Obligada a amar

Autor: Melii
Género: Romance
Fecha Creación: 28/06/2012
Fecha Actualización: 01/09/2014
Finalizado: NO
Votos: 30
Comentarios: 157
Visitas: 104561
Capítulos: 44

 OBLIGADA A AMAR

 

Me llamo Isabella Swan, pero todos me llaman Bella, tengo 22 años y siendo tan joven mi madre ya arruino mi vida por completo. Yo lo tenía todo, dinero, amor, felicidad y una familia muy unida. Pero mi familia quiebra, y pierde todo su dinero, quedándole solamente, mi casa y ahorros de una pequeña herencia. Al verse sin dinero, mi madre me ha hecho casar, enamorar, desenamorar, y lastimó lo que yo mas amaba en el mundo, mi novio Jacob. Ese hombre es Edward Cullen, un hombre de debo admitir que es muy apuesto, pero en fin, él junto con mi madre acabaron con la poca felicidad que me quedaba.

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Capítulo 44: Confucion

Primero que nada gracias a mi beta Vhica!!!

Y gracias por todos los comentarios que dejaron..

LAS QUIERO!!!

.

.

.

Todo daba vueltas, estaba en una cama bastante incómoda. Edward miró para todos lados, sólo vio una sala blanca, sin ventanas, se encontraba atado a la camilla, no podía moverse; como pudo, levantó un poco el torso, desde esa posición pudo vislumbrar una puerta blanca, casi camuflada entre las paredes, con una pequeña ventana en ella. Estuvo así hasta que sus ojos se volvieron a cerrar por el cansancio.

 

♦ ♦ ♦

 

 

—¿Cómo va todo?

—Bien, durmió todo el día, hace unas horas se le dejaron de administrar drogas, a más tardar mañana estará totalmente lúcido.

—El plan salió perfecto. Hace unos días me comuniqué con Bella y Charlie, les hice creer que estoy arrepentida, a más tardar en una semana, los saco de la casa Cullen.

—¿Para qué quieres llevar a Charlie a tú casa? Nos conviene tenerlo allí, además se podría enamorar de la viuda y nos libraríamos de él.

—¡No seas estúpido! ¿Y si muere? ¿A quién crees que dejará su dinero, a la perfecta Renée o a su querida hijita? Tengo que hacer todo bien para que me incluya en su testamento.

—Yo puedo mantenerte Renée, no lo necesitamos a él.

—Yo sé lo que hago Phil y no quiero hablar más de esto.

—Está bien. Yo me encargo de Edward, estará encerrado mucho tiempo, hasta que logremos nuestro cometido, cuando ya no nos sirva y no haya riesgo de que nos descubran.

—No pasará, confía en mí, ya buscaremos el modo de hacerlo creer lo que queramos; lo veremos sufrir y odiar a Bella.

—¿Cómo convencer a Isabella?

—Esa parte ya está hecha, en una semana estará casada con el abogado.

—Esperó ver que mi cuenta aumente varios ceros.

—Me extraña, cariño, creí que con mis servicios no hacía falta el dinero.

—Ya ves que sí, Renée.

 

 

♦ ♦ ♦

 

 

—¿Quién era cariño?

—Renée.

—¿Qué quería? —Si quiere que yo vuelva a la casa, está loca.

—No papá, ella quiere que los tres vayamos a vivir con ella.

—No puedo creerlo.

—Ni yo, está loca.

—¿Lo consideraste bien hija?

—¿Tú quieres vivir con ella otra vez?

—No cariño, sólo que ella es tú madre y no quiero que por mi culpa, no quieras vivir con ella.

—No es por tú culpa, es por su culpa, ella se lo buscó.

—Volverá a llamar, ya la conoces.

—Le dije que no, fui muy clara, de dije que no quería volver a verla por ningún motivo.

—Esperó que lo entienda y… ¿sabes? Le enviaré los papeles del divorcio.

—Me parece bien, merece quedarse sola.

 

♦ ♦ ♦

 

 

—¿Esme? —Llamó golpeando la puerta de su habitación.

—Adelante, Bella.

