Capítulo 21: Explicaciones
POV Bella:
— Alec—susurro.
— Si no quieres que tu estúpido novio muera tienes que venir conmigo...
— ¿Por qué me haces esto?- cuestiono en voz baja. No me atrevo a alzar la voz porque presiento que Alec podría matarme.
— Porque la vez pasada cierta traidora te ayudó a escapar
— Señorita Swan ¿está bien?- me pregunta James desde afuera. Parece percibir que ocurre algo aquí dentro. Quiero pedir auxilio pero las palabras se quedan atoradas en mi garganta por la mirada amenazadora que me dedica Alec. Carraspeo.
— Estoy bien, solo estoy nerviosa- respondo. Alec sonríe con satisfacción y asiente antes de sacar un trapo húmedo el cual usa para taparme la boca. <<Cloroformo>> pienso antes desmayarme. Cuando recobro la consciencia estoy atada de pies y manos en la cajuela de un auto. Intento gritar pero el sonido queda amortiguado por el pañuelo que tengo en la boca. Mi corazón comienza a palpitar a una velocidad alarmante a causa del pánico y mi respiración es acelerada. Edward, hoy me tengo que casar con él. Sollozo fuertemente. A la mierda el maquillaje, la boda, todo. Yo solo quiero salir de aquí. <<Mi amor, por favor, búscame>> suplico a Edward en mi mente como si él pudiese escucharme. El auto en el que estoy metida está en movimiento y yo empiezo a retorcerme para intentar desatarme pero no consigo nada. El cabrón de Alec me ha atado demasiado bien. Alec... ese maldito. Alguien tiene que detenerlo, no puede hacerme esto, no puede hacerle esto a Edward quién va a buscarme cuando se entere de que desaparecí. O tal vez piense que lo abandoné y me odiará de por vida. La sensación de pánico aumenta dejándome al borde de una crisis nerviosa. Unos minutos más tarde el coche se orilla y se detiene. El conductor apaga el auto y se baja de él. Rezo en mi mente para que abra la cajuela y me saque porque me estoy quedando sin aire. Cierro los ojos cuando escucho que abren la cajuela. Apenas puedo distinguir quienes son ya que es de noche.
— Vaya, es una chica sumamente atractiva incluso con el maquillaje hecho un desastre—dice una voz que nunca antes había escuchado. La risa de Alec se escucha y hace eco en el lugar un segundo más tarde—. Tienes razón, amigo... esta mujer es bastante parecida a la perra que nos contagió de VIH, Charlotte se parece demasiado, pero esta parece la hermana gemela
— Sí, son idénticas, de hecho esta desgraciada es gemela de Ashley...
— ¿Cómo lo sabes?
— La estúpida de Ashley fue la hija que Reneé regaló, la amenazaron con decirle a su marido que ella le era infiel así que para no perder la estabilidad económica y el prestigio que tenía al lado de Charlie cumplió el trato que hizo con el mismísimo doctor que la atendió y le entregó a una de las niñas y le hicieron creer a Charlie que esa bebé murió
Quiero gritar, hacerle muchas preguntas pero me contengo.
— Después me tienes que contar como rayos sabes todo eso...— contesta el tipo desconocido. De repente me sacan cargando de la cajuela.
— Es muy fácil, fui amante de Reneé— se carcajea Alec—. Las mujeres te cuentan cualquier cosa cuando te las llevas a la cama
El miedo desaparece y la furia lo reemplaza y esta por increíble que parezca no va dirigida hacia Alec sino a mi madre, aquella mujer que nos abandonó. Por años albergué la pequeña esperanza de que ella nos dejó porque la obligaron pero que en realidad era por falta de dinero y para abrirse de piernas a cualquier hombre que se le cruce. Nunca la odie pero en este momento la desprecio con toda mi alma, no sé cómo pude desear que ella estuviera conmigo en mi boda. La que realmente merecía estar era Sue que fue como una verdadera madre, ella amaba con locura a mi padre y a mí y a Anthony también nos amó desde el primer momento. Ella debería estar viva y Reneé muerta o pudriéndose en la cárcel por atreverse a regalar a mí hermana, una hermana de la que nunca supe. Abro los ojos y descubro que estoy en los brazos del amigo de Alec quien me tira al suelo cuando me ve despierta.
— ¡Al fin despertaste!— exclama Alec. El tipo que me cargaba es un tipo alto y con barba fija sus ojos azules en mí. Les grito maldiciones pero ellos no me entienden porque tengo el pañuelo en la boca. Alec sonríe y se agacha para quitármelo—.Lo siento, que descortés de mi parte no dejarte hablar...
— ¡Déjame ir!— le grito—. Edward va a matarte cuando te encuentre
— No lo hará... él ya no puede buscarte porque me he encargado de él hace un buen rato— contesta Alec.
— ¡No!— bramo—. Dijiste que su venía contigo no le harías nada
— Creo que es justo que sepas algo de mi mejor amigo— me dice el tipo que no conozco—. Él jamás cumple lo que le promete a ninguna mujer
— ¿Qué le hiciste?— exijo saber.
