Más allá del Amanecer

Autor: RenesmeeCullenSwan
Género: + 18
Fecha Creación: 30/07/2014
Fecha Actualización: 31/07/2014
Finalizado: NO
Votos: 7
Comentarios: 7
Visitas: 5113
Capítulos: 4

Renesmee ha vivido con su familia en Montana, casi toda su vida. Al cumplir los 7 años, claro con apariencia de 18 años, quiere un regalo muy especial. Conocer Forks, el hogar que fue de su madre. Pero no solo conocerá un pequeño pueblo. Además conocerá el Amor...

 

Hola a todas, antes que nada quisiera aclarar que está historia no es mía. Esta historia la leí hace como tres años, pero al parecer la eliminaron, por eso la quiero compartir con ustedes, espero y les guste...

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Capítulo 2: Forks

POV Renesmee

Cuando arribé Forks, ya se notaba el cambio en el aire. Era puro, fresco y nuevo. El olor a bosque llenaba mis pulmones  de una manera agradable. Todo era  muy “verde”, ahora entendía la pregunta de mi madre para con su antiguo lugar de residencia. Cada árbol del lugar presentaba en sus troncos, el musgo húmedo característico de zona. Y por supuesto el clima era como afirmaba mi abuelo, el cielo encapotado con nubes grises, cubría cada pedazo del firmamento, tornándolo algo sombrío y misterioso. Y por supuesto una fina lluvia caía al momento de mi llegada.

La casa del abuelo Charlie se conservaba igual a como se la veía en las fotografías que enviaba cada tanto a Montana. Al atravesar la puerta de aquella casa rustica, nos recibió Sue, la ahora esposa del abuelo Charlie. Ella dibujo una contagiosa sonrisa, al abrir la puerta. Saludo a mi abuelo con un fuerte abrazo y un tierno beso en la mejilla, parecían muy felices de verse.

Luego se acercó y también me abrazo.

—Bienvenida, así que tú eres Renesmee, la hija de Bella —murmuró.

—Esa soy yo, mucho gusto —dije tímidamente.

—Igualmente. Llevo mucho tiempo oyendo historias sobre ti, ven toma asiento —me indicó acompañándome a la sala.

El abuelo tomo mi maleta y la llevo al cuarto que en un tiempo había sido de mi madre. Sue se perdió unos minutos en  la cocina y trajo una jarra de té helado, algunos bocadillos salados. Nuevamente  se sentó enfrente de mí con una gran sonrisa.

—¿Qué te parece mi niña, Sue? —preguntó mi abuelo al bajar por las escaleras.

—Es muy hermosa, y se parece mucho a tu hija, hasta creo que tiene los mismos ojos —mencionó señalando una vieja fotografía de mi madre, cuando aún era humana que estaba sobre un aparador.

—Muchas gracias —susurré.

—Cuéntame Renesmee, ¿Cuánto tiempo vas a estar con nosotros?

—Unos días, tal vez cuatro o cinco.

—¿Y por qué tan poco tiempo? Es la primera vez que llegas al pueblo, sin mencionar lo contento que has puesto a tu abuelo al acompañarlo a casa —me cuestionó Sue.

—Sucede que tengo que continuar con mis estudios, solo me quedan unos meses para terminar el instituto.

—Oh…  claro, pero supongo que regresaras después ¿no? —me sonrió.

—Eso espero…

Esa noche, Sue preparo una abundante  cena. El plato principal, era uno de los favoritos de mi abuelo Charlie: pastas caseras con crema blanca. Mi abuela Esme, se destacaba por ser una gran cocinera, a pesar de no degustar sus propios platillos. Sin embargo, Sue no se quedaba atrás. Claro que en preferencias, siempre prefiera mi dieta principal de sangre. Soy mitad vampiro, y esa parte de la familia siempre se ha impuesto, pero tolero muy bien los alimentos “normales”.  Después de la cena, trajo un postre de vainillas, también el favorito del abuelo.

