Primero y Diez (+18)

Autor: nicoli
Género: + 18
Fecha Creación: 18/03/2013
Fecha Actualización: 26/10/2014
Finalizado: NO
Votos: 33
Comentarios: 191
Visitas: 133804
Capítulos: 35

Bella Swan es una aspirante a reportera de deportes cuando le es asignado entrevistar al más grande de la liga, por no mencionar al mas caliente, el quarterback Edward Cullen ¿Le enseñará Edward Cullen las reglas del juego? O ¿ella le enseñará una o dos cosillas? 


Esto es una traducción y su autora es Nolebucgrl, podéis encontrar el fic original en esta página: http://www.fanfiction.net/s/5874934/3/First-Ten

Estoy autorizada por la autora a traducir esta historia.

 

.................

También os invito a pasaros por mi otra traducción conjunta, Words With Friends, junto a CARLAROBPATT. Aquí os dejo el link: http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3920

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Capítulo 34: Celebrando la bandera

-¿Estas segura de que no puedo ayudarte en algo?- La pregunté a Esme, que estaba haciendo malabares con el horno, la nevera, el horno y luego de vuelta a la nevera, llevando una decoración blanca para alguna comida que de alguna manera consiguieron no mancharse a pesar del caos en la cocina. Tendría que estar cubierto de salsa, zumo o algo.

Me dirigió una sonrisa por encima del hombro mientras abría la olla humeante y se asomaba a ver las patatas.

-Claro que no, Bella. Siéntate y hazme compañía. Ha sido muy amable de tu parte venir pronto a ayudarme.

Era como si en realidad la ayudara, cosa que no hacía.

-Los chicos están en el estadio, Alice organizando algo y Rose está jugando con un coche. Pensé que sería agradable pasar tiempo contigo.

Sonrió y me dio unas palmaditas en la mano mientras pasaba.

-Eres buena chica. Estoy contenta de que Edward te encontrara. ¿Has utilizado ya su cocina? Aunque el chico no sepa ni hervir agua.- Sacudió la cabeza con tristeza.

Me mordí el labio. Íbamos a decirles a sus padres que estábamos viviendo juntos en algún momento del día, pero no quería hacerlo sin Edward, a pesar de que no le importaría. Seguía riéndose por la reacción de mis padres. Bueno, se reía hasta que se acordaba que mi padre podía dispararle y salir de esa limpio, por ser el jefe de policía y todo eso. Eso se le pasaba enseguida y volvía a reírse. Yo estaba acojonada de que llegara Navidad, preguntándome qué cosas inapropiadas diría mi madre o qué haría. Si pudiera posponer la visita, lo haría, pero ahora que sabían que vivíamos juntos sabía que vendrían ellos.

-No, aún no, pero me muero por hacerlo.- Era verdad. No había visto mucho de los utensilios que tenía, ni siquiera hemos ido a la compra, ya que lo estábamos posponiéndolo para la semana siguiente. Él no iría. Las mujeres raras del super podían hacerme frente a mi sola.

Esme se rió.

-Ya lo sé.- Me guiñó un ojo cuando Carlisle entró a la habitación y la dio un beso en la mejilla antes de coger una botella de agua de la nevera. -Algunos hacemos un buen trabajo en la cocina, ¿a qué si, querido?- Carlisle había sorbido un trago de agua y se ahogó. ¿Qué pasaba? Me levanté y le golpeé en la espalda mientras tosía.

-Correcto-, jadeó, su rostro de color rojo brillante. Nos miró a mí y a Esme antes de huir de la cocina.

-¿Qué ha sido eso?

Esme se rió.

-Digamos que Carlisle tiene una gran afición por este delantal.- Oh, no.- Y que en la cocina puede llegar a hacer mucho calor, ya lo sabes.- Lo sabía. Pero no lo quería saber.- Especialmente cuando el horno está funcionando durante horas y horas y cocino un pavo gigante.- Me sonrió de forma satisfecha como su hijo hacía. ¡Habían echo... eso... en la cocina antes de que llegara! No tenía palabras. ¿Dónde está Edward? Le necesitaba para cambiar de tema. Podía sentir que mi cara se calentaba, mientras estaba apoyada en la encimera de granito. ¿Y si habían estado aquí cuando...? ¡Deja de pensar en eso, Bella!

Saqué mi teléfono y envié un mensaje rápido al hombre que me había traído a estos calientes padres a mi vida.

Ayúdame”

Esme trajo un plato y varios quesos y galletas.

-¿Puedes organizar esto?- Claro, así podía hacer algo. Abrí el paquete de galletas y los distribuí. Mi teléfono sonó.

¿Qué tipo de ayuda? ¿Desnuda?”

Capullo. Monstruo pervertido que sugirió que viniera a esta cocina.

Ew, estoy con tu madre, pervertido. La misma que prácticamente me dijo que ella y tu padre lo hicieron en la cocina antes de que llegara.”

¡Toma eso! Si tenía que estar mortificada que él también lo estuviera. Cogí la siguiente galleta y el queso, lo unté y puse pimienta.

Eso ha estado mal, Bella. Zeus se ha escondido y nunca volverá. Espero que seas feliz.”

Si creyera que era verdad, me pondría un velo negro y haría un período indeterminado de luto. Ningún sustituto serviría. Lo sabía.

Eso sería una lástima. Y yo que pensaba que podríamos hacer un poco de ejercicio esta noche después de esta gran comida. Bueno, tendré que correr en la cinta en su lugar.”

Me reí en voz baja mientras seguía con las galletitas. Esme me miró y después cerró el horno. El pavo era enorme.

