Lo siento, mi amor. Adiós ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 16/02/2012
Fecha Actualización: 16/02/2012
Finalizado: SI
Votos: 5
Comentarios: 12
Visitas: 5507
Capítulos: 1

ONE SHOT

Cuando una vida perfecta deja de serlo y sólo vez una salida… ¿será posible volver a comenzar?


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Los personajes son propiedad de Stephenie Meyer. Algunos son de mi creación al igual que la trama.

 

 

ONE SHOT PROTEGIDO BAJO EL REGISTRO DE DERECHOS DE AUTOR. SAFE CREATIVE.

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Capítulo 1: Lo siento, mi amor. Adiós.

 

 

BELLA POV

 

Salí despotricando hacia el patio trasero. Apenas y podía creerse que hubiéramos tenido un “buen despertar”, acabábamos de tener otra más de nuestras terribles peleas y con eso bastaba para echar a perder el resto del día.

Hacía un par de meses habíamos adoptado un perrito para mi pequeña Marie, era un lindo animal, lo único malo que le encontraba era tanta efusividad. A veces era difícil hacer que saliera al patio o que siguiera órdenes; justo cómo ahora, que entró corriendo sin contemplaciones antes de que yo pudiera dar un paso afuera.

Me puse a barrer el espacio en el que “Pinki” hacía sus necesidades. Había dejado la puerta abierta y tenía una vista panorámica del comedor. Cuando volteé hacia adentro me llevé una gran sorpresa, Pinki estaba encaramado en una de las sillas, con sus patas al borde de la mesa y jalando algo con el hocico.

-¡PINKI, BÁJATE DE LA MESA!- grité con coraje, a todo pulmón. El perrito volteó a verme y pegó un brinco con su botín en el hocico. Mi marido apareció en el comedor hecho una furia.

-¿¡Qué hizo el perro!?- preguntó furioso.

-¡Se subió a la mesa!- le contesté en el mismo tono.

-¿¡Por qué demonios lo dejaste entrar!? ¿¡Dónde puso las patas!?

-¡Cómo si no supieras cómo es! ¡Y no sé en dónde demonios se subió!

-¿¡Cómo que no!? ¡Lo viste!

-¡Vete al carajo!- dejé lo que estaba haciendo y entré enrabiada, evitando cualquier contacto con él.

-¡Estás ensuciando el piso!- dijo y no me detuve -¡Isabella!

Fui a la recámara y cargué un gran bulto de ropa para echar a la lavadora, él estaba en la sala, no reparé qué era lo que hacía. Seguí mi camino, llené la lavadora y cuando estaba poniendo el detergente el perro llegó a mi lado y se puso a brincar a mis pies.

-¡Lárgate!- ordené enojada. El pobre animal agachó las orejas y se alejó con la cola entre las patas. Si no hubiera estado tan furiosa hubiera ido tras él para consolarlo.

Entré de nuevo a la casa, fui directo a la cocina y me puse a lavar los platos sucios de la cena. Era en momentos cómo ese en el que agradecía silenciosamente a mi hermana por llevarse a mi hija los fines de semana, ella no tenía por qué sufrir nada de esto. Mientras tallaba los platos con la esponja, mi mente comenzó a divagar y a hacerse un mar de preguntas. ¿Cómo es que habíamos llegado a esto? ¿Desde cuándo estábamos así de mal? ¿Qué habíamos hecho mal? ¿Él me culpaba por la pérdida del bebé que sería nuestro segundo hijo? ¿Por qué simplemente no podíamos ser los de antes? ¿Cuánto tiempo duraría eso? ¿Aún había amor? ¿Era compromiso? ¿O en qué momento se acabo el amor? Entre una cosa y otra llegué a la conclusión de que todo había empeorado desde mi aborto, nada había sido igual desde entonces y habíamos cambiado para mal. Terminé con los platos y comencé a caminar hacia la habitación de mi hija.

-¿Qué? ¿No piensas ir a cambiarte?- preguntó hosco.

-No.

-¿¡Qué no piensas ir conmigo al supermercado!?- dijo enojado.

-¿¡Qué no puedes ir tú sólo!?- contesté en el mismo tono.