— Tranquilízate, no sufrió demasiado, solo le volé los sesos para que no le doliera demasiado
— No, no, no— musito como si fuese una desquiciada. Edward no puede estar muerto. No debo creerle a Alec.
— Tranquila, Bella, muy pronto vas a ir con él al infierno— dice Alec con una mirada maligna. Lo observo confundida.
— Primero vamos a cogerlas, haremos un excelente cuarteto—me explica el amigo de Alec—.Después, te mataremos a ti y la dejaremos a ella en el bosque...
— ¿Hay otra mujer aquí?—pregunto horrorizada.
— Sí, se llama Charlotte, se van a llevar muy bien— contesta Alec antes de que su amigo me vuelva a cargar. Alec camina junto con él pero está cojeando y supongo que es por el balazo que Amparo le dio cuando me rescató. Me retuerzo.
— ¡Suéltame, maldito!—grito pero el tipo no parece inmutarse. Camina hasta que entramos en una cabaña bastante pequeña y fea. Me vuelve a tirar al suelo como si fuese un objeto. A mi lado está otra chica que tiene un vestido elegante esta masculla maldiciones.
— ¿Ya las quieres follar?— pregunta Alec a su amigo quien niega con la cabeza al mismo tiempo que frunce los labios.
— No, prefiero ir a ver primero el escándalo que Cullen debe estar armando...
— ¡Está vivo!—exclamo. Los secuestradores se echan a reír.
— Por supuesto que está vivo, ¿realmente creíste que mataría a Cullen sin antes ver como se retuerce de dolor?—responde Alec.
— No le hagas daño— le suplico.
— Lo siento, ya lo estoy haciendo... le he arrebatado lo que más ama en el mundo—se me escapa un sollozo de alivio mezclado con angustia. Edward está vivo pero... debe estar como loco buscándome.
— Vámonos, Alec, tengo hambre... Derek estará cuidándolas
— Está bien... vamos a comer algo, -Brian Alec y su amigo se van de la cabaña. Cuando se cierra la puerta la chica que está junto a mí dice una palabrota. Al levantar la cara veo que su maquillaje se ha escurrido y sus mejillas están sucias de tierra. Tiene unos bonitos ojos almendrados y sus facciones son delicadas, como si fuese una niña; parece bastante joven.
— Tenemos que irnos de aquí— me dice.
— ¿Pero cómo?- pregunto.
— No lo sé, pero debemos irnos, hoy tenía que asistir a una boda
— Yo me casaba hoy- susurro. La chica me mira con pánico. Su rostro está lleno de tierra. Debieron traerla hace un buen rato.
— Lo sé, tú eres la prometida de Edward Cullen, el escritor
— ¿Cómo sabes eso?—inquiero.
— Se les ha visto juntos y salen en las revistas- responde con una media sonrisa—.Además, mi futuro esposo es el hijo del dueño de la editorial donde Cullen publica sus libros e iba a asistir a tu boda
— Demonios— mascullo.
— Estaba esperando una oportunidad para salir de aquí y ya ha llegado, debemos huir
— Estamos atadas...— le recuerdo.
— Ya lo sé, pero los muy idiotas no nos han atado muy bien que digamos... — dice en susurros ya que hemos visto la sombra de un tipo en la ventana—. No podemos liberarnos solas pero si podemos ayudarnos
— Está bien, ¿qué hacemos?
— Debemos darnos la espalda para desatar nuestras manos, primero lo haré yo contigo, créeme, no es la primera vez que he tenido que desatar a alguien de esta forma
— ¿Qué?
— Digamos que tuve una vida difícil antes de conocer a Christian— responde simplemente mientras ambas nos movemos para darnos la espalda—. Por cierto, me llamo Charlotte Hale, futura esposa de Christian Grey, encantada de conocerte a pesar de hacerlo en estas circunstancias
— Igualmente— le respondo algo impresionada. Grey es un empresario muy reconocido y bastante apuesto. Bah... no es momento para impresiones, necesito salir de aquí. Charlotte me desamarra las manos con una rapidez impresionante. Me quedo con los ojos desorbitados por la sorpresa.
— Vaya, sí que sabes desatar...— le digo.
— También soy experta atando— contesta con tono irónico—. Y estoy acostumbrada a que me aten— entrecierro los ojos mientras muevo mis muñecas en círculos para tratar de recuperar la circulación. La verdad no tengo idea del porqué de su comentario pero prefiero seguir en la ignorancia—. Desátame— masculla Charlotte. Yo asiento antes de desatarme los pies, luego me volteo y desato las manos de Charlotte.
— ¿Cómo vamos a escapar?— le pregunto ansiosa.
— Debemos derribar a ese tipo que está afuera...
— ¿Estás loca? Ese hombre nos va a derribar a nosotras Charlotte me ignora y se desata los pies. Cuando lo hace se levanta y se sacude el vestido. En ese momento escucho un grito que me pone los pelos de punta.
— ¡¿Qué rayos están haciendo?!— exclama él abriendo la puerta de una patada. Charlotte y yo nos quedamos paralizadas cuando el hombre nos apunta con un arma. Comienza a darme taquicardia. El miedo que tengo es sumamente atroz. <<Nos va a matar, este tipo nos va a matar>> pienso llena de histeria. Cuando se escucha el disparo yo solo cierro mis ojos.