Fuimos nuevamente a la sala, y mientras el abuelo miraba los deportes, me quede conversando un poco más con Sue.

Le conté que tenía una amiga en Forks, a la cual visitaría en estas minis vacaciones, además hable sobre mi escuela, las clases que tomaba allí, mis presentaciones y todo lo que me gusta hacer en mi tiempo libre.

Sue se interesó por mis padres y del resto de mi familia. Era un placer poder hablar con libertad sobre ellos. Por lo general tenía que crear historias para guardar las apariencias. Mis padres parecían mis hermanos mayores en lugar de mis progenitores. En fin, ella era una persona muy amable y cálida conmigo.

Al final del día, Sue me acompaño al que iba a ser mi cuarto por los días que durara mi estancia allí.  Mis sentidos más desarrollados que un humano común, detectaron la pintura fresca en las paredes. Las telas de las cortinas al igual que las sabanas y frazadas eran nuevas. Mi abuelo Charlie me había explicado que esperaban por la visita de Leah, la hija de Sue, pero a último momento no había podido viajar con su esposo. Seria yo quien estrenara el renovado cuarto de invitados.

Me acosté enseguida en mi cama, luego de un baño caliente. Si bien el viaje no había sido muy largo, me encontraba agotada mentalmente. Muchas cosas daban vuelta por mi mente. Había tanto por descubrir, tantos lugares que visitar según Sue. Quería hacer todo como siempre.

Mañana iría a casa de Caroline.

 

POV Jacob

Desperté con una resaca terrible. Mi habitación daba vueltas cuando enfoque la mirada en techo de madera. Primero venia el mareo, luego el palpitante dolor en mi cabeza.

Por qué demonios tome tanto, pensé.

La esbelta figura  que reposaba a mi lado, gimió y se removió pasando su brazo encima de mi pecho. Intente moverme lentamente para no despertarla, levante su brazo despacio y trate pasar por debajo.

—¿A dónde crees que vas? —musitó abriendo sus ojos de repente.

—Lo siento, no quería despertarte —susurré apartando unos mechones negros de su rostro. Los coloque detrás de su oreja y besé su frente.

—No es lo que pregunte —dijo besando mi clavícula.

—Primero pienso ducharme, luego vestirme y más tarde ir a trabajar.

Me incorporé y tome mi bóxer del suelo.

—¿Por qué no te tomas el día libre Jake?, está lloviendo y seguro hace mucho frío. Podríamos calentarnos mutuamente, ¿no crees? —agregó mordiéndose el labio.

La idea era interesante, sin embargo, no podía perder una reunión con un cliente que me dejaría una buena comisión.

—Maia, no sé si sabrás, pero algunos tenemos que trabajar para vivir.

—Solo un día, sabes… podemos pasarla muy bien —insistió quitándose la sabana para mostrar su  exuberante cuerpo desnudo.

—¿No te parece que con lo de anoche fue suficiente?, aprovecha y duerme un poco.

—Como quieras, eres un aguafiestas —dijo ofendida mientras volvía a taparse.

Suspiré y me acerque a ella, sentándome a su lado.

—Escucha, ya hablamos sobre esto, tengo mis prioridades y en este momento, es el trabajo, cuando salga te prometo que te busco y vamos a algún lado.

—Siempre es lo mismo —respondió esquivando mi mirada.

Las mujeres histéricas no eran mi fuerte y Maia tenía un don para pasar de una mujer ardiente a una que no querías ver por una semana entera. Me aproxime a la cama y la atraje a mis brazos. Acaricie su enmarañado cabello y besé su frente.

—¿Un beso en la frente? ¿Qué soy tu hija? —pregunta enojada.

Negué con la cabeza al tiempo que besaba sus labios tiernamente. Lo que comenzó como un beso corto y tierno no tardo en volverse salvaje y frenético de su parte. Maia enredo sus dedos en mi cabello y abrió su boca buscando mi lengua. Respondí a su beso, no quería que se enfadara más de la cuenta y tampoco era de inmune a mis instintos. Pero minutos más tarde cuando pretendía finalizar la sesión de besos apasionados, se aferró más a mi cuerpo, para comenzar a descender por mi cuello con besos cada vez más frenéticos.