-¡A la mierda contigo! ¡Todo quieres que lo haga yo! ¡En buena hora entraste a trabajar a esa maldita compañía!

Oh, sí. Pequeño detalle, él odiaba el horario y la exigencia de mi trabajo. Pero jamás se quejaba de mi sueldo. Él tenía tiempo libre por las tardes y yo no; él tenía todos los fines de semana libres y yo, si tenía pendientes, no;  él tenía ganas y energía para salir los fines de semana y yo no.

Dejé de lado sus gritos y continué caminando. Entré a la recámara de Marie, había ropa limpia y sucia revuelta, algunos pares de zapatos regados, y uno que otro juguete fuere de su lugar. Me puse a acomodar y doblar ropa. Poco tiempo después lo sentí dentro de la habitación.

-¿Vas a ir?- preguntó con la guardia un poco más baja pero el mismo tono impaciente y enfadado.

No contesté y pase de largo. Sabía que si le contestaba lo haría de mala gana y empezaríamos con los gritos otra vez.

-¿Isabella? Te estoy hablando.

-No- murmuré sin siquiera voltear a verlo. Se fue echando humo por las orejas y dando zancadas.

Estaba por terminar cuando regresó, me jaló bruscamente de la cintura y estampó mi cuerpo en la pared más cercana.

-¡Eres un idiota! ¡Suéltame!- dije forcejeando.

No dijo nada, sólo me vio con coraje y luego atacó mis labios con los suyos. Lo comencé a golpear en el pecho, él detuvo mis manos apresándolas con las suyas.

-¡No!- logré murmurar sobre su boca. Él continuó besándome con desespero, lo último que quería era tener que recurrir a esto para tratar de arreglar algo. Cuando comenzó a apretar mi piel en un remedo de caricia abrí mi boca y lo mordí.

-¡Maldita sea, Isabella!- vociferó. Me asió del cabello, jaló mi cara hacia atrás y alzó la otra mano.

-¡Anda! ¡Atrévete, Jason! ¡Atrévete a ponerme una mano encima y no te las vas a acabar!- amenacé con seguridad.

Él miró su mano en el aire, abrió los ojos como platos y me soltó como si pudiera quemarle. Se me quedó viendo con una mueca distorsionada, vio de nuevo sus manos que ahora estaban temblorosas y comenzó a respirar agitadamente. Dio media vuelta y alzó un puño para estamparlo en lo primero que estaba a su alcance.

-¡Espera! ¿Cómo vas a explicarle a Marie que rompiste su espejo?- dije atropelladamente.

Pegó un grito de frustración, se dejó caer pesadamente en el suelo y le dio un puñetazo. Comenzó a bufar desesperado, luego intensos temblores atravesaron su cuerpo y exhaló superficialmente una y otra vez.

-Perdón, perdón, perdón. Lo siento, perdóname. Por favor, perdóname- rogaba desesperado entre sollozos –Soy un monstruo, perdóname. Lo siento mucho- me hinqué a un lado de él y lo rodeé con mis brazos.

-Ya, Jason. Lo importante es que no lo hiciste.

-¡Pero estuve a punto de hacerlo!

-Tranquilo, Jason. Ya pasó.

-Soy un monstruo.

-Shhh- tomé su rostro entre mis manos e hice lo único que se me ocurría. Le di un beso apasionado.

Él poco a poco comenzó a perder la cordura, me acostó sobre el suelo y comenzó a acariciar mi piel por debajo de la tela.

-Jason…

-¿Qué?

-Para.

-¿Por qué?

-En la recámara de Marie no- se puso de pie y me cargó hasta nuestra recámara.

Terminamos teniendo sexo rudo, no fui consciente de las marcas que me había dejado hasta pasado un rato, por suerte eran en lugares fáciles de ocultar. Me quedé un rato acostada, al otro extremo de la cama; pensando en qué momento un orgasmo había dejado de tener sentido, cómo había pasado a ser sólo una deliciosa sensación superficial… hueca y no la intensidad que me hacía arder el corazón. Me puse de pie y fui a darme una ducha. Tardé un buen rato, lavaba concienzudamente cada parte de mi cuerpo… un momento, ¿qué estaba haciendo? ¿Trataba de borrar sus caricias de mi piel? ¿O simplemente ya estaba delirando? ¿Por qué ponía énfasis en que mi piel quedara más resplandeciente de lo normal? Para mi mala suerte, mi ropa estaba sucia y sólo había encontrado un conjunto de lencería negra que usaría como ropa interior.