— Te amo, Edward— susurro esperando sentir dolor o morirme pero pasan los segundos y no escucho nada salvo mi frenética respiración y el sonido de unos pasos. Abro los ojos lentamente para encontrarme con ese tipo tirado en un charco de sangre. No puedo evitar gritar como una loca.
— ¡Está muerto!— exclamo sin apartar la vista de él. Gruesas lágrimas resbalan por mis mejillas a causa del pánico.
— Tranquilízate, Isabella— me dice Charlotte abrazándome. No puedo dejar de temblar
— Vaya, creo que yo soy la más fuerte de los dos— se ríe alguien entrando en la cabaña. La voz me resulta tan familiar que levanto la vista inmediatamente encontrándome con una versión extraña de mí. La chica que tengo enfrente tiene las mismas facciones que yo, solo que su cabello es completamente negro y corto. Tiene un piercing en el labio inferior y otro en la ceja. Su ropa es oscura y muy juvenil. Lo que más me sorprende es la manera despreocupada con la que sostiene la pistola que tiene en las manos y con la que acaba de matar a un hombre.
— ¿Qui... quien eres tú?- titubeo.
— Me llamo Susan pero Alec me conoce como Ashley, es... es el nombre con el que mis clientes me conocían... yo... soy tu hermana gemela
— Dios mío, entonces si era verdad lo que dijo Alec— digo consternada.
— Sí, ya ahora vengo a sacarte de las garras de ese maldito y vengarme, no puedo morirme sin antes matarlo a él...- sonríe maliciosamente.
— ¿Mo... morirte?- inquiero.
— Mira, eso te lo explico luego, aun me quedan unos años más así que creo que si tengo tiempo para contártelo— masculla Susan—. Ahora vámonos...— Se acerca a mí a grandes zancadas y me ofrece una mano. Aun temblorosa la tomo y ella me arrastra con ella hasta la puerta; intento con todas mis fuerzas ignorar las náuseas que me provoca ver el cadáver del tipo. Charlotte nos sigue. Cuando salimos está aún más oscuro que cuando llegamos—. Tenemos que irnos de aquí...— susurra Susan sin soltar mi mano. Ella nos lleva hasta una camioneta muy grande y Susan le indica a Charlotte que conduzca y me lleve lejos.
— ¿Y tú qué harás?— cuestiono a Susan.
— Yo quemaré el lugar para que Alec crea que están muertas, ahora váyanse o si no las ahorcaré con mis propias manos... Yo intento protestare pero Charlotte me gruñe.
— Isabella, debemos irnos, maldita sea...
— Está bien, está bien— acepto a regañadientes sin dejar a mirar a Susan—. Dime que estarás bien— le suplico a mi hermana o bueno, la que se supone que es mi hermana.
— Bah... he estado en peores situaciones, solo estoy quemando un lugar— se encoge de hombros. Charlotte no me deja decirle nada más ya que me jala del brazo. Me hace entrar en la camioneta y ella corre para deslizarse en el asiento del conductor. Miro por la ventanilla como Susan toma un bote de gasolina y comienza a verter el líquido por toda la cabaña. Charlotte intenta arrancar la camioneta pero esta no funciona.
— ¡No!- exclama histérica. Yo la miro y trato de ayudar a encenderla pero no se puede.
— ¡Váyanse!— brama Susan cuando el fuego comienza a consumir la cabaña. El sonido de unas llantas se escucha y me quedo paralizada al ver que son Alec y el tipo al que llamó Brian. Susan nos mira con pánico antes de echar a correr hacia los árboles.
— Ya lo venía venir, ¡Estaban huyendo malditas perras!- grita Alec al bajarse del auto. Charlotte y yo nos bajamos inmediatamente de la camioneta para intentar escapar pero Alec alcanza a agarrarme por la cintura y ya no sé lo que ha sido de Charlotte-. Te voy a hacer mía de una vez y te lanzaré al fuego para que mueras como la puta que eres... vas a sufrir por lo que tu hermana me hizo...
— ¡Suéltame!— exclamo a pesar de que es inútil. Se escucha un disparo y yo suelto un grito muy agudo. A pesar de que estoy pataleando con todas mis fuerzas Alec logra llevarme hasta la oscuridad del bosque. Me deja caer al suelo y luego me voltea.
— No intentes escapar porque si no, después de matarte iré por tu amado Edward Se coloca encima de mí y comienza a besarme el cuello con frenesí.
— ¡Alec, no!— grito con todas mis fuerzas. Me retuerzo para que me suelte y no tardo en recibir una bofetada muy fuerte que me deja aturdida durante unos segundos.