—Hola, quisiera preguntarte algo.

—Qué quieres saber.

—Hoy hablé con alguien que puede ayudarnos a encontrar a Edward.

—¿Qué?

—Sí, sé que él no puede estar muerto.

—Isabella, creí que ya lo habías aceptado, ya han pasado diez días.

—No voy a resignarme, hay algo que no me cuadra, él está bien, estoy segura.

—Si eso te hace feliz, hazlo.

—Seré más feliz si tú me ayudas con esto.

—Lo siento, pero no. Hicimos un funeral, hay una tumba ¿qué más quieres?

—Yo no fui a su funeral por que él no murió. ¿Nadie va a creerme verdad?

—Lo siento pero no puedo seguir con esto, yo no quiero volver a abrir mis heridas; perdí a mi marido y a mi hijo, y no quiero perderte a ti también. Emmett y Rosalie me vistan sólo cuando tú sales con Tony, no quiero que nadie más se aleje y esto nos va a separar.

—Está bien, si así lo quieres, por mí no hay problema, no insistiré más.

—Gracias.

—¿Y mi papá?

—Me dijo que iría a comprarle algo a Tony.

—Pero no necesita nada.

—No sé qué podría ser. Sólo me dijo que dejaba al pequeño en su cuna y que lo vigilará un rato.

—Iré a verlo, cuando baje, acomodo las compras.

—Yo lo haré, por favor dime que compraste los ingredientes para hacer una torta, tú padre, se vuelve loco si no la preparas.

—Alimento a Tony y bajo a ayudarte.

—No te preocupes, ve con tu bebé. Estuviste fuera toda la mañana, seguramente ya te extraña.

—Iré a verlo enseguida.

Salió de la habitación y subió al tercer piso, había decidido instalarse ahí, en la habitación que había pertenecido a Edward; no había cambiado nada, ni siquiera quiso quitar los posters de la pared.

Entró en la habitación contigua, que Esme había decorado durante toda la semana. Pintada de celeste con muebles en color blanco y azul, muchísimo osos de peluche por todos los rincones y una enorme alfombra de colores para poder jugar en el suelo. Un cambiador de bebé y un enorme armario; el cual Bella consideraba innecesario para un bebé que no ocupa mucha ropa.

—Hola bebé, llegó mamá. —Dijo acercándose a la cuna—. Pero no nada había allí.

—¿Esme? —Gritó desde donde se encontraba.

—¿Qué pasa, cielo? —Preguntó entrando apresuradamente.

—¡No está!

—¿Qué?

—¡Tony, no está!

—¿Qué? No puede ser. Seguro Charlie decidió llevárselo.

—Llámalo por favor.

—Sí, tranquila.

Esme salió de la habitación para llamar a Charlie y volvió cuando cortó la llamada.

—Él lo dejó durmiendo en la cuna.

—No puede ser.

—Tranquila, pensemos bien qué...

—Mi mamá.

—¿Renée?

—Sí, ella me lo dijo.

—¿Qué te dijo?

—Que quería que me fuera a vivir con ella y le contesté que nada haría que volviera a esa casa y escuché algo como “ya veremos”. De seguro fue ella, no puede ser nadie más, sé que fue Renée. —Inmediatamente trató de llamarla pero no contestó. Bella estaba desesperada, no sabía dónde podría estar su madre con su hijo.

—Tranquila, Charlie ya viene.

—Papá no puede recibir una noticia así.

—Él está bien Bella, su salud ha mejorado mucho desde que salió de esa casa, pero emocionalmente está igual que todos. Bajemos a tomar un té, todo se va a solucionar, cariño.

—Edward se va a enojar conmigo cuando se entere.

—No, claro que no, él jamás se enojaría contigo. —Dijo conteniendo las lágrimas.

Le preparó un té y le dio un calmante para que se tranquilizara.

—Tómate esto, te hará bien; no llores más, Bella, te hará daño.

—Mi bebé, Esme, me muero si algo le pasa.

—Él estará bien, nada le pasará.

—No quiero dormirme.

—Sólo te tranquilizará. —Mintió.