—Quédate conmigo Jacob.

Sacudí mi cabeza y reprendí una sonrisa. Esta mujer debería tener las hormonas revolucionadas. Apenas si había dormido algo la última noche cumpliendo cada una de sus “exigencias”. Más amable de lo normal, tome sus manos y me aleje poco a poco de ella mientras sonreía con picardía.

—Perdón, de nuevo, pero me tengo que ir.

—Tú te lo pierdes, no voy a rogarte —gruñó.

Media hora más tarde, mi auto se movía veloz por la carretera. Me dirigí a las afueras de la ciudad, al taller donde trabajo medio tiempo cuatro días a la semana.

Mi celular vibro sobre el asiento del acompañante. Un mensaje de Maia.

 

“A pesar de tus malos tratos y falta de atenciones, prepararé tu almuerzo favorito”

 

Deje el celular en el mismo lugar y me pregunte por qué no sonreía de manera estúpida como lo hacía Seth al recibir un mensaje de su novia.

Mientras manejaba, reflexione sobre mi solitaria vida. Porque a pesar de estar saliendo con Maia, desde hace un tiempo, algo no encajaba, algo no me dejaba ser feliz completamente. La pasábamos bien, compartíamos gustos como los autos, amistades, salidas y por supuesto es muy apasionada en la cama.

Es una mujer muy bella. Dueña de un cuerpo envidiable, un cabello negro como la noche, que contrasta con su piel blanca y unos ojos grises muy bonitos.

No obstante, no lograba entregarme completamente a nuestra relación.

No sabía la razón, tal vez fuera la bendita imprimación, que ya casi todos habían atravesado.

Uno de los últimos era Seth, hace casi un año que sale con Caroline, una chica estupenda, muy amable y divertida, además de bonita. Estoy muy contento por él, aunque a veces lo molesto y le digo que se comporta como un desquiciado. A lo que Seth responde con una sonrisa y luego dice que le encanta ser un desquiciado enamorado.

Otro aspecto de mi vida para analizar era mi partida de la manada de Sam. Para hablar con sinceridad estaba harto de que quisiera controlar mi vida. Con la marcha de Bella después de su casamiento, me volví un completo amargado, no aguantaba a nadie. Lo mejor fue dejar su manada, abandonar mi casa y e irme a vivir solo, no muy lejos honestamente. Solo a dos kilómetros de la Push.

Otro factor que ayudo a tomar la decisión de alejarme de mi vieja casa, fue Paul. No estaba de ánimos para soportarlo en mi sala todo el día. Maldita suerte la mía, el idiota se imprimo de mi hermana Rachel. Era algo sumamente molesto ver lo meloso que se había puesto con ella.

Necesitaba mi propio espacio urgente.

Por consiguiente mi título alfa tuvo que surgir y con ello la creación de otra manada. Seth y Leah fueron los primeros en unirse. Más tarde Quil y Embry.

Un tiempo después Leah  se marchó a vivir a Canadá, gracias a su impronta. El acontecimiento fue muy bueno ya que todos sabíamos cuánto había sufrido por Sam. De manera que no impedí que se fuera, merecía ser feliz.

Con todo el revoltijo que tenía en mi cabeza, manada nueva, hogar diferente, montar mi taller, y otras cosas. Al principio no tome mi puesto como líder, como era debido. Pero en un tiempo, superado mi mal genio, más o menos dos años después, decidí que era tiempo de dejar de lamentarme y ser una piltrafa andante. Tenía que seguir adelante y tomar las riendas de mi vida.

Hable con Sam y dividimos los perímetros y horarios de vigilancia. Fue gratificante consolidarme con esa parte para mí mismo.

Salía con los chicos o nos juntábamos en la Push. Compartíamos viejas tradiciones y creábamos nuevas. Prácticamente todo volvió a lo que se podría llamar normal.