— Te voy a hacer mía— gruñe contra mi cuello—. Vas a saber lo que es vivir con este virus...— se incorpora un poco para mirarme y queda sentado a horcajadas sobre mí. Pongo las manos en mi pecho para protegerme porque veo en sus ojos la intención de quitarme el vestido. Me vuelvo a retorcer y me gano otra bofetada que me hace escupir sangre—. Deja de luchar porque si no Edward se muere... — me amenaza y eso me desarma. Edward debe estar bien... tengo que hacer esto. Me quedo inmóvil, reprimiendo mis gritos de desesperación mientras Alec me toca. Me quita las manos del pecho con delicadeza y aprieta mis senos. Intento no vomitar, el contacto de Alec me hace sentir asco. De pronto algo golpea la cabeza de Alec y cae sobre mí desmayado.
— Isabella, levántate— me dice Charlotte y un poco de alivio se apodera de mí. Me saco a Alec de encima como puedo y veo que Charlotte tiene una pala en las manos. Susan está detrás de ella y sonríe con malicia antes de dispararle en la cabeza a Alec.
— ¡Ah!— dejo escapar un grito de horror y me levanto bruscamente. Esto no puede estar pasando, no puede estar pasando. Sostengo mi cabeza entre mis manos ya que siento que estallará en cualquier momento.
— Isabella, tranquila, no te pongas mal— dice Charlotte abrazándome. << No puedo, no puedo, esto es demasiado>> pienso recordando al tipo de la cabaña.
— Era una basura que iba a contagiarte— me grita Susan—. Por eso lo maté...
— Susan...— susurro. No puedo reclamarle ni darle las gracias. Me siento bloqueada.
— Tranquila, nena, todo está bien, carajo— me asegura Susan antes de soltar la pistola y correr a abrazarme. Cuando me rodea con sus brazos siento algo especial, no le tengo miedo a pesar de que mató a dos hombres en menos de media hora—. Brian sigue vivo, debo ir a matarlo...— me suelta y me invade el temor. Aun así, no la detengo. Cuando me suelta me fallan las piernas pero Charlotte me sostiene antes de que me caiga.
— Vamos, todo va a estar bien, cariño...— me dice mientras caminamos lentamente hacia el prado donde está la cabaña. Cuando estamos a punto de llegar un Mustang rojo bastante conocido irrumpe en el prado. Charlotte y yo nos quedamos paralizadas en nuestro lugar observando como abren la puerta del Mustang de forma violenta. Casi me da un paro cardiaco cuando veo que Edward trata de acercarse a la cabaña gritando como un loco.
— ¡No, no, no!— brama, Emmett se baja del auto y lo sostiene por la cintura para que no intente acercarse al fuego—. Emmett, tienes que soltarme, mi... mi mujer... mi mujer- solloza como nunca antes lo había visto. Se me encoge el corazón verlo así pero mi cuerpo no quiere reaccionar.
— Edward, detente— le pide Emmett. Edward se retuerce para intentar liberarse pero Emmett es fuerte y no puede.
— Por favor, Emmett déjame, mi mujer... Estoy a punto de ir hacia él pero otro auto aparca en el prado. Nada más ni nada menos que Christian Grey sale de él de forma apresurada. Él no grita pero se le ve muy aterrorizado.
— Ve con él— le susurro a Charlotte quien sonríe.
— Vamos juntas...— asiento y ambas salimos de la oscuridad. Christian enfoca sus ojos en Charlotte y corre hacia ella. Ambos se abrazan fuertemente y yo como puedo me alejo de ellos.
— ¡Edward!— exclamo para que me escuche. Sigue gritando mucho. Emmett es el primero que voltea a verme y suelta a su hermano quien cae de rodillas al suelo, totalmente devastado. No me ha escuchado. Emmett se acerca a mí y le grita a Edward que estoy aquí. Edward ladea la cabeza y su mirada se encuentra con la mía.
— ¡Bella, mi amor!— exclama Edward antes de levantarse como si tuviera un resorte en el trasero. Corre hacia mí y me abraza fuertemente. Luego me suelta y toma mi rostro entre sus manos—. ¿Cómo estás? ¿te pasó algo? Dime...
— Estoy bien, tranquilo... — sollozo. Edward me besa desesperadamente y luego me abraza de nuevo.
— Creí que te perdía— dice angustiado.
— Estoy aquí, nunca me perderás— le aseguro. Edward me suelta, se quita el saco de su esmoquin y cubre con él para luego abrazarme—. ¿Cómo hicieron para encontrarme?- pregunto mientras hundo mi rostro en su pecho.
— Luego te lo explico, mi amor, debemos salir de aquí— dice con la respiración muy acelerada. Yo asiento y me dejo envolver por los protectores brazos de Edward quien no tarda en cargarme como si fuésemos recién casados. De hecho, estaríamos recién casados sino fuera por Alec. Edward se mete conmigo en el asiento de atrás. Yo cierro fuertemente los ojos y entierro el rostro en su cuello. Su olor es reconfortante y me hace sentir a salvo.
— Quería casarme contigo— murmuro. Edward me besa el pelo y suspira pesadamente.
— Yo también, mi amor y lo vamos a hacer
— Tengo buenas noticias— dice Emmett cuando se desliza en el asiento del conductor—. Grey acaba de decirme que el tal Alec está bien muerto... está entre los árboles, debemos informar a la policía que venga para acá, ellos deben seguir buscando en el lugar equivocado— miro a Edward quien tiene los ojos muy abiertos y no solo de sorpresa sino de satisfacción ya que esboza una sonrisa.