—Eso espero. —Dijo tomando la pastilla para tragarla sin ganas.

 

Media hora después, Charlie llegaba a la casa hecho un manojo de nervios.

—¿Qué pasó? ¿Lo encontraron?

—No, Charlie, no está Tony, le tuve que dar un calmante a Bella para que duerma por un rato, estaba muy alterada.

—No puede ser.

—Ella cree que Renée lo tiene.

—No sería capaz de eso.

—Bella trató de comunicarse con ella, pero nunca contestó. ¿Por qué no vamos a ver a su casa?

—No quiero dejarla sola, mejor voy yo.

—Está bien.

 

 

♦ ♦ ♦

 

 

 

—¿Cómo lo hiciste?

—Fue fácil, Charlie lo dejó en su cuna y yo lo tomé, ni siquiera lloró.

—Es hermoso.

—Deja de decir estupideces Phill, es sólo un bebé.

—Que casualmente, es mi nieto.

—Ya quisieras, no vuelvas a decirlo en voz alta, Jessica es una cotilla.

—¿Y? No me molestaría que se lo contara a tú marido.

—Dentro de poco exmarido.

—¿Al fin le pedirás el divorcio?

—No, me llegaron los papeles hoy en la mañana, pero no se los firmaré tan fácilmente; antes tengo que conseguir su dinero.

—Me alegro, al fin podemos estar juntos sin nadie en medio de nosotros.

—Eso no pasará, todo será igual, mi hija vivirá conmigo; debemos cuidarnos.

—Está bien. ¿Cuál es el siguiente paso con Cullen?

—Dejarlo ahí al menos hasta que Isabella se case.

—Ya lo creo. ¿Cuánto tiempo será eso? Lo van a descubrir tarde o temprano, en quince días se hacen los exámenes rutinarios.

—Debes evitarlos.

—No puedo Renée, soy médico en un hospital, no en el psiquiatrico. Renée, esto puede salir mal.

—¿Qué pasará si se dan cuenta que está bien? ¿Y qué no está en los registros?

—Se comunicarán con Bella o Esme.

—¿Cómo?

—Renée, ¿crees que Edward olvidó los números telefónicos, su dirección, su nombre, el de su madre y su esposa?

—¿La droga que le diste, no ayudará a que los olvide?

—No, no se puede hacer nada, él va a volver y no se puede evitar.

—Lo secuestraremos y listo.

—¿Y listo? No voy a participar en este secuestro Renée.

—Sí, lo harás, te daré cien mil dórales.

—¿Cien mil dólares? Bien, lo haré, pero quiero que todos se enteren de lo nuestro.

—Lo que tú quieras, tengo diez días para casar a Bella.

—Iré a ver al bebé. —Dijo Phill subiendo las escaleras.

—Señora Renée.

—¿Sí Jessica? Esperó que sea importante.

—Oh sí, el señor Charlie está aquí.

—¿Charlie? Hazlo pasar, sube arriba y dile a Phill que Charlie está aquí, que no bajé.

—Sí señora.

—Jessica, espero que seas discreta.

—Claro, ni una palabra.

Charlie pasó a la sala de estar, que durante casi veinte

años, él había llamado su hogar.

—Hola Charlie. —Dijo Renée mirándolo con cara acongojada.

—No me digas que lloras por el divorcio, a mí no me engañas.

—Charlie, llevamos casados veinticinco años.

—Bueno, no más. Espero que lo firmes, te daré el dinero que quieras, eso es lo que te importa.

—No digas eso, te amo Charlie, podemos volver a empezar.

—Sí, podemos volver a empezar, pero con personas distintas.

—¿Ya estás con la “perra” viuda de Cullen?

—No la llames así, es mucho mejor persona que tú.

—¿Y mi hija?

—¿Dónde está mi nieto?

—¿Y cómo voy a saberlo? Si no me dejan verlo.

—Renée, no te hagas la idiota, la has querido convencer de regresar contigo desde que Tony cumplió un año.

—¿Y por eso crees que secuestré a mi nieto?