-¡Dios! ¿Cuanto pesa esa cosa?

Se rió.

-Veinte libras.- Mis ojos se abrieron con esa información.- Claro que no es el único. Tenemos uno pequeño de doce libras que Carlisle va a freír en el patio trasero.

-¿Estamos cocinando para todo el barrio?

Sonrió.

-No, sólo para Emmett. No es el primer año que viene. Aprendí de la forma difícil, hace tres años. Supuse que dieciséis libras era suficiente para los tres chicos, Carlisle y yo. Incorrecto. Tuvimos que sacar sobras y Emmett se quejaba de tener hambre cuando se fue. El... bueno, ya lo verás.- Oh, genial, me gustaría ver lo que Emmett tenía reservado. Eso significaba cosas malas.

Mi teléfono sonó de nuevo.

La cinta será innecesaria. Zeus está intacto y estoy de camino. Será mejor que no escuche ni vea nada más de eso de por vida.”

Sonreí.

Pobre bebe, te quitaré el dolor.”

Cogí la bandeja de queso sobrante y lo llevé a la salsera. Ya había terminado. Mi teléfono sonó.

Suena prometedor. ¿Que harás para quitarme el trauma?”

Pensé por un momento antes de escribir mi respuesta.

He oído que Emmett come mucho, así que tal vez me quede con hambre y tenga que saciarme con otra cosa” Oficialmente me estaba enviando mensajes guarros con mi novio en casa de sus padres. Estaba mal.

No puedo dejar a mi chica pasar hambre, ¿verdad? Me aseguraré que coma su cuota diaria.”

Rodé los ojos.

Eres tan generoso, Edward.”

Ya lo sabes, cariño. Sólo quiero asegurarme que estés bien y completa”

Creo que estás más interesado en llenar mi boca, Cullen. No me engañas.” Nada como un poco de sexo oral para asegurarme de que un hombre es agradecido en Acción de Gracias, ¿no?

Llenaré todo lo que tu quieras, Bella.”

Dios. ¿Todo se ha calentado o solo he sido yo?

Me aseguraré de que no comes demasiado. Tengo un montón de cosas que puedes comer...”

-¿Ya viene, querida?

Salté de mi asiento, envié el mensaje y dejé escapar un pequeño grito cuando me di la vuelta y encontré a Esme detrás de mí. Mierda. ¿Sabía lo que he estado escribiendo? Me preguntó si ya venía. Ella no querría decir que... claro, podía significar eso. Seguramente está feliz de haberme pillado mandando mensajes guarros a su hijo en la sala de estar.

-Aún no viene.- Solté cuando me miró expectante. Oh no, no había un doble sentido. Tenía la esperanza de que no pensara lo que creía.

Los labios de Esme se crisparon y supe que mis oraciones estaban cayendo en oídos sordos.

-¿Podrías preguntarle cuando va a venir? Carlisle tiene que calentar el aceite. Calentar el aceite, venirse, mensajes guarros, suegros desnudos en la cocina. Este era, oficialmente el Acción de Gracias más raro de la historia, y eso que aún no había ni comenzado.

-Si,- chillé. Esme se rió entre dientes mientras salía de la habitación.

Me aseguraré de tener buen apetito esta noche, ya que voy a comer mi cosa favorita” Si, definitivamente hacía mucho calor aquí. Era hora de enfriar las cosas.

¿Cuánto te queda? Tu madre acaba de interrumpirme en mitad de los mensajes y creo que sabe lo que estábamos haciendo”

Me senté en el sofá y esperé su respuesta.

Estaré allí en media hora, cariño. Estoy seguro de que no sabe lo que estábamos haciendo. Mi madre no sabe que es eso.”

¿Crees que no se mandan mensajes cuando están en el trabajo y hablan de jugar a los médicos? Estoy segura de que lo hacen.”

Esperé, sabiendo qué tipo de reacción tendría.

Sigue así y van a ser una o dos horas lo que tarde en llegar, y me aseguraré de comer tanto que me pondré malo.

Eres cruel, Cullen. Tienes suerte de que te quiera mucho.”

Te amo, estoy de camino. Hasta pronto.” Mi quarterback al rescate. Respiré profundamente y me dirigí a la cocina, esperando con todas mis fuerzas que Esme no siguiera con la conversación de los delantales.

Mierda. Carlisle la tenía inmovilizada contra la nevera y se estaban besando, lo que era peor que discutir con Edward. La estaba subiendo la falda, por amor de Dios. ¿Qué les pasaba a estos dos y los delantales? Giré sobre mis talones para volver a la sala de estar pero me debieron de oir, porque de repente Esme me llamó por mi nombre. Bueno, espero que me viera y no me estuviera llamando por cualquier razón.

-Voy a por las galletas-, la dije, sin darme la vuelta. Se echó a reír y Carlisle gruñó.

-No te vayas, querida. Mi marido tiene cosas que hacer. Se comportará desde ahora, ¿no es cierto, Carlisle?

Él murmuró algo que sonó como: Tengo una cosa para ti nada más con los zapatos. Pero esperaba que no lo hubiera oído bien. Pensé que al estar rondando los cincuenta su vida sexual sería mucho menos activa, parece ser que no.

-Si, Bella, lo siento.- Evité mirar a Carlisle mientras se iba por mi lado. Bueno, tal vez vi cómo el Maestro empaquetaba una impresionante salchicha italiana, pero fue un accidente. Bueno, salchicha irlandesa. ¿Había eso? Si lo había, lo tenía. Parecía que Edward tenía a Zeus por genética. Tendría que decírselo a Rose y Alice, cuando tenga oportunidad. Era asqueroso que estuviera pensando en el pene del padre de mi novio. Suficiente.