— Está bien, encárgate de llamar al agente Black... por favor— pide Edward. Yo trato de pasar por alto el hecho de que mi prometido se alegra por la muerte de una persona. << Yo no quería que se muriera>> me trato de consolar mentalmente << Lo mató otra persona que es casi igual a mí pero que definitivamente es otra persona>>
— Sí, hermano— responde Emmett saliendo del coche. Edward me abraza más fuerte.
— Tuve demasiado miedo— me susurra.
— Yo también, mi amor...— respondo—. Pero tuve que acceder a que me llevara porque no quería que te hiciera nada...
— Oh, no— dice antes de echarse a llorar—. Bella, mi vida no tiene sentido si no te tengo a ti... tienes que entenderlo... debiste pedir ayuda...
— No, él me estaba amenazando con un arma y además me dijo que te mataría a ti después...
— No puedo creerlo- masculla con rabia. Yo deposito un pequeño beso en sus labios y sostengo su rostro entre mis manos para que me mire. Él también toca mi rostro y nos miramos.
— Lo importante es que estoy bien y que nadie nos va a volver a separar, ya pasó
— Yo debería decirte eso a ti- se ríe Edward pero la alegría no le llega a los ojos. Esos hermosos ojos verdes que están cristalinos por las lágrimas—. Estoy tan mal que tienes que ser tú quien me consuele... soy el más débil de los dos y por eso no puedo protegerte, soy un imbécil
— No digas eso—le suplico angustiada—. Tú me proteges mucho, haces todo lo que puedes
— No te protejo lo suficiente, mi amor— gimotea—. Pero te prometo que desde hoy te cuidaré con mi vida, que nada va a volver a pasarte, perderte es mi peor miedo...
— También el mío— confieso.
— Lo sé y es por eso estamos en esta situación, Bella... quiero que aprendas a ver primero por ti y tu seguridad antes que nada... si siguen pasando estas cosas te aseguro que me dará un infarto, no me dio uno porque Dios es muy grande... no sabes lo que sentí cuando Amparo me llamó y me dijo que habías desaparecido... sentirse morir es muy poco a comparación
— Ya estoy aquí— musito. Edward pega sus labios a los míos y me da un beso lleno de ansiedad y miedo. Su lengua pide permiso para entrar en mi boca y yo gustosa se lo concedo. Ambos gemimos ante el delicioso contacto de nuestras lenguas que comienzan a moverse con una perfecta sincronía. Entierro una de mis manos en su suave cabello y él suelta un gemido.
— Te amo— gruñe sin dejar de besarme. Después de eso muerde mi labio inferior lo que me hace jadear. No soy consciente de nada que no sea Edward, estoy en el paraíso, me he transportado a otro mundo, un mundo donde no existen las preocupaciones. Pero, soy devuelta de forma brusca a la realidad al escuchar como Emmett entra en el auto.
— Creo que los voy a llevar a un hotel, chicos...— se burla Emmett cuando cierra la puerta. Me pongo colorada y Edward emite un pequeño gruñido—. Dijo el agente Black que viene para acá... Grey se queda aquí y mañana ustedes y la prometida de él tendrán que declarar... le he pedido ese favor al agente porque creí que Bella estaba muy mal... pero ahora veo que no lo está tanto
— Emmett por favor, déjala en paz— le pide Edward de mal humor—. Llévanos a casa
— ¿Para qué declarar si todos están muertos?— cuestiono nerviosa. Solo quiero olvidarme de esto, no quiero contarle a un policía lo que pasó.
— Tienen que hacerlo, Bella, así son estas cosas- me explica Emmett con un tono dulce—. Además, uno de esos tipos está vivo, los hombres de Grey lo encontraron
— Brian- susurro y Edward me mira interrogante—. Ese era el tipo que venía con Alec, su amigo...
— Entonces yo lo mataré— dice tratando de apartarme para bajarse del auto.
— No— exclamo—. Por favor quédate conmigo
— Bella…
— Por favor— me abrazo a él—. No vayas... quédate
— Está bien— suspira—. Emmett, llévanos a casa, por favor...
— Sí— responde él antes de encender el coche. Comienza a darme sueño.
— Duérmete, Bella— me susurra Edward y yo cierro mis ojos y apoyo mi cabeza en su hombro. Cuando abro los ojos estamos en el estacionamiento del edificio en donde Edward y yo vivimos. Edward me pone en el asiento para poder salir. Cuando se baja me tiende sus brazos para ayudarme a salir. Me siento adormilada y aturdida mientras Edward me saca cargando—. Todos están muy preocupados— me susurra Edward en el oído. Y vaya que si lo estaban. Cuando llegamos al departamento todos se abalanzan sobre mí. Mi padre es el más preocupado y quiere llevarme con él. Está furioso con Edward.
— Se lo suplico, no me aparte de su hija— le dice Edward. Está sentado en el sofá y yo estoy en su regazo a punto de dormirme.