—Isabella querrá venir esta tarde, espero que aparezca para cuando ella esté aquí, porque si no es así, te denunciaré si no nos lo entregas.

—¿Y con qué pruebas?

—¿No recuerdas con quién te cásate, cariño?

—Te vas a arrepentir si lo haces, Charlie.

—No lo creo.

 

♦ ♦ ♦

—¿Despertó?

—Sí, hace un rato. Se fue a cambiar, no la pude detener, será mejor que tú la acompañes a la casa de Renée.

—Sí, eso haré.

 

♦ ♦ ♦

 

—Hola hija, qué gusto me da verte, ¿has aceptado mi oferta al fin?

—¿Dónde está mi hijo?

—Bueno, un hola hubiese estado bien.

—¿Dónde está mi hijo?

—Si vienes a vivir conmigo, quizás sepa dónde está.

—Eres tan despreciable. ¿Qué ganas con eso? ¿Quieres dinero?

—Claro, pero obtendré más si vives aquí.

—¿Qué pretendes?

—Te vas a casar con alguien que tiene mucho dinero y lo compartirás con tu pobre madre.

—¿Qué? Edward está desaparecido y tú...

—No me hagas reír, tú maridito está muerto, querida; yo me encargué de eso.

—Mientes.

—No cariño, si quieres te puedo mostrarlas drogas que le dimos.

—¿Le dimos?

—Sí, obtuve un poco de ayuda.

—Te odio.

—No me importa, mañana te quiero en esta casa, y en una semana verás a tú hijo.

—¿Una semana? Estás loca, en unas horas vengo, quiero ver a mi hijo ahora mismo.

—No soy tan ingenua, querida, mañana te quiero acá y en una semana te doy a tú hijo.

 

 

♦ ♦ ♦

 

 

Esa semana fue la peor de su vida, no salió de la que fue su habitación ni siquiera para comer, sólo recibía las visitas de su padre y recibiría las de Esme, si su madre la dejara pasar. Ambos intentaron disuadirla, pero no pudieron.

—Toma, no quiero oír llorar más a ese mocoso. Por cierto, esta tarde te traigo el vestido, mañana te casas y espero que pongas tu mejor cara de enamorada.

—¿Matarás también a mi futuro marido, para obligarme a casar otra vez?

—Si tú marido resulta ser un fracasado como el anterior, sí.

—Eres una cínica.

—No es mi culpa que fracasaran tanto.

—No fracasamos, no conseguir trabajo no es el fin el mundo; pero claro, tú qué vas a saber si eres una vividora a la que sólo le interesa la plata.

—El dinero lo es todo, querida, ya lo entenderás.

—No lo creo, ¿me darás a mi hijo o no?

—Claro, tómalo, no quiero soportarlo más tiempo. —Dijo entregándole al bebé.

—Hola mi amor, ¿cómo estás corazón? ¿Te cuidaron bien? —dijo acariciándolo.

Para cuando despertó, Isabella no le quitaba la vista de encima, lo tocó y se fijó que no tuviera nada; lo besó, acarició y lloró con él.

—Parece que en verdad papá nos dejó corazón. No quería creerlo, pero todos tenían razón, me negaba a reconocerlo. Lloré toda la semana, y ni siquiera fui a su funeral. Va a odiarme. —Hablaba con su pequeño hijo—. Te mostraré fotos suyas cuando crezcas, estoy segura que serás igual a él.

♦ ♦ ♦

 

—¡Se escapó!

—¿Cómo que se escapó?

—Sí, al parecer fue reconocido por uno de los médicos, lo reportó con el director y lo dejaron salir sin objeción.

—No puede ser, hay que hacer algo.

—No podemos, no es como si hubiese huido; se dieron cuenta que alguien lo metió allí, le dejamos de dar las drogas hace una semana, sabíamos que si se daban cuenta, le dejarían salir de allí.

—Eres un idiota, olvídate del dinero.

—Y tú ve haciendo otros planes, esto no funcionó como queríamos.

—Ve al maldito psiquiátrico y haz algo.