Me di la vuelta y vi a Esme de pie en la cocina como si no la hubiera pillado a ella y a su marido a punto de hacerlo. Bien, eso era bueno para mi.

-Las galletas están fuera.

Esme se volvió y me sonrió.

-Si, ya lo has dicho. ¿Podrías ayudarme con las patatas dulces?

Por lo menos, podía hacer algo útil, además de pillas a mis anfitriones.

-¡Claro!- Me apresuré a tomar el bote y empezar a machacar las patatas. Las recogí en una cacerola y puse los malvaviscos por encima. Mientras me concentraba en eso, un par de brazos se envolvieron alrededor de mi cintura y unos labios se apretaron contra mi cuello.

-Algo huele muy bien para comer.- Me relajé en sus brazos y me volví para satisfacer sus labios con los míos.

-Algunos ni siquiera saludan a su propia madre.- Jasper pasó junto a nosotros y envolvió a Esme en un abrazo.- Hola, señora C. Gracias por invitarme.

Le devolvió el apretón.

-Por favor, ya sabes que esta casa es tuya. Estamos encantados de contar contigo. ¿Dónde está tu Alice?

-Justo aquí, Esme. ¡Traje un pastel!- Alice puso con orgullo un pastel de calabaza en la mesa. Claramente lo había comprado, porque Alice no sabía cocinar y no podía haber hecho una calabaza perfecta con crema batida y lo que parecía canela.

-Alice, es hermoso.- Esme la abrazó y luego dio un paso atrás para admirar el pastel.

-Has hecho un gran trabajo.

Alice se pavoneó y la di un codazo.

-¿Lo has hecho o comprado?- La pregunté en voz baja, sin querer arruinar su imagen de feliz ama de casa que intentaba proyectar. Llevaba uno de los vestidos más recatados que tenía.

-Ambos, por supuesto-, me respondió con una sonrisa.

Edward me soltó y fue a abrazar a su madre.

-Hola, mamá. No te ignoraba, sólo estaba...

-Saludando a la chica que amas. Lo sé y estoy feliz de que lo hicieras. Me ha ayudado mucho.- Ya claro. Edward besó la mejilla de Esme y luego cogió un ramo de flores que había dejado antes en la encimera. Ella le dio las gracias y rápidamente lo puso en un jarrón.

-Si, hice media bandeja de galletas con queso.- Respondí, causando la risa de todos.

-Y las patatas dulces. No es tu culpa que Carlisle y yo te asustáramos en la cocina.

Sentí que mi cara se calentaba y me acurruqué en Edward cuando regresó a mi lado.

-No quiero saberlo, mamá.

-¡Yo si!- Alice se inclinó hacia delante, con los ojos brillantes de interés. Jasper gimió y se tapó los oídos.

-En otra ocasión, Alice. Los niños son sensibles a este tipo de historias.- Esme les dio a cada uno una sonrisa indulgente y nos guiñó el ojo a Alice y a mi.

-Si, venga. ¿Quieres traumatizar a mi novia, madre?

Esme negó con la cabeza.

-¡Seguro que ha visto cosas peores!- Con mis padres, eso estaba asegurado, pero era una historia para olvidar. Por siempre.

-¿Dónde está Emmett?- Pregunté con la esperanza de cambiar de tea.

-Llegará en cualquier momento. Se ha ido a casa a cambiar y a recoger a Rose.- Jasper sonrió y Esme y Edward soltaron una carcajada. ¿Qué pasaba? Miré a Alice, quién se encogió de hombros.

-No sé, no me lo han dicho.

-Lo vas a ver muy pronto, cariño.- Edward me besó en la mejilla.- ¿Qué podemos hacer, mama?

-Ves a decirle a tu padre que puede freír ya el pavo. Así nos vamos preparando para Emmett. Dios no quiere que espera mucho para la comida.- Esme se estremeció. Edward me besó la mejilla antes de ir a buscar a su padre, que estaría relajado en algún sitio.

-Jasper, ¿podrías ir poniendo cosas en la mesa?

-Todos podemos hacerlo, Esme,- dije, apresurándome a coger la ensalada de la nevera.

-¡Gracias, Bella! Entonces hacerlo Alice, Jasper y tu.- Pusimos la mantequilla, la ensalada, las aceitunas y los huevos rellenos en la mesa del comedor.

-Me encanta esta casa,- dijo Alice a Esme cuando volvimos a la cocina.

-Gracias. Sólo llevamos aquí desde que Edward se graduó, pero se siente como en casa.- Esme deslizó una bandeja en su segundo horno.

-Seguro que sí,- dijo Edward, entrando en la habitación. Me sonrió y mientras se metía una aceituna a la boca. Se chupó los dedos después, lo que hizo que mi vientre se contrajera.

-Deja de seducir a tu novia con aceitunas y da a todos algo de beber, querido.- Jasper y Alice soltaron una carcajada y yo me reí al ver la expresión de Edward.. Suspiró y dejó el resto de las aceitunas, mientras se dirigía a la nevera.

-¿Qué os gustaría beber? ¿Vino? ¿Cerveza?

-Yo un vaso de vino,- respondió Alice.

-Yo también-, dije. Edward me sonrió y cogió dos vasos y sacó una botella de la nevera.- Toma, Jas.- Le lanzó un botellín de cerveza.

-Edward, tenemos invitados.

-No son invitados, son parte de la familia.- Respondió, a lo que Alice y yo sonreímos ampliamente.