— No te preocupes muchacho, solo vivirá conmigo... no tienen por qué terminar — contesta Charlie.
— Por favor, papá— bostezo—. No me quiero ir, esto me pasó en casa de Amparo, no aquí Mi amiga quien está sentada al lado nuestro hace una mueca de dolor. Está llorando ya que le han dicho que su hermano está muerto—. Amparo... — susurro alarmada—. Yo no quise...
— No, Bella... no te preocupes— me asegura ella antes de sollozar nuevamente—. Fue mi culpa, no recordé que Alec sabía los pasadizos
— ¿Pasadizos?— cuestiono. Edward asiente y me besa la frente.
— La casa tiene pasadizos— me dice Edward.
— Bueno, son salidas de emergencia, mejor dicho- me explica Amparo-. Esa es la casa que me heredó mi abuelo quien era narcotraficante, usaba esas salidas para que no lo encontrara la policía cuando iban a buscarlo, la puerta por donde Alec te sacó estaba detrás del librero y esa salida conduce hacía el garaje de una casa que está a cinco kilómetros de la mía... bueno, también esa casa es mía y mi Ferrari estaba guardado allí, y... en ese te llevó, lo siento tanto…
— Yo no voy a perdonarte que la hayas dejado sola— exclama Edward—. No puedo creer que no te hayas acordado de que tu casa... — me levanto y miro Edward muy enojada.
— No te permito que le hables así— le digo—. Ella no tuvo la culpa, hizo lo que pudo para protegerme
— Bella... no me defiendas— me pide Amparo limpiando sus lágrimas—. Yo acepto mi error
— Amparo, solo eran sospechas— exclamo—. Y aun así avisaste a los guardaespaldas, los pusiste alerta
— A esos dos ya los despedí— masculla Edward—. No cumplieron su trabajo, debieron informarme...
— ¿¡Qué!?— grito —. ¿Los despediste?
— Bella, tranquilízate— me dice Rosalie poniendo sus manos en mis hombros.
— No, no me voy a tranquilizar, ellos no tuvieron la culpa de nada, Alec fue quien la tuvo— digo.
— ¿Por qué los defiendes tanto? — me grita Edward exasperado poniéndose de pie-. ¿Acaso te metiste con alguno de ellos? — sin pensarlo le propino una bofetada que le voltea la cara a Edward... no me arrepiento, ¿cómo se atreve a insinuar semejante tontería?
— Te lo mereces- espeta Charlie levantándose del sofá. Me toma por un brazo y me aparta de Edward quien me mira arrepentido. Rosalie quien está al lado mío niega con la cabeza de forma desaprobatoria—. Mi hija viene conmigo...
— No...— susurra Edward.
— Hermano, deberías dejar que se vaya, esta vez te pasaste— le dice Emmett.
— Eres un idiota— le grita Alice muy enojada.
— Más que eso— interviene Tanya con tono mordaz—. Isabella te ama como a nadie, ¿cómo te atreves a insinuar eso?
— No hay manera de defenderte, amigo— dice Peter.
— Bella, no te vayas, perdóname— me pide Edward.
— Te perdono, pero es mejor que vaya con mi padre— gruño. Doy media vuelta y me dirijo a las escaleras. Edward corre detrás de mí.
— Nena, no te alejes de mí... no me dejes— me dice en voz baja.
— No te estoy dejando... solo me estoy yendo del departamento
— Bella, por favor— insiste—. No te vayas, esta es tu casa... — me muerdo los labios. Edward me mira con tanta ternura que estoy a punto de ceder.
— Será mejor que vaya a recoger mis cosas— le respondo en tono frío antes de dar media vuelta y seguir subiendo. Cuando llego a la habitación me quito el vestido. Necesito un baño con urgencia.
— Bella, no puedes irte, si quieres duermo en el sofá pero no te vayas- me dice Edward-. Además, quería ser yo quien te quitara el vestido... — hace una mueca pero cambia su cara al ver mi lencería. Sus ojos comienzan a brillar por el deseo.
— No nos casamos así que... no me lo puedes quitar— me burlo y Edward se pone muy serio. Me arrepiento de mis palabras y voy abrazarlo.
— No nos casamos, pero... me alegra tanto que tú estés bien— murmura. Yo lo suelto y suspiro aliviada—. Por favor, Bella... perdóname por lo que dije, yo sé que jamás me dejarías, que me amas más que a tu vida... hoy lo demostraste
— No puedo amarte más que a mi vida, Edward— sonrío—. Tú eres mi vida...
— Tú la mía...— me devuelve la sonrisa—. Y no te quiero alejada de mí, ¿podrías perdonar a este celoso?— me hace un pucherito sumamente tierno y no puedo resistirme.
— Está bien, te perdono, pero a la próxima no será una bofetada, te arrancaré cierta cosa que tú quieres mucho— lo amenazo mientras tomo su miembro entre mis manos. Edward contiene la respiración y me mira asustado.
— Nunca más volveré a decir algo así— promete y luego traga saliva con nerviosismo. Me echo a reír y lo suelto.
— Me daré una ducha- le aviso.
— Yo te acompaño...
