivía. Le resultaba demasiado extraño pensar en él como su pareja, siendo que solo se conocían desde el día anterior. Incluso, aunque se conocieran de años, sería algo descabellado salir con él debido a la notable diferencia de edades. Sus padres se llevaban diez años de diferencia pero aun así dudaba que aprobaran su relación con Edward.

 

Su miedo aumentó cuando estacionaron frente a la casa. Edward sonrió ampliamente cuando la vio.

 

—    Es bastante linda— opinó él y Bella se sintió feliz aunque el miedo no se fue del todo.

 

—    ¿En serio?

 

—    Sí, a mí me gustaría tener una casa así, pero mis padres prefieren las mansiones

 

—    ¿Vives con tus padres?— preguntó sorprendida; no se había intimidado en lo absoluto por la palabra “mansiones” pues ya había supuesto que Edward era un hombre de familia adinerada. Él asintió.

 

—    Sí, vivo con mis padres y acabamos de llegar a Chicago hace cuatro días. Cuando te consideres mi novia te contaré todo acerca de mi vida, sin omitir ningún detalle…

 

Bella sonrió sin poderlo evitar y se dispuso a bajarse del auto pero Edward se lo impidió.

 

—    Deja que yo te abra

—    Está bien

 

Edward bajó del auto y le abrió la puerta segundos después. Le tendió una mano y ella la tomó antes de salir.

 

—    Todo saldrá bien, mi amor

 

—    Si todo sale bien no llamarán a la policía y solo te advertirán que te alejes de mí

 

—    Eso jamás. No me voy a alejar de ti así que vete olvidando de eso— gruñó él mientras caminaban hacia la casa.

 

Bella tocó la puerta de forma tímida a pesar de que llevaba las llaves en el bolsillo de los pants al igual que el iPod. En su cabeza se formaron escenas bastante desagradables en donde sus padres expresarían su rechazo a Edward y a lo que este supuestamente sentía por ella. Le pondrían una orden de alejamiento, de eso estaba segura.

 

Brian fue quien abrió la puerta y miró a Edward con desconcierto.

 

—    ¿Quién es usted?— cuestionó.

 

—    Hola campeón, me llamo Edward, soy el novio de Isabella— se presentó y ella se quedó boquiabierta al igual que Brian. Seguramente aquel malévolo niño se preguntaba cómo no se había enterado de aquello—. ¿Están tus padres en casa?

 

—    Eh… si

 

—    ¿Quién es, hijo?— preguntó Reneé saliendo de la cocina y dirigiéndose hacia la entrada. Cuando vio a Edward abrió mucho los ojos y se sonrojó antes de mirar a Bella quien deseaba salir corriendo a su habitación.

 

—    Mucho gusto, señora. Mi nombre es Edward Cullen— saludó Edward con una sonrisa cordial y encantadora. Ambos estrecharon la mano mientras Reneé le dirigía una extraña mirada a ella.

 

—    Mucho gusto, muchacho, soy Reneé Swan ¿ocurre algo con mi hija?

 

Bella se habría reído si no hubiese estado tan asustada. Seguramente su madre pensaba que había sufrido algún percance y que el muchacho la había traído a casa para darles aviso.

 

—    Ahora que lo recuerdo, sí… me encontré con Isabella por la calle. Una camioneta destruyó su bicicleta porque ella se cayó

 

—    Oh, hija ¿estás bien?— preguntó su madre con angustia

 

—    Estoy bien, mamá— respondió Bella, sintiéndose confundida por la historia que su novio estaba contando. Pero, debía reconocer que era amable de su parte inventarse algo para que no hubiesen dos motivos por los cuales ser reñida.

 

—    Pasa por favor, ¿quieres tomar algo?

 

—    No, gracias, pero si me gustaría hablar de un asunto con usted y con su esposo si es que se encuentra en casa…

 

—    Por supuesto que está, pasen

 

Edward entró en la casa y Bella se sintió desfallecer.

 

—    ¿Te pasa algo, cariño?— inquirió su madre cuando notó el nerviosismo de Isabella.