-¡MAMÁ! ¡Ya he llegado! ¿Donde está la comida?- Tronó por toda la casa.

-En la cocina,- ella gritó.

Hubo una explosión y...

-Ow, no he hecho nada malo, Rosie. ¡No es de mala educación!- Me reí al imaginarme a Rose regañando a Emmett por sus modales.

-Mira, todos mis hijos tienen problemas con los modales menos Jasper. Él es un verdadero caballero sureño-, nos dijo Esme. Jasper sonrió y Edward le golpeó en la parte posterior de la cabeza.

-Jas no es tan educado en una cita, ¡déjame decirte, mamá!- Emmett resonó mientras bailaba en la habitación. ¿Qué coño llevaba? ¿Eran pantalones de oro?

Esme se rió mientras se levantaba de la silla y fue hacia él. Rose se acercó y sacudió la cabeza, sonriendo a la exuberancia de su hombre.

-Estoy segura de que es educado cuando le gusta su cita,- dijo Esme a Emmett, quién dejó de bailar y puso mala cara.

-Me ama. Todo el mundo lo hace.

-Yo te quiero, querido.- Su radiante sonrisa volvió y le dio un sonoro beso en la mejilla antes de bajarla.

-Te quiero, Ma. Pero te querré más cuando tenga algo delicioso en mi estómago.

Se rió y señaló a la sala de estar.

-Hay queso y galletas en la mesa. La cena estará en una hora.

-Lo siento, pero, ¿es que nadie va a comentar nada sobre esos pantalones?- Alice preguntó, mirando los pantalones de oro brillante como si la hubieran ofendido. Lo cual, al ser Alice, seguramente lo habían hecho.

-Los hemos visto,- dijo Edward.

-En cada cena, en cada fiesta,- agregó Jasper.

-Son los pantalones de comer,- Esme suministró, sonriendo hacia su postizo segundo hijo.

-¿Qué vas a comer con esos pantalones? ¿Por qué son de oro?- Alice exigió. Me alegré de que lo hiciera, porque yo también quería saberlo.

-Porque son los pantalones Hammer, obviamente-, Emmett respondió, como si eso debiera significar algo para nosotras.

-¿Usas esos pantalones para las comidas de negocios? ¿Por qué?- Estaba confundida y entré en acción.

-Dios, ¿cuántos años tienes, cinco? ¡Pantalones Hammer! ¿MC Hammer? ¿No os suena?- Y empezó a hacer un tipo de danza ridícula en pequeños saltos.

-Tengo 24 años y no se quién es MC Hammer.

-¿No era alguien de unos reality shows? ¿El de los relojes?- Preguntó Alice.

-Ese era Flavor Flav. Necesitáis trabajar en vuestros gustos musicales.- Emmett sacudió la cabeza con tristeza.

-Y tu trabajar en tus gustos por la ropa,- respondió Alice, burlándose de los pantalones de oro.

-Estos pantalones pertenecían a MC Hammer. Tengo el certificado de autenticidad y todo,- Emmett anunció con orgullo.

-Genial, entonces llevas los pantalones de alguien por una razón que aún no entiendo.- Alice lo miró de nuevo.

-En primer lugar, son de oro, lo que da elegancia y son perfectos para todas las fiestas. Segundo, son grandes y da mucho espacio para respirar, incluso después de que me coma mi fabuloso pavo. Tercero, ¡son los pantalones Hammer! ¡No los puedes tocar!- Y volvió a bailar. Rose se estaba riendo y sacudiendo la cabeza.

-No quiero tocar eso. ¿Enserio que permites esto?- Alice preguntó con incredulidad.

Rose levantó una ceja.

-Mejor esto que hacerle usar pantalones ajustados que se quitará cuando se llene demasiado. Me enteré de la peor manera de que hacia eso en una cena de Navidad con mis padres. Salió del cuarto de baño con una toalla. Estaba mortificada.

-Sólo digo que, es mejor que no pienses llevar esos pantalones en tu boda. Les cortaré el culo para dejarlo al aire si quieres llevarlos,- le dijo Alice.

-¡Son los pantalones perfectos para todas las ocasiones!- Emmett respondió, con el rostro perfectamente serio, pero aún bailando.

-No bromeo,- le advirtió Alice, con voz baja y los ojos entrecerrados. Emmett dejó de bailar.

-¡Si, ma, ya voy!

-Lo digo en serio. Jasper, asegúrate de que no lleve esos pantalones a la boda.

-¿Por qué estoy a cargo de los pantalones de Emmett?- exigió, con la diversión ya fuera de su cara.

-Porque confío en ti.- Alice sonrió y el ceño de Jasper se fue.

-Bueno.- Miró a Emmett quién parecía emocionado por este giro de acontecimientos. Gracias a Dios, yo estaría con Rose el día de la boda. No tendría ni idea de cómo podría hacer yo ese encargo. Pero sabía que Emmett no lo haría, no destrozaría la boda. Amaba a Rose demasiado.

-No te preocupes,- Rose contestó con confianza. Emmett sonrió y la besó. Me vino a la cabeza una imagen de Emmett llevando los pantalones de oro, riendo maniáticamente mientras Jasper lo perseguía alrededor de un jardín impecablemente esculpido. Me reí y Edward me besó la sien.

-¿Qué es tan gracioso?- Negué con la cabeza.

-Nada, sólo tenía una imagen mental interesante.

-¿Ah, sí?- Sus ojos se calentaron y sentí cómo mi vientre se agitaba de nuevo. Él y su poder sobre mi, mierda.- ¿Puedes compartirlo?