— No, tú dile a mi padre que no iré con él...
— No me voy a separar de ti— se cruza de brazos.
— Edward, solo voy a ducharme...
— No me interesa, no voy a dejarte sola en ningún momento...
— Por favor, ve y dile a mi padre lo que te dije, y que estoy demasiado cansada para marcharme...
— Está bien, pero no te muevas de aquí, por favor— me suplica—. No podría soportar que intenten alejarte de mí otra vez
— Eso no va a pasar, Alec... Alec murió- me estremezco—. Mi... mi hermana lo mató...
— ¿Bree?— pregunta confundido.
— No... Susan... ella... ella es igual a mí
— ¿Qué?
— Bueno, es mi gemela, solo que ella tiene un estilo diferente y su personalidad también es diferente...
— Bella... seguramente ese maldito te dio algo para que alucinaras, no es posible que...
— Lo que te digo es verdad, Edward... — él toma mi rostro entre sus manos y me mira como si estuviera loca—. Edward, no miento— le digo enojada apartándome de él.
— Cuéntamelo todo— exige.
— Primero quiero darme una ducha
— Yo quiero entrar contigo— sonríe.
— No, solo quiero darme una ducha— digo sinceramente. Edward asiente y me dice que irá a decirle a mi padre que me quedaré aquí.
— No salgas del baño hasta que yo llegue— me advierte antes de salir de la recámara. Me deshago de mi ropa interior y entro al baño. Abro la llave de la regadera y me meto. El agua caliente me relaja por completo y cierro mis ojos pero inmediatamente imágenes de Alec tratando de abusar de mí invaden mi mente. Me estremezco y lucho para no seguir pensando en aquello.
— Ya pasó, ya pasó, ya pasó— susurro para mí misma. Otra imagen asalta mi mente: el balazo que recibió Alec en la cabeza y el tipo llamado Derek que estaba en un charco de sangre—. ¡No!— grito como si estuviera volviendo a vivir la escena. Comienzo a temblar. Inmediatamente se abre la puerta y entra Edward corriendo como loco.
— Mi vida, ¿qué tienes?— pregunta histérico mientras me abraza sin importarle que su ropa se esté mojando. Me abrazo a él sollozando muy fuerte.
— Tengo miedo, Edward— le contesto.
— Tranquila, bebé, estoy aquí contigo— musita.
— Quédate conmigo— suplico—. Tengo mucho miedo
— Sí, mi vida...— lo suelto y lo miro a los ojos.
— Júramelo
— Te lo juro, nena... siempre estaré contigo— dice antes de besarme con amor, con ternura. No hay segundas intenciones de por medio pero estoy dispuesta a cambiar eso. Mis manos viajan hasta el primer botón de su camisa y lo desabrocho, después desabrocho el segundo y así sucesivamente hasta que su camisa queda abierta. Edward sin dejar de besarme me ayuda a quitársela y la avienta afuera de la ducha. Edward corta el beso y sale para quitarse los zapatos, el pantalón y el bóxer. Cuando está completamente desnudo se mete a la ducha otra vez y me empuja hasta que mi espalda toca los azulejos de la pared. Pega su cuerpo al mío y toma mis manos para subirlas y dejarlas a ambos lados de mi cabeza— Te amo— susurra mientras entrelazamos nuestras manos.
— Y yo a ti— le digo jadeando al sentir su erección.
— Te necesito— gruñe.
— Yo... yo también te necesito— tartamudeo.
— Lo sé— dice antes de embestirme. Dejo escapar un gemido— Me muero por entrar en ti
— Hazlo— le pido fervientemente. Necesito olvidarme de todo lo malo que sucedió.
— Claro que sí, lo que ordene mi princesa— contesta antes de alzarme una pierna y rodear su cintura con ella. Doy un salto y subo la otra. Él me penetra de una sola estocada y nos volvemos uno solo— Ah— gime. Comienza a moverse de manera lenta, justo como yo lo necesito—. Te deseo demasiado— hunde su rostro en mi cuello y empieza a succionar mi piel como si su vida dependiera de ello al mismo tiempo que entra y sale de mi interior. Aumenta la velocidad de sus embestidas haciendo que grite infinidad de incoherencias. Toda mi angustia ha desaparecido momentáneamente, no recuerdo ni mi nombre— Déjate ir, nena— me pide.
— E... Edward— grito antes de alcanzar el máximo placer. Edward sigue moviéndose lo cuál prolonga mi orgasmo. Cuatro estocadas después Edward se vierte en mi interior gritando mi nombre también.
— ¿Qué me has hecho?— me cuestiona aun sin salir de mí y juntando su frente a la mía. Nuestras respiraciones son frenéticas—. Me tienes completamente idiotizado...
— Lo sé— respondo con una sonrisa socarrona mientras él me baja despacio.
— ¿Cuál es tu secreto?
— No tengo ningún secreto...
— No, si tiene que haberlo... no es posible que seas tan perfecta, tan hecha para mí — Me ruborizo y él se echa a reír—. No sé qué haría sin ti— dice abrazándome. Yo sonrío como una idiota—. Por cierto, tu padre no se ha ido...