Cuando estuve en mi habitación Jason llegó, me rodeó con un brazo y luego me hizo girar para verme mejor.

-Bella- murmuró con voz ronca.

-No- dije empujándolo –Marie no tarda en llegar- él asintió, me vio con tristeza y se alejó.

Mi hija llegó poco después, fuimos a hacer las compras los tres juntos. A pesar de que la hostilidad y la distancia se percibían en el aire, no nos quedaba más que disimular frente a nuestra pequeña hija. Era increíble cómo podía disimular, era como si no hubiera pasado nada; me hablaba con ternura y me veía con ojos iluminados, como si yo no estuviera furiosa por dentro.

Al otro día entré a la oficina a la misma hora de siempre, casi corriendo después de haber ido a dejar a Marie al colegio. Mi jefe, además de mi jefe, era un gran amigo. Una de las primeras cosas que hacíamos cada mañana era reunirnos cerca de una hora en su oficina a revisar asuntos importantes, firmar y revisar documentos y charlar sobre lo que nos pasaba.

-Humberto, no sé. Aún estoy algo insegura con tu decisión- hacía un mes me había informado que su hijo tomaría la batuta de la empresa. Pero primero lo tendría en “entrenamiento” por un año.

-¿Por qué, Bells?

-Me parece que estás muy joven para retirarte- él rió por mi comentario.

-Sé que mi hijo lo hará muy bien, mi hermano Carlisle estará con él. Además, me he esforzado veinte años consecutivos para tener todo esto, es hora de que me dé un tiempo para mí, mi esposa y mi familia.

-Bueno, pero te extrañaré y lo sabes.

-Bells… aún no me iré.

-Lo sé- dije sonriéndole. Escuchamos unos golpecitos en la puerta.

–Adelante- dijo.

-Señor, su hijo por la línea tres- informó su secretaria.

-Gracias, Emily- dijo y ella dio media vuelta.

-Bueno, ya es tiempo de que me vaya. Tengo mucho que hacer en mi oficina- me puse de pie y nos despedimos con un beso en la mejilla.

-Nos vemos pronto, Bells- dijo y me fui.

A la hora del almuerzo recibí un mensaje de Humberto invitándome a comer. Acepté con gusto, necesitaba charlar con alguien, necesitaba desahogarme. Él estaba fuera de la compañía, por lo que tuve que ir en mi propio auto. Nos veríamos en un restaurante en un punto contrario a la orientación de la oficina. Cuando llegué lo vi esperándome afuera. Entró antes que yo, abrió la puerta para mí y cuando estaba por entrar por completo se regresó y me impidió pasar.

-¿Qué? ¿Qué pasa?

-Creo que es mejor que vayamos a otra parte.

-¿Por qué? Humberto, déjame pasar.

-No, Bells. Mejor vayamos a otro restaurante- lo ignoré, pasé de largo.

Lo primero que vi fue a Jason, muy bien acompañado de una linda chica rubia. La tenía abrazada y la besaba descaradamente. Al principio me sorprendí, luego sin saber bien lo que iba a hacer me acerqué a su mesa y me planté a un lado.

-Buenas tardes- dije en voz alta. Jason la soltó inmediatamente, la mujer se me quedó viendo con duda.

-Buenas tardes- murmuró ella –Jason… ¿quién es?- preguntó confundida. Él no sabía ni qué decir.

-Su esposa- dije mostrándole mis anillos.

-¿Esposa?- preguntó ella volteándolo a ver -¡Jason!- chilló alarmada.

-Isabella…- comenzó él sin levantar la mirada.

-No, no vamos a hacer un espectáculo. No tienes porque darme explicaciones, mejor dáselas a ella- dije viéndola –Se nota que es buena persona, ella sí merece una explicación. Adiós, Jason- dije y luego me incliné hacia la chica.

-Es todo tuyo- dije y di media vuelta.

-Bien hecho- me dijo Humberto cuando pasé a su lado.

-Gracias- dije apenas en un susurro. Mi amigo me acompañó hasta mi auto, cuando estaba por subir la mano de Jason me detuvo por el brazo.