-Siento decepcionarte, pero pensaba en Emmett, no en ti.

-¡Whoo! ¡Ya sabía yo que mi culo te pareció irresistible! Las damas no pueden resistirse a este culo.- Emmett se contoneó para acentuar su declaración.

-Se ve aún más grande en esos pantalones,- le dije a la vez que Rose le golpeaba.

-¡Es verdad! ¿Por qué, Rosie?- Se frotó el trasero y nos miró.

-Solo lo comprobaba, Em. Vas a recibir más.- Rose miró a Esme que estaba riendo en la distancia desde el horno.- Estarás bien y más apretado cuando lleguemos a casa con la herramienta.- Emmett palideció mientras el resto reía. Esme parecía confundida, abrió la boca para decir algo y luego se lo pensó mejor. Gracias a Dios. Será mejor cambiar de tema para asegurarnos.

-En serio, lámelo, “es halagador”- Le informé.

-Eso es malo.- Ahora estaba haciendo pucheros y mirando a Rose.- No quiero utilizarlo.

-Tu eres el lo compró.- Le recordó, mientras los demás le mirábamos encantados.

-Sinceramente, Emmett, si tu lo compraste y Rose quiere que lo utilices, hazlo. Será una buena experiencia para los dos,- suministró Esme. Eso es todo lo que pudimos aguantar. Me desplomé contra Edward, aullando de la risa. Alice estaba golpeando la encimera de granito, Jasper parecía que no podía respirar y Rose estaba de color rojo brillante. Emmett nos miró mortificado.

-¿Qué os pasa? ¿Habéis estado bebiendo?

Edward finalmente cogió algo de aire.

-No, mamá, sólo una broma.

-Si, como tu y Carlisle en la encimera,- suministré amablemente. Esme se rió, sus ojos verdes brillaron por el recuerdo. Edward y Emmett gimieron.

-Bueno, luego seguimos. ¿Por que no vais a la sala de estar? La comida estará muy pronto, pero sé que Emmett tiene hambre así que puedes comer queso y galletas.

Entramos en la sala de estar y Edward encendió la televisión en el show previo del partido, mientras Emmett atacaba la bandeja de comida.

-Tenemos que asegurarnos de ver el descanso,- Alice elevó la voz, saltando con entusiasmo en su silla. Era extraño.

-¿Por qué estás tan entusiasmada?- La pregunté.

-¡Ya lo verás!- Parecía que lo haría. Edward me sonrió y me empujó a su lado.

-¿Lo sabes?

-Se tantas cosas, cariño.- Lo empujé de nuevo y se rió. Lo siguiente me lo dijo en voz baja.- Por ejemplo, sé lo que te voy a hacer más tarde.- Mierda, ya me había calentado.

-Separaos un poco, ya tendréis tiempo solos cuando lleguéis a casa,- suministró Jasper, envolviendo su brazo alrededor de Alice.

Carlisle entró en la habitación justo cuando Jasper dijo eso y sonrió, pero no dijo nada.

-¡Hey, Doc!- Emmett se tragó un bocado de comida y sonrió.- ¡Feliz Acción de Gracias! Estarás feliz al saber que he perdido tres quilos solo para hoy.

-Emmett, soy muy consciente de que estás apunto de atiborrarte de comida. No hay necesidad de que me beses el culo.- Nos reímos mientras Carlisle cogió una galleta y se dirigió a la cocina.

-Que nadie valla a la cocina,- advertí, las imágenes de la nevera de antes vinieron a mi cabeza.

-¿Por qué no? Quiero un poco más de vino.- Alice se puso de pie y se dirigió a la cocina.

-Porque la última vez que estuvieron solos en la cocina, Carlisle tenía a Esme contra la nevera y confirmé con mis propios ojos que Edward tiene a Zeus por genética.

Alice se detuvo en seco y se apresuró a volver al sofá.

-Espera, ¿la tenía fuera?- Rose demandó, parecía que quería ir a la cocina para comprobarlo por ella misma.

-Esas cosas no las necesito saber,- Edward murmuró. Jasper y Emmett sólo reían.

-No, no la tenía fuera, solo que... ya sabes.- No lo iba a decir.

-¿Dura? ¿Estaba muy dura? ¿Igual que un martillo?- Rose siguió con sus preguntas y me tapé los oídos.

-¡Ya! No quiero pensar en eso.

Rose se rió y se recostó contra Emmett.

-Yo lo hago. Está bueno para la edad que tiene.

Edward rodó los ojos.

-Es mi padre del que estás hablando.

-Bueno, los dos están buenos. Acéptalo, Cullen, tus padres son preciosos y están el uno por el otro. Mejor eso que a que estén todo el día como el perro y el gato.- Rose frunció el ceño un poco y Emmett, dejó de comer y envolvió sus brazos a su alrededor. Sabía que Rose no tenía buena relación con su familia, pero no sabía que hubiera tenido que pasar por eso.

Edward asintió.

-Tienes razón, Rose. Crecí viendo lo que debe ser una relación. Me avergüenzan de vez en cuando, pero me alegro que sean mis padres.- Le sonreí y me besó. Me alegraba que hubiera crecido con Carlisle y Esme. Después de todo, han sido los que han criado a mi espectacular novio.

Los comentaristas de la TV dijeron algo acerca de Brett Favre y Emmett rió.

-Me llamó el otro día. Dijo que dejara de enviarle correos electrónicos.

Jasper se rió entre dientes.

-¿Que le has dicho?

-Le pregunté si le habían dado masajes últimamente. ¡Encima que me preocupo!- Emmett fingió estar herido.