— ¿Ah, no?— pregunto soltándolo.
— No, está en la sala y por eso debemos ducharnos rápido, los demás ya se fueron
— Está bien, así hablo con los dos al mismo tiempo— contesto. Necesito decirle a Charlie sobre mi supuesta hermana. Dudo mucho que él lo sepa y si lo sabe necesito preguntarle muchas cosas. Edward y yo nos duchamos rápidamente y nos vestimos para luego bajar con mi padre quien nos espera sentado en el sofá mirándonos atentamente.
— Me dijo Edward que querías quedarte— me dice mi padre con los ojos entornados.
— Sí, papá, pero también quiero hablar contigo— le digo algo nerviosa.
— ¿Sobre qué?
— Sobre... — dejo la frase inconclusa para tomar una bocanada de aire. No sé cómo Charlie se tomará esto—. Sobre mi hermana...
— ¿Sobre Bree?— mi padre arquea una ceja.
— Sobre Bree no, sobre... Susan
— ¿Quién es ella?— cuestiona confundido. Edward y yo nos sentamos en el sofá que está frente a mi padre. Mi novio pone la mano sobre mi hombro.
— Mi hermana gemela... la que tú creías que había muerto— Charlie palidece y mis sospechas quedan confirmadas: mi padre no sabe nada.
— ¿Có.. cómo sabes lo de tu hermana?— me pregunta casi sin aliento. Edward se tensa.
— ¿Bella tenía una hermana gemela?— inquiere Edward. Charlie asiente con dificultad sin apartar sus ojos oscuros de mí.
— Pero murió— susurra mi papá—. Tu hermana murió y no te dijimos nada porque no tenía caso...
— No, papá, mi hermana no murió... fue ella quién me salvó, mató a dos hombres para rescatarme y uno de ellos era Alec
— Bella, lo que dices es una locura— exclama Charlie palideciendo aún más. Comienzo a preocuparme por su salud.
— Papá, no es mentira... yo misma escuché a Alec decir que una tal Ashley era mi hermana gemela, que me secuestró para violarme y contagiarme de VIH porque fue mi hermana quien lo contagió—hago una pausa para volver a tomar aire—. Amparo me dijo que Alec se acostaba con chicas parecidas a ella para contagiarlas y así desquitarse y como yo era igual a la chica que lo infectó se quiso vengar conmigo y después planeaba asesinarme... Alec sabía que Ashley era mi hermana gemela porque Reneé era su amante, ella le confesó que tenía una hija a la que había regalado para que no la chantajearan... una persona sabía que Reneé te era infiel y a cambio de silencio le entregó a mi hermana y te hicieron creer a ti que esa niña había muerto
— Ahora todo concuerda— dice mi padre con voz temblorosa—. Con razón nunca me dejaron ver a mi otra hija y no pudimos velarla, con razón Reneé no parecía afectada, cuando ella perdió su primer embarazo se puso como loca, pero cuando murió nuestra hija... no hizo nada, no derramó lágrima alguna... siempre pensé que estaba aturdida pero ahora entiendo todo— solloza.
— Papi, no llores— le pido. Me intento levantar para abrazarlo pero Edward me lo impide.
— Bella, no... tienes que seguir contándonos— Charlie asiente.
— Edward tiene razón... ¿qué más sabes, hija?
— Yo... yo solo sé eso, papá— respondo apenada—. Pero sé que Ashley no es el nombre verdadero de mi hermana, es Susan, cuando yo estaba secuestrada ella llegó y me salvó matando al hombre que Alec puso para vigilarme a mí y a otra chica que también tenían allí... me dijo que sus clientes la conocían como Ashley lo que me hace pensar que ella se prostituía o era una dama de compañía o algo parecido, ella deseaba matar a Alec por todo lo que hizo, de algún modo sabe lo que él hizo y también sabe que yo soy su hermana...
— No es posible— dice Charlie levantándose y caminando de un lado a otro—. Mi hija no...— se echa a llorar y esta vez Edward no me detiene cuando me levanto para abrazar a mi padre—. Hija, no es justo lo que tu madre me hizo... me hizo creer que nuestra niña murió, me destrozó la vida, sé que te tenía a ti, pero... ya habíamos perdido a otro bebé y volver a perder otro me...
— Lo sé, papá, lo sé— lo interrumpo—. Pero ahora sabes que ella vive
<< Vive, pero con una enfermedad incurable>> me recuerda mi subconsciente. Espero que papá no lo recuerde.
— Lo sé, hija, pero...
— Pero nada, papá, Susan vive... ella sabe de mí y quizá de ti...
— ¿Sabes dónde encontrarla?— me pregunta esperanzado.
— No...— hago una mueca de dolor—. No me dijo nada, lo que te conté es lo único que sé...
— Debo encontrarla— dice desesperado—. Debo encontrar a la desgraciada de Reneé y cuando la encuentre...— se queda a medias. Nunca había escuchado a mi padre expresarse mal de mi madre
— ¿Cuándo la encuentres qué?— pregunto.
— Cuando la encuentre... la voy a matar— responde mi padre con una mirada amenazante.