 

—    No, nada

 

—    ¿Te lastimaste? Iré por el botiquín…

 

—    ¡No! — exclamó Isabella—. No me lastimé, pero… mi bicicleta quedó destrozada

 

—    Lo importante es que tú estés bien, ya compraremos otra. Lleva a Edward a la sala, por favor…

 

—    Está bien— susurró Bella y su madre dio media vuelta para luego irse a la cocina donde seguramente estaban desayunando.

 

—    Aquí es la sala, ponte cómodo— indicó Isabella mientras daba vuelta a la izquierda.

 

—    Gracias, nena— contestó él mientras tomaba asiento en uno de los sofás.

 

—    Tú casa es muy acogedora

 

—    ¿Quién eres tú?— Jessica irrumpió en la sala. Estaba descalza y en un pijama diminuto lo cual jamás había molestado a Isabella hasta ese momento. Edward no se la comió con la mirada como Isabella esperaba que hiciera  y se sintió aliviada.

 

—    Me llamo Edward. Voy a hablar con los padres de Isabella y si te quedas sabrás quien soy

 

Jessica tampoco inspeccionaba a Edward sino que lo miraba con recelo. Asintió y se sentó en el sofá de enfrente.

 

—    Ella es Jessica, mi hermana— dijo Bella—. Mi melliza para ser más exacta

 

Edward sonrió y extrañamente no parecía sorprendido. Ignoraba que lo estaba y mucho pero él sabía fingir bien esa clase de emociones.

 

—    Sí, Bella me lo comentó, son muy distintas…

 

—    ¿De dónde conoces a mi hermana?— preguntó Jessica.

 

Edward abrió la boca para contestarle pero en ese momento los padres de Isabella entraron en la sala; Charlie llevaba muletas ya que no le gustaba que nadie lo sostuviera. Edward se puso de pie y a continuación se presentó. Su padre lo miraba con cautela al igual que Jessica y eso preocupó aún más a Isabella. Iba a arder Troya, de eso estaba segura.

 

—    ¿Pasó algo con Isabella?— cuestionó Charlie mientras todos se sentaban.

 

—    Ocurre algo— dijo Edward, mirando a Bella con adoración. Después se volvió hacia Charlie—. Por eso vine a hablar con ustedes…

 

—    Hija, ¿por qué estás tan nerviosa?— inquirió Reneé cuando la vio jugando con un mechón de su cabello. Isabella alzó la vista para mirar a su madre.

 

—    Ya sé lo que pasa aquí ¡ustedes dos son novios!— exclamó Jessica mientras los señalaba de forma acusatoria. Sus padres fruncieron el ceño y Bella enrojeció por milésima vez en el día—. Se nota demasiado por cómo te mira, hermana…

 

—    ¿Eso es cierto?— le preguntó su padre. Reneé estaba boquiabierta y sin decir palabra alguna.

 

—    Ella tiene razón, Isabella y yo somos novios— dijo Edward. El silencio reinó en la habitación y Bella reprimió un sollozo de angustia—. Nuestra diferencia de edades es mucha, tengo veinticinco— prosiguió luego de unos segundos—. Pero eso no me importa, me enamoré de su hija en cuanto la vi y quiero tener una relación seria con ella

 

—    ¿Y tú estás enamorada de él?—su padre la miró de forma intensa.

 

—    Sí, papá. Yo también me enamoré de él— afirmó Bella. A pesar de estar nerviosa se escuchaba convencida ya que realmente lo estaba. No sabía cómo, pero amaba a Edward—. Y sé que no vas a aprobar lo nuestro, pero…

 

—    Oye, aun no nos estamos oponiendo— se rió Reneé.

 

—    Aun no— murmuró Charlie antes de mirar a Edward—. ¿A qué te dedicas? ¿Desde cuándo se conocen y por qué Bella jamás nos mencionó nada?

 

—    Queríamos estar seguros de que funcionara— se apresuró a decir ella.