Cuando llegue al taller mi primer cliente me esperaba. Se le veía muy contenta, con una enorme sonrisa en su rostro.

—Hola Caroline, ¿qué hay?

—Hola Jake, todo en orden. Solo quería un cambio de aceite para mi coche.

—Ahora mismo te atiendo.

—Ok —sonrió.

—Se puede saber ¿Por qué se te ve tan contenta?, me imagino que va todo bien con Seth, ¿no?

—De maravilla… Pasa es que hoy vendrá a visitarme una gran amiga, hace más de un año que no la veo.

—Que bien. ¿Y de dónde es?

—Montana, vino a visitar a su tío y de paso, por supuesto a su amiga –agregó.

—¿Se conocen hace mucho? —pregunté mientras revisaba su coche.

—Hace tres años, estudiábamos juntas pero tuve que mudarme y solo hablamos por teléfono o nos vemos por el chat.

—Bueno aparentemente, esta todo correcto. Cambie el aceite y quedo listo.

—¿Cuánto te debo?

—No es nada déjalo.

Puso los ojos en blanco, mientras negaba con la cabeza.

—¿Cómo que no es nada?

—No insistas, porque no te voy a cobrar.

—Sí, sigues así vas a fundir el lugar, Jake —aclaró con el ceño fruncido.

—No te preocupes me desquito con el próximo cliente

Ella se quedó pensando un momento.

—No dejaré que te aproveches de otros, así que ya se lo que haremos.

—¿Qué? —entrecerré los ojos.

—Mañana es mi cumpleaños, pensaba hacer una salida de chicas, pero pensándolo bien, ven, le diré a Seth que invite a los otros chicos y así conocerás a mi amiga.

—Suena bien —murmuré.

—Entonces es un hecho nos vemos mañana.

Caroline se despidió, mientras subía a su auto.

 

POV Renesmee

Desperté, cerca de las 9 de la mañana. El abuelo Charlie hoy tenía el día libre, así que desayuno con Sue y conmigo. Comimos cereal, frutas y jugo de naranjas. Para fortuna de mi abuelo, desde que se casó, su dieta mejoro mucho, ya que en su casa alguien cocinaba de forma saludable y no solo huevos y tocino, como el solía hacer. Cuando terminamos Sue se marchó a realizar algunas compras, para llenar la despensa.

Más tarde, el abuelo se ofreció a llevarme a casa de Caroline. Pensaba tomar un taxi, pero se negó rotundamente, ya que ella vive a las afueras de Forks. Y como el conoce lugar no fue difícil localizar su casa.

Llegamos a aquella casa de enorme jardín, cerca del mediodía. El abuelo luego pasaría a recogerme en la noche. Su jardín delantero era enorme, lleno de flores de variadas especies y colores. Mentalmente recordé que tenía que fotografiar este bello paisaje.

Llegue a su puerta y toque el timbre, Alan, su hermano fue quien me recibió.

—Desde cuando la princesa, buscan a su príncipe en su castillo —bromeó.

—Ya que el príncipe no va en mi búsqueda… —le sonreí.

Se acercó y me abrazo muy fuerte. Después dio un paso hacia atrás para poder verme mejor.

—Valla… cada día estás más hermosa.

—Gracias, y tú supongo que tienes a muchas chicas desesperadas por ahí.

Se encogió de hombros.

—Podría ser, pero no a la que me interesa —dijo alzando una ceja y con una sonrisa pícara en su rostro, a la vez que me indicaba que pasara dentro.

Realmente no bromeaba, Alan es muy guapo, con su rubio cabello despeinado, sus ojos castaños y ese rostro que siempre estaba acompañado con una sonrisa que contagia a todos. Él es alto y atlético, pero su físico quedaba opacado un gran sentido del humor.

Nos llevamos muy bien era un gran amigo, aunque a veces, pereciera lo contrario, ya que continuamente nos estamos coqueteando, pero para nosotros era solo un juego.

Caroline bajo las escaleras corriendo, en cuanto me vio.