Eso me recordó algo.

-Hablando de llamar, tengo algo para ti.- Me levanté y tomé mi bolso de la mesa, sacando la servilleta adquirida la otra noche en el cine. Se la entregué.

-¿Quién es Maggie?- Preguntó, mirándolo.

-Una camarera de iPic que pensó que podía dar su número a mi novio como si yo no estuviera allí.- Edward se encogió cuando todos se echaron a reír.- Pensé que te podría ser de utilidad.

Emmett sonrió.

-¡Se lo podría dar a Brett! A lo mejor la llama. ¿Estaba buena?

Miré a Edward, que se encogió de hombros.

-No me di cuenta.

-¿En serio? ¿Una chica coquetea contigo y ni siquiera la miras?- Preguntó Emmett.

-¿Tu te fijas en alguien cuando estás con Rose?- Edward preguntó.

-Buen, no, quiero decir, miro pero no lo pienso.

-Claro. Era rubia. Eso es todo lo que recuerdo. Tenía los ojos en la única chica que podía ver.- Jesús, esto era... Me presioné contra él y le acaricié el cuello.

-Podrías tomar lecciones de Edward en qué se le tiene que decir a una mujer-, Rose dijo a Emmett.

-Por favor, soy el rey del romance. Por mi GQ es así.

Rose se rió y agarró la servilleta que tenía Emmett.

-¿Qué le dijiste a esa perra cuando le dio su número?- Rose me preguntó.

-Um, ¿nada? Ya era la segunda vez. Pensé que podría guardarlo para recordar cuando nos conocimos.- Jasper resopló y Alice se rió entre dientes ante el recuerdo.

-Bella, Bella, Bella. Eso es ridículo. Es necesario reclamar y enviar un mensaje a esa puta.

-No dijo nada. Sólo le puso ojos y dejó su número con su bebida. No iba a hacer una escena de nuevo.

-No hay nada malo en hacer una escena.- Rose se burló.- Bella, eres una buena chica, pero déjame decirte que, de vez en cuando hay que dejar que estas sanguijuelas sepan que no pueden coquetear con tu hombre sin que las pase nada. Si, lo sabemos, Eddie es él, pero aún así, no querrás que cada día te interrumpa una tía cachonda, ¿verdad?

Negué con la cabeza.

-Claro que no, pero no sé qué podría haber dicho.

Rose se irguió y cogió el teléfono de Emmett de su bolsillo.

-¿Quieres saber lo que tienes que hacer? Mira.- Marcó el número que estaba en la servilleta.

-Aquí vamos,- dijo Jasper, con sus ojos brillando con alegría. Edward se limitó a sacudir la cabeza.

-Correo de voz-, nos dijo Rose.- Hola, Maggie, no me conoces, pero conoces a mi novio, bueno, te gustaría conocerle. Tuviste la audacia de dejar tu número junto a su bebida la otra noche, cuando salimos y quería hacerte saber que no tiene ningún interés por tu culo de Barbie. Es patético que no puedas encontrar un hombre por tu cuenta y tengas que probar con los de las demás. Pensé que deberías saber que nos reímos bastante cuando me llevó a casa, pero no voy a entrar en eso. Tenemos nuestra intimidad, Maggie. Si te acercas a él de nuevo, tendremos una conversación no tan agradable como esta. Que tengas buen Acción de Gracias y espero que no nos volvamos a ver de nuevo. Adiós.

Mi mandíbula estaba completamente abierta y no sabía que decir. Alice dejó escapar un grito de satisfacción y Edward negó con la cabeza.

-Otra chica que me odia.

Rose se echó a reír.

-¿Qué? Como si te importara. He estado manejando estas cosas durante dos años. Sólo enseñaba a Bella cómo se hacía.

-Bien hecho, querida.- Miramos hacia arriba y vimos a Esme y Carlisle parados en la puerta, sin molestarse en ocultar sus sonrisas.- Amenaza implícita, nada específico y sin mencionar el nombre de tu novio.

Rose bateó sus pestañas.

-No es la primera vez que tengo que echar a las mujeres de los brazos de su hijo. Bueno, de los tres.

Jasper se rió entre dientes.

-La verdad es que ha enviado lejos a mas de una.- Alice le dio una palmada en la pierna, le tomó la mano y se la besó.- Debía haber sabido que no eran las indicadas. Me ha guardado para ti.

Alice se rió y le apretó la mano.

-Para, Jazzy.

-Edward aprendió de mi,- Jasper respondió con una sonrisa.- Le enseñé a hacer todo lo contrario de lo que recomienda Emmett.

-¡Hey! Voy a tener que...

-Ya está la comida,- Esme intervino, deteniendo a Emmett de inmediato. Se puso de pie y se fue al comedor antes de que ningún otro se moviera. Edward se rió entre dientes y me ayudó a levantarme del sofá.

-Vamos, antes de que se lo coma todo.- Nos sentamos en el comedor, Carlisle en la cabeza, Esme a su derecha, Edward a su izquierda. Yo al lado de Edward, Alice a mi izquierda y Jasper a su lado. Emmett se sentó entre Esme y Rose, justo enfrente de un pavo frito.

-Claro que sí, ¡es ese!- Emmett lo apuñaló con su tenedor y se ganó un golpe en cada brazo de Rose y Esme.- ¿Qué?

-Necesitamos dar las gracias, bufón. Por eso se llama Acción de Gracias,- Jasper le recordó.

-Si, eres el rey de los modales. Tarántula babuina.

Los ojos de Jasper se estrecharon.