 

—    Yo soy ingeniero civil, señor. Isabella y yo nos conocimos hace unas cuantas semanas— añadió Edward—. Fue amor a primera vista ¿no es así, cariño?— la abrazó y Bella se sintió protegida a pesar de que estaban frente a sus padres.

 

—    Sí— respondió Isabella con una sonrisa. Su padre parecía menos tenso e incluso sonrió.

 

—    Eres bastante mayor para mi hija— comentó—. Pero… eres demasiado valiente al venir aquí y decírnoslos. Podría haberte matado con el rifle que uso para cazar…

 

—    ¿Le gusta cazar?— preguntó Edward emocionado.

 

—    Sí, muchacho. Es mi actividad favorita después de la pesca, claro

 

—    Se llevaría muy bien con mi padre, sin duda alguna, a él le fascina cazar. También pescar, pero eso se me da más a mí

 

La sonrisa educada de Charlie desapareció y dio paso a una sincera. Bella estaba asombrada de que aquel momento no se hubiera convertido en un campo de batalla. Su padre y Edward se enfrascaron en una conversación sobre la pesca y los lugares a los que habían ido para hacerlo.

 

—    Bienvenido a la familia, muchacho— dijo Charlie y Bella se sintió feliz. Jessica ya miraba mejor a Edward; incluso sonreía y participó en la conversación.

 

—    Gracias, señor Swan— respondió Edward y Reneé gruñó.

 

—    Nada de eso, Edward. Llámalo Charlie y a mi Reneé. No somos tan viejos

 

—    Bueno, yo si soy viejo, pero dime Charlie— el padre de Bella se carcajeó. Edward sonreía ampliamente y sus ojos brillaban—. Por cierto, tu nombre me suena, así se llama el hijo de un amigo que no veo hace muchos años, Carlisle Cullen

 

Edward sonrió aún más.

 

—    Él es mi padre— dijo y Charlie se quedó boquiabierto.

 

—    ¿Qué?

 

—    Sí, Carlisle Cullen es mi padre… 

 

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Holaaaaa!!! Mil gracias por leer el comienzo de esta historia que en lo personal me gusta mucho (claro, me gustan mucho mis fics pero me gustan más los que escriben otras autoras OBVIO jajaja). Espero que les guste este capi aunque sea un poco corto, por ahora serán más o menos de esa longitud porque esta etapa “bonita” no puede durar mucho porque si no, no sería “el castigo” jajaja. Aquí estoy haciendo lo contrario a la camarera, aquí Edward es hermoso en un principio, bueno con ella y romántico pero después… jajaja lo que le espera a Bella cuando sea descubierta jijiji, no vamos a querer estar en su lugar (ok, SI VAMOS A QUERER ESTAR EN SU LUGAR) jajaja. Por cierto, la camarera no la puedo actualizar (mi ayudante con los lemmons se fue de vacaciones a la playita waaaa) así que como consolación (para las que leen ese fic, claro) les dejo los capis de esta historia n.n. 

 

 

Pequeña_vampiro_97:Pequeeee!! Amiga/ socia de la maldad. Mil gracias por tu hermoso comentario n.n me alegra tenerte en esta historia también, eres un amor  jajaja serás una camarera castigada, ya estás unida al club jajaja. Qué bueno que te guste la historia n.n muchas gracias por aguantar mis locuras, mis retrasos, y por ser una maldita genio que no duerme al igual que yo jajaja. Te quiero, amiga!! Besitos!!! Espero que este capítulo te guste n.n

 

 

Bueno, eso es todo por hoy jajaja. Si quieren, si tienen tiempo, si les gusta esta historia pueden dejar sus comentarios y/o votos :) yo los recibo con mucho gusto y prometo siempre responderles (aunque a veces lo hago por la noche cuando tengo sueño así que no se asusten si les respondo como si estuviera drogada jajaja) Besosss!!

Atte: 

Sasha, alias la camarera castigada choca autos roba gelatinas (por dios, cada vez se amplía más mi alias D: )

 

Capítulo 3: Te amo Capítulo 5: Encuentros

 


 


 
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