—¿A sí? ¿Y qué quieres que haga? ¿Denunciar que se escapó alguien que no estaba registrado? Tal vez prefieres que ellos me denuncien a mí, cuando se den cuenta que fui yo, el que llevó a alguien que fue dado por muerto y encima estaba drogado.

 

♦ ♦ ♦

 

Se abrazó a su hijo y lloró toda la noche. Se probó el vestido, era hermoso pero ella lo odiaba. A la mañana siguiente, después de alimentar a su bebé, volvió a platicar con él; le habló de su padre como prometió que haría a diario y esa misma mañana lo oyó decir mamá. Lloró de emoción y de tristeza, le hubiese gustado que Edward lo hubiese escuchado también.

—Te tardaste tanto en decir papá, unos días antes y él te hubiese escuchado.

Ese día, Renée entró con el mismo vestido de ayer, se lo hizo poner a Bella, la maquilló; la regañó por haber llorado, por no haber dormido bien y luego la peinó.

—Bebé, mamá se volverá a casar; pero sé que está vez no me

voy a enamorar, lo hice de tú papá porque él era especial, lo amo tanto, y no permitiré que le digas papá a nadie más. Sé que no me entiendes, cariño, pero hago esto por ti; si no me caso, Renée te separará de mi lado y no voy a dejar que eso pase. Espero que me entiendas y también que sepas que a la primera oportunidad que tenga de huir, contigo lo haré.

Luego de eso, intentó abrir la puerta para bajar pero obviamente, estaba cerrada con llave.

—Ves bebé, fui tan feliz con tú papi, cuando seamos libres, vamos a ser igual de felices, con el abuelito Charlie y Esme. —Dijo alzándolo para abrazarlo.

 

♦ ♦ ♦

 

—Bien Isabella, ya llegaron los invitados, esperó que te comportes; deja el bebé a Heidi, te espero afuera. Tú papá ya llegó, está afuera esperando entregar a su hija.

No le contesto y salió de la habitación.

—Papá, —Dijo cuando llegó a él y la abrazó, aún con Tony dormido en sus brazos.

—Cariño, no tienes qué hacerlo.

—¡Cállate, Charlie! —Gritó Renée detrás de él.

—Toma Heidi, te doy mi vida.

—Lo cuidaré bien, Bella.

—Vamos, papá.

 

♦ ♦ ♦

 

Cuando salieron de la casa y entraron por el pequeño camino que iba directo al pequeño altar de madera, todo estaba perfectamente decorado; si Edward fuera el hombre que esperara por ella o si ella no fuera la novia, hasta sentiría envidia de que está boda era mejor que la suya.

Aún recordaba haber hecho el mismo camino hacia ya más de dos años. Recordaba cuan hermoso estaba Edward en el altar. ¿El Altar? Isabella levantó la cabeza, para ver a una de las personas que arruinaría su vida de aquí en adelante.

 

Y ahí lo vio, a la persona que alguna vez creyó amar, estaba ahí parado.

 

—Jacob.

 

¿Cómo se atrevía a hacerle esto? Lo esperaba de cualquier persona, pero de Jacob, nunca.

—¿Tú lo sabías?

—No hija, no me dijo nada tú mamá.

—¡Llámala! Quiero ver a Renée frente de mí.

—Puedes salir corriendo si quieres.

—No voy a tentar la suerte. —Charlie no contestó.

Al llegar al altar, Jacob sonreía a más no poder, la tomó de la mano; él sabía que Renée hacía esto por el dinero que había heredado, pero no le importó con tal de estar con Bella.

Cuando fue el momento de decir el sí, su voz tembló y planeó salir corriendo de ahí, o incluso, esperó ver a Edward entrando por la puerta trasera de la casa diciendo que pararan la boda, pero no pasó. Jamás creyó que estaría pasando dos veces por la misma situación, solamente que está vez era con la persona equivocada.

No le dirigió jamás una palabra a Jacob y trató de apenas rozar sus labios con los de él; aunque él intentó intensificarlo. Renée había organizado una pequeña fiesta con pocos invitados para después de la boda.

 

 

—¿Cómo te sientes?