-Estoy un poco harto de los nombre de araña.

-Es una lastima, tetragnátido.- Emmett levantó las cejas en señal de desafío.

-¡Voy a tejer tus ojos!

-¡Muchachos! Podéis discutir después de la cena.- Esme les miró de forma feroz y ambos se disculparon inmediatamente.

-Si, muchachos. Intenten actuar como alguien de sus edades.- Edward sonrió y se ganó una mirada asesina de sus dos mejores amigos.

-Carlisle, ¿te gustaría dar el brindis?

-En realidad, mamá, tenía la esperanza de poder hacerlo yo.- Edward tomó mi mano entre las suyas y la apretó mientras miraba a su madre.

-Claro que si,- Carlisle le dijo, con una sonrisa en su hermoso rostro.

Edward bajó la cabeza y comenzó a hablar.

-Hay mucho de lo que me siento agradecido, más de lo que pensé que sería posible, de verdad. Ha sido un gran año en el campo, por lo cual estoy muy agradecido, pero fuera también ha sido un buen año.- Me apretó la mano de nuevo.- Las mejores cosas de mi vida están aquí, y no puedo dar las gracias suficientes veces, pero lo voy a intentar.

Esme dejó escapar un pequeño sonido de felicidad pura y sonrió brillantemente a Carlisle, pronunciando las palabras:

-Ese es nuestro hijo.- Edward no lo vio, pero yo lo hice y mi corazón se calentó al igual que lo hizo con las palabras de Carlisle.

-Tengo los padres más increíbles del mundo y como me recordaron hace poco,- Edward miró hacia arriba y se encontró con la mirada de Rose.- Soy muy afortunado de tenerlos en mi vida. Me han hecho ser el hombre que soy y me han demostrado que necesito luchar por lo que quiero.- Esme se enjuagó una lágrima mientras Carlisle sonrió con orgullo.- Y luego están mis dos mejores amigos, que me lo dan todo en el campo y fuera.- Sonrió a Emmett que estaba asintiendo con orgullo y Jasper le devolvió la sonrisa.- Trajeron dos de las más fieles, inteligentes y divertidas mujeres que conozco. Alice, me has ayudado mucho, justo cuando lo necesitaba, sin hacer preguntas. Rose, tu eres la única que mantiene a Emmett en su sitio, por lo que siempre te estaré agradecido, y siempre has cuidado de mí, desde el primer día. Os quiero a todos.

Se dio la vuelta a la silla y me miró, levantando mi mano a sus labios. Tenía lágrimas en los ojos y apenas podía distinguir su hermoso rostro. Tenía una habilidad con las palabras, mi Edward, y ahora me iba a convertir en una pila de gelatina en la mesa. Lo sabía.

-Le debo a Jasper y Alice todo al haberte traído a mi. Te amo, Bella y estoy muy agradecido de que hayas llegado a mi vida y la llenaras. No sabía lo que faltaba en ella antes de que llegaras, y ahora no puedo imaginarme pasar ni un solo día sin ti.- Sonrió mientras me quitaba las lágrimas que había derramado desde sus primeras palabras para mí.- Me alegro de que no lo vayas a hacer.-- Volvió la cabeza y se dirigió a sus padres.- Bella se mudó conmigo esta semana.

Esme se quedó sin aliento y saltó de la mesa, poniéndose detrás de nosotros y abrazándonos a los dos.

-¡Lo sabía! ¡Ya sabía yo que algo pasaba! Estoy tan feliz.- Y se echó a llorar junto a mí. Carlisle vino a abrazarnos a todos.

-No quisiera interrumpir este hermoso momento familiar,- Emmett dijo secamente.- Pero mi comida se enfría. ¿Podemos comer mientras el resto?- Le miré y vi que sonreía y que Rose se limpiaba una lágrima de su ojo. No necesitaba mirar a Alice para saber que estaba llorando. Si yo lloraba ella lo había y viceversa. Había sido así desde siempre.

-Si, si, comer,- Esme hizo un gesto a Emmett, que no necesitó invitación y empezó a cortar el pavo sin más preámbulos.- Ahora, Bella, tendrás que decirme si quieres camiar algo. Es muy elegante y masculino, así que si quieres un toque femenino, puedo ayudarte. El otro día vi unas mantas muy bonitas que vendrían perfectas.

Se había puesto en marcha.

-Me encanta la casa, tal como está, pero me parece bien poner mantas y cojines.- Esme sonrió y Edward se rió.

-Acabas de hacerla muy feliz.

-No, tu lo has hecho.- Le dio un sonoro beso en la mejilla.- Por traer a esta encantadora mujer a nuestras vidas. Gracias a todos por haber venido y por convertir esta pequeña familia en una grande. Es lo que siempre he querido.- Me abrazó de nuevo antes de sentarse y secarse los ojos con la servilleta.

-Siento que mi hijo ya lo ha hecho por mi, pero quiero agradecerles a todos por haber venido. Os queremos a todos.- Carlisle levantó su copa de vino y todos hicimos lo mismo, excepto Emmett, que levantó una pierna de pavo. Carlisle se rió.- Ahora puedes seguir comiendo.

-Gracias a Dios.- Emmett murmuró con la boca llena de carne.

-A diferencia de mi hombre, tienes clase Cullen,- dijo Rose con una sonrisa. Emmett murmuró algo alrededor de su pavo, pero nadie supo si estaba de acuerdo o estaba protestando. Nos pusimos a comer, y estaba increíble, mejor incluso de cómo olía.

 

.