-Espera- dijo.

-¿Qué quieres?- dije serena.

-¿Por qué dices que no mereces una explicación? Eres mi esposa.

-No, Jason. No merezco nada porque todo está más que claro, esto se acabo. Dentro de poco no seré tu esposa- aseguré.

-Bella…- dijo cuando me subí al auto.

-Con esto me demostraste que ya no hay vuelta atrás, nos lo buscamos. Nos vamos a divorciar. Adiós, Jason- dije y di reversa. Justo antes de que yo volteara mi rostro, pude ver en su mirada la desilusión y la chispa de credibilidad que me decía que yo tenía la razón. Todo había acabado.

Regresé al trabajo, fui directo a mi oficina y comencé a llorar desconsolada. A pesar de todo, dolía. Por el tiempo y por lo mal que había acabado. Lo que más me dolía era mi pequeña Marie. Pero mi niña era muy lista, sólo esperaba que lo aceptara lo mejor que pudiera. La puerta se abrió de repente, un hombre alto y muy guapo entró con una mueca distorsionada en el rostro; cerró la puerta detrás de él y se acercó.

-¿Quién eres? ¿Qué quieres?- dije sorbiendo la nariz y limpiando mis lágrimas.

-Bella…- dijo como si mi llanto pudiera lastimarlo, se acercó y me rodeó con sus brazos –Soy Edward Cullen- aseguró, al principio me desconcertó luego caí en cuenta.

-¿El hijo de Humberto?- debería haberme apartado en cuanto sentí su cercanía, pero necesitaba el afecto de alguien y no importaba de dónde viniera. No en ese momento.

-Sí. Y también…

-¿Qué?

-Soy… E_0620

-¿Qué?- dije incrédula, me separé y lo evalué con la mirada para ver si mentía.

Él era el amigo con el que tantas veces me había desahogado en el chat, el que estuvo tantas noches en vela al otro lado de la pantalla, quien sabía mucho de mí, el mismo hombre que había dejado su vida como libro abierto para mí. Quien juraba haber sido mi compañero de universidad, el que me había amado en secreto hasta que comenzó a contactar conmigo, al que siempre me negué a conocer, al que siempre rechacé fotografías, al que jamás correspondí y el que juraba que esperaría hasta que pudiera estar a su lado. ¿Podía ser cierto? ¿En verdad podía ser él? Mi mente viajó a mil por hora, todo encajó como un rompecabezas, recordé haber visto su rostro en alguna de mis clases, las situaciones con Humberto, los detalles que me demostraban que en verdad era él. Perdida en el pozo verde de sus ojos, sabiendo que él conocía todo de mí y que me sabía sus historias de memoria, me di cuenta de que por él sentía más de lo que algún día pude haber sentido por algún otro hombre. Era él, él era el indicado.  

-No lo puedo creer- susurré.

-Créelo, ovejita_0813- volteé mi rostro hacia él, nadie más sabía mi nickname.

-Tu padre tiene mucho que ver con esto, ¿verdad?

-Sí, pero no me arrepiento de nada. Yo te ayudaré, Bella. Estaré a tu lado, sea cual sea tu decisión final- me sonrió y no pude hacer otra cosa más que abrazarme más a él.

-Te quiero- dije recordando nuestras eternas charlas desde hacía años atrás.

-Y yo te amo- dijo haciendo que mi corazón palpitara como hacía tanto que no lo hacía –Saldremos adelante- juró dando un leve apretón a su agarre.

 

Alcé mi rostro y le di un leve roce a sus labios con los míos. Fue electrizante. Luego dejé que su abrazo reconfortara mi caos. Sabía que sus palabras eran verdad, que estaría conmigo y que podríamos lograrlo. En verdad lo haríamos. 

 

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Lo sé!!!! Cursi a más no poder 

XD

Bueno, aquí está otra recompensa para tod@s ustedes por haberme apoyado en mi camino por ésta página y mis historias.

Agente!!! Amo las imagenes que me regalas!!! Gracias por darme la portada de mi OS... me encanta!!!!!!!!!

Gracias por todo!!! Hasta siempre!!!!

Besos de bombón!

;D

 



 


 


 
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