—Bien, gracias por venir Esme, quiero decirte que yo amo a Edward, más que a nadie.

—Lo sé, también sé por qué haces esto.

—Gracias por todo. —Dijo abrazándola.

—Mi casa es tú casa, voy a ayudarte en lo que quieras.

—Gracias, Esme.

 

♦ ♦ ♦

 

Media hora después de comenzada la fiesta, Jacob se acercó a Bella, que trató de escabullirse hacia donde estaban Esme y Charlie con su bebé; pero le fue imposible, cuando Jacob la tomó del codo. Miró en dirección a su padre que la miraba con cara de enojo, no le sorprendería que en cualquier momento saltara sobre Jacob y lo golpeara.

—Espera preciosa.

—¿Qué quieres?

—Estar con mi esposa.

—Ya veremos por cuánto tiempo dura esto.

—No te daré el divorcio tan fácilmente.

—Me voy a ir en la primera oportunidad que tenga y no me vas a volver a ver, ni a mí ni a mi hijo.

—Mi hijo también.

—Ya quisieras, es hijo mío y de nadie más, tuvo un sólo papá y fue Edward, nunca te va a llamar papá.

—Lamento decirte que legalmente es mi hijo.

—¿Qué?

—Sí, ya sabes, si uno es buen abogado, consigue más rápido las cosas.

—¿Y con qué permiso idiota? Yo soy la madre.

—Firmaste, frente a un notario, ¿no lo recuerdas? fue hace

unos días ¿o no eras tú? seguro fue alguien parecido a ti.

—¿Falsificaron mi firma? ¡Eres un maldito!

—No importa, ahora es mi hijo, te guste o no.

—Te odio Jacob, nunca más me vas a volver a ver un pelo, idiota.

Estaba a punto de darle una bofetada, tomar a su bebé y salir corriendo de ese lugar; cuando unos hombres, no vio bien cuántos eran, entraron a la casa y tomaron a Isabella poniendo un cuchillo en su cuello.

—¡Todos quietos o la mató! —Esa voz le resultó familiar, pero no la logró distinguir. El mismo que la tenía tomada por la espalda, comenzó a caminar hacia atrás obligándola a caminar a ella también hacia la salida, uno de los otros hombres se acercó a Charlie y tomó al bebé, que se lo entregó sin oponer resistencia.

—¿Papá, qué haces? —Gritó Isabella.

Charlie ni siquiera la miró. Cuando lograron sacarla de la casa, uno de los hombres con ella, otro con el bebé y uno más que fue directo al lugar del conductor de un auto negro, el cual no logró identificar; la hicieron entrar en el asiento trasero, el otro hombre que había agarrado a su bebé, se sentó junto a ella; en cuanto vio a su hijo, se lo arrebató, para abrazarlo con un poco más de la fuerza necesaria, el niño comenzó a removerse, pero logró calmarlo susurrándole palabras al oído.

Ninguno de los tres hombres se quitó los pasamontañas que llevaban puestos. Isabella estaba tranquila, cualquier lugar sería mejor que estar viviendo en la casa de su madre y casada con Jacob. Estuvieron todos callados por unos quince minutos, hasta que el auto se frenó frente a la casa de Esme.

—¿Qué hacemos aquí? —Preguntó Isabella extrañada, pero nadie le contestó.

El mismo hombre que había agarrado a su hijo, lo volvió a tomar y salió del coche mientras ella era tomada del brazo y

sacada del auto, vio como él se adentró en la casa.

—¿Pero qué...? —Inmediatamente se calló cuando vio que los otros dos hombres se llevaban en el auto. Se volteó para entrar en la casa, al ver su bebé se lo arrebató de los brazos al individuo, para acunarlo justo cuando comenzó a llorar—. Shh bebé, soy yo, soy mamá. —Dijo besando su cabecita.

—¡Papá! —Dijo estirando su manita.

—No mi amor: mamá. soy yo mamá.

—Esperé tanto tiempo para que lo dijeras. —Dijo el hombre haciéndola voltear y verlo.

—¿Edward?

Capítulo 43: Vacio y recuperacion

 
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