 

-¡Daros prisa!- Alice gritó desde la sala de estar. Puse en marcha el lavavajillas y entré a la sala junto a Edward, todo el mundo ya estaba reunido.

-¿Qué pasa? ¿Es la Super Bowl? ¿Desde cuando te preocupas por el descanso, Alice? No te importa si los Lions no hacen mucha presión a los Rodgers.- Estaba desconcertada por su entusiasmo. Edward se rió cuando se dejó caer en el sillón y me llevó a su regazo.

-¡Ya lo verás!- Estaba vibrando de la emoción.

-Mierda Jas, ¿De verdad crees que cuando tu...- Emmett fue interrumpido por un fuerte codazo de parte de Rose en su tripa.- Nena, no puedes hacer eso cuando estoy lleno,- se quejó, asomando su vientre y frotándolo con cariño.

-Directo a tu culo, deberías estas estallando,- le dije. Nunca en mi vida había visto a alguien tragar tanta comida. Creo que se comió la mayor parte del pavo frito. Se comió las dos piernas y la mayor parte de carne blanca, aunque él y Jasper habían peleado un poco por esa parte.

-Después me comeré la tarta, J-Lo. No te preocupes.- Emmett me guiñó un ojo y yo negué con la cabeza. Alice dejó escapar un pequeño chillido mientras miraba su reloj.

-¡Ya es la hora!

Me recosté contra Edward y esperé a ver qué estaba entusiasmando tanto a Alice. Empezó un anuncio y canturreé la canción, terminó y luego empezó una música soñadora y, de repente, allí estaba mi Edward, sujetando su camisa blanca y con la colonia de Perfect Ten. Mierda, ¡era nuestro anuncio!

Di un grito ahogado y los brazos de Edward me apretaron cuando Tanya se echó una colonia que no era Perfect Ten, un perfume sin nombre en una botella bonita. Y luego estaba yo, mirando, Dios, esa no parecía yo. Estaba glamorosa y hermosa con ese vestido de seda azul. El anunció siguió con la entrada de Edward y Tanya al restaurante, parecían molestos.

-¡Ahí no estás actuando!- Jasper gritó y todos nos reímos por cómo estaban sentados Edward y Tanya en su mesa. Edward me vio cuando se sentó y sus ojos se calentaron. Tanya se giró para ver qué estaba mirando y comenzaron a discutir. Él se alejó de la mesa y se acercó a mí. Cada mujer de la habitación, incluyéndome a mí, suspiró al ver la expresión de su rostro. Me amaba ya en ese momento, pero no me había dado cuenta. Por supuesto, yo también lo miraba como si fuera el único hombre de la tierra.

Extendió su mano hacia mí y deslicé la mía junto a la suya y entonces estaba en sus brazos y sus labios estaban en los míos. Sentí un hormigueo moverse a través de mí recordando ese momento. Nos separamos y salimos del restaurante con el lema Perfect Ten siempre gana. No sabía qué decir, pero sabía que lo vería unas 32,258 veces.

-¡Eso fue caliente!- Rose gritó, saltando y uniéndose a Alice, que estaba haciendo un baile de victoria ridículo por la habitación.- ¿Viste la cara de Tanya? ¡Ja! Eso ha sido el mejor anuncio no actuado de la historia!

-¡Alice, es perfecto!- La dijo Edward, mirándome con interés. Me limité a asentir, ¿qué podía decir?

-Tiny Spielberg, ¡eso ha sido fantástico! Me levantaría y lo celebraría contigo, pero no quiero moverme. Te debo un baile-, Emmett dijo, todavía sosteniendo su estómago.

-Eso ha estado perfecto, Alice.- Esme dijo.- Y tu estabas hermosa, querida, absolutamente magnífica. ¡Y mi hijo! ¡Qué guapo sales! Me encanta la forma en la que miras a Bella y en la que ella te mira.- Se interrumpió y se secó los ojos de nuevo.- ¡Estoy tan feliz de que estéis felices!- Carlisle la abrazó y nos sonrió.

-Me encanto. Buen trabajo, Alice. Si alguna vez tengo que anunciar mis servicios, te contrataré.- Alice sonrió ante las palabras de Carlisle y luego vino a pararse frente a Edward y yo, mirándonos de forma tímida.

-¿Te gusta, Bella?

Todavía no sabía qué decir, pero tenía que intentarlo porque estaba ansiosa.

-¿Gustarme? Me encantó, Alice. Dios, recuerdo ese día y lo nerviosa que estaba por ver a Edward con su ex, y luego lo que hiciste y como... No tengo palabras. Es... increíble. Gracias.- Me bajé del regazo de mi novio y la abracé. Alice echó los brazos a mi alrededor y me abrazó.

-¡Estoy tan contenta! ¡Es como yo quería! Laurent y yo nos hemos estado mandando correos y hablando sobre ello y no podía esperar a que lo vieras. ¿Te encanta?

-¡Claro que si! Parezco alguien que puede quitar a Tanya el novio.

Edward se puso de pie y me tomó en sus brazos.

-Eres la mujer más hermosa de ese anuncio, Bella. La más hermosa de mi mundo. Espero que lo sepas y lo veas.

-Lo hago.- Le toqué la mejilla antes de besarlo, mientras la sala estalló a aplausos.

-Ella es la indicada,- murmuró Esme, por mucho que no llevara mucho con su hijo. Lo ignoré y me fundí el los brazos de Edward. Tenía tanto que agradecer y hoy iba a hacerlo, por esta familia, estos amigos y lo más importante, este increíble hombre.

 

 

 

Capítulo 33: Ganando terreno Capítulo 35: Aviso

 
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