—¡Renesmee! —gritó mientras me abrazaba y me quitaba el poco aire de mis pulmones.

—Hola, Caro, tanto tiempo sin verte amiga, ¿Cómo va todo?

—Oh, genial, tengo tantas cosas que contarte, ven vamos a mi cuarto.

Subimos a su habitación y nos sentamos en el piso. Luego de pelear con mi amiga un par de segundos, se marchó al club con sus amigos.

Teníamos mucho de qué hablar, nos pusimos al tanto sobre nuestra familia, la escuela, su primer año en su nueva casa, el pueblo y otras cosas.

Alan llego minutos más tarde con una enorme bandeja llena de comida. Reprendió a Caroline por su falta de hospitalidad al no ofrecerme nada, a lo que ella respondió con un almohadón en su cabeza.

—Y dime Caro, ¿Cómo te va con tu príncipe azul?

Caroline suspiró, y sus ojos se iluminaron a la vez que una gran sonrisa aparecía en su rostro.

—Muy bien, más que bien.

—Se te ve bien enamorada. ¿Dónde la conociste?

—En el taller de un amigo suyo, lleve el auto de papá para que lo arreglaran, y ahí estaba él. No me quitaba los ojos de encima.

—¿Y?

—Tuve que dejar el auto varios días, y cuando lo fui a retirar, daba la casualidad que él estaba allí de nuevo, comenzamos a hablar y me invito a salir, acepte, fuimos a tomar un café y a partir de ese momento no nos separamos más —suspiró de nuevo recordando su historia.

—Que interesante… y que le habrá puesto al café, para que estés con esa cara —la moleste.

—Eres una tonta —dijo lanzándome un almohadón—. Lo que pasa es que no lo conoces, es muy dulce, me trata como a una reina, y cuando me mira —suspiró de nuevo—. No se… Me encanta.

—¡Wowww! ¡Esto sí que es grave! —me carcajeé.

Caroline me miró con los ojos entrecerrados.

—Ya verás cuando te lo presente.

—Ok, solo espero que no olvides que soy tu amiga y te conocí primero, tengo más derecho por antigüedad —le aclaré.

—Por supuesto, que no lo olvidare, y dime, ¿tienes algún enamorado escondido por ahí?

—Todavía no me contagie con tu enfermedad —me burlé.

—Ya quisieras tener mis síntomas —murmuró sacándome la lengua.

El resto de la tarde vimos unas películas, algunas fotografías de su nueva escuela, de su novio y sus amigos.

Me llamo la atención, que todos eran grandes, incluso Seth.

—Es mayor que tú ¿no?

—Tiene 22 años.

—¿Tus padres no pusieron el grito en el cielo cuando se enteraron?

—Al principio no les gusto la diferencia de edad, pero cuando lo conocieron eso no les importo, Seth es muy maduro y responsable.

Miré con atención la fotografía. El lugar era muy bonito.

—¿Dónde fue tomada la foto?

—En La Push, una reserva a pocos kilómetros de aquí.

—Se ve muy bonita.

—Si quieres puedes conocerla antes que te marches.

—Sería estupendo. Cuéntame ¿Quiénes son todos?

Caroline me nombro a todos los que estaban en la imagen:

—Son Jared, Kim, Emily, Sam, Seth, yo, Embry, Quil, Claire, Maia, Colin, Sara y Brady. Falta Jake, pero bueno alguien tenía que tomar la fotografía —se rió.

Todos los muchachos se parecían bastante, tenían la piel bronceada, altos en su mayoría, y corpulentos.

—Parecen que son buenos amigos.

—Si son muy unidos, como hermanos.

Terminamos el día cenando unas pizzas y tomando unos refrescos. Luego mi abuelo pasó por mí.

—¿Qué tal tu día cariño?

—Muy interesante, mañana saldré a festejar el cumpleaños de Caroline y conoceré a un par de amigos.

 

Capítulo 1: Mi Regalo Capítulo 3: Encuentro

 


